Capítulo 17
_____________
Pasión prohibida
F: ¡Lety no!
Leticia se apartò de Aldo y mirò a su derecha donde
estaba un hombre. A causa de la poca luz, no lograba verle la cara pero su
corazon reconociò de inmediato de quién se trataba: Don Fernando estaba allì.
De inmediato, le vino a la mente su ultima tarjeta:
Tanto desacuerdo entre
usted y yo, tanto mal entendido; todo lo que he padecido a lo largo de las últimas
noches... Sufriendo su desplantes, su frialdad, sus besos extraños... verla con
él... me han confirmado algo... ¡Estoy más seguro que nunca, de la decisión de
cancelar mi boda! Necesito estar con usted... no soporto su ausencia... ni la
ausencia de sus besos.. ni de su cuerpo... La vida me ha puesto una prueba muy
dura. A pocos días de unirme a la mujer que suponía... era mi vida, aparece...
¡¡La verdadera!! Usted me hizo cambiar y con usted quisiera estar a toda hora. Se
que es una prueba dificil pero apareció a tiempo. Antes de que yo cayera en el
desastre. ¡La amo! Fernando Mendiola
Lety, con un hilo de voz: No puede ser... ¿él està aquì?
Eso quiere decir que... ¿Cancelò su boda? No, no puede ser... ¡Don Fernando!
Fernando se acercò a ella. El corazón de Lety empezò a
latir como un loco
L: Do... Don Fer...
De repente Lety se desmayò. Fernando logrò traparla
justo a tiempo
F: ¡Lety! ¡Mi amor despierta!
Leticia no reaccionaba. Aldo, que se había mantenido
un poco distante, se acercò inmediatamente a ella.
A: ¡Leticia reacciona!
F: Hay que acostarla en una cama. ¿Donde està su habitación?
A: No mucho lejos de aquì
Fernando cargò Lety en sus brazos
F: Bueno, dime ‘pa donde voy
A: No, ¡olvidalo! ¡Ella se viene conmigo!
Fernando le echò una mirada de pistola
F: ¡Prueba solo a tocarla y te mato!
A: Eso es justamente lo que voy a hacer yo si no la
sueltes
F: ¿Ah si? ¿Y tu quien demonio eres?
A: Eso no es asunto tuyo, Fernando Mendiola
Fernando advirtì un escalofrío; el güerito sabía quien
era él
F: Mira güerito, no me importas que conozcas mi nombre;
lo unico que quiero es que mi Lety esté bien. Me quieres decir donde demonio
està su habitación o ¿tengo que buscarla yo mismo?
Aldo no sabía que hacer; no quería darle el gusto a
ese hombre que destruiò Leticia pero tampoco podía ariesgar la salud de ella...
A: ... sigueme
Fernando siguió Aldo hasta el habitación de Lety; la
acostò en la cama y le acariciò la mejilla.
F: Necesito agua fría y sales para hacerla reaccionar.
¿Puedes conseguirmelos si eres tan amable?
Aldo se viò obligado a hacer lo que Fernando le pedía.
Nomás por el bien estar de Leticia entonces bajò a la recepción dejandolo solo
con ella.
F: Lety, mi amor soy yo ¡Fernando! Te lo ruego mi vida
¡despierta!
Fernando se acercò a su cara y le besò la mejilla.
Como en un cuento de hadas, donde la princesa se despierta con el beso de su príncipe,
Lety empezò a reaccionar.
Cuando abrì los ojos, Fernando respirò aliviado
L: Don Fernando... ¿Que hace usted aquì?
F: Lety, mi Lety... ¿No se da cuenta? ¡Vine por usted!
Lety desorbitò los ojos.
L: ¿Eso quiere decir que no se va a casar con Doña
Marcia?
F: No Lety, ¿Como me voy a casar con Marcia si estoy
enamorado de usted?
Lety quedò boquiabierta. No podía creer en lo que
escuchaba entonces se convenciò que era otro de sus sueños donde siempre él
estaba presente. Presa de un ímpetu, se levantò un poco de la cama hasta
quedarse sentada y lo mirò dulcemente
L: Don Fernando...
Fernando le acariciò la mejilla
F: Lety, ¡mi Lety!
