Capítulo
67
________________________
Confío
en ti
En
casa de Alicia, la güera secretaria ya estaba en los brazos de Morfeo mientras
que Tomás la mimaba con dulces caricias cuidando su sueño. De repente, pero, se
oyó el sonido de un celular así que, tratando de no despertarla, Tomás se
levantó de la cama y se fue en la cocina para contestar.
T:
¿Bueno?
D.T:
¡Hijo! Menos mal que contestes! ¿Donde estás?
T:
¡Mamá!
Dandose
cuenta de que había levantado un poquito demás la voz, Tomás empezó a susurrar.
T:
Mamá... Perdón por no avisarte, pero tuve un contratiempo y me retrasé por eso
D.T:
¿Y cuándo piensas regresar a casa?
T:
Pues...
D.T:
Tomásito, no te habrás metido en un lío ¿verdad?
T:
No, mamá, ¿Como crees? Simplemente no voy a dormir en mi casa esta noche
D.T:
¿Y donde piensas pasar la noche, entonces?
T:
¿Te acuerdas de mi chica?
D.T:
¿La señorita esa que te trae redondito?
T:
Esa mera...
D.T:
Sí, claro que me acuerdo. ¿Qué tiene que ver ella con todo esto?
En
tanto, advirtiendo la cama vacía, Alicia se había levantado para ver donde se
había ido Tomás así que, oyendolo hablar por celular, se quedó escuchando
T:
Es que Alicia se puso mal mientras que estaba en la oficina y, como ella vive
sola, no me parecía el caso de dejarla sola en su casa, ya que aún no estaba al
cien por ciento
D.T:
¿Con eso me estás diciendo que ahora estás en la casa de esa señorita?
T:
Sí, mamá
D.T:
¡Tomás Mora! ¿¡Te parece el caso de hacer algo así!? ¿Qué va a pensar la gente?
Tomás,
que estaba bastante nervioso por lo de Alicia, se alteró un poco con su mamá
T:
¿¡Tú crees que me importe de lo que piensa la gente, mamá!? ¡Alicia es el amor
de mi vida y no voy a dejarla a sola justo en el momento en que más necesita
ayuda!
D.T: ¿Y no tenía alguna compañera que podía
cuidarla?
T:
No, mamá. Y en todo caso no la hubiera dejado con nadie. ¡Ella me necesita a
mi!
Doña
Tomasa se quedó pasmada. ¿Una mujer que necesitaba a su hijo? Esa era la
primera vez que oía algo así y eso, de cierta forma, la alegraba. Su sueño siempre
había sido tener nietos pero, más años pasaban, y más ese sueño se afievolía,
ya que su hijo parecía no hacer mella en las mujeres. Ahora que había entendido
la situación, Doña Tomasa decidió confíar en su hijo. En el fondo, ella lo había
educado bien y sabía que podía confíar en el hecho de que su hijo era un buen
muchacho.
D.T:
Está bien, Tomásito, cuida a esa señorita para esta noche ¡pero cuidado! ¡Quiero
que te portes bien y como un hijo de familia cual eres!
T:
Claro mamá, no te preocupes.
D.T:
Buenas noche, entonces, m’hijo
T:
Buenas noches, mamá.
Antes
de que Tomás colgara, Alicia corrío hacía la cama y se puso bajó el edredón,
fingiendo de dormir. Cuando el Vicepresidente financiero regresó en la recámara,
pero, se dio cuenta en seguida de que su amada no estaba realmente durmiendo.
Viendo ese comportamiento infantil, Tomás sonrió pensando que el apellido
“chica” le quedaba perfecto a su amada. Estando al juego, Tomás se acercó a la
cama de la ladera donde estaba acostada Alicia y se sentó cerca de ella. Luego,
dulcemente, descubrió un poco de su cabeza, que estaba casi completamente por
debajo del edredón, y le dio un beso en la mejilla.
T:
Sé que no estás durmiendo, Alicia.
Alicia
desorbitó los ojos sorprendida. ¿Cómo hacía Tomás para saber que estaba
fingiendo?
Viendo
la mirada interrogativa de la mujer, Tomás le explicó:
T:
Cuando duermes, tu respiración es distinta y tu cara se ve más relajada. Además
duermes con la boca abierta...
A:
¿¡Qué... qué!? ¡Yo no duermo con la boca abierta!
T:
Sí que lo haces, querida
A:
¡Tomás, no seas ridículo!
T:
Je je je está bien, chiquita, como tú quieres; ¡No te enojes! Aunque enojada te
ves mucho más hermosa...
Alicia
se sonrojó
A.F:
Mejor regresamos a dormir ¿Te parece? A menos que tú no te tengas que ir...
T:
No tengo que ir a ningún lado, Alicia. Y aunque si fuera así, no te dejaría por
nada del mundo, sobretodo hoy que no estás bien
A.F:
Gracias, Tomás.
Tomás
le dejó otro beso en la mejilla, antes de retomar su posición acostandose cerca
de ella.
T:
No hay de qué, chiquita.
Alicia
volió a abrazarlo y regresó en los brazos de Morfeo.
Al
mismo tiempo, Fernando y Lety habían llegado a destinación.
L:
¿Donde estamos aquí?
F:
¿Nunca habías venido a este lugar?
L:
Pues a esta hora seguro no...
F:
Ja ja ja claro... Estamos al Jardín de Hidalgo
L:
¿Y qué hacemos aquí?
F:
Dá la casualidad, Señorita Padilla, que esto es uno de los pocos lugares, aquí
en la Ciudad, donde se pueden ver las estrellas
L:
Uy, nos pusimos románticos...
Fernando
se le acercó y la rodeó con un brazo por la cintura
F:
A esta altura deberías saber que yo soy el hombre más rómantico del planeta
L:
Ji ji claro, mi amor. ¿Y cómo le hacemos para ver las estrellas?
F:
Pues con los ojos, mi amor
L:
Ji ji ji ¡siempre tan chistoso tú! Eso es obvio, mi amor, pero me refiero a
algo como un telescopio
F:
No es necesario, Lety. Desde aquí se ven las estrellas sin necesidad de
utilizar telescopios
L:
¡Que bueno!
Fernando
estrechó más a Lety y la invitó a entrar en el parque
F:
¿Nos vamos?
L:
Sí...
Una
vez encontrado un lugar bastante oscuro, los dos se sentaron en un banco y se
pusieron con las narices hacia el cielo nocturno. El espectáculo era
maravilloso; a pesar de que en la Ciudad de México se veían pocas estrellas por
culpa de las lámparas de la calle, esa noche el cielo resplendía. Lety había
quedado extasiada por el espectáculo que ofrecía esa noche su Ciudad y más
extasiada estaba por el hecho que podía compartir ese espectáculo con Fernando.
Esa no era la primera noche en que juntos veían las estrellas; ya había pasado
eso cuando habían viajado para Cuervnavaca y se habían quedado en la carretera.
Esta vez, pero, era distinto... Ahora Lety estaba abrazada a su amado y sentía
el calor de su cuerpo calientarle la piel. Mientras que Fernando estaba
concentrado en el cielo, Lety bajó la mirada sobre su hombre y empezó a
contemplarlo. Fernando era verdaderamente un hombre maravilloso y ella era la
persona más afortunada del mundo con poderlo tener a su lado.
F:
¿Qué pasa, mi amor? ¿No te gustó la sorpresita?
L:
Claro que me gustó, mi vida. Es que estaba contemplandote
F:
Je je ¿Contemplandome? ¡Ni que fuera un dios griego!
L:
Para mi eres más hermoso que un dios griego, Fernando. Eres un hombre bueno,
dulce, simpático; te preocupes por mi y me amas y para eso eres mi héroe. Eres
mi todo, Fernando, y te amo; ¡Te amo con toda mi alma!
Lety
se acercó a él y lo besó en los labios. Luego del beso, los dos separaron sus
labios pero quedaron pegados, apoyando las frentes la una en contra de la otra.
F:
Ay Lety... Mi Lety... ¡Te amo! Y no solo por lo que eres, sino por lo que soy
cuando estoy contigo. Tú me vuelves un hombre mejor y eso nunca dejaré de
agradecertelo
Fernando
empezó a hacerle cariñitos en la cara y Lety sonrió. Cuando miró el reloj,
pero, Fernando entendió que había llegado la hora de que su bella princesa
regresara a su castillo.
F:
Creo que te tengo que dejar a tu casa, mi amor.
Lety
empezó a hacer berrinches. ¡Ella no quería regresar a su casa ahora que estaba
en los brazos de su hombre!
L:
¿Ya?
F:
Si quieres nos quedamos otro ratito...
L:
Uhm... ¿Qué horas son?
F:
Una y media, mi vida
L:
¿¡Una y media!? ¡Ay no! ¡Mi papá me va a matar si se va a dar cuenta de que no
estoy en mi casa a esta hora!
F:
Ja ja ¡Ay ese don Erasmo! Vámonos entonces
Fernando
hizo por levantarse pero Lety lo arrastró hacia sí y lo hizo sentar otra vez
F:
¿Qué pasa?
L:
Nada. Es que quiero estar un minutitito más aquí contigo. Este lugar es tan romántico
a esta hora de la noche...
Y
así diciendo Lety se lanzó entre sus brazos y se pegó al pecho de él. Los dos
lograron así robarle otros diez minutos a la noche y luego, aunque no hubieran
querido, Fernando acompañó Lety a su casa. Antes de descender del coche de su
amado, Lety besó una última vez a Fernando y hizo por descender cuando el mismo
la paró:
F:
¡Lety!
L:
Dime, mi amor
Fernando
lo pensó un momento pero decidió no decirle nada por el momento así que solo le
dio otro beso y la vio entrar a su casa.
Una
vez quedado solo, Fernando arrancó el coche y se puso a pensar. Ese día estaba
muy feliz; no solo por el negocio que había cerrado con los de Krauss y por
esos momentos pasados con su Lety, sino porque en la tarde lo había llamado
Eduardo dandole buenas noticias. Primero que todo, que el mismo hubiera
regresado al D.F el martes siguiente, y luego que ya tenía listo todo por la
sorpresa que Fernando quería hacerle a Lety.
F:
Quién sabe como tomará la noticia mi Lety... Solo espero que me diga que está
de acuerdo porque sino de veras me voy a morir... ¡Es que es la primera vez que
hago algo así y todo tiene que salir perfecto! Ahora que lo pienso, ¡no me
queda mucho tiempo para hablar con Carolina y preparar las últimas cosas! Mañana
en la mañana, pase lo que pase, tengo que hablar con Caro; ella lo tiene que
saber...
La
mañana siguiente, el despertador sonó bastante temprano en casa de Alicia...
Tomás,
medio dormido, buscó con la mano el maldito despertador en la mesa de noche
pero no logró alcanzarlo ya que el mismo estaba en la mesa de noche de la
ladera donde dormía Alicia. Finalmente la güera secretaria se despertó y lo
apagó y, viendo la hora que era, hizo por levantarse repentinamente de la cama
pero no lo logró ya que Tomás seguía abrazandola. Aún medio dormida, Alicia no
se acordaba de lo que había pasado la noche anterior, así que se quedó pasmada
cuando se dio cuenta de que Tomás estaba en su cama y sin camisa.
A.F:
¡Tomás Mora! ¿Se puede saber que demonio haces en mi cama medio encuerado?
T:
¿No te acuerdas, chiquita? Ayer te pusiste mal en la empresa y yo te traje a tu
departamento; luego cenamos con unos taquitos, que eran deliciosos, y tú me
pediste que me quedara contigo...
Alicia
empezó a enfocar y se acordó de todo
A.F:
Sí, claro... Ahora pero puedes irte; ya me siento mejor.
T:
¿No quieres que te acompañe a la empresa?
A.F:
No, gracias Tomás. Tengo otro compromiso primero...
T:
¿Otro compromiso? ¿A esta hora de la mañana?
A.F:
Sí, Tomás, a esta hora de la mañana.
Tomás
estaba muy curioso y aunque bastante celoso así que le preguntó cerca de su
cita
T:
¿Acaso tienes que ver a algún galán?
Alicia
se enfurieció. ¡Si solo supiera Tomás donde tenía que ir ese día! En plena cólera,
Alicia lo miró y le gritó en contra:
A.F:
¿Cómo se te ocurre que voy a ver a algún galán? ¿Por quién me tomaste, Tomás?
T:
Perdón, Alicia, no era mi intención ofenderte...
A.F:
¡Pero lo hiciste, Tomás!
T:
Perdoname chiquita... Es que se me hace raro que tienes un compromiso con
aguien a esta hora de la mañana, ya que apenas son las 6 y media... ¿No me
quieres decir con quién tienes tu cita?
Alicia
empezaba a fastidiarse así que habló sin pensarlo
A.F:
¡Con mi doctora! ¡Con ella tengo una cita! ¿Contento?
T:
¿Doctora? Alicia, ¿te sientes mal? ¿Tienes algo grave?
Alicia
tragó saliva. Ver a Tomás tan aprensivo, seguro no la ayudaba por lo que tenía
que hacer. La cita con su doctora, era para abortar al hijo de Tomás y ya había
sido bastante difícil para ella tomar esa decidión; el hecho de que Tomás se
preocupara, volvía las cosas peor aún...
Para
evitar de ponerse a llorar, Alicia decidió actuar fría. Ella ya había tomado
una decidión y no quería arruinarle la vida a Tomás obligandolo a estar con
ella solo por el niño. Tomás era un hombre bueno y se merecía una mujer mejor
que ella.
Por
primera vez, Alicia se dio cuenta de que estaba pensando a algo por el bien de
otra persona que no fuera ella...
A.F:
No tengo nada, Tomás. Solo en un chequeo de rutina...
T:
¿No quieres que te acompañe?
A.F:
No, Tomás. ¡Y ahora vistete y vete que tengo prisa!
T:
Como quieres, Alicia...
Tomás
empezó a vestirse y se incaminó hacia la puerta:
T:
Nos vemos más tarde en Conceptos, Alicia.
Una
vez salido del departamento, Tomás estaba por cerrar la puerta cuando Alicia lo
llamó
A.F:
¡Tomás!
T:
¿Qué pasa, Alicia?
Alicia
corrió hacia él, lo abrazó y explotó en llanto
T:
Chiquita... ¿Qué tienes?
Entre
sollozos, Alicia trató de hablar
A.F:
No... no quiero... ¡No quiero, Tomás!
T:
¿Qué cosa? ¿Qué cosa no quieres, Alicia?
A.F:
No... no...
Alicia
no lograba hablar. Estaba desesperada entre lágrimas y sollozos y apenas
lograbas respirar. Cuando todo su cuerpo empezó a temblar, pero, Tomás entendió
que se trataba de un ataque de pánico. Sin necesidad de pensarlo, Tomás cargó
Alicia entre sus brazos y la recostó en la cama. Luego tomó un vaso con agua y
la hizo beber mientras seguía mimándola. Después de diez minutos, Alicia pareció
estar mejor así que Tomás regresó a respirar.
T:
Alicia...
A.F:
No, no digas nada, por favor. Siento mucho haberme puso así...
T:
¿¡Qué dices, Alicia!? ¡Tuviste un ataque de pánico; no fue tu culpa! Más bien
me gustaría entender porque te pasó eso...
Alicia
tragó saliva. Ya Tomás la había visto en sus condiciones peores y ella no quería
repetir el “espectáculo”, así que le pidió que se fuera y que la dejara a sola.
T:
¿Cómo quieres que me vaya dejándote así, Alicia? ¡Olvidalo!
A.F:
Tomás, te lo ruego, ¡dejame sola!
Por
primera vez, Tomás se impuntó. Generalmente él era súcubo de todos pero, esta
vez, no tenía intención de ceder. Alicia era la mujer de su vida y por nada del
mundo podía permitir que le pasase algo.
Alicia
estaba por retomar a llorar así que Tomás trató de tranquilizarla.
T:
Alicia, si tienes que ir a la cita con tu doctora, yo te acompaño. Si no
quieres que entre contigo, o no quieres que nos vean juntos, yo te espero en el
coche, no hay problemas; pero no puedo dejarte ir sola, ¡entiendeme! ¡Me muero
si te llega a pasar algo!
Esas
palabras halagaban a Alicia pero, al mismo tiempo, la hacían sentir peor. Con
cada palabra de Tomás, Alicia se convencía de que no se merecía a un hombre
como él...
A.F:
Está bien, Tomás, como quieres... Dejame el tiempo de prepararme y nos vamos.
T:
Bueno...
A.F:
¿Tomás?
T:
¿Sí?
A.F:
No vuelvas a repetir jamás que me da vergüenza hacerme ver contigo ¿claro?
Tomás
sonrió.
T:
Claro.
En
tanto, la jornada laboral en Conceptos había empezado. Desde que Lety había
sido elegida Presidenta, las muchachas del Cuartel hacían el posible para apoyarla
y, en primer lugar, empezaron con llegar puntuales a trabajar.
Cuando
ingresaron a primer piso, lo primero que hicieron fue correr en Presidencia
donde Lety, ya que habían visto que la misma ya había llegado en la empresa.
Cuartel:
Buenos días, Lety
L:
Buenos días, muchachas. ¡Qué bueno que llegaron puntuales!
Lo:
Ay Lety, nosotras siempre llegamos puntuales a la empresa
S:
La que no llega puntual es la Oxi que, a proposito, aún no ha llegado...
Ma:
Ay Sara, sabes perfectamente bien que aún es temprano para la Oxi; apenas son
las ocho y diez de la mañana...
Todas
se pusieron a reír
PM:
Cambiando de tema... ¿Cómo le fue anoche, querida Presidenta?
L:
¿Anoche?
PM:
Pues sí. Con Aldo, me refiero...
L:
¿Y tú como sabes de Aldo?
PM:
Ay no te enojes, Lety, es que el mismo me llamó ayer para confirmar la cena
contigo... Aldo quería saber si estaba confirmada o tenías algun imprevisto, ya
que tenía que reservar en un restaurante...
S:
Uy....
L:
Ah, sí...
S:
¿Entonces? ¿Cómo te fue, Lety?
L:
Pues, bien...
Ma:
Ay manita, ¡no seas injusta! ¡Cuéntanos el chisme!
I:
Sí, mi Lety. Aldo se ve un buen muchacho. Además es un hombre de buen corazón
por lo que vimos...
L:
Así es, Irmita. Aldo es un buen hombre y un buen amigo, pero nada más que eso.
PM:
¿¡Cómo que nada más que eso!? ¡Lety! ¡Aldo es un bombón! ¡Está guapísimo, culto
y es chef!
L:
Por lo que veo, ustedes saben muchas cosas de él...
J:
Es que él mismo, cuando viene en Conceptos, se queda a hablar con nosotras así
que nos contó que es chef y que trabaja en Acapulco
Ma:
Sí, Lety, porque, si fuera por ti, ¡no sabríamos nada de él!
L:
No se enojen, muchachas. Es que en estos días tenemos mucho trabajo en la
empresa y no me queda mucho tiempo para chismear o contarle mucho de mi vida...
El
radar de Paula Maria para los amoríos se activó
PM:
Lety, ¿Acaso hay novedades sabrosas en tu vida?
Lety
enrojeció
Ma:
¡A-ha! ¡Te pusiste roja como chile chipotle, Lety! ¡Suelta la sopa!
Lo:
¿Tienes un galán, Lety? Digo, ahora que te ves...
Lola
no quería parecer grosera así que Juana se fue en ayuda
J:
...distinta
Lo:
Sí, distinta... ¡Ahora seguro no vas a tener problemas con los hombres!
PM:
Seguro tienes algo con Aldo...
L:
¡Ay, claro que no Paula Maria! ¿Cómo se te ocurre?
Paula
Maria le contestó en tono socarrón:
PM:
Ja, ¿cómo me puede ocurrir que puedas tener algo con el güerito acapulqueño? De
hecho es un hombre feo y sin gracia alguna...
S:
¡No seas tonta, Lety! ¡Hombres como Aldo no se encuentran todos los días! ¡No
te lo dejes escapar!
L:
Es que Aldo no es mi tipo... ¡Y además ya les dije que solo es un amigo!
PM:
¿No será que hay otro hombre en tu vida?
Lo:
¡Lety! ¿Regresaste con Tomás?
L:
¿¡Qué!? ¡Claro que no, Lola!
PM:
¿Entonces qué pasa?
Lety
no sabía que hacer. De un lado, se moría de las ganas de contarle a sus amigas
de su historia de amor con Fernando, pero del otro sabía que no era posibile,
ya que el mismo aún seguía siendo el novio de Marcia.
L:
Pasa que es tarde y tengo que hablar con Luigi
Ma:
¡Ay no manigüis! ¡No nos puedes dejar picadas así!
L:
Marta, les prometo que, en cuanto pueda, les voy a contar todo. Por el momento,
pero, vayanse a trabajar muchachas que tenemos muchos que hacer en estos días
I:
¿Oyeron muchachas? Ayudamos a Lety y regresamos a trabajar, ¡Ándale!
Todo
el Cuartel abandonó la ofinina, menos Paula Maria.
L:
¿Me tienes que decir algo, Paula?
PM:
Lety... Tú sabes que, antes que ser tu secretaria, soy tu amiga ¿verdad?
L:
Claro que sí
PM:
¡Entonces ándale, confíate conmigo! ¿Quién es ese hombre que te tiene así?
L:
¿Así cómo?
PM:
¿No te das cuenta, Lety? En estos últimos días has estado risueña, feliz y en
las nubes como hacia tiempo no estabas... ¡Estás como cuando estabas con Tomás!
L:
¿Qué quieres decir con eso?
PM:
Me refiero a cuando me contaste que habías hecho el amor con Tomás y que él te
había dicho que te amaba, Lety.
¡Ahora
sí la cara de Lety se puso del mismo color del fuego!
PM:
¡Ja ja le atiné! Estás enamorada, Lety ¿no es así?
Lety
asintió con la cabeza
PM:
¿De Tomás?
L:
¡Ay no Paula Maria! Tomás y yo somos buenos amigos, no estamos enamorados.
PM:
¿Y se esfumó todo así? ¿De repente un día te levantaste y te diste cuenta de
que ya no amabas a Tomás?
Lety
no contestaba
PM:
Pues que raro, porque me parecía que estabas muy enamorada cuando me contaste de
tu noche con él..
Lety
decidió desahogarse con su amiga. En el fondo Paula Maria se había demostrado
una buena amiga en antaño, así que le confió parte de la verdad
L:
Paula Maria, sentamonos un momento en el sofá...
Tomado
asiento, Lety empezó a contarle algunas cosas...
L:
Me tengo que desahogar con alguien y quiero confiar en ti porque sé que puedo
hacerlo y que eres una buena amiga...
PM:
Claro que sí, Lety. Sabes que lo que cuentes a mi, se queda entre las dos
L:
Bueno... Lo que pasa es que sí, estoy enamorada, y del mismo hombre con quién
te conté que hice el amor...
PM:
Momento; estoy confundida... ¿No era Tomás ese?
L:
No. Dije que era Tomás porque no les podía revelar la identidad del hombre con
quién estaba
PM:
¿Y eso por qué? ¿Acaso está casado?
L:
¡Ay claro que no, Paula! ¿Cómo se te ocurre que pueda meterme con un hombre
casado? ¡Yo no soy así!
PM:
¡Perdón, Lety! Es que es bastante raro lo que me estás contando...
L:
Sí, me doy cuenta...
PM:
¿Y que pasó con ese misterioso hombre?
L:
Pasó que fuimos muchos felices juntos hasta que... Digamos que nos peleamos y
nos separamos por un tiempo...
PM:
¿Fue por eso que te fuiste a Acapulco?
L:
Sí, también fue por eso.
PM:
¿Y ahora hicieron la paz?
L:
Sí, Paula Maria, ahora nos reconciliamos y estamos muy felices juntos, por eso
me ven así
Paula
Maria sonrió. Ella estaba sinceramente feliz por su amiga pero no podía evitar
de pensar a la conversación que había tenido con las muchachas del Cuartel en
el baño; según el Cuartel, Lety podría tener una relación con alguien que
trabaja en la empresa...
PM:
Lety... Te tengo que hacer una pregunta...
L:
Dime
PM:
¿Se trata de alguien que trabaja aquí en la empresa?
Lety
tragó saliva y bajó la mirada sin decir nada. Para Paula Maria eso fue
suficiente. Ella había entendido...
PM:
No es necesario que añades algo más, Lety. Tu secreto queda entre tú y yo, te
lo prometo.
Lety
sintió su corazón más ligero así que se levantó y abrazó a su amiga
L:
Gracias, Paula Maria
PM:
No hay de qué, amiga
El
reloj marcaba las nueve y diez cuando Alicia y Tomás llegaron al consultorio de
la doctora de Alicia. A pesar de que Alicia tenía programada la cita con su
doctora a las ocho, la misma hizo lo posible para retrasarse mientras se alistaba.
Si bien había decidido que quería abortar, los últimos acontecimientos la
hicieron dudar bastante...
T:
¿Quieres que te acompañe adentro?
A.F:
No, gracias Tomás, pero es algo que tengo que hacer yo sola.
T:
Está bien... Aquí te espero entonces.
Antes
de dirigirse hacia el estudio de su médico, Alicia se volteó hacia Tomás y le
dejó un beso en los labios. Luego se volteó e ingresó en el consultorio
mientras una lágrima le corría mejilla abajo...
Sigue...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario