domingo, 23 de agosto de 2015

Capítulo 62

Capítulo 62
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Como la primera vez

Una vez terminado el almuerzo, Lety y Fernando se encaminaron hacia el parque del Club donde habían grabado el comercial de ropa interior.

F: ¿Tienes tu celular o quieres llamar con el mío?

L: No, no te preocupes. Traigo mi celular. ¿Me permites un momento de privacidad?

F: ¿No quieres que escuche la llamada con tu doctora?

L: Fernando, entiendeme... Es una cosa delicada...

F: Está bien, no insisto. Te espero cerca del lago...

Antes de irse, Fernando le dejó un tierno beso en los labios que la hizo enrojecer

F: No te tardes.

Quedada a sola, Lety tecló el número de su doctora en su celular y hizo partir la llamada

D.S: ¿Bueno?

L: Hola Doctora Sanchez, habla Leticia Padilla Solís

D.S: ¡Hola Leticia! ¿Qué pasó?

L: Verá, la llamo para pedirle un favor...

D.S: ¿De qué se trata?

L: Es que surgió un imprevisto en la empresa y ahora resulta que tengo un compromiso para el lunes en la mañana así que no puedo hacer mi visita en ese día. La llamaba justo para pedirle si podría posponer la cita para otro día, aunque fuera para la semana siguiente...

D.S: Leticia, me gustaría mucho poder hacer lo que me pides pero hay un problema...

Lety tragó saliva

D.S: Lo que pasa es que tengo un curso de actualización en Lima así que tengo que viajar el martes y, desafortunadamente, no voy a regresar antes de tres semanas...

L: ¿Tr... tres semanas?

D.S: Así es, Leticia

L: Pero...

D.S: Mira, lo que te puedo proponer, es hacerte el chequeo con el Doctor Martinelli que es un muy buen amigo mío y es el que va a tomar mi lugar mientras que yo estoy en Perú

La idea era buena y seguramente le resolvía el problema, pero, antes de contestarle, Lety le inquirió:

L: Doctora, ¿Qué tipo de exámenes me tiene que hacer?

D.S: Pues, antes que todo las análisis de sangre y el control de tu presión sanguínea y luego un electrocardiograma... Además no sería mal una visita ginecológica interna para ver que todo funcione bien ya que me imagino que eres sexualmente activa... ¿Me equivoco?

Lety enrojeció hasta las puntas de los cabellos antes de contestarle

L: No... no se equivoca.

Luego se puso a pensar entre sí: si de veras tenía que hacerse una visita ginecológica interna, que era un examen muy delicado, no quería que fuera un hombre, aunque médico, a hacersela...

L: Doctora, no la tome a mal, pero yo querría que fuera usted a visitarme vista la delicadez del examen...

D.S: Entonces no hay otra solución, Leticia. Tienes que venir a mi estudio el lunes en la mañana. ¿No hay manera de posponer tu compromiso con la empresa?

L: No...

D.S: Lo siento mucho Leticia, pero, según lo que me dijo tu mamá, es importante que te hagas visitar lo antes posible y tres semanas son demasiadas. ¿Me entiendes? Por lo que me dijo la Señora Julieta, podrías tener hasta algo grave así que, antes averiguamos que es lo que tienes, antes te vas a librar del problema

L: Sí, entiendo...

Con la muerte en el corazón, Lety consentió a hacerse visitar para el lunes.

Cuando finalizó la llamada con su doctora, se apresuró en llamar a su mamá. No quería pensar en lo que acababa de suceder así que preferió hablar con su mamá antes de alcanzar a Fernando.

D.J: ¿Bueno?

L: ¡Hola mamita!

D.J: ¡Mi vida! ¿A qué se debe tu llamada a esta hora?

L: Verás mamita, es que Do... Fernando, me invitó a...

Aunque su mamá estaba al corriente de su historia de amor con Fernando, Lety todavía se avergonzaba en hablar de ciertas cosas con ella

D.J: ¿Te invitó a quedarte con él esta noche?

Lety asintió con la cabeza pero, pensando que su mamá no podía verla, confirmó con las palabras

D.J: ¿Quieres que te ayude con tu papá?

L: Así es, mamacita

D.J: No hay problemas, mi niña, veré de inventarme algo con tu papá

L: Gracias, mami

D.J: ¿Lety?

L: ¿Mh?

D.J: ¿Qué pasó?