Fernando estaba sin corbata y con los primeros dos
botones de la camisa desabrochados; Lety se aprovechò por poner sus manos sobre
el hombros de él, como había hecho la segunda noche en que habían hecho el amor
en el departamento de Omar, cuando había colocado sus manos en sus hombros,
bajo de su saco. Fernando la mirò con una mirada que transmitía todo su amor y
no supo resistir; puso su mano derecha detrás la nuca de ella, la acercò a su
cara y la besò profundamente. Lety no supo ni quise resistir; si de verdad era
un sueño, quería dejarse ir completamente a el amor de Fernando. El beso la
hizo sentir en paraiso; sabía que se trataba de un sueño pero no quería
despertar. El beso tocò las cuerdas del alma de los dos. Lety sentía su piel erizada
y Fernando advirtiò un escalofrío de placer que le corría de cabeza a pies. Ella
se agarrò a su cuello y lo estrechò fuerte; Fernando hizo lo mismo poniendo su
mano izquierda detrás de la espalda de ella. Lentamente, él la recostò en la
cama y, delicadamente, se abalanzò sobre ella. Sus labios no perdían el
contacto. Lety estaba feliz: si el verdadero Fernando se estaba casando con
Marcia, por lo meno su “espiritu” estaba allì con ella. Lety acariciaba sus
hombros y lo sentía tan cerca... ¡tan real! Fernando no podía creer a lo que
pasaba; por fin había encontrado su Lety y ella ¡no lo rechasaba! Preso de el ímpetu,
Fernando esparciò muchos besos inundados de ternura en el cuello de ella.
Mientre la besaba, se hundiò en su aroma; ¡La deseaba tanto!. Después se
atreviò a acariciar su pecho por encima de su ropa, estremeciendo los sentidos
de Leticia. Ella tenía los ojos cerrados y se mordía los labios; estaba en éxtasis
con cada beso y cada movimiento de las manos de Fernando. Su piel estaba erizada
y su cuerpo deseaba lo de Fernando; presa de la pasión, se arqueó hacia atrás,
apegandose aún más a él. Fernando recibiò el mesaje con beneplacido.
Suavemente, los dedos de él le acariciaron el costado del muslo y Lety sintiò
un escalofrío de placer.
Fernando se parò un momento y, tomandola del mentón,
la mirò en los ojos y le dijo:
F: Lety, ¡Te amo tanto y te deseo con toda mi alma!
Leticia se conmoviò; puse sus manos sobre sus mejillas
y le diò un beso tan profundo, que le quitò la respiración.
En ese instante, la puerta de la habitación se abrì y
apariciò Aldo con un vaso de agua y una confección de sales. Cuando viò
Fernando abalanzado sobre Lety, con la mano cerca de su muslos, se puso como un
loco.
A: ¿¡Que demonio estas haciendo sobre Leticia!?
De inmediato Lety separò sus labios de las de Fernando
Fernando mirò Aldo en malo modo y se puso de pie
F: Eso es justamente lo que voy a preguntarte a ti: ¿Como
te atreves a entrar en la habitación de mi mujer y además sin tocar la puerta?
A: ¿Tu mujer? Je je je ¡No me hagas reir! ¡Leticia no
es tu mujer!
Lety estaba confundida; ¿Que hacía Aldo en su sueño?
F: ¿Y tu que sabes? ¡Leticia es la mujer de mi vida!
A: No Fernando, te equivocas. Por lo que sè, tu mujer
se llama Marcia. Por cierto, ¿Como fue la boda?
A Fernando lo golpeò en la cara un cubetazo de agua fría;
ese hombre sabía demasiadas cosas sobre él...
F: ¡Callate! ¡Y deja de decir estupideces!
A: ¿Acaso no es cierto que se casaron hoy? Por cierto,
pobre mujer... no le fuiste fiel ni siquiera la noche de casamiento...
Fernando no pude aguantar más y se abalanzò sobre él
intento a golpearlo
Lety se asustò. Todo era demasiado real para ser un sueño.
Como si hubiera salido de un estado de trans, se puso a gritar
L: ¡Don Fernando dejelo se lo ruego!
Fernando no podía resistir ante la suplica de Lety; hubiera
hecho todo lo que ella le pidiera con tal de contentarla.
L: Aldo dejanos solos, por favor
A: Leticia, ¿Como crees que te voy a dejar sola con
este hombre, después de lo que vì? Él se quiere aprovechar de ti pero ¡yo se lo
voy a impedir!
A Fernando le hervía la sangre en escucharlo. ¿Quien
demonio era ese tipo tan terco que además, había besado a su Lety?
