viernes, 27 de noviembre de 2015

Capítulo 69

Capítulo 69
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¡Salven a mi bebè!

Cuando llegó el ambulacia, Alicia fue cargada sobre una camilla y Tomás se fue con ella. Durante el viaje para el hospital, el enfermero empezó a hacer unas preguntas a Tomás y a Alicia para averiguar lo que había pasado.

Enfermero: ¿Qué fue lo que pasó a la señora?

T: Estabamos comiendo tranquilos cuando se puso mal; de repente se volvió blanca como la nieve y empezó a sudar frío y además empezó a tener un dolor muy fuerte en el estómago.

Alicia, en tanto, no paraba de llorar

AF: ¡Mi bebé! ¡Salven a mi bebé!

Enfermero: Señora, ¿está usted embarazada?

AF: ¡Sí, y voy a perder a mi bebé!

Tomás había empezado a llorar junto a Alicia. Él no sabía nada de su embarazo  y, a pesar de que no podía ser él el papá del niño, el solo ver sufrir a su chica lo destruía.

Enfermero: ¿Y de cuanto está?

Alicia había dejado de escuchar al enfermero. Solo estrechaba la mano de Tomás y lloraba

AF: ¡Lo voy a perder, Tomás! ¡Voy a perder a mi bebé y será solo por mi culpa!

T: ¡No, no chiquita! Verás que no le pasará nada a tu bebito

Enfermero: Señora, tiene que calmarse por favor.

Alicia, pero, no lograba estar tranquila así que el enfermero le dio una dosis de calmante

AF: No es cierto, Tomás. ¡Eso pasó por mi culpa! ¡Yo no lo quería! ¡Quería abortar, así que Dios me castigó quitándomelo!

Tomás tragó saliva. ¿De verdad Alicia hubiera tenido el valor de abortar a su hijo? Como sea, por lo menos por el momento, no podía hablar de eso con ella. Su deber, en ese momento, era tratar de hacerla estar tranquila.

T: Alicia, nadie te va a quitar a tu bebé. Te prometo que va a estar bien...

AF: ¿Me lo juras?

T: Te lo juro

Tomás empezó a dibujar pequeños círculos en la mano de Alicia y ese gesto la calmó así que, gracias también al calmante, Alicia se durmió.


Cuando llegaron al hospital, Alicia seguía dormida. Tomás, en vez, era más nervioso que nunca. ¡No solo su chica estaba mal, si no que hasta se había enterado de que Alicia estaba embarazada y no le había dicho nada! ¿Quién podría ser el papá del niño? ¿Acaso había retomado su relación con Omar Carvajal o se trataba de otro hombre? En ese momento lo único que le importaba era salvar a su chica y al niño; en el fondo se lo había prometido...

Doctor: ¿Qué tenemos?

Enfermero: Una mujer embarazada con un aparente colapso cardiocirculatorio

Doctor: ¿De cuántos meses está?

Enfermero: No sabemos. La pobre estaba en estado confusional y tuvimos que darle unos calmantes

Luego el doctor miró hacia Tomás y le inquirió:

Doctor: ¿Y usted quén es?

T: Yo... soy... Tomás Mora

Doctor: Y yo soy el Doctor Mendez. Pero me refería a quién es usted por la señora

Tomás no sabía que contestar pero, a miedo de que lo alejaran de su chica, decidió decirle al doctor que era el novio de Alicia.

T: Soy su novio.

Doctor: Bueno, entonces ¿Nos puede decir de cuántos meses está la señora?

T: En realidad no. Yo no sabía que Alicia estaba embarazada...

Doctor: ¿¡Qué clase de novio es ustes!?

T: ¡La clase de novio que quiere salvar a su mujer y a su hijo!

Doctor: ¡No grite conmigo!

T: Perdón, doctor, es que estoy muy nervioso y preocupado. Alicia me dijo que tenía dolores en el estómago y tiene miedo de que pueda pasarle algo al bebé

Doctor: No se preocupe; ahora vamos a misurar los parámetros vitales de la señora y luego llamo a mi colega que es ginecóloga y vamos a hacer una ecografía para ver como está su hijo

T: Mi... ¿Mi hijo?

Doctor: ¡Claro! Seguro no es mi hijo...

Tomás, entre sí: Ni tampoco es mío...

Obviamente no le contestó asì al doctor y solo se limitó a agradecerle

T: Gracias...

Doctor: Es mi deber.