Lety se quedó pasmada. ¿Cómo le hacía su mamá a percebir que había pasado algo?

Para no hacerla preocupar, Lety intentó disimular...

L: Nada ¿Por?

D.J: Lety, no me mientas... Soy tu mamá y siento que te pasa algo...

Lety decidió confiarse con su mamá así que apoyó su espalda hacia el arbol y se dejó resbalar hasta sentarse en el césped

L: Ay mamita; si supieras...

D.J: Cuentame que pasó, mi cielo

Lety empezó a contarle de la reunión con el Señor Luciano y del negocio con los de Coca Cola México hasta llegar al viaje del lunes

D.J: ¿Y no puedes posponer la cita con la doctora? Digo, cinco días no van a hacer la diferencia...

L: Aquí está el otro problema, mamita...

D.J: ¿De qué hablas?

L: Es que llamé a la Doctora Sanchez que pero me dijo que no puede posponer la cita ya que tiene que viajar a Perú y va a regresar después de tres semanas

D.J: ¿¡Tres semanas!? ¡No, no, no Leticia! ¡No podemos posponer de tanto tu chequeo!

L: ¡Ya sé, mamita! Por eso no tengo otra salida... Tengo que renunciar al viaje con Fernando

D.J: Ay mi cielo... ¿Y Fernando ya sabe de eso?

L: No. Acabo de hablar con la doctora y luego luego llamé a ti

D.J: ¿O sea que no estuvo contigo cuando la llamaste?

L: No, mamita. Necesitaba de un poco de privacidad para llamar a la doctora.

D.J: Ay pobre de mi yerno...

L: ¿Yerno?

Doña Julieta se mordió la lengua

D.J: Ji ji ji se me escapó Lety, perdoname... Es que él siempre me llama suegra así que me salió sin pensarlo

L: No te preocupes, mamita... Ahora te tengo que dejar ya que Fernando me está esperando. ¿Puedo estar tranquila con lo de mi papá?

D.J: Sí, claro mi vida. Yo me ocupo de que tu papá no se preocupe esta noche

L: Gracias mami. ¡Te amo!

D.J: ¡Y yo a yi, mi vida!


Cuando Lety alcanzó a Fernando que estaba cerca del lago, pero, no encontró el valor para contarle la verdad así que le inventó que su doctora no le había contestado a la llamada.

F: No te preocupes, mi amor, lo volveremos a intentar más tarde o mañana si prefieres

L: Sí, claro... ¿Qué te parece si nos damos una vuelta?

F: Me parece perfecto, mi vida

Los dos pasaron un par de horas en el parque, caminando mano en la mano y disfrutando de cada momento. Juntos sonreían, jugaban como niños y Lety se emocionaba cada vez que veía un patito o un cisne. Ya que estaban en ese lugar, Fernando aprovechó para ver como estaba su purasangre que hacía tiempo que no montaba.

L: ¿Desde cuanto no andas a caballo?

F: Pues, desde el día de la competición que alguien de mi conoscenza interrumpió...

Lety bajó la mirada avergonzada pero Fernando le tomó el rostro en las manos y le regaló la más espléndida de las sonrisas.

F: No te preocupes, mi amor, no pasó nada...

L: Y, ya que estamos así, ¿Por qué no aproveches para darte un paseo con su caballito?

F: Uhm... Sería una idea pero solo si tú vienes conmigo

L: ¿¡Yo!?

F: Sí tú, Licenciada Padilla. ¿No me dirás que le tienes pavor a los caballos como la exaltada de Pilar?

Al solo sentir nombrar a esa mujer que había sido una pesadilla para ella, Lety se alborotó y le contestó con decisión:

L: ¡Claro que no le tengo pavor! Yo no soy como la modelito esa...

Fernando no pudo evitar de sonreír al constatar que Lety aún sentía celos hacia esa rara mujer.

F: Tienes razón; tú me llamas Fernando, por lo menos ja ja ja

L: ¡Ay no seas payaso, Pavel!

F: ¡Ja ja ja touché! Bueno pero hay un pequeño problema...

L: ¿Sería?

F: Sería que mi bellisíma mujer está arropata con una falda y eso no es exactamente el vestuario más adecuado para montar a caballo

L: Ok, entendí... Tú date tu paseo a caballo y yo te contemplo desde aquí

Fernando la abrazó y la estrechó a sí.

