Capítulo
70
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El
plan de Fernando
Cuando
los labios de Marcia y los de Aldo entraron en contacto, el tiempo pareció
pararse. Los dos sintieron un escalofrío correrle por la espalda y una sensación
bonita en el estómago. Cuando sus bocas se separaron, los dos quedaron juntos
de la frente, para tratar de retomar un poco de aire.
Aldo
y Marcia quedaban aún con los ojos cerrados, quizás por prolungar esa sensación
tan rara que los había investidos, y fue el sonar del celular de Marcia que los
regresó a la realidad.
Cuando
Marcia miró la pantalla de su celular, tragó saliva por el nerviosismo. Frente
a la mirada interrogativa de Aldo, Marcia sentenció que quién la llamaba era su
prometido:
M:
Fernando...
Al
oír ese nombre, la sonrisa de Aldo se desbocó hacia una de sus esquinas, como
le era característico. Era claro como el sol que Fernando no encajaba en sus
buenas gracias, sobretodo porque Leticia se encaprichaba a preferir al moreno
en vez que a él.
A:
Contéstale, yo te espero en la cocina
M:
Sí...
Aldo
se encaminó hacia la cocina mientras que Marcia lo miraba alejarse. Cuando la
espalda del chef desaparició detrás de la puerta del salón, Marcia contestó a
la llamada
M:
¿Bueno?
F:
¡Marcia! ¿¡Se puede saber dónde carajo estás!?
Marcia
tragó saliva. Fernando parecía muy nervioso así que decidió que era mejor mentirle
M:
Estoy en mi casa, Fernando
F:
No me mientas, Marcia. ¡YO estoy en tu casa y aquí no están ni tus luces! Dime
la verdad, por favor...
M:
No estoy en mi casa, Fernando
F:
¿Ah sí? ¡No me digas! ¿Y se puede saber dónde demonio estás?
Marcia
estaba empezando a fastidiarse. ¿Cómo se atrevía Fernando a hacerle semejante
preguntadera después de todas las veces que ella lo había esperado en vano en
su departamento?
M:
Fernando, ¿Qué te pasa? ¿Se puede saber por qué estás tan nervioso?
F:
Ja, ¿Quieres saber qué me pasa? ¡Me pasa que cada vez que vengo en tu
departamento, no te encuentro aquí, que es donde se supone que deberías estar!
M:
Fernando, te recuerdo que generalmente eres tú el que nunca está en su
departamento...
F:
Mira Marcia, no trates de voltear el tanteador en tu favor porque no tiene caso
en este momento.... Es muy tarde y a esta hora deberías estar en tu cama
durmiendo. ¿Me dices dónde estás o tengo que tratar de adivinarlo?
Marcia
no pudo más que decirle la verdad. Obviamente no quería decirle que estaba en
casa de Aldo, así que se limitó a decirle que estaba en casa de un amigo
F:
¿Un amigo? ¿Qué amigo?
M:
...no lo conoces
F:
Ja, claro... En casa de un amigo que no conozco... ¿Acaso me estás tomando el
pelo, Marcia?
Marcia
se encomendó a todos los Santos del calendario para quedarse calmada. Razonar
con Fernando, cuando estaba hecho una fiera, no era nada fácil...
M:
No, Fernando, te estoy diciendo la verdad.
F:
¿Y no te has puesto a pensar ni por un momento que quizás yo podía estar
preocupado por ti?
Marcia
enarcó una ceja escéptica
M:
¿Tú, preocupado por mi? Ja ja ja no me hagas reír, Fernando. ¿Desde cuándo te
preocupes por mi?
F:
Desde siempre, Marcia. Y te recuerdo, por si acaso se te olvida, que tú eres mi
prometida y que tienes a mi hijo dentro de ti
Al
sentir nombrar ese tópico, Marcia tragó saliva. Siempre se sentía mal pensando
que estaba engañando a Fernando, pero sabía también que, diciendole la verdad,
Fernando la hubiera dejado para siempre para estar con Leticia, y ella no podía
arriesgar de perderlo. Fernando era toda su vida desde cuatro años y, si él la
dejaba, lo único que le quedaba era morirse. Por eso trató de modular su voz
cuando le pidió disculpas
M:
Lo siento, Fernando; no era mi intención hacerte preocupar...