El doctor y unos enfermeros se traeron a Alicia en otra sala y a Tomás no le quedó de otra que quedarse a esperar en la sala de espera.



En Conceptos, la jornada laboral se había desarrolado productivamente. El vídeo para Alejandro estaba casi listo y Lety ya había terminado el balance mensual para la junta. El reloj marcaba las siete de la noche cuando la Presidenta se fue a buscar a Fernando en su oficina.

L: ¿Se puede?

F: Claro que sí, mi amor.

L: ¿Cómo estás?

F: Preocupado...

L: ¿Por?

F: Es que Marcia salió de la empresa antes del almuerzo y aún no ha regresado...

L: ¿Ya intentaste hablarle por celular?

F: Sí, ¡pero no me contesta!

L: Tranquilo, Fernando; ya sabes como es ella... Seguro se hizo una de sus paranoias y se enojó contigo por eso...

F: Sí... Aunque me gustaría ir a su casa para ver como está...

Lety lo miró raro.

F: No me mires así, mi amor... Es que, cuando salimos de tu oficina, intenté hablar con ella, pero se enojó y se fue de mal manera así que me gustaría aclarar ese malentendido

L: Claro...

Lety había bajado la mirada. Ella confíaba en Fernando, pero no podía evitar ser celosa

F: ¿Lety?

L: ¿Um?

F: ¿No será que estás celosa?

L: ¿¡Yo!? ¿¡Celosa, yo!? Na...

Fernando se puso a reír

F: Ja ja ja ¡ay mi Lety tan celosita! Por eso me gustas

Fernando se acercó a ella y la envolvió en sus brazos

L: No te preocupes para mi; vete donde Marcia y trata de aclarar la situación con ella. Nosotros nos vemos mañana...

F: ¿Segura?

Lety lo besó en los labios antes de contestarle

L: Segura


En tanto, Marcia estaba con Aldo, ya que los dos habían pasado toda la tarde juntos. Aldo la había traído en un parque donde cada mañana iba a correr y Marcia había aprovechado de su presencia para desahogarse de todo lo que la tormentaba en ese último período: comenzando por las decenas de veces en que Fernando la había traicionado con otras mujeres, hasta los últimos meses donde Fernando parecía estar enamorado de otra mujer. Aldo había escuchado todo con muchísima atención; en el fondo, a él le interesaba tener informaciones cerca de su rival, pero no lo hacía solo por eso... Dentro de sí, sentía que Marcia era una mujer buena, con un corazón muy grande que necesitaba ser escuchada.

M: Gracias por todo, Aldo

A: No hay nada que agradecerme, Marcia. Para mi fue un gusto pasar este día contigo

M: Para mi también...

Marcia tragó saliva para tratar de tratener las lágrimas. Había pasado una jornada muy tranquila junto a Aldo y sentía que podía confiar al cien por ciento de él. Aldo era un buen escuchador y, más allá de eso, era también un hombre guapo, gentil y con un corazón enorme y, ahora que la jornada había terminado, no quería regresar a su casa donde, lo único que la esperaba, era la soledad.

A: ¿Qué pasa ahora, Marcia?

M: ¡Nada!

A: ¿Nada? ¿Entonces por qué esa carita triste?

M: Es que... No quiero regresar a mi casa.

A: ¿Quieres que nos quedamos otro rato aquí? Aunque de noche empieza a hacer frío...

M: No, no Aldo, no te preocupes... En el fondo ya perdiste bastante tiempo a escuchar mis lamentos hoy.

A: Marcia, ¡ya te dije que no me costó nada estar contigo! Y te digo más; me siento honrado de poder tener el privilegio de escuchar tu hermosisíma voz

La mirada de Marcia se iluminó

M: ¿En serio?

A: ¡Claro! Eres una mujer hermosa, Marcia, ¡no te menosprecies!

Marcia se sonrojó. Había muchísimo tiempo que un hombre no le hacía cumplidos

M: Gracias.

A: Te propongo algo... ¿Quieres venir a mi casa?

Marcia lo miró raro

A: ¡No! ¡No me malinterpretes! Es que, como soy chef, me gustaría cocinar algo especial para ti, para tratar de levantarle el ánimo

M: ¿Harías eso para mi?

A: ¡Claro! ¿Entonces, aceptas?

M: Sí, acepto.

