Capítulo
66
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Una
rara sensación en el pecho
Oyendo a Tomás que la llamaba, Alicia se paró. En
realidad no tenía el valor de mirarlo en los ojos pero, ya que él seguía
llamando su nombre, decidió averiguar qué quería. Cuando se volteó hacia él,
pero, el mareo se hizo más fuerte y a eso se sumó una fuerte sensación de
náusea así que Alicia empezó a ver todo negro hasta que las fuerzas la
abandonaron y se desmayó.
Por
suerte Tomás estaba bastante cerca de ella así que logró tomarla en sus brazos
antes de que la pobre Alicia se cayera al piso.
T:
¡Alicia! Mi amor, ¿Qué tienes?
Tomás
intentaba hacerla despertar como podía pero Alicia no reaccionaba. Desesperado,
el Vicepresidente financiero de Conceptos tendió Alicia en uno de los sofá del área
secretarial y se dirigió en Presidencia para pedirle ayuda a Lety.
T:
¡Lety! ¡Lety, ayudame por favor!
L:
¡Tomás! ¿¡Qué pasó!? ¿Te sientes mal?
T:
No se trata de mi; ¡se trata de mi chica!
L:
¿Alicia? ¿Qué le pasó?
T:
No sé; ¡Se puso mal y de repente se desmayó y no logro hacerla reaccionar!
Tomás
estaba visiblemente preocupado...
L:
Calmate, Tomás. ¿Donde está ahora Alicia?
T:
En uno de los sofá del área secretarial
L:
Bueno entonces tú regresa donde ella y yo voy a por los sales
T:
Gracias, Lety
L:
No hay de que.
Mientras
que Lety estaba busca de los sales, Tomás no le quitaba los ojos de encima a su
chica. El Vicepresidente financiero, había quedado cerca de ella tomandole la
mano pero Alicia no daba señal de quererse despertar.
T:
Mi amor... Mi amor, ¿Qué tienes? ¿Qué te pasó?
Con
la mano libre, Tomás se secó las lágrimas que empezaron a correr desde sus ojos.
T:
¡Fue mi culpa! ¡Todo esto pasó por mi culpa! ¡Tenía que hacerte comer aunque a
fuerza! Seguro te faltaron las fuerzas y te desmayaste por eso...
Por
la rabia, Tomás empezó a golpearse la cabeza hasta que advirtió un movimiento
de la mano de Alicia
AF:
To...Tomás...
T:
¡Sí! ¡Sí, Alicia, soy yo! ¿Cómo estás?
AF:
Como si me hubiera pasado encima un camión... ¿Qué me pasó?
T:
¿No te acuerdas? Te desmayaste hacia un rato...
AF:
¿¡Me desmayé!?
Alicia
hizo por levantarse pero sintió que otra vez le salía un mareo así que regresó
a sentarse.
T:
Alicia, es mejor que no hagas movimientos abruptos...
AF:
Yo sé lo que es mejor para mi, Tomás
T:
¡Ay no seas terca, Alicia! ¡Tú no te mueves de ahí! Quedade quieta que voy a
por un vaso de agua y azucar y luego de traigo a tu casa.
AF:
No es necesario, Tomás.
T:
Sí que lo es, Alicia.
AF:
Ja... ¿Ahora te preocupes por nos... por mi?
T:
Yo siempre me he preocupado por ti, Alicia. Eres tú la que no me quiere a su
lado...
AF:
“Como te equivocas, Tomás...” Pensó Alicia entre sí.
T:
Bueno, voy y regreso así le aviso a Lety que no necesitamos más de los sales.
Quedate ahí mientras tanto...
Tomás
se levantó del piso donde estaba sentado y se dirigió hasta la cafetería de
Conceptos.
Quedada
a sola, Alicia volvió a pensar a cuanto no se merecía a un hombre como Tomás. A
pesar de que lo estaba tratando con la punta de los pies desde esa dichosa
noche, Tomás seguía preocupandose por ella y no le guardaba el más mínimo
rencor.
En
tanto, Aldo había llegado a Conceptos y, una vez ingresado a primer piso, se
dio cuenta de que Alicia estaba acostada en el sofá así que se acercó a ella.
A:
Alicia, ¿te sientes bien?
AF:
Sí, Aldo, tuve un mareo y me desmayé pero no fue nada...
A:
¿¡Como que no fue nada!? Si te desmayaste quiere decir que no estás bien. ¿Por
qué no te haces revisar de un doctor?
AF:
Porque de veras no fue nada, Aldo, no te preocupes...
A:
Está bien, ¡pero trata de cuidarte! ¿Necesites que te acompañe a tu casa? Si
quieres, tengo mi coche aquí abajo... Le aviso un momento a Leticia y te acompaño...
En
ese momento, estaba regresando Tomás que, oyendo la conversación y seguro de
que Alicia hubiera preferido la compañía de Aldo a la suya, hizo por alejarse
pero Alicia, que lo había visto llegar, le dijo a Aldo que no era necesario que
la acompañara:
AF:
Te agradezco mucho, Aldo, pero Tomás se ofreció acompañarme y prefiero irme con
él.
Aldo
se volteó hacia Tomás y fue a abrazarlo para saludarlo
A:
¡Tomásito! ¿Cómo estás?
T:
Bien, bien gracias, Aldo.
A:
Me imagino que ese vaso de agua es por Alicia...
T:
Así es.
A:
Bueno, los dejo entonces. Seguro Leticia ya me está esperando...
T:
Sí. Está en el baño de Presidencia para refrescarse un momento...
A:
Bueno entonces la espero en su oficina. Buenas noches, muchachos
AF:
Adiós Aldo
Cuando
Aldo se encerró en Presidencia, Tomás le acercó el agua a Alicia que la tomó
agradeciendole
T:
Así que quieres que sea yo a acompañarte a tu casa...
AF:
Si no es un problema, te lo agradecería mucho, Tomás. No te lo pidiría en otro
momento, pero, en estas condiciones, no me quedo tranquila en regresar a mi
casa en microbús...
T:
No te preocupes, Alicia, yo te acompaño
AF:
Gracias, Tomás
T:
No tienes nada que agradecerme, Alicia. ¿Nos vamos?
AF:
Sí...
Tomás
la tomó de la mano y despacio salieron de la empresa.
En
Presidencia, Lety había logrado arreglarse un poco y, una vez salida desde el
baño, se dio cuenta de que Aldo la esperaba sentado en uno de los sillones.
L:
Hola Aldo
A:
Buenas tardes, Leticia. ¿Estás lista?
L:
Sí. Perdón si me retrasé un poco, pero tuvimos un problemito con Alicia...
A:
Sí, me di cuenta mientras llegaba. Por suerte no fue nada grave, según Alicia.
L:
Sí...
A:
¿Nos vamos?
Lety
miró por última vez la pantalla de su computadora para ver si quizás Fernando
se había comunicado con ella por mail, pero no estaba ningún mensaje así que
apagó la máquina y salió de Presidencia junto a su amigo Aldo.
L:
¿Adónde vamos?
A:
En el restaurante de mi amigo Pablo. Es un lugar muy bonito que estoy seguro te
va a encantar
L:
Bueno...
Mientras
tanto, Fernando había salido de Krauss Publicidad y, como siempre, se había
quedado sin pila en su celular.
F:
¡Méndigo infeliz! ¡Siempre me abandonas cuando más me sirves!
Mirando
su reloj, Fernando se dio cuenta que ya era bastante tarde y que seguro Lety ya
había salido con el fritanguero...
F:
Solo espero que tenga las manos a sus puestos o se la va a ver conmigo el güerito
ese...
Ya
que Krauss Publicidad estaba cerca del departamento de Marcia, Fernando decidió
aprovechar para ir donde su “novia oficial” para terminar la platica del mediodía...