Fernando
suspiró hondo antes de hablar:
F:
Entiendeme, Marcia; he intentado llamarte durante todo el día, pero tu celular
siempre resultava apagado; vengo en tu casa para tratar de aclarar lo que pasó
hoy en tu oficina, y me encuentro un departamento vacío tal como el cerebro de
tu amiguita oxigenda y, cuando por fin me contestas, me dices que estás con un
hombre que yo no conozco ¡y a esta hora de la noche!
De
repente Marcia pareció entender la situación
M:
Fernando... ¿No será que estás celoso?
F:
¿¡Yo!?
M:
Sí, tú
Fernando
lo pensó un momento. En efecto le fastidiaba mucho que Marcia estubiera a sola,
con otro hombre, a esa hora de la noche...
F:
Pues... Sí, Marcia. Eres mi prometida y mi futura esposa, así que es normal que
yo esté celoso.
M:
Que raro... Nunca has estado celoso de mi...
F:
La gente cambia, Marcia...
Y
esa era la verdad. Desde que había conocido a Lety, Fernando había cambiado
muchísimo y, en ese momento, estaba verdaderamente preocupado por Marcia.
F:
¿Te tardas mucho con tu amigo?
Marcia
lo pensó un momento. Saber que Fernando era celoso de ella, era una novedad y,
si bien su corazón le gritaba de correr en sus brazos, su cerebro, mucho más reflexivo
que su corazón, le decía que no podía dejar plantado a Aldo después de todo lo
que él había hecho para ella ese día. ¡Y además tenían que hablar del beso!
Una
vez reordenado sus ideas, Marcia le contestó a su prometido:
M:
Fernando, lo siento mucho, pero me quedo aquí otro ratito más.
F:
¿Y qué va a pasar con nosotros? ¡Tenemos que aclarar lo que pasó hoy!
M:
Lo que pasó hoy, en la empresa, fue una cuestión de hormones. Te pido disculpas
por como actué y por como me escapé, pero, en ese momento, era lo que me sentía
de hacer. No te preocupes, Fernando, mañana nos vemos en la empresa y, si
quieres, vamos a aclarar todo
F:
¿Así que me dejes plantado?
M:
No, Fernando; simplemente estoy posponiendo al día de mañana nuestra platica. Entiendeme...
¡No puedo dejar plantado a mi amigo!
Fernando
empezó a encorajinarse. ¡A él no le gustaba para nada que lo dejaran plantado y
menos por otro hombre!
F:
Ja, ¡Claro! Como tú quieres, Marcia... ¡Quedate con él toda la noche si
quieres!
Y
así diciendo le colgó la llamada.
M:
¿¡Me colgó!? Ja, ¡Claro; al gran hombre no le gusta ser dejado en segundo
plano! ¿Sabes qué, Fernando? ¡No me importa! ¡Así entiendes de una vez lo que
siento yo cada vez que me dejas para correr detrás de las otras faldas!
Una
vez devolvido el celular a su bolsa, Marcia se encaminó hacia la cocina para
hablar con Aldo. El chef, mientras tanto, estaba emplatando la cena. Viendola
llegar algo enfadada, Aldo se aseguró de su estado:
A:
¿Todo bien?
M:
Sí...
A:
¿Segura?
M:
No.
A:
¿Qué pasa, Marcia?
M:
No sé... Últimamente Fernando se porta de manera tan rara... Primero me ignora
totalmente y, cuando yo me enojo, entoces trata de convertirse en el novio más
lindo del mundo
A:
¿Y cómo le hace para ser el “más lindo del mundo”?
M:
Pues... En este caso se puso celoso cuando le dije que estaba en casa de un
amigo...
A:
¿Así que para ti un hombre celoso se convierte en el hombre “más lindo del
mundo”?
M:
No, claro que no... Pero me alaga que Fernando sienta celos por mi; eso implica
que al menos un poquito le importa de mi
A:
Yo no estoy de acuerdo, Marcia. Por como yo la veo, la celosía es el veneno del
amor...
M:
¿El veneno del amor?
A:
Así es. Y creeme que sé lo de que te hablo... Pero no quiero hablar de eso, en
este momento. ¿Qué te parece si mejor comemos? La cena está lista.
M:
Sí, mejor...
En
tanto, Fernando seguía en el departamento de Marcia y estaba hecho una fiera.
No sabía porqué se sentía tan nervioso, pero la manera en que lo había dejado
plantado Marcia lo fastidiaba mucho...
¿Quién
era ese amigo misterioso? ¿Y por qué ella estaba a su casa a esa hora de la
noche?
Tan
nervioso estaba Fernando, que hubo la necesidad de tomarse un güisqui, a pesar
de que eran varios días que no tomaba ni una gota de alcohol...
Del
otro lado de la Ciudad, Lety estaba en su cuarto. Desde un rato había terminado
de comer, junto a su familia, así que se había retirado en su recámara para
relajarse un poco; después de todo había sido una jornada bastante llena en la
oficina.
Luego
de darse un regadazo, la presidenta de Conceptos se sentó en su escritorio para
actualizar su diario:
Diario:
Llegó el momento; el próximo lunes
Fernando se irá de viaje a Estados Unidos para cerrar un negocio que le propuso
el Señor Luciano de Krauss Publicidad. Se trata de un negocio que puede ser muy
provechoso por la empresa, sobretodo ahora que se acerca la fecha del primer
pago de la deuda... Sé que se trata solo de cinco días, pero, ¿Cómo voy a hacer
yo sin él? Ay, ¡me parezco una niña pequeña teniendo esos pensamientos! ...Pero,
cada día más, me doy cuenta de cuanto dependo de Fernando... Si lo supiera
Aldo, seguramente me regañaría recordandome que no tenemos que depender de nadie,
si no de nosotros mismos, pero... ¡Ay, no sé! Fernando se ha convertido en la
persona más importante de mi vida, junto a mis papás, y siento que ya no puedo
vivir sin él... Lo que me preocupa, es que tengo una mala sensación que me
persgue desde unos días; como si estuviera en la espera de una mala noticia...
¡Ruego Dios que no sea así!
Después
de haberse tomado un par de güisquis, Fernando logró tranquilizarse así que salió
del departamento de Marcia y se subió a su coche. Su intención era regresar a
su casa, ya que era bastante tarde para ir a por Leticia, pero, pensandolo
bien, decidió cambiar de etapa así que manejó rumbo el departamento de su mejor
amigo.
Una
vez llegado en la hall del departamento de Omar, Fernando trató de pasar
inadvertido pero Juaco lo cachó y, como siempre, no perdió ocasión para hacerle
preguntas indiscretas:
Ju:
¡Don Fernando! ¿Esta noche está solito?
F:
Sí, Juaco. Solo vine por hablar con Omar. ¿Está en su departamento?
Ju:
Sí, Señor
F:
¿Y está solo?
Ju:
Eso no lo sé; usted sabe que yo no soy nada metiche...
Fernando
le contestó en tono socarrón:
F:
Sí, claro Juaco, ni se diga... Que tenga una buena noche...
Despedidose
de Juaco, el nuevo Vicepresidente se encaminó hacia el departamento de su amigo
y hizo sonar la campanilla. Al segundo toque, Omar abrió la puerta.
O:
¡Fernando! ¡Hermano! ¿Qué te trae aquí a esta hora?
F:
Mi dos piecitos y mi bebé, brother
Omar
desorbitó los ojos
O:
¿¡Tu bebé!?
F:
¡Ehi! ¡Calme, hombre! “Mi bebé” es como yo le llamo a mi coche
O:
Ah, bueno... Por un momento pensé que la gargolita estaba embarazada y que
estaban esperando a una baby gárgola
F:
¡Omar!
O:
Ops, perdón, Fernando; es que no me acostumbro a llamarla “Lety”
Fernando
suspiró resignado
O:
¡Pero no te quedes ahí! ¡Sientate! ¿Qué te puedo ofrecer? ¿Un güisqui? ¿Un gin
tonic?
F:
Vaya por el güisqui... Hoy ha sido un día bastante pesado y necesito relajarme
un poco...
O:
¿Problemas con tu gargolety?
F:
¿Cómo la llamaste?
O:
Gargo.. ¿Lety?
Finalmente
Fernando soltó una carcajada de corazón
F:
Ja ja ja yo renuncio, Omar. Como sea no, no tuve problemas con Leticia. ¡Es con
Marcia con la que tengo problemas!
O:
¿Con la Marcianita? ¿Qué hizo esta vez?
F:
¡Lo de siempre! ¡Empezó otra vez con sus paranoias! Y si no fuera bastante, hoy
me dejó plantado en la oficina para correr en los brazos de su supuesto amigo...
O:
¿Amigo? ¿Qué amigo?
F:
¡Pues yo que voy a saber! ¡Ni siquiera sabía que Marcia tiene amigos hombres!
O:
Y estás... ¿Celoso?
F:
¡Ay porsupuesto que no, Omar! Simplemente me molesta que no me quiera decir
donde, ¡y sobretodo con quién está a esta hora de la noche!
O:
Ja ja ¿Tienes miedo de que te pinte el cuerno?
F:
Omar, ¿acaso te olvidas que yo estoy enamorado de Leticia? Lo que haga Marcia
no me incumbe y, si quere tener relaciones con otro hombre, está libre de
hacerlo. Solo estoy preocupado, ya que aún sigue con la historia del embarazo.
O:
¿Y tú estás seguro de que no sea la verdad?
F:
¡Claro que estoy seguro, Omar! ¿Por quién me tomaste? Desde la primera vez que
he tenido relaciones, siempre me he cuidado con todas las mujeres con las que
he estado
O:
¿También con Lety?
F:
Claro, también con ella.
O:
¿Entonces por qué Marcia insiste con la historia del bebé?
F:
No sé... Puede que se sienta amenazada por la presencia de Leticia...
O:
¿O sea que ella sabe que Lety es tu amante?
F:
No, no creo... A esta hora no estaría vivo y Lety tampoco... Simplemente no la
soporta y, viendo que ella y yo somos cómplices, hace lo que puede para tenerme
de su lado. De cierta forma me siento un gusano... Si fuera por mi, le diría la
verdad en vez de engañarla...
O:
¿Y quién te lo impide?
F:
Lety. Ella quiere tener la situción tranquila, por lo menos hasta que pagamos
la dichosa deuda de Conceptos.
O:
No entiendo... ¿Qué tiene que ver sus historia con la deuda y la Marcianita?
F:
Lety tiene miedo de que Marcia, dandose cuenta de lo nuestro, pueda decidir de
aliarse con Ariel e ir en contra de la empreza y, como Ariel quiere dividir y
vender Conceptos, Lety prefiere proteger a la empreza y a sus amigas que ahí
trabajan.
O:
¡Eso es ridículo! ¡Marcia ama a Conceptos más que a su vida y nunca haría algo
que pueda ir en contra de la empresa!
F:
¡Lo sé! Pero Lety no está tranquila con respeto a eso, y mi deber es hacer de
manera que su mandado sea lo más tranquilo posible
O:
¿Por eso te estás portando así con Marcia?
F:
Exactamente. Tengo que fingir que me quiero casar con ella, por lo menos hasta
que saldamos la deuda...
O:
Ja, mira la casualidad... Es exactamente lo que estabas haciendo la vez pasada
con la gargolety...
F:
Sí... Solo que esta vez me cuesta más porque Marcia, al contrario de Lety, está
reaccionando de mala manera... ¡Hasta se inventó un hijo para tenerme cerca de
ella!
O:
¿Y qué piensas hacer?
F:
Por ahora seguir con el plan de Lety y luego, cuando la situción será más
tranquila, me quiero casar con ella
Omar
desorbitó los ojos y casi se atraganta con el güisqui
O:
¿¡Te quieres casar con la Marcianita!?
F:
¿¡Qué!? ¿Cómo crees que me voy a casar con Marcia?
Omar
sumó dos más dos y finalmente llegó a la solución del enigma
O:
¿¡Te quieres casar con la gargolety!?
F:
¡Claro que sí, Omar!
O:
Vaya... ¿Y ella está de acuerdo?
F:
Espero que sí. Una vez resolvidos los problemas de la empresa, no hay nada que
pueda impedir que nos casemos
O:
Bueno, si eso es lo que quieres... ¿Y ya pensaste a cómo decirlo a tus papás?
F:
Eso es lo que me interesa de meno. Yo me quiero casar con Lety y, si ellos no
estarán de acuerdo, no me importa. Solo me importa de Leticia.
Omar
asintió con la cabeza y volvió a beber su güisqui
F:
Ya que hablamos de Lety, te quiero pedir un favor...
O:
¿De qué se trata?
F:
Tú sabes que el próximo lunes me tengo que ir de viaje a Estdos Unidos,
¿verdad?
O:
Sí
F:
Bueno. Lo que pasa es que Lety tiene que ocuparse del proyecto de Turismo
Gastronómico y, desafortunadamente, ese proyecto implica la presencia del güerito
sonriente...
O:
Pues sí, ya que fue él lo que lo propuso...
F:
¡Ya lo sé! ¡No me lo recuerdes!
O:
¡Calmate, Fernando! Híjole, ahora sí estás celoso...
F:
¿Y cómo no si el mendigo está detrás de Lety como perrito en celo?
O:
¿Y qué puedes hacer para impedirlo?
F:
Nada... Pero tú puedes hacer una cosa por mi mientras que yo esté a Estados
Unidos
O:
¿O sea?
F:
Tienes que acechar a Lety...
O:
¿¡Qué!?
En
tanto, en casa de Aldo, él y Marcia habían terminado de comer...
M:
Estaba todo delicioso, Aldo; ¡Felicitaciones!
A:
Gracias, Marcia. Me alegra mucho que te haya gustado
De
repente en la sala bajó un silencio embarazoso. Durante la cena, los dos no habían
hablado mucho, cómplice la platica que habían tenido por causa de Fernando.
Sintiendose incomoda, Marcia decidió que había llegado la hora de regresar a su
casa. En el fondo, el reloj marcaba casi la medianoche y ella tenía que ir a
trabajar el día siguiente.
M:
Creo que llegó la hora que regrese a mi casa...
A:
¿Ya te quieres ir?
Marcia
quedó un momento anonadada. Ella pensaba que Aldo estaba enojado, después de la
platica sobre Fernando, pero no parecía ser así, según el actual actitud del
chef. Como sea, ella tenía que regresar a su departamento.
M:
Es que se hizo tarde y mañana tengo que trabajar...
A:
¿No será, en vez, que no quieres hablar del beso?
La
cara de Marcia se puso roja como tomate
M:
Es que ese beso fue...
A:
¿Qué fue?
Marcia
suspiró hondo antes de contestarle
M:
Fue un error, Aldo... Yo soy una mujer comprometida y no debía actuar así como
lo hice y por eso te pido disculpas.
A:
No pasa nada, Marcia, no te preocupes...
En
realidad Aldo había quedado mal por esa explicación de Marcia. Era cierto que ella
estaba comprometida, y que no debía besar a otro hombre, pero, para él el beso
no había sido un error sino el momento más maravilloso del día. Como sea no
quería incomodar a Marcia así que decidió actuar como si no le interesara.
A:
Dame un segundo que me pongo mi abrigo y te acompaño
M:
No, Aldo, no es necesario... Yo tomo un taxi
A:
¡Ni se diga, Marcia! No voy a permitir que te vayas a sola a esta hora de la
noche!
Marcia
enrojeció. A pesar de todo, Aldo seguía portandose como un caballero con ella.
M:
Está bien...
Una
vez llegados delante al departamento de Marcia, la productora ejecutiva le
agradeció otra vez a Aldo por todo lo que había hecho por ella ese día y, antes
de bajar del coche, le dejó un beso a la esquina de la boca.
Cuando
Aldo la vio entrar en su departamento, se acarició la cara en el punto donde
Marcia lo había besado y sonrió: en el fondo esa no había sido una mala
jornada...
La
mañana siguiente empezó de buena hora para Alicia, ya que los médicos tenían
que repetirle unas análisis. Esa noche, como la anterior, había dormido serena
y tranquila gracias a Tomás que no la había dejado a solas ni por un segundo. A
pesar de que el médico estaba contrario a que él se quedara a dormir con ella,
Alicia se había impuntado tanto, que el doctor no pudo que decirle que sí.
En
efecto, ¿quién podía tener el valor de meterse en contra de Alicia cuando se
enojaba?
Cuando
la ginecóloga hizo su aparición en la habitación del hospital, el corazón de
Alicia perdió un latido: había llegado el momento de la verdad.