L: Por favor Aldo. Te aseguro que Don Fernando no
quiere aprovecharse se mi.
Dejame sola con él
A: ...està bien pero no me voy a alejar de tu habitación;
voy a esperar en el pasillo y, si necesitas ayuda, ¡grita!
Fernando lo miraba feo; no sabía si enojarse o echarse
a reir. Con una sonrisa socarrona lo mirò y empezò a negar con la cabeza lo que
él decia.
Aldo saliò de la habitación.
Lety se recompuse como pudo; Fernando se acercò
nuevamente a la cama intento a sentarse cuando ella lo parò.
F: ¿Que le pasa Lety?
Lety tratò de hacerse fuerza. Don Fernando, “Su”
Fernando ¡estaba realmente allì! No obstante desease con todas sus fuerzas
lanzarse en sus brazos, se obligò a no ceder.
L: Don Fernando, ¿Que quiere todavía de mi?
Fernando estaba confundido; no lograba comprender el
actitud de Leticia. Un minuto antes lo besaba, y ahora parecía otra persona.
F: ¿De veras no se da cuenta, Lety? ¡Ya le dije que
vine por usted!
Lety tragò saliva
L: Dejeme adivinar... ¿Tuvieron problemas en
Conceptos?
Fernando quedò boquiabierta. ¿De veras Lety no entendía
cual era su intención?
F: No es por eso que estoy aquì...
L: ¿Entonces?
Fernando se acercò a ella y la mirò fijo en los ojos
F: Lety, ¡La amo con todas las fuerzas de mi alma y la
necesito a mi lado para seguir vivo!
El corazon de Lety parecía querer salir del pecho tan
fuerte latía.
Èl le puso la mano sobre la mejilla y Lety puso la
suya sobre la de él, estrechandola.
De repente, empezò a llorar. Su corazón necesitaba
creer en él pero su cabeza le recordaba, palabra por palabra, la dichosa carta
de Omar.
“Mi estimado
Presidente: aquí está tu instructivo para que sigas con tu rutina de horror con
Lety”.
Lety alejò con un gesto repentino la mano de él
L: ¡No! ¡Vayase Don Fernando!
F: ¿Porque quiere que me vaya?
L: ¿Quiere que le recorde la carta que le escribiò su
amiguito?
Fernando desblancò en la cara
L: Además me imagino que Doña Marcia lo està esperando
para celebrar su noche de casamiento ¿no?
F: Lety no hubo ninguna boda...
Lety quedò boquiabierta. ¿Era cierto lo que él decía o
era otra más de sus mentiras?
L: Claro... me imagino que Doña Marcia no soportò lo
que pasò en la junta... Me refiero a el “regalo” que me hizo. En todo caso yo
se lo devolvì asì que no hay problema ¿no?
F: En realidad si, tenemos problemás en Conceptos. Los
bancos se enteraron de el embargo y quieren demandarnos. Mañana tenemos una
cita con nuestro abogado para ver como solucionar el asunto pero, si nos no
encontramos una solución, tendriamos que cancelar el embargo y liquidar
Conceptos para pagar las deudas. ¡Conceptos va a dejar de existir Leticia y
todo es mi culpa!
Fernando bajò la mirada muy apenado
Leticia se sentía culpable; en certa forma, era también
su culpa
L: Pero ¡Conceptos se estaba recuperando!
F: Eso cuando usted estaba a cargo de la empreza...
Desde que se fue, la empreza no ha logrado ir adelante. Usted sabe que yo no
soy economista y que además tuve que renunciar a mi encargo como presidente...
¡No soy bueno para nada!
Fernando se echò a llorar
Lety, instintivamente, lo abrazò. Ella bien sabía que
Fernando era bueno para muchas cosas y le partía el alma al verlo asì.
L: No diga eso Don Fernando; ¡Usted puede sacar
Conceptos adelante, estoy segura!
Él le acariciò la mano pero ella la alejò. Fernando
dejò desconcertado. Parecía que a Lety no le importaba el hecho que él estaba
allì por ella; que había dejado Marcia por correr en sus brazos. Un
interrogante lo espantò: ¿Y si ella había dejado de amarlo y se había encariñado
con el güero? No, no podía ser... Lety lo había besado y sentía como lo amaba.
¡Era culpa de la dichosa carta de Omar si ella no le creía!
F: Lety, yo la necesito... sé que usted dejò de
confiar en mi desde que leiò la maldita carta de Omar pero deje que le explique
que es lo que paso, ¡se lo ruego!