A: Bueno. Vamonos, entonces, que de verdad empezó a hacer frío


En el hospital, los médicos habían terminado de chequear a Alicia y la ginecóloga había apenas terminado la ecografía

T: ¿Entonces?

G: Señor, lamento decirle que la señora Ferreyra tuvo un problema que le causó un semi- destacamento de la placenta...

Tomás se sintió helar la sangre

T: Qué... ¿Qué quiere decir eso?

G: Quiere decir que hay una percentual muy alta de que la señora pierda el bebé

Tomás sintió las últimas tres palabras como en eco

Pierda el bebé... pierda el bebé...

T: ¡¡No!! ¡Doctora, eso no puede pasar!

G: Señor, no depende de nosotros. Todo depende de como reacciona su esposa esta noche. Si la señora se queda tranquila y no hace esfuerzos, hay buenas posibilidades de que el bebé logre sobrevivir. De lo contrario, si se agita y le llega a pasar otra vez lo que le pasó hoy, no habrá nada que hacer.

T: Pero... ¿Cómo puede pasar eso? ¿Qué fue lo que tuvo Alicia hoy?

D: Su esposa, según lo que dice el registro médico, tuvo un colapso cardiocirculatorio

T: ¿Y qué quiere decir eso? ¿Acaso su corazón dejó de latir?

D: No, Señor, nada de eso. Lo que pasó, fue que la señora tuvo una disminución de la presión arterial y al mismo tiempo un aumento de los latidos del corazón. Su cuerpo, ya debilitado por el embarazo, no reaccionó bien, y fue por eso que empezó a sudar frío y le bajó la vista

T: ¿Por eso empezó a dolerle el estómago?

D: No creo... Es más probable que el dolor al estómago llegó antes y que fue eso a causar el ataque de pánico que la llevó al colapso. Puede que la señora tuvo miedo que le pasara algo a su hijo, y por eso entró en pánico.

T: Entiendo... ¿Y qué puedo hacer yo para ayudarla?

G: Tiene que tenerla tranquila, por lo menos hasta que lleve a las 12 semanas de embarazo

T: ¿Y a qué semana está por ahora?

G: Más o menos a la décima semana. Tiene que estar tranquila estas dos semanas y, si lo logra, el bebé sará salvo

T: Voy a tratar de hacer todo lo posible. ¿Puedo verla ahora?

G: No. En este momento le están haciendo otras análisis para averiguar que no hayan otros problemas. Por lo menos tiene que esperar una hora antes de verla. Escuche mi consejo; aproveche de este tiempo para ir a su casa a descansar.

T: ¿¡Cómo quiere que me vaya sabiendo que mi chica está en ese estado!?

G: Señor, confíe en mi. Es mejor que vaya a su casa para juntar algunas cosas limpias para su esposa, ya que tiene que quedarse aquí por lo menos dos días.

T: Está bien... Voy y regreso. Cualquier problema, le dejo mi tarjeta donde está el número de mi celular. Por favor, cualquier cosa pase, aviseme

D: No se preocupe...

Tranquilizado por la doctora, Tomás salió del hospital rumbo el departamento de Alicia. Cuando se trajeron a Alicia por los controles, Tomás se había quedado con su bolsa así que tenía la llave del departamento de su chica.

Una vez llegado, empezó a abrir todos los armarios para buscar algo adecuado para el hospital, pero no logró encontrar nada así que decidió pasar por el centro comercial para comprarle algo. Una vez llegado al mismo centro comercial donde habían estados esa misma tarde, Tomás entró en la primera tienda de ropa que encontró y, ayudado por la empleada, logró comprar un par de pijamas y algunos pantalones cómodos para su chica. ¡Por suerte Tomás conocía sus medidas de memoria! Cuando terminó sus compras, estaba por regresar a su coche cuando se dio cuenta de que estaba delante al negocio de juegos...


En tanto, en casa de Aldo, él y Marcia discutían amablemente mientras que el chef estaba intento a cocinar algo que olía delicioso.

M: ¿Qué estas preparando?

A: Es una sorpresa...

M: Como sea huele riquísimo

A: Je je espero que también sepa riquísimo

M: Estoy segura que sí. Después de todo eres un chef muy famoso ¿no?

A: ¿Quién te dijo eso?

M: El cuartel no hace que hablar de ti, y en la oficina las voces corren...

A: Así que te enteraste por eso...

M: Ah ah... Así que espero que las voces sean certeras

A: ¡Lo espero yo también!