F: ¿Qué te parece, en lugar, si empezamos a marcharnos?

L: ¿Ya te quieres ir?

F: Mi vida, si fuera por mi me quedaría aquí contigo para el resto de mis días con tal de seguir mirando esa maravillosa sonrisa que tienes desde toda la tarde, pero tengo planeado algo que, estoy seguro, te va a gustar mucho...

Lety se estrechó aún más a su pecho y sonrió

L: Está bien, vamonos

Y tras un beso se marcharon hacia el auto deportiva de Fernando.


Durante el viaje, pero, Lety volvió a pensar a lo que le había dicho su doctora. Ahora estaba confirmado que no podía viajar junto a su amor y eso la puso muy triste y preocupada. ¿Qué si Fernando encontraba a otra mujera en Nueva York y se olvidaba de ella?

Sus elucubraciones se pararon cuando Fernando aparcó el coche. Cuando Lety miró a fuera de la ventanilla, le pareció tener un deja-vu. Ese lugar donde la había traído Fernando, no era nada menos y nada más que el hotel donde la trajo la primera noche de amor.

Lety se pusó a mirar a Fernando incrédula hasta que él tomó la palabra.

F: Lety, antes que todo te pido que me escuches un momento... No quiero que pienses que te traje aquí porque no sabía donde ir o porque ya conocía el lugar... Aunque, pues sí, el lugar lo conozco muy bien así como tú...

Lety bajó por un momento la mirada, avergonzada

F: Lo que pasa es que este lugar me trae uno de los recuerdos más bellos de mi vida porque es aquí que pasé la noche con una mujer maravillosa y fue aquí que me dí cuenta de que esa mujer era la mujer de mi vida

Las lágrimas empezaron a empañar la mirada de Leticia que, no pudiéndose contener, lanzó los brazos al cuello de Fernando y lo besó con pasión.

Fernando se separó lentamente de ella y, con una sonrisa, le inquirió:

F: ¿Qué te parece si primero entramos adentro?

L: Ji ji ji perdoname mi amor

F: Nada que perdonar, Lety. Creeme que yo también me siento así...

Exactamente como la primera vez, Fernando descendió del coche y, como buen caballero, le abrió la puerta a su princesa ayudandola a bajar.

Una vez adentro, Lety se dio cuenta que la empleada en la recepción era la misma que estaba la otra vez.

E: Buenas noches

F: Buenas noches, Señorita.

E: ¡Señor Moravi! ¡Qué gusto tenerla aquí otra vez!

Lety sintió un mote de celos cuando vió como la empleada le sonreía a Fernando

F: Moravia, Señorita...

E: Perdón, Señor Moravia. ¿Cómo puedo servirle?

Viendo que la empleada parpadeaba con sus pestañas más veces de lo debido y además en dirección de Fernando, Lety decidió tomar la palabra antes de atraparla por los cabellos y usarla como trapeador

L: Pues, es un hotel ¿No? Se supone que lo que queremos es una habitación, ni modo que venimos aquí por una pizza ji ji ji

Fernando entendió las intenciones de su mujer y le dejó la mano para rodearle la cadera con su brazo.

La empleada no pareció tan feliz de ver ese gesto de Fernando hacia esa mujer tan antipática. Obviamente no reconoció a Lety como a la mujer que lo había acompañado la vez pasada así que se limitó a inquirirle quién era pero, antes de que Lety pudiera contestarle, Fernando la anticipó

F: Es mi esposa. Ahora, si es tan amable, ¿Me podría dar la llave de una habitación?

La empleada seguía sin entender. ¿La esposa del Señor Moravia no era esa fea que se había traído la vez pasada?

E: Perdón por la pregunta, Señor Moravia, pero... ¿Su esposa no era la fea que se había traído la otra vez?

Al solo oír la palabra fea, Fernando se puso rojo se ira

F: Mire Señorita, es mejor para usted si me dá una habitación ahora mismo sin meterse en mis asuntos. La informo que soy famoso por ser nevrotico y medio loco...

Viendo la mirada asesina de Fernando, la empleada no insistió más

E: ¿Y esta vez traen equipaje?

Lety, que estaba exasperada por la situación, le contestó de malo modo

L: No, no traigamos equipaje y, antes que lo pida, nos vamos a quedar toda la noche. ¿Ahora, si terminó con su interogatorio, nos podemos ir?