L: No Don Fernando, es mejor que se vaya
F: ¡No quiero irme! Es más, ¡no me voy a ir hasta que
usted no me escuche!
L: Don Fernando, se lo suplico, ¡vayase! ¡No quiero
tener problemás con Doña Marcia!
F: ¿Poque todavia no entiende que no me importa nada
de ella?
L: ¡Pero a mi si!
Lety levantò la voz
L: ¡Vayase ya!
Aldo escuchò los gritos y entrò de inmediato en la habitación.
A: ¿Que pasa aquì?
L: Nada Aldo; Don Fernando ya se iba ¿verdad?
Fernando la mirò. Ella estaba tiemblando y estaba
visiblemente nerviosa. Por el miedo que se desmayase otra vez, él preferiò
dejarla en paz... por el momento...
F: Està bien, ¡me voy! Pero sepa que yo la amo y que
la voy a amar hasta que tenga vida!
Fernando saliò y Lety se dejò caer en la cama. ¿Porque
él tenía que portarse asì? ¿Porque seguía ilusionada con sus dulces mentiras?
Ella sabía perfectamente que Fernando no la amaba pero su corazon no dejaba de latir
con solo escuchar su voz.
Persa en sus piensamientos, empezò a pestañear de el
ojo derecho y sonreì
Aldo estaba preocupado pero no por Leticia si no por
Fernando. Él había escuchado todo detrás de la puerta y además había visto la
mirada de Fernando cuando dijo a Lety que la amaba. No podía ser tan bueno para
fingir... Fernando sentía algo por Leticia y eso lo asustaba. Tenía que hacer
algo... Era claro que Leticia no le creía pero ¿Que pasaría si Fernando insistía?
Ella todavía lo amaba y de seguro finiría por caer otra vez en sus brazos...
Aldo, entre sé: ¡Tengo que impidirlo!
Despues mirò a Lety y le preguntò
A: Leticia, no le iras a creer ¿verdad?
Lety bajò de su nube y lo mirò, sorprendida por la
pregunta
L: ¡Claro que no Aldo! Conozco muy bien su jueguito...
si vino hasta acà es por su empreza. Tienen problemas y necesita mi ayuda.
A: No piensaras regresar a Conceptos ¡¿verdad?!
L: Mira Aldo... en cierta forma, lo que pasò es también
mi culpa. Si yo no hubiera abandonado todo de prisa, los bancos no se hubieran
enterado de lo que hicimos y Conceptos seguiría sin problemas, como antes de
que yo me fuese.
A: No Leticia, eso hubiera pasado de todos modos. No
es tu culpa si Fernando te pidiò de armar ese fraude. Además tu le dejaste la
carta blanca entonces es un problema de ellos ver como manejar las dos emprezas
L: ¡Pero Don Fernando no es economista y no sabe como
manejar Filmo Imagen!
A: Me parece a mi o ¿te estas preocupando por él?
Lety tragò saliva
A: Leticia, te recuerdo que él te engañò y te mintiò ¡por no perder su empreza! Te hizo las
peores canalladas con tal de tenerte fiel a él. ¿Como puedes preocuparte por él
cuando tu misma dijiste que lo unico que le importa es Conceptos?
L: ... ¡Porque sigo amandolo, Aldo!
A: ¡Pero él a ti no te ama! Si hubiera sido asì, ¡ habría
interrumpido ese juego sucio en lugar de destruirte!
Lety sintiò la gota fría en plena cara y las lagrimas
empezaron a caer de sus ojos.
Fernando, mientras tanto, estaba en la recepción de el
hotel tratando de conbencer la recepciónista a darle la llave de la habitación
15, la que era contigua con la de Leticia.
R: Señor, lo siento mucho pero esa habitación està
ocupada. Si quiere puedo darle la suite numero 20
F: ¡No necesito ninguna suite! ¡Necesito la habitación
n.15! ¿Quien la està ocupando?
R: No puedo darle esa información, lo siento.
Fernando estaba perdiendo la paciencia...
F: ¿Usted de veras no entiende? ¡El amor de mi vida
està en la habitación n.16 y necesito estar cerca de ella! ¡Necesito que ella
sienta que estoy cerca! Mire, yo la lastimè mucho; que dijo mucho, ¡muchissimo!