Los dos se echaron a reír

A: Bueno, mientras que mi pavito se coce en el horno, cuéntame más de ti...

M: ¿Qué quieres saber?

A: No sé... Cuéntame algo de cuando estabas niña. ¿Cúales eran tus sueños?

M: ¿Mi sueños? Buena pregunta... Creo que desde siempre mi deseo ha sido lo de trabajar en Conceptos... Sabes, esa empresa fue fondada por mis padres junto a los padres de Fernando y, desde que era chiquita, mi papá siempre me ha llevado a trabajar con él. Me recuerdo que siempre me han dicho que parece que nací para trabajar en la empresa... Según Humberto soy la persona que más ama a Conceptos...

A: ¿Y es así?

M: Sí... Conceptos es como mi segunda casa. En la empresa puedo hacer lo que más amo, y me llevo bien con todos mis empleados. Bueno, con casi todos...

A: ¿Tienes problemas con alguien?

M: S... No.

A: ¡Ándale Marcia! Conmigo puedes ser sincera...

M: Digamos que no me llevo bien con una persona que, para mi parer personal, es muy atrevida

A: Atrevida. Así que se trata de una mujer...

M: Sí. Pero no te voy a decir más así que, por favor, no me preguntes.

A: Está bien...

M: Hablamos de ti, ahora. Para todo el día no he hecho que hablar yo mientras que de ti no sé nada...

A: ¿Qué quieres saber de mi?

M: No sé... Por ejemplo, ¿Cómo nació tu pasión por la cocina? ¿Te la trasmitió tu papá?

A: No... Mi papá y yo no nos llevamos bien y hace mucho tiempo que no nos hablamos...

M: ¿Cómo es posible?

A: Es una larga historia...

Marcia se avergonzó y se disculpó

M: Perdón... No quería meterme en tus cosas...

A: No, no hay problemas, Marcia. Si quieres te cuento...

M: No querría ser metiche...

A: No, no te preocupes. A lo mejor me hará bien hablar de eso con alguien

M: Okey, te escucho...


En tanto, Fernando había llegado al departamento de Marcia y había usado su copia de la llave para entrar. Cuando dio una vuelta por la casa, pero, se dio cuenta de que Marcia no estaba así que intentó llamarla al celular que pero resultaba sin cobertura

F: ¿Donde te habrás metito esta vez, Marcia?


En el hospital, Alicia por fin había abierto los ojos. Cuando miró a su alrededor, pero, no reconoció el lugar donde estaba así que empezó a agitarse. Por suerte Tomás había llegado justo a tiempo y, para evitar que se agitara otra vez, corrió hacia la cama dejando caer lo que tenía en las manos en el piso.

T: ¡Alicia! ¡Chiquita, no te agites! ¡Estoy aquí contigo!

AF: ¿Donde estoy, Tomás?

T: En el hospital

AF: ¿¡Hospital!? ¿Qué me pasó?

T: Te pusiste un poco mal mientras que estabamos al restaurante, así que te traje aquí

De repente Alicia empezó a recordar y súbito se tocó la barriga

AF: ¡Mi bebé! ¿Cómo está mi bebé?

T: Alicia...

AF: Lo perdí ¿verdad?

Los ojos de Alicia empezaron a empañarse

T: ¡No! ¡No, chquita! Tu bebé está bien. Solo tienes que quedarte tranquila hasta que lleges a la duodécima semana

AF: Tomás, dime la verdad... ¿Qué le pasó a mi bebé?

T: Nada, chiquita.

AF: Tomás...

T: Está bien. Tuviste un semi-destacamento de la placenta y eso puede ser un problema para tu bebé; ¡Pero la ginecóloga me dijo que no hay nada que preocuparse si te cuides!

AF: ¿Cuidarme? ¿Y cómo?

T: Para empezar, tienes que quedarte tranquila y no hacer esfuerzos por las próximas dos semanas y, si te portas bien, tu bebito nacerá sano y fuerte

AF: Mi bebito...

Las lágrimas finalmente abandonaron los ojos de Alicia. Esta vez su llanto no era histérico como en el ambulancia; al contrario, se trataba de un llanto de felicidad. A pesar de que Alicia había decidido abortar, la noticia de que su bebé aún seguía dentro de ella, la hizo sentir la más feliz de las mujeres.