En
tanto, Alicia y Tomás habían llegado bajo el departamento de la rubia...
AF:
Gracias por todo, Tomás, ahora me voy a mi casa.
T:
Alicia... No lo tomes como un gesto de atrevimiento, pero me gustaría acompañarte
hacia el piso de tu departamento.
Alicia
tragó saliva. No quería que Tomás se diera cuenta de las condiciones de su
casa. Como ya había pasado en antaño, Alicia se había quedado otra vez con el
refrigerador vacío y con la luz cortada.
AF:
Tomás, yo...
T:
Alicia, ¡te lo ruego! Te juro que no te voy a tocar ni con un dedo. Me quedó
muy claro que no quieres tener nada que ver conmigo; pero me quedaría más
tranquilo al saberte dentro de tu departamento al seguro
Alicia
sonrió.
AF:
No me va a pasar nada en las escaleras, Tomás
T:
¿Y que tal si te da otro mareo y te caes? ¡No puedo permitir que pase, Alicia!
AF:
Está bien, Tomás, acompañame hasta mi departamento, si quieres.
Ahora
Tomás también sonreía. ¡Esta batalla la había ganado él!
Mientras
subían las escaleras, Alicia le advirtió a Tomás cerca de las condiciones de su
casa...
AF:
Tomás...
T:
Dime, Alicia
AF:
Antes de que abra la puerta, tienes que saber una cosa...
T:
¿Qué cosa?
Alicia
bajó la mirada avergonzada antes de contestarle
AF:
Es que me quedé otra vez sin luz...
Tomás
se mordió el labio. Él hubiera querido ayudar a su chica. Lo único que le
importaba, era que Alicia estuviera bien y hubiera hecho cualquier cosa para
ella.
T:
¿Por qué me lo estás diciendo?
Alicia
levantó la mirada y lo miró en los ojos.
AF:
Porque es una cosa que me avergüenza mucho...
T:
Alicia, conmigo no tienes que avergonzarte de nada, creeme... ¿Ahora abres la
puerta así entramos?
AF:
Sí, claro...
Despacio,
Alicia abrió la puerta y le dio paso a Tomás
T:
Antes la dama...
Alicia
entró y encendió unas velas que tenía en la cocina mientras que Tomás se sentaba
en el sofá.
T:
Me imagino que, siendo sin luz, no tienes nada en el refrigerador...
AF:
Así es...
Alicia
bajó otra vez la mirada. A pesar de lo que le había dicho Tomás, ella seguía
avergonzada por su situación.
T:
Te propongo algo: ya que yo tampoco he cenado, ¿Qué te parece si pedimos
comida?
La
mirada de Alicia se iluminó. En el fondo ella no había comido nada en todo el día
y estaba que se moría de hambre ya que ahora eran dos los que tenían que
comer...
AF:
¡Me parece perfecto, Tomy!
Al
sentirse llamar con ese apodo, Tomás sonrió. Había mucho que su chica no lo
llamaba así...
T:
¿Qué te gustaría comer? ¿Chino? ¿Tailandés?
AF:
Pues... En realidad me gustarían unos taquitos...
Tomás
quedó boquiabierta. Por lo que había podido comprobar, a Alica le gustaba la
cocina fina y refinada; ¡jamás hubiera imaginado que se le antojaran unos
tacos!
T:
¿¡En serio!?
Alicia
asintió con la cabeza.
T:
Bueno, esos los puedo tomar en la esquina aquí abajo... ¿Se te antoja algo más?
Alicia
le contestó sin ni pensarlo
AF:
¡Papas fritas! Ah y unos churritos...
T:
Je je je bueno entonces voy y regreso
Tomás
estaba por salir cuando Alicia lo llamó
AF:
¡Tomás!
T:
Dime
AF:
...gracias.
Tomás
sonrió. El solo ver la cara de su chica era suficiente para tenerlo risueño todo
el día.
T:
No hay de qué...
Mientras
tanto, Fernando había llegado al departamento de Marcia y, ya que tenía la
llave, ni siquiera se tomó la molestia de sonar la campanilla así que entró y
se fue en busca de Marcia. No oyendo ningún sonido en la cocina, Fernando se
dirigió hacia la recámara pero ahí tampoco estaba Marcia. Estaba casi por irse
cuando oyó un sonido venir desde el baño así que se acercó. Cuando abrió la
puerta, se topó con Marcia que se estaba quitando la bata para vestirse, ya que
recién había salido desde la ducha. Esa visión de Marcia encuerada lo tomó de
sorpresa tanto que Fernando se puso rojo en la cara y tuvo que cubrirse sus partes
masculinas con su portafolio para evitar una mala impresión. Por suerte Marcia
no lo oyó ni lo vio así que Fernando pudo salir del baño sin ser descubierto.
Una
vez afuera del baño, Fernando se sentó en la cama y trató de tomar aire.
F:
¿Qué pasó carnalito brother? ¿Te bastó ver a una mujer encuerada para ponerte
así? ¡Mira que te voy a cortar si eso pasa otra vez! Ay si lo supiera mi
Lety...
En
ese momento, Marcia salió del baño y se dio cuenta de la presencia de su novio.
M:
¡Fernando! ¿Qué haces aquí?
F:
Hola Marcia. Es que tuve una cita con los de Krauss Publicidad y, ya que estaba
cerca, decidí pasar aquí. ¿Acaso te molesto?
M:
Tú nunca me molestas, mi amor.
Marcia
se sentó cerca de él y lo abrazó. Los dos quedaron así unos minutos hasta que
Fernando decidió que había llegado la hora de aclarar el asunto de la visita
ginecológica.
F:
Marcia, ya que estoy aquí, me gustaría terminar la platica que tuvimos hoy en
la empresa...
M:
Fernando, ya te dije lo que tenía que decirte: ¡mi ginecóloga me anticipó la
visita al próximo martes y ya no puedo cambiar la fecha!
F:
¡Es que el próximo martes yo estaré a Estados Unidos!
M:
¿¡Y yo qué culpa tengo!? ¡Podías decirmelo antes de que fijara la fecha!
F:
¡Es que yo supe eso del viaje apenas ayer!
M:
¿Fernando?
F:
¿Qué?
M:
¿Por qué estamos gritando?
F:
No sé... Debe ser que estoy un poco cansado; hoy ha sido un día bastante
pesado...
M:
¿Y por qué no te quedes a dormir aquí conmigo? Hace mucho que no dormimos
juntos...
F:
No, Marcia. Tengo que ir a mi casa y buscar unos documentos que me sirven para
el viaje
M:
¿A esta hora?
F:
A esta hora. Como en los próximos días tenemos mucho que hacer en la empresa,
entre el video de Fernández y lo de Castro, y el lunes salgo de viaje muy
temprano, no me queda mucho tiempo para organizarme.
M:
Como quieres... ¿Y por lo de la ginecóloga?
F:
Te voy a acompañar en la visita del próximo mes; no me queda de otra...
M:
Bueno...
F:
Me voy ahora, Marcia. ¿Necesitas algo antes de que me vaya?
M:
No, Fernando, estoy bien así. De todos modos, gracias por preocuparte
Fernando
se acercó a ella y le dejó un picoreto en los labios
F:
De hecho soy tu prometido, así que es normal que me preocupe por ti
Luego
Fernando le guiñó el ojo y salió del departamento.
En
tanto, Aldo y Lety habían empezado a cenar. Durante la cena, Aldo había
aprovechado para explicarle los progresos del proyecto de Turismo Gastronómico y
Lety había quedado encantada.
A:
¿Así que Conceptos siempre puede ocuparse de eso?
L:
¡Claro que sí, Aldo! Para nosotros sería un honor poder cooperar en ese proyecto
A:
Bueno, entonces tenemos que hacer una reunión con mi amigo Guillermo Andreu,
que es el que se ocupa del proyecto, y ponernos de acuerdo para los detalles
del negocio
L:
Okey. ¿Y más o menos ya tienes una idea del día en que hacer esa reunión? Te lo
digo porque tengo que organizarme un poco ya que en estos días estamos llenos
de trabajo entre los videos de Alejandro Fernández y Cristian Castro y los
comerciales que estamos produciendo
A:
Pues... Yo diría que podría ser a principio de la próxima semana. ¿Qué te
parece?
L:
No hay problemas. Lo importante es que no sea de lunes
Aldo
se puso sospechoso
A:
¿Ya tienes un compromiso para ese día?
L:
Es que tengo una cita con mi doctora para un chequeo y no puedo posponerla
A:
Leticia, ¿te pasó algo grave?
L:
No, Aldo, nada grave. Solo es un chequeo para revisar que todo esté en orden
A:
¿Quieres que te acompañe?
L:
¿Donde mi doctora? No, no es necesario. Voy con Carolina. De todos modos,
gracias por pedirme
A:
No day de qué. Pero, cualquier cosa necesitas, sepas que yo siempre estoy aquí
L:
Gracias, Aldo
Lety
acercó su mano a la de Aldo, que estaba sobre la mesa, y la apretó como
agradecimiento. En toda respuesta, Aldo tomó la mano de Lety y le dejó un beso
en los nudillos.
En
casa de Alicia, ella y Tomás estaban comiendo los tacos y la atmósfera parecía
bastante relajada. Por primera vez, Tomás había visto a Alicia arropada con una
especie de juego de gimnasia y eso lo había dejado bastante sorprendido. Cuando
le preguntó a Alicia, la misma le respondió que necesitaba estar más cómoda y
que siempre se arropaba así cuando estaba sola en su casa.
Cuando
habían terminado de comer, Tomás hizo por levantarse para ir a lavar los platos
cuando Alicia lo bloqueó con una pregunta:
AF:
¿Por qué haces todo esto por mi, Tomás?
T:
Porque te amo, Alicia.
Alicia
se quedó boquiabierta y sintió su corazón empezar a latir como un loco. Esa era
la primera vez que Tomás le decía que la amaba y, al oír esas dos palabras,
Alicia sintió un escalofrío correrle por toda la espalda.
AF:
¿Me... me amas?
T:
Sí, Alicia. Y no te lo estoy diciendo porque quiero que tú me digas lo mismo,
porque es claro que no es así. Pero no te preocupes; yo me doy por bien servido
con solo poderte ver todos los días en la empresa. Eso es mucho más de lo que
me podía imaginar ¿sabes?
Alicia
lo escuchaba con atención
T:
Mira, Alicia... Desde la primera vez que vi tu foto en la revista, no he hecho
otra cosa que no sea pensar en ti. Me enamoré de ti en ese momento y sigo todavía
amandote. Sé que aún estás enojada por lo que pasó esa dichosa noche anterior a
la junta del comité, ¡pero creeme que no era mi intención engañarte! Sé que no
fui el mejor de los hombres cuando “me aproveché” de ti, pero estar contigo era
lo que más quería en la vida y no solo porque eres una mujer bellisíma, si no
porqué estoy enamorado como un loco de ti y poder sentir el olor y la suavidad
de tu piel, era un sueño hecho realidad. Por eso no logro pentirme
completamente por lo que pasó esa noche porque, a pesar de todo, esa fue la
noche más maravillosa de mi vida.
Las
lágrimas empezaron a correr mejillas abajo en la cara de Alicia que, no
logrando tratenerse, se escapó en el baño y ahí se encerró.
AF:
No lo puedo creer... ¡Tomás me ama! Ya sabía que le gustaba; siempre me lo ha
demostrado, ¡pero no me imaginaba que estaba enamorado de mi! ¿Cómo puede un
hombre como él, enamorarse de alguien como yo? Tomás es un hombre bueno; simpático;
dulce; ¡honesto! ¿Por qué tuvo que enamorarse de una mujer como yo? Sé perfectamente
que no me merezco su amor pero...
Alicia
suspiró y, apoyando su espalda contra la puerta del baño, se dejó caer sentada
en el piso.
AF:
Ay dios mío, no sé que me pasa, ¡pero de repente siento algo hacia Tomás! No sé
si es amor, pero es una sensación rara que tengo en el pecho cuando él se porta
lindo conmigo... Y hacia un rato, cuando me dijo que me ama, no sé... Sentí tan
bonito aquí en mi corazón...
Alicia
aún estaba risueña y perdida en sus pensamientos cuando oyó unos golpes en la
puerta
T:
¡Alicia! ¡Alicia, por favor, abre la puerta! ¡Necesito saber que estás bien!
Alicia
se incorporó y, tras secarse las lágrimas, le abrió la puerta a Tomás y lo
abrazó, estrechandolo fuerte.
Tomás
se quedó anonadado con ese gesto y al principio no fue capaz de corresponderla.
Cuando Alicia vio que Tomás no la abrazaba a su vez, se separó de él.
AF:
Perdoname, Tomás, no debía portarme así...
T:
¡No! ¡No, Alicia! Es que no me esperaba ese gesto de tu parte, por eso me quedé
un poco asombrado... Ven aquí...
Tomás
abrió sus brazos y Alicia se volvió a abrazarlo. Los dos se quedaron varios
minutos así hasta que Tomás, viendo la hora, entendió que había llegado el
momento de regresar a su casa. Sin gana alguna, se separó de Alicia y la miró
en los ojos.
T:
Alicia, se hizo tarde y creo que es mejor que yo regrese a mi departamento. Tú
estarás cansada y necesitas descansar, así que te ayudo a acostarte y luego me
voy, así puedes relajarte en paz.
Alicia
tragó saliva y asintió con la cabeza.
Una
vez acostada debajo de la colcha, Tomás le dejó un beso en la mejilla y una
caricia pero, cuando hizo por irse, Alicia lo detuvo por una muñeca.
AF:
Tomás...
T:
¿Qué pasa, chiquita? Ops, perdón; se me había olvidado que no quieres que te
llame así...
Alicia
sonrió
AF:
No, está bien...
Tomás
sonrió también
T:
¿Qué necesitas?
AF:
Es que... Te quería pedir un pequeño favorcito...
T:
¿De qué se trata?
Alicia
se mordió la uña del indice antes de hablar, signo de que estaba bastante
nerviosa
Viendola
así, Tomás entendió el nerviosismo de su amada y decidió facilitarle las cosas
T:
Alicia, ya te dije que conmigo no tienes que avergonzarte de nada. Sabes
perfectamente que puedes pedirme lo que quieres. ¡Por ti bajaría hasta la luna
si pudiera!
Alicia
advirtió otra vez esa sensación rara en el pecho...
AF:
Está bien...
Tomando
un largo respiro, por fin Alicia se decidió a hablar
AF:
Tomás, ¿Te quedarías a dormir aquí conmigo?
¡Tomás
casi se atraganta con su propia saliva!
AF:
No me malinterpretes, pero me sentiría más tranquila si esta noche te quedes
conmigo. Es que aún no me siento al cien por ciento y tengo un poco de miedo en
quedarme a sola...
¿Era
realmente por eso que Alicia quería que Tomás se quedara, o de veras empezaba a
sentir algo por él?
T:
Pero... ¿Estás segura de que quieres que me quede aquí, Alicia?
AF:
Sí, Tomás. ¡Siempre que para ti no sea un problema!
T:
¡Ningún problema, chiquita! Y, por ser sincero, me quedo más tranquilo yo
también al no saberte sola en tu departamento.
AF:
Gracias, Tomás.
T:
No hay de qué.
Tomás
le besó la frente y hizo por dirigirse hasta el sofá del salón cuando Alicia lo
llamó.
AF:
Tomás, ¿A donde vas?
T:
Pues... En el sofá ¿no?
AF:
No tiene sentido que te acuestes en el sofá que es muy incómodo; métete aquí
conmigo, en mi cama.
En
realidad, Alicia estaba muy nerviosa por lo que hubiera pasado el día
siguiente. Ella se sentía culpable hacia Tomás por no haberle dicho del niño,
pero no quería obligarlo a estar con ella por eso. Si bien Tomás le había dicho
que la amaba, Alicia sabía que ella no era la mujer que él se merecía, por eso
había tomado ella sola la decisión cerca del niño que esperaba. Esa noche,
pero, solo por una noche, quería sentirse amada y protegida y quería dormir
abrazada al único hombre que la había hecho sentir amada sin querer nada a
cambio.
T:
¿¡Qué!? No, Alicia, no creo que sea una buena idea...
AF:
¡Andale, Tomás! ¡No seas malo! Ya te dije que necesito sentirme tranquila esta
noche, y me sentiría definitivamente más tranquila contigo a mi lado
Tomás
tragó saliva mientras que su cara enrojesía cada segundo más.
T:
Es... est... está bien, Alicia, como tú quieres...
Despacio
Tomás se quitó su saco y los zapatos. Luego se desabrochó el cinturón y, tras
quitarselo, se tendió en la cama cerca de su amada. Una vez acostado, Alicia se
acercó a él y, encontrada la posición más cómoda en su pecho, lo abrazó y se
durmió abrazada a él con el sonido de su corazón que le hacía de canción de
cuna.
Tomás
le besó la coronilla y, antes de apagar la luz de la lámpara, le deseó las
buenas noches:
T:
Buenas noches, mi amor...
Una
vez llegado a su casa, lo primero que hizo Fernando fue poner bajo carga su
celular y, cuando por fin el dispositivo se encendió, compuso el número de Lety
y apretó el botón de llamada aunque se quedó desconcertado cuando oyó la voz de
la contestadora.
F:
¿Será que Lety apagó el celular para estar más tranquila? Ay no, Fernando, ¿qué
vas pensando? Seguro se le falló la pila como me pasó a mi...
Luego
Fernando miró el reloj que estaba arriba de la chiminea y, percatandose de que
ya había pasado la medianoche, se puso en alerta.
F:
¿Cómo es que aún no ha rencasado? ¿Y si el güerito risueño la trajo en otro
lugar?
De
repente Fernando desorbitó los ojos
F:
¿¡Y si la trajo a un hotel!?
El
pobre Vicepresidente había empezado a pensar a las peor cosas, así que decidió que
era mejor averiguar si Lety había regresado a su casa. Obviamente, vista la
hora, no podía llamar a su casa con el riesgo de despertar a los papás de Leticia,
así que, sin pensarlo, subió en su coche y se arrancó rumbo Calle de mimosa.
Mientras
tanto, Lety estaba llgando a su casa. Luego de la cena, ella y Aldo se habían
tardado porque Aldo quería aprovechar de la compañía de Leticia para dar una
vuelta por la ciudad de noche. En particular, Aldo deseaba ver la famosa “Plaza
Garibaldi”, la plaza donde estaban los mariachi, y, viendo cuanto realmente
deseaba darse una vuelta, Lety aconsintió. Los dos pasearon por largo rato en
la plaza pero, cuando hizo por ver la hora, Lety se dio cuenta que daban las
23.30 así que le pidió a Aldo que la acompañara a su casa.
A:
¿No te quieres quedar un ratito más? ¡Está tan bonito este lugar!
L:
Sí, es muy bonito, Aldo, pero mañana tengo que trabajar y se hizo tarde.
A:
Claro... Te acompaño a tu casa, entonces.
Una
vez delante de la puerta de Lety, la Presidenta bajó del coche y, ya que se había
dado cuenta que la pila de su celular había hecho caput, tenía prisa de meterse
en su casa para poner el celular bajo carga, así que saludó rápidamente a Aldo
con un beso en la mejilla y, sin que el pobre pudiera decir una palabra, se retiró
en su casa.
Una
vez adentro, Lety corrió escaleras arriba y se metió en su cuarto para buscar
el cargador. Cuando su celular se encendió, Lety se dio cuenta de que tenía 5
llamadas perdidas por parte de Fernando.
L:
Ay... ¡Seguro Fernando se puso como feria viendo que no le contestaba! Quién
sabe que estará pensando en este momento... Mejor lo llamo
El
celular no sonó ni dos veces que ya Fernando había contestado
F:
¡Lety! Mi amor, ¿donde estás?
L:
Apenas llegué a mi casa, mi amor.
F:
¿Y por qué no me contestabas?
L:
Porque se me falló la pila del celular y apenas ahora logro encenderlo.
F:
Entiendo... A mi me pasó lo mismo con el mío
L:
Ji ji ji parece que nuestros celulares se pusieron de acuerdo
F:
Ja ja asì parece
L:
Bueno pero cuentame... ¿Cómo te fue con el Señor Luciano?
Mientras
hablaba, Lety había empezado a quitarse el abrigo para ponerse cómoda
F:
Pues, te diría bien, pero te cuento mejor en cuanto te veo
L:
¿O sea que me vas a dejar picada hasta mañana?
F:
¿Quién habló de mañana?
L:
Fernando... No entiendo...
F:
Es que estoy casi en tu colonia
L:
¿¡Qué!? ¿Y eso por qué?
F:
Pues, porque mi novia no me contestaba así que me preocupé y preferí venir a
ver de persona que pasó
L:
Ji ji ji siempre eres el mismo, mi celosito
F:
¿Te estás burlando de mi?
L:
¡Claro que no, Fernando! Sabes que me encanta ese aspecto de ti...
F:
Y a mi me encantas tú, Leticia
Lety
se empezó a sentir calor a pesar de que hacía bastante frío esa noche. ¿Quién
necesitaba de calentador cuando Fernando lograba incendiarla con tan solo unas
palabras?
L:
¿Te falta mucho para llegar?
F:
Digamos que ya llegué. Si te asomas a la ventana puedes verme.
Leticia
se asomó a su ventana y, efectivamente, vio el coche de Fernando mientras
estaba estacionando.
F:
¿Bajas tú o tengo que escalar hacia tu ventana como un escalador de montañas?
L:
Ji ji ji ahorita bajo yo
F:
Te espero...
Una
vez afuera, Lety se precipitó hacia el coche de Fernando y se metió en el
mismo. Sin darle tiempo de hablar, se colgó al cuello de su amado y lo besó con
pasión. Como ya había pasado en antaño, Lety no se dio cuenta y picó el botón
que servía para abrir el techo del coche, así que los dos se quedaron al aire
abierta y bajo la lluvia, ya que había empezado a llover.
F:
Mi amor, nos vamos a mojar como pollitos así ja ja ja
L:
Ops, perdón, no me dí cuenta...
F:
No pasa nada
Con
un gesto Fernando cerró el techo y volvió a besar a su amada. Luego de muchos
besos, los dos se separaron para tomar aire y Lety aprovechó para pedirle de la
cita con los de Krauss
L:
¿Como te fue con el Señor Luciano?
F:
Bien. Parece que no voy a viajar solo
L:
¿Ah sí? ¿Y quién te va a acompañar?
F:
Uno de sus empleados que tiene que hablar con Mr Hutcherson. También me dio los
documentos de viaje y todo el material del negocio. Mañana en la empresa
hablamos mejor de eso
L:
Sí, claro... ¿Y siempre vas a regresar el viernes?
F:
Así es, mi amor. El viernes tengo el vuelo de regreso a las 18.00
L:
Entonces, si quieres, vengo por ti en el aeropuerto
F:
¡Claro que quiero, Lety! ¡Hasta la duda ofende!
Lety
sonrió.
L:
¿Te puedo también acompañar el lunes?
F:
¿A Estados Unidos?
L