Gin:
Señora, es hora de repetir la ecografía. ¿Está lista?
Al
oír esa pregunta, Alicia se paralizó. Era claro como el sol que no estaba lista
para recibir semejante noticia. A pesar de que ella había decidido abortar,
ahora sentía que empezaba a amar a esa criaturita inocente que tenía dentro de
sí y estaba segura de que no hubiera sobrevivivo al enterarse que, por su
culpa, esa criatura había dejado de vivir.
Viendola
tan nerviosa, Tomás se acercó a su oído y le susurró dulcemente:
T:
Chiquita, no te preocupes por tu bebito; estoy seguro de que está bien. Esta
noche te portaste bien y lograste mantener la calma, así que verás que todo
saldrá bien
AF:
¿Estás seguro, Tomás?
T:
¡Claro que sí, Alicia! Ahora, pero, respira profundamente y tranquilizate así
nos vamos
AF:
¿Vienes conmigo?
T:
Claro que sí, chiquita. Ya te dije que no te voy a dejar
AF:
Gracias Tomy...
Gin:
Siento mucho interrumpirlos, señores, pero tengo otras visitas que hacer así
que debemos movernos
T:
Claro doctora...
Una
vez en el estudio del médico, la ginecóloga le levantó la camiseta a Alicia,
descubriendole el vientre, y le puso el gel que servía para la ecografía. Al oír
esa cosa tan fría, Alicia susultó
T:
¿Qué pasa, chiquita?
AF:
Nada... Es que se me hace raro sentir esta cosa tan fría en mi estómago
Gin:
Bueno, sí, es un poco fastidioso, pero es necesario para la ecografía. Seguro
no ha de ser la primera vez que se hace una ecografía...
Alicia
se avergonzó. En efecto, esa era la primera ecografía que se hacía desde que
supo que estaba embarazada, sin contar la de la noche anterior....
AF:
En realidad es así... Antes de ayer, jamás había hecho ecografías
Gin:
¿Y cómo se enteró de que estaba embarazada?
AF:
Es que, como el mes pasado me saltó mi ciclo, me hice una prueba casera, que
resultó ser positiva, y además me hice las análisis de sangre que confirmaron
mi embarazo
Gin:
Entiendo...
Mientras
la escuchaba hablar, Tomás estaba boquiabierta. ¿Por qué Alicia no le había
confiado que estaba embarazada? ¿Acaso tenía miedo de que él se espantara y la
dejara tal y como lo había hecho Omar Carvajal a su tiempo? ¿Y si esta vez
también se trataba de un hijo de Omar? Por el momento no era importante; lo único
que él debía hacer, era tranquilizar a su chica así que le acarició sutilmente la
espalda y entrelazó su mano con la de ella.
Hasta
ese momento, Alicia había conteniendo la respiración hasta que advirtió el
calor que emanaba la mano de Tomás entrelazada con la suya. No sabía como le
hacía, pero ese hombre siempre lograba tranquilizarla.
Después
de unos minutos, durante los cuales la doctora estaba analizando algo en el ecógrafo,
la misma volteó la pantalla del mismo hacia los dos.
Gin:
Señora, ¿ve ese puntito blanco?
AF:
Sí...
Gin:
Bueno, ese es su bebé
AF:
Mi... Mi... ¿bebé?
La
voz de Alicia temblaba
Gin:
Precisamente
Alicia
acercó una mano a la pantalla y acarició el puntito blanco. En ese momento, lágrimas
de felicidad empezaron a caer desde sus ojos mejillas abajo
AF:
Mi bebé...
Tomás
también se había emocionado al ver ese puntito en la pantalla y hasta sintió
que sus ojos se empañaban. Cuando recuperó el don del habla, le preguntó a la
doctora el estado de salud del bebé:
T:
Doctora, ¿El bebé está bien?
Gin:
Su hijo logró superar la noche...
Tomás
advirtió un escalofrío correrle por toda la espalda cuando la doctora dijo que
el bebé era su hijo. Desafortunadamente el momento de felicidad le duró muy
poco, ya que la ginecóloga tuvo que añadir algo bastante preocupante:
Gin:
...pero, como ya le dije, el embarazo de la Señora Ferreyra es un embarazo de
alto riesgo.
De
repente Alicia quitó la mirada desde la pantalla del ecógrafo para dirigirla
hacia la ginecóloga
AF:
¿Y eso qué quiere decir?
Gin:
Quiere decir, Señora, que, como ya le dije a su esposo, usted tiene que
mantener el riposo total hasta la duodécima semana de embarazo
AF:
¿Eso quiere decir que no puedo ir a trabajar?
Gin:
¡En la manera más absoluta! Usted tiene que quedarse tranquila, acostada en su
cama y observando el reposo completo para las próximas dos semanas
AF:
¿Y cómo le hago con el trabajo? ¡El tlacoyo me va a despedir!
T:
¡Ay como crees, Alicia! Yo me encargo de hablar con Lety, no te precupes. Lo único
que tienes que pensar, es que tu hijo esté bien. Del resto me encargo yo...
A
la ginecóloga le pareció raro el hecho que Tomás hablara del bebé definiendolo
hijo de Alicia y no hijo de los dos. ¿Acaso él no era el padre?
Gin:
Señor, perdón por la pregunta, pero ¿usted no es el padre del bebé?
Tomás
bajó la mirada y lo mismo hizo Alicia
T:
No...
Gin:
¡Entonces no puede estar aquí! ¡Salga de inmediato de mi consultorio!
T:
No puedo; yo tengo que estar con mi chica
AF:
Tomás, haz lo que te dice la doctora y esperame afuera
Tomás
la miró boquiabierta
T:
¿Estás segura, chiquita?
AF:
Sí...
Viendo
la actitud de Alicia, la doctora entendió de inmediato que quería hablar a sola
con ella...
Cuando
Tomás salió del consultorio, la doctora no perdió tiempo en preguntarle:
Gin:
¿Qué es lo que me quiere decir?
Alicia
quedó boquabiera
AF:
¿Cómo sabe que tengo algo que decirle?
Gin:
Pues, hizo salir a su... ¿Esposo? para quedar a sola conmigo...
AF:
Sí, cierto... Como sea Tomás no es mi
esposo.
Gin:
¿Es su novio?
AF:
Tampoco.
Gin:
Perdón pero... ¿Quién es?
AF:
Es el padre de mi bebé
Gin:
¿Entonces por qué él dice que no es el padre? ¿Acaso no quiere al bebito?
AF:
¡Claro que lo quiere! ¿Cómo cree usted que Tomás no quiera a esta criatura?
Gin:
Es que no entiendo...
AF:
Lo que pasa es que él no sabe que el bebé que llevo en el vientre es su hijo
Gin:
¿Y por qué no se lo dijo?
AF:
Porqué Tomás es la persona mejor del mundo y se merece a una mujer buena, honesta,
y sobretodo que lo ame y que lo haga feliz, y yo no soy nada de eso... Yo no
soy la mujer para él... ¡No me lo merezco!
La
ginecóloga sonrió. Era claro que Alicia debía amarlo mucho para tomar una decisión
tan importante
Gin:
Usted lo ama, ¿verdad?
Alicia
lo pensó un momento y, antes de contestarle, se acarició la barriga y luego,
mirandola en los ojos, le respondió sin duda alguna:
AF:
Profundamente.
Gin:
Entonces Tomás tiene que saber la verdad
AF:
¡No! ¡No quiero que él se sienta obligado a estar conmigo por el bebé!
Gin:
Señora, por lo que vi, ese hombre la ama incondicionalmente. Fijese que, hasta
sabiendo que no es el padre de la criatura, se quedó aquí con usted ¡y hasta la
acompañó durante la ecografía! ¿Cómo cree usted que se sintió a estarle cerca
en este momento tan delicado, sabiendo que el hijo que trae dentro de sí no es
suyo?
Alicia
bajó la mirada avergonzada
Gin:
Creeme cuando le digo que ese hombre haría cualquier cosa por usted
AF:
¿Usted cree?
Gin:
¡Claro que sí! Y creo que un hombre así, se merece saber que es el padre de la criatura
que lleva en el vientre... Pienselo...
En
tanto, en la otra parte de la ciudad, Fernando estaba listo para salir y
dirigirse hacia Conceptos, cuando alguien sonó la campanilla de su casa
F:
¡Ya voy!
Cuando
abrió la puerta, en su cara se dibujo una sonrisa de oreja a oreja
F:
¡Lalito!
E:
¡Hola Fernando! ¿Cómo has estado sin mi?
F:
Ay Lalito, ¡no sabes cuanto te he echado de menos! ¡Menos mal que regresaste!
E:
Te lo había prometido, Fer, y como ves estoy aquí y te traigo buenas noticias
F:
¿En serio?
E:
Aha...
F:
¡Que bueno! Pero ven, pongamonos cómodos...
Una
vez sentadose en el sofá, Lalo le contó las últimas novedades con respeto a sus
plan
E:
Antes de regresar a México, me fui a Acapulco para resolver unos asuntos, y encontré a un juez que ahí trabaja...
La
mirada de Fernando se iluminó
F:
¿Y qué dijo?
E:
...
F:
¡Por Dios, Eduardito, habla o me voy a morir!
E:
Ja ja ja ¡Calma Fernando, calma! Dijo que está dispuesto en ayudarlos y que está
disponible para la fecha que me dijiste
F:
¡No lo puedo creer!
Fernando
brincó en su sitio y luego abrazó a Eduardo tan fuerte, que el pobre casi no
lograba respirar
F:
¡Gracias, Lalo! ¡No sabes cuanto te lo agradezco!
E:
No tienes nada que agradecerme, Fer. Sabes que te quiero y que quiero verlos
felices
F:
¡Como sea me hiciste el día, brother! ¡Ay, no veo la hora que todo esté listo!
E:
Yo también. ¿Y con las otras cosas cómo estás metido?
F:
Pues...
E:
Fernando, ¡no me digas que aún no te hiciste las análisis!
F:
No... Hablé con una enfermera que me dijo que podía ir cuando quería y que no
es necesario que vayamos junto los dos
E: ¿Y cómo piensas hacer con Lety, sin que ella
se de cuenta?
F:
Para eso tengo una idea
E:
Tengo miedo de preguntar, pero ¿de qué se trata?
F:
Verás, es que Lety, el próximo lunes, tiene una visita con su doctora para
hacerse un chequeo, así que quiero pedirle a la doctora si puede hacer pasar
esas análisis como análisis prematrimoniales
E:
¿Y tú crees que ella va a aceptar?
F:
Eso espero...
E:
¿No sería más fácil pedirle la mano a Lety y hacer las cosas como se debe?
F:
Eso es lo que querría hacer, Lalo, pero, cuando hablé de matrimonio con Lety,
ella me dijo que por ahora, por causa de los problemas de la empresa, no quiere
pensar al matrimonio y más porque aún tengo que seguir ese teatrito con Marcia,
por lo menos hasta que pagamos la dichosa deuda
E:
¿Y si Lety no acepta casarse contigo?
F:
¡Híjole, brother! ¡Qué positivo eres!
E:
Perdoname, Fernando, pero, por lo que acabas de decirme, ella todavía no quiere
casarse contigo...
F:
Por eso va a ser un matrimonio en secreto... Por ahora quiero casarme con ella
por el civil, sin que nadie lo sepa, y luego, cuando las aguas estarán más
calmadas, nos vamos a casar en la iglesia, junto a las personas que queremos y
como Dios manda
E:
¿Y no puedes esperar hasta que las aguas se calman por casarte con ella?
F:
No, Lalo... Mira, si la situación fuera distinta, no tendría toda esa prisa,
pero, desde que aparició ese chefito güerito, tengo miedo de que me la quite...
E:
¿O sea que te casas con ella por miedo de que se vaya con el chefito ese?
F:
También; pero no solo por eso... Mira Lalo, Lety es la mujer de mi vida y estoy
seguro al cien por ciento que no quiero estar con ninguna otra mujer que no sea
ella. Yo la amo como jamás he amado a nadie en toda mi vida...
Lalo
pudo constatar como la mirada de Fernando brillaba cada vez que hablaba de
Lety. Jamás en su vida había visto a su amigo tan enamorado y, si casarse con
Lety lo hacía feliz, entonces él lo hubiera apoyado en todo lo que necesitaba.
Sigue...
Muy bueno el capitulo, síguelo please. Feliz Año!!!
ResponderBorrar¡Feliz año a ti y muchìsimas gracias, preciosa! :)) Apenas publiqué el capìtulo 71 ;)
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