La empleada quedó boquiabierta

E: Claro... ¿Victor? Acompaña los Señores a la 204

V: Claro... ¿Y el equipaje?

Lety no resistía más. Ya se sentía frustrada por la situación con su doctora y no lograba soportar algo más por ese día.

Fernando entendió que su mujer estaba nerviosa así que trató de tranquilizarla estrechándola aún más a sí.

F: No tenemos equipaje, Victor

V: Entiendo... De este lado, por favor.

Fernando le hizo una mueca a la empleada antes de seguir a Victor junto a Lety en el elevador.


Una vez que el elevador comenzó su ascenso, Fernando se dio cuenta de que Lety tenía algo raro... A pesar de que estaba abrazada a él, parecía intranquila y eso lo tenía preocupado.

Cuando llegaron en la habitación, Victor explicó por enésima vez a Fernando cual número debía llamar en caso de necesidad, donde estaba el contról de la televisión y el horario del desayuno. Cuando terminó con sus explicaciones, Fernando le dejó una buena propina y el tipo finalmente salió de la habitación dejandolos a solas. Mientras Fernando hablaba con el muchacho, Lety estaba cabizbaja, persa en sus pensamientos, tanto que cuando Fernando le puso una mano en el hombro por llamarle la atención, la misma se sobresaltó.

Sin soltarle la espalda, Fernando le inquirió:

F: ¿Qué te pasa, Leticia?

Lety levantó la mirada, aunque no lo miró en los ojos

L: Nada...

F: Nada, claro...

“¡Y yo me chupo el dedo!”. Terminó Fernando entre sí

Fernando quitó su mano de la espalda de Lety, se quitó su saco y empezó a caminar hacia la recámara. Cuando llegó a los pies de la cama, advirtió como un deja-vu. De repente le pasaron delante de los ojos todos los momentos que había pasado con Lety la primera noche de amor: su timidez, contraria a su actitud previa en los antros; su dulzura en besarlo; su desesperación cuando él la había rechazado... De pronto se dio cuenta: ¡Estaban en la misma habitación!

Finalmente Lety pareció despertar de su estado catatónico y, tras quitarse su chaqueta ya que la calefacción estaba bastante alta, siguió a Fernando en la recámara. Cuando levantó la mirada hacia la cama, no tuvo la más mínima duda. Ella hubiera reconocido esa cama entre miles, aunque tenía una colcha diferente.

Cuando sintió que Lety estaba detrás de él, Fernando necesitó una confirmación para ser seguro que no se estaba equivocando. Aunque estaba casi seguro al cien por ciento, aún tenía una mínima duda que no era la misma habitación de esa famosa noche, a lo mejor porque esa colcha de color azul lo confundía. ¡En el fondo, esa noche él estaba borracho! Por fin decidió quitarse la duda:

F: Es... es...

L: ...la misma recámara de nuestra primera noche.

Concluyó Lety con una sonrisa

Fernando, entre sí: Entonces no estaba tan borracho como creía... Aunque pensandolo bien, no podía estar borracho ya que me acuerdo perfectamente de cada segundo pasado aquí con mi Lety...

Sintiendolo tan silencioso, Lety empezó a preocuparse así que le inquirió:

L: ¿Quires que cambiemos de habitación?

F: ¿Y por qué?

L: Pues... Como estás tan silencioso... A lo mejor te incomoda estar aquí, después de lo que pasó la primera noche conmigo...

F: Lety, lo que pasó contigo esa noche, fue lo más maravilloso que me ha pasado en toda mi vida

Finalmente Lety pareció relajarse un poco y lo abrazó desde atrás, rodeandole los brazos. Sintiendola tan cerca, Fernando no pudo otra cosa que relajarse a su vez y, con un movimento delicado, se volteó hacia ella, le puso dos dedos por debajo del mentón para que ella lo mirara en los ojos, y le regaló un dulce beso.

F: ¿Te sientes un poco mejor ahora?

Lety asintió con la cabeza y Fernando le hizo una caricia en la mejilla

F: ¿No me quieres decir que es que te tiene así?

L: ¿Así como?

F: Lety, ¿Crees que no me doy cuenta de como estás? Desde que estabamos en el coche cambiaste de humor y te volviste triste. ¿Estás preocupada porqué tu doctora no te contestó? Si es asi no te preocupes; ¡Mañana lo volveremos a intentar!

Lety tragó saliva. Ella no había tendio el valor de confesarle a Fernando que en realidad ya había hablado con la doctora y que no podía posponer la cita. Mirando en los ojos de Fernando, pero, sintió que ya no podía mentirle así que se sentó en la cama para darse valor. Al contrario de la primera vez, pero, Fernando se sentó cerca de ella y la tomó de la mano. Los dos se quedaron en silencio por algunos momentos hasta que Lety trató de hablar

L: Fernando, tengo que confesarte algo...

Fernando tragó saliva. No sabía lo que le quería decir Lety pero temía que era algo relacionado con el fritanguero. ¿Qué si le confirmaba que de veras había hecho el amor con él? En el fondo, el nuevo vicepresidente no lograba quitarse de la cabeza las palabras de Aldo la noche del evento del Círculo:

A: “Ella vino en Acapulco desesperada y muy necesitada de afecto. Leticia necesitaba a un hombre que le hiciera sentir que la amaba de verdad, por eso buscó alivio en mis brazos y... en mi cama.”

Sin darse cuenta, Fernando paledeció y su mano se volvió helada. Viendolo así, Lety entró en pánico y decidió abandonar la idea de confesarle lo que había hablado con su doctora para darle socorro.

L: Fernando, mi amor ¿¡Qué tienes!?

Fernando se puso a mirar un punto indefinido de la habitación y habló casi en automático

F: Lety, jurame que entre el fritanguero y tú no pasó nada...

Lety tragó saliva. Había sido ella misma a decirle a Fernando que no había pasado nada con Aldo mientras que estaban en Acapulco, después de haberse inventado esa maldita historia para alejarlo de ella. Pensandolo ahora, pero, Lety se sentía la conciencia susia ya que entre Aldo y ella habían pasado muchos besos, aunque ella no hubiera querido

L: Yo... Fernando...

La sangre en las venas de Fernando se heló de golpe, sintiendola tan incierta. No tenía ni el valor de mirarla en los ojos tanto era el miedo de sentir confirmadas las palabras de Aldo.

Viendo a Fernando tan frío, en todo los sentidos, Lety tomó un largo respiro y se decidió a confesarle la verdad.

L: Aldo y yo nos besamos...

Poco a poco Fernando empezó a reaccionar. Lety parecía dispuesta a confesarle la verdad así que hizo el enorme esfuerzo de mirarla en la cara, por lo menos.

F: Se... ¿Se besaron?

L: ...Sí. Varias veces...

F: ¿¡Varias veces!? Lety, explicate por favor...

“Aunque no creo poder aguantar todo esto” realizó Fernando entre sí

L: Antes que todo, creeme que no era mi intención besarlo. Todos los besos fueron obra suya.

F: ¿Qué me quieres decir con eso? ¿Que él te forzó a besarlo?

Lety lo pensó un momento. Impulsivo como era, Fernando era capaz de ir a matarlo si se enteraba de la manera en que Aldo la había besado: la vez en el aeropuerto; la noche del evento...

L: Pues...

F: ¡Lety, por Dios, habla!

L: Ok. Aldo me besó tres veces. Es verdad que yo no quería, pero no me convenció con la fuerza. O sea, no me imobilizó para besarme ni me ataró a una silla; simplemente me tomó empreparada.

F: ¿Y tú respondiste a sus besos?

L: ¡Claro que no, Fernando! ¿Como crees?

Fernando se sintió más aliviado aunque aún le quedaba el carcoma que le había insinuado el güerito

F: Leticia, ¿Entre Aldo y tú, pasó algo más aparte esos besos?

Lety lo pensó un momento y después le contestó sincera

L: Solo algunos abrazos, nada más

Fernando no lograba convencerse. Él confiaba ciegamente en su Lety pero las palabras de Aldo seguían tormentandolo

Viendolo tan inquieto, Lety entendió lo que tanto lo tormentaba y se enojó.

L: Ya entendí... Estás pensando que entre Aldo y yo pasó algo más, ¿verdad?

Fernando finalmente la miró en los ojos un poco avergonzado.

F: Lety yo... Creeme que no querría pero fuiste tú que me dijiste que habías hecho el amor con él en Acapulco...

L: ¡Pero luego te dije que me había inventado todo solo para alejarte de mi!

Fernando regresó a bajar la mirada avergonzado.

Lety respiró hondo y trató de tranquilizarse. Esa insinuación de Fernando la puso aún más nerviosa.