Tomás, viendola sonreír, le sonrió a su vez

AF: Gracias... Gracias Tomás

T: No hay motivo de agradecerme, chiquita. Ya te dije que por ti haría hasta lo imposible

Ya que Tomás tenía su mano enlazada con la suya, Alicia la acercó a su barriga y la posó sobre la misma. Al contacto con esa parte del cuerpo de su chica, Tomás advirtió un escalofrío correrle por toda la espalda. Era como si fuera una especie de conexión cósmica... El contacto con la barriga de Alicia, le había hecho un raro efecto...

Cuando la mente de Tomás regresó al planeta Tierra, el muchacho se levantó de la cama y recuperó el bolso con la ropa que había comprado para ella y la otra cosa que le había traído.

T: Te traje un poco de ropa cómoda ya que la doctora me dijo que tienes que estar dos días aquí

AF: ¿¡Dos días!?

T: Sí, chiquita. Tienen que tenerte bajo control para asegurarse que tu bebito y tú estaréis bien

AF: Entiendo...

La mirada de Alicia se entristeció.

T: No te preocupes, chiquita, yo me voy a quedar contigo

AF: ¿Enserio?

T: ¡Claro que sí! Y no vamos a estar a solas...

AF: Ja, claro, vamos a estar rodeados de médicos...

T: No me refiero a eso...

Tomás tomó el otro bolso que había traído y se lo pasó a Alicia

AF: ¿Y esto qué es?

T: Es una cosa para ustedes...

AF: ¿Ustedes?

T: Sí. Para ti y para tu bebito...

Alicia tragó saliva. A pesar de haberse enterado que ella estaba embarazada, y sin saber quién era el padre, Tomás seguía portandose como un principe con ella y con el bebé. Ella, en lo contrario, se sentía pésima. ¡No solo no le había dicho nada a Tomás de su embarazo, si no que ni siquiera había tenido el valor de confiarle que era él el padre del bebé!

AF: Tomás, yo tengo que decirte algo...

T: No; no chiquita. Cualquier cosa sea, se puede esperar hasta mañana

AF: Pero...

T: ¡Nada de pero! Esta noche tienes que estar tranquila. Ya mañana habrá tiempo de hablar. Te prometo que no voy a dejarte sola ni un momento

AF: Gracias Tomás...

T: Gracias a ti, mi amor... Ándale, ahora abre el bolso y dime se te gustan las cosas que escogí para ti

AF: ¿?

T: Es que fui a tu casa para traerte algunas cosas limpias pero no encontré nada cómodo así que te compré dos pijamas y unos pantalones con sudaderas, de modo que puedas estar cómoda estos días

AF: Gracias...

T: Espero que la medida sea correcta...

Alicia miró el contenuto del bolso y sonrió. Había años que no vestía con pantalones...

AF: ¿Puedo habrir este otro bolso?

T: ¡Claro que sí!

Cundo Alicia descartó el regalo de Tomás, se puso a reír

T: ¿No te gusta? Pensé que podía ser un regalo útil para el niño y para la mamá...

AF: Es hermoso, Tomy...

Tomás le había comprado el oso gigante de peluche que habían visto juntos en la tienda de juegos esa misma tarde. Ya que a Alicia le gustaba mucho, Tomás decidió regalarselo ¡y más ahora que se había enterado de que ella estaba eperando un hijo! Quizás podía ser de buen augurio por el bebé...

AF: Creo que lo voy a llamar Tomy

T: Je je je aunque creo que él está más guapo que yo

AF: Tomás... Acercate, por favor

Tomás se sentó en la cama, cerca de ella, así que Alicia lo arrastró hacia sí y le dejó un dulce beso en los labios

AF: Los dos están guapísimos.


En casa de Aldo, en tanto, el chef le había contado a Marcia todo lo que había pasado con su papá y con su esposa.

M: ¡Es horrible lo que pasó! Lo siento muchísimo, Aldo... Me imagino que ha de ser horrible perder al amor de su vida...

A: Sí... Fue lo más horrible que me haya pasado... Con la muerte de Leonora, perdí a mi mujer y a mi mejor amigo, así que me quedé completamente solo...

Aldo tragó saliva para tratener las lágrimas. Hablar de ese episodio de su vida, lo hacía estar muy mal.

Marcia lo miró tiernamente. A pesar de que parecía un hombre fuerte, en el fondo Aldo también era una persona que necesitaba ser amada como todas y que había pasado cosas horribles. Sin casi darse cuenta, Marcia se acercó a él, le acarició una mejilla y posó sus labios sobre los de él...

Sigue...


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