Y ahora necesito reconquistar su confianza y demostrarle que la amo más que mi
vida pero ¡no puedo si no estoy cerca de ella! Y además hay otro hombre que
quiere quitarmela y yo no puedo permitirlo porque sin mi Lety, para mi no tiene
sentido vivir... ¡Se lo ruego, me ayude!
La chica se conmoviò... En ese instante, alguien tocò
el hombre de Fernando. Él se volteò y viò un hombre que tomaba por la mano una
mujer que, supuestamente, era su esposa.
H: Perdón que me meta pero tengo una noticia que,
estoy seguro, le va a gustar...
En la habitación n.15 estamos nosotros; sin
querer escuchamos lo que dijo a la recepciónista y... ¡no podemos no ayudarla!
Nuestra historia de amor, también no fue nada facil pero le aseguro que ¡el
amor supera qualquier obstaculo!
El hombre mirò a su mujer que le sonreì y despues
pidiò a la recepciónista que le cambiara la habitación.
Fernando lo mirò y, después de haberse secado las
lagrimás, lo abrazò y lo estrechò fuerte
F: ¡No me va a alcanzar la vida para agradecerte! ¿Que
puedo hacer para darte la gracia?
H: ¡Reconquistar a tu amada!
Fernando lo abrazò otra vez y agradeciò de corazon a
él y su mujer
Leticia, mientras tanto, se había tranquilizado un
poco. En el fondo, sabía que Aldo tenía razon.
L: Bueno Aldo, te agradesco por todo pero ahora estoy
muy cansada y necesito descansar.
A: ¿No quieres que me quede aquì contigo por si
necesitas algo?
L: No Aldo, te lo agradesco pero no te preocupes; voy
a estar bien... He pasado cosas peores y estaba más sola que nunca...
A: Pero ahora no estas sola; ¡yo soy aquì contigo!
Lety lo abrazò
L: Gracias Aldo, de veras... pero necesito estar sola
A: Està bien Leticia pero prometeme que qualquier cosa
necesitas, me vas a llamar al celular ¿ok?
Lety asintiò y Aldo finalmente se fue.
Lety suspirò hondo y agarrò su diario numero 9
Diario: ¡No lo puedo creer! ¡Don Fernando estuvo aquì
conmigo! ¡Vino hasta acà para buscarme! Me dijo que vino porque no puede estar
sin mi y que me ama... ¡Como me gustaria que fuera asì! Como me gustaria que
sus besos (porque nos besamos ji ji ji) fueran besos de amor... Al inicio,
cuando me dijo que vino por mi, casi le creì pero después, me dijo que tienen
problemas en Conceptos y allì me cayò el veinte. ¡Él vino por Conceptos! Era
logico... ¿Como iba a venir por mi si tiene que casarse con ella? Quizás la
urgencia fue precisamente esa... De seguro Doña Marcia no quiere casarse con él
hasta que sea todo solucionado con la empreza ¡y por eso le urge mi ayuda!
Lety sintia la sangre hervir
Diario: ¡No, esta vez no! ¡Esta vez no lo voy a ayudar
por ver como me destruye otra vez! ¡No quiero ser yo la que lo empuja en los
brazos de Marcia! Si de verdad ella cancelò su compromiso por lo que yo pienso,
¡yo no voy a hacer absolutamente nada para que cambie idea!
Lety cerrò su diario y se puso la pijiama
Fernando, entretiempo, se había colocado en la habitación
n.15 que tenía el balcón compartido con la habitación 16.
Lety se puso en la cama pero, antes de dormir, quise
releer otra vez la tarjeta de Fernando...
“¡Estoy más
seguro que nunca, de la decision de cancelar mi boda! Necesito estar con
usted!”
L: ¡Yo tambien necesito estar con usted! Ay, como
quisiera que esta tarjetita la hubiese escrito él con el corazón...
Fernando estaba en el balcón cuando Lety apagò la luz.
Queriendo ser seguro que Lety durmiesa, esperò 20 minutos antes de acercarse a
la puerta del balcon de su habitación.
F: ¡Necesito estar con ella esta noche!
Sin hacer el minimo ruido, Fernando caminò hasta la
puerta y notò que las bisagras de los postigos estaban abiertos. Aprovechando
de eso, puse la mano entre las bisagras y abrì la puerta de vidrio. Con mucho
cuidado, apartò la cortina y en un momento fue en la habitación de ella...
Sigue...
pongan la novela siii porfa
ResponderBorrar