L: Fernando, mirame en los ojos por favor.

Fernando hizo como ella le pidió y regresó a mirar en los ojos color café de su amada

L: Te lo digo por última vez: desde que hicimos el amor tú y yo, mi cuerpo, mi alma y mi corazón pertenecen a ti y solo a ti. ¡No podría traicionarte ni siquiera querendolo! Tú eres el único hombre que existe para mi y no podría ni siquiera considerar la idea de estar en una cama con otro hombre que no fueras tú. ¿Cuantas veces tengo que decirte que eres el amor de mi vida?

Fernando sonrió, aunque en sus ojos estaban empezando a aparecer algunas lágrimas

L: Te digo una cosa... Aunque jamás te hubieras fijado en mi, hubiera sido tuya en todo caso. Desde el primer momento en que te vi, entendí que estaba desahuciada: tú eras el único que quería.

Las lágrimas abandonaron finalmente los ojos de Fernando que ahora sonreía feliz después de la última confesión de su amada. ¡Lety era solo suya ya desde el primer momento en que se vieron por primera vez en la empresa!

La sonrisa de Fernando contagió también a Leticia que poyó sus manos en las mejillas de Fernando para secarle las lágrimas. Despacio se acarcó a su cara y empezó a besarle los puntos donde habían caído las lágrimas hasta acercarse a su boca, besandole la esquina.

Ese gesto causó a Fernando una descarga eléctrica que lo hizo reaccionar. De pronto se levantó, haciendo levantar también a Leticia, y la besó con pasión. Una de las manos de Fernando vagaba por la espalda de Lety mientras que la otra le acariciaba la mejilla. Mano a mano que la besaba, sentía crecer en él las ganas de sentirla suya.

Lety, por su cuenta, estaba feliz que por fin Fernando se había decidido a creerle y se dejó llevar por la pasión de su hombre.

Fernando no dejaba de besarla ni por un momento. Por cada beso, Lety sentía una especie de corriente correrle por toda la espalda: Fernando sabía como encenderla. Cuando sintió que neceitaba oxígeno, se separó un momento de él y aprovechó para mirarlo en los ojos y sonreirle. Fernando la envolvió en sus brazos y dulcemente la tendió en la cama.

El hecho de que Lety vistiera una camiseta, le dio una idea a Fernando.

Cuando empezó a recostarse cerca de Lety, la misma empezó a acariciarle los cabellos con las manos pero Fernando no quería eso; no por el momento por lo menos...

Delicadamente, Fernando bloqueó las muñecas de Leticia y las portó por arriba de la cabeza de ella, cerca de la cabecera de la cama.

A Lety le escapó una pequeña risa que llamó la atención de Fernando

F: ¿Y ahora por qué ríe, Señorita Padilla?

L: Ji ji ji es que creo de saber lo que quieres hacer...

F: ¿Y sería?

L: Uhm... No soy muy práctica de estas cosas, pero algo me dice que quieres que no mueva mis manos...

F: Así es, señorita. ¿Va a colaborar o tengo que atarla a la cama?

Lety desorbitó los ojos

L: ¿Lo harías en serio?

Un dejo de malicia pasó en los ojos de Fernando que decidió volver su idea más excitante

F: ¿Te gustaría?

L: N... no sé... Nunca he hecho algo así...

F: ¡Claro que no! ¡De lo contrario, quedate segura que ese tipo hubiera muerto desde tiempo!

L: Ji ji ji tú y tus celos

Fernando le hizo una pequeña cosquilla en el estómago que la hizo reír y luego le repitió la pregunta

F: Lety, ¿Te gustaría si yo te atarara a la cabellera de la cama?

Lety paró de reír y lo miró en los ojos. Aunque sonreía, Fernando parecía bastante serio...

L: ¿Por qué quieres atarme?

F: Pues, por hacerte probar algo nuevo... Va a ser excitante, creeme

La sola palabra excitante, hizo que Lety sintiera una sensación rara en la parte baja de su cuerpo.

L: Está bien...

Fernando le regaló la más espléndida de su sonrisas antes de quitarse la corbata

L: ¿Me vas a atar con esa?

F: Claro, mi vida. No tengas miedo, te juro que te va a gustar

Lety trató de relajarse aunque se sentía bastante nerviosa por la variación que Fernando quería aportar a su noche de amor. Sin que casi se diera cuenta, Fernando le ataró las muñecas a la cabecera de la cama.

L: ¿Y ahora?

F: Y ahora quedate tranquila y relajate...

Fernando, que estaba tendido arriba de Leticia, le dejó un beso en la mejilla antes de descender hasta llegar a la altura de su estómago.

Muy despacio, empezó a desabrochar los botones de la camiseta y, por cada botón que desabrochaba, le dejaba un beso humedo que le transmitía toda la pasión que estaba sintiendo en ese momento. Con el calor de los labios de Fernando, aumentaba en Lety esa sensación rara en la parte baja de su cuerpo. Mano a mano que Fernando desabrochaba los botones y se acercaba a su pecho, Lety se dejaba escapar pequeños gemidos desde su boca.

Oyendo la reacción de Leticia, Fernando no pudo más que sonreír contra de su piel. Una vez desabrochado el último botón cerca del cuello de Leticia, decidió prolungar su “agonía” para encenderla más. Cuando miró a su derecha, le vino una idea así que se mojó un dedo en la copa de champana que estaba arriba de la mesa de noche y, empezando por el cuello, siguió la ruta hasta llegar a su escote. Lety sentía que estaba por explotar; Fernando tenía razón: la nueva variación le estaba gustando, ¡y mucho!

Viendo que su Lety apreciaba, Fernando portó su dedo en los labios de ella que, sin pensarlo, saboreó el sabor de la champagna chupandole maliciosamente el dedo mientras seguía mirandolo en los ojos.

Acercandose a su cuello, Fernando decidió seguir la misma ruta de su dedo pero esta vez quiso usar sus labios así que empezó a desperdiciarle besos humedos ayudandose con su lengua. Esta vez, pero, no se paró en su escote como había hecho con su dedo mas decidió descender con su boca hasta el ombligo.

Cuando lo alcanzó, empezó a trazar pequeños círculos con su lengua alrededor del mismo y la reacción de Lety fue inmediata. Sin saber como contenerse y con las manos atadas, Lety empezó a moverse frenéticamente para tratar de contener la excitación. Ese gesto no hizo que aumentar las ganas de Fernando de sentirla suya pero él no tenía prisa. Lo que estaba haciendo con Leticia, era algo nuevo por ella y quería incrementar al máximo el ardor de su deseo.

Una vez terminado de jugar con su ombligo, decidió pasar a su escote que tanto lo fascinaba y al cual había dedicado poca atención la primera noche.

Sin prisa empezó a acariciarle los senos por arriba del sostén. La respiración de Leticia aceleró aún más cuando sintió los dedos de Fernando insinuarse por debajo del elástico del sostén hasta acariciarle dulcemente los pezones.

Sintiendo que Lety reaccionaba como quería, Fernando decidió desacherse del estorbo que representaba su sostén para librar los senos de Lety y poder gozar de ellos, no solo con sus manos, que seguían regalandole un dulce mansaje, si no con su lengua que ahora jugaba frenética con sus pezones.

La excitación de Lety estaba por llegar a su cumbre cuando de pronto Fernando se paró. Muy avergonzada, Leticia, que hasta ese momento había tenido los ojos cerrados, lo miró para pedirle implícitamente el porqué de su gesto. Fernando sonrió y se acercó a su boca para dejarle un dulce beso antes de contestar a su pregunta inexpresada.

F: Quería constatar que te estaba gustando, mi amor

Lety se sonrojó aún más pero encontró el valor para asentir con la cabeza. Después de esa tácita autorización, Fernando decidió que había llegado la hora de dedicarse a la parte baja del cuerpo de su mujer.

Mientras seguía besandole el cuello, usó sus manos para acariciarle las caderas descendendo luego en los muslos, encerrados en sus medias de nilón por debajo de su falda. Lentamente Fernando empezó a levantarle la falda acariciandole los muslos con las yemas de sus dedos. Luego buscó el botón de la falta y sin dificultat de deshizo de ella, aventándola a un costado de la cama.

Lety, en tanto, estaba completamente a la merced de él. Cuando Fernando se puso a mirar a Leticia, quedada solo con las medias y las bragas, se dio cuenta que la intimidad de su mujer estaba arropada por encaje y eso lo excitó aún más. Sin previa autorización, Fernando descendió con sus labios cerca de la intimidad de Leticia desachendose de las medias. Cuando Lety se quedó solo con sus bragas de encaje, Fernando empezó a besarle el interiór de su muslo hasta llegar a la parte más intima de su mujer al cual se dedicó con mucho ardor.

Cuando dedició que también las bragas representaban un estorbo, Fernando se las quitó y volvió a su dulce tormento en la intimidad de su mujer.

Lety estaba completmanete disuelta de placer sintiendo primero el aliento de Fernando y luego su lengua jugar formidablemente con su intimidad, y no lograba parar de retorcerse de placer por cada toque de la lengua de Fernando.

Sus jadeos se habían sucedido sin reparo hasta volverse en gemidos así que Fernando percibió los sonidos que salían desde la boca de Leticia como una señal para no retrasar más su plenitud.

Dejando un último beso en esa parte del cuerpo de su mujer que tanto amaba, Fernando decidió desatar las manos de Lety que empezó a acariciarle la espalda.

L: ¿Te quieres quedar así por mucho tiempo?

F: ¿Así como?

L: Pues... Me parece que está un poco de ropa demás ¿No crees?

Leticia le dedicó una sonrisa picara antes de empezar a desabrocharle la camisa, besando cada punto de su pecho que quedaba descubierto. Fernando le ayudó quitándose los gemelos de sus puños y Leticia liberó la camisa de la prisión de la cintura del pantalón de él.

F: ¿Es tu intención quitarme también los pantalones?

L: No, mi amor, ¿como crees? Quiero que te quedes así mientras que yo estoy absolutamente sin ropa

Le contestó Lety con una sonrisa llena de malicia.

Fernando entendió que había llegado el turno de su mujer así que rodó sobre su espalda de modo que Leticia pudiera ocupar una posición dominante.

Quedada por arriba de él, Lety empezó a deabrocharle el cinturón para luego desacherse de los pantalones de su hombre. Cuando Fernando se quedó solo con sus boxer, Lety tuvo un momento de esitación. Generalmente era el propio Fernando a desacherse de su ropa interiór y ella nunca se había atrevido a tocarlo en su intimidad.

Entendiendo su vergüenza, Fernando le tomó la mano, la acercó a su boca y le dejo un dulce beso, incorporandose lo suficiente para llegar a su boca.

Leticia entreabrió los labios, ávida de sentir la lengua de su amado; la que llograba cumplir esa magia por debajo de las sabanas. Sus lenguas empezaron a recorrerse en sus bocas y, cuando Fernando sintió que no podía resistir más, se deshizo con un único gesto de sus boxer y, tras sonreír a su amada, penetró dulcemente en ella dando comienzo a la danza del amor.

Ya que Lety seguía mantenendo su posición dominante, Fernando empezó a acariciarle los muslos por toda sus extenciones hasta tomar posesión de sus caderas y así marcar el lento ritmo de su amor.

Leticia se sentía llena con cada movimento de Fernando; llena de ese amor que por mucho había anhelado y que jamás podía pensar tener.

Sin que se diera cuenta, Enredada por entero por el frenesí como estaba , Fernando se había incorporado y ahora tenía la cabeza a la misma altura de la de Lety.

Los dos estaban prácticamente sentados de frente cuando Fernando empezó a apretarle suavemente la carne del cuello y, rodeandole la espalda con los brazos, se volteó, recuperando su disposición anterior.

En ese movimento, sus bocas habían perdido contacto así que, después de enredar sus dedos en los cabellos negros de Fernando, Leticia buscó su boca de nuevo.

Fernando prescindió del sustento de sus antebrazos y los deslizó por detrás de Leticia, estrechándole sin que mediara un centímetro entre ellos. De esa manera, la penetración fue absoluta y los compartieron cada movimiento en un ritmo unificado.

Presa por el frenesí, Leticia dejó escapar un profundo y sonoro gemido. Atento a lo que su mujer vivía en sus brazos, Fernando intensificó el goce de su orgasmo con un delicioso beso en la boca que aplacó el espléndido grito de su dicha.

Estrechando las caderas de Fernando con sus muslos, Leticia advirtió lejanamente cómo él se agarrotaba y volvía audible su culminación.

Sus almas se tocaron y sus corazones latían un único ritmo mientras que estaban abrazados amandose y ahí, en esa habitación que ahora no estaba en la oscuridad porque resplendía gracias a la llama de su amor, Fernando confirmó una vez más que Leticia era la mujer de su vida.


Sigue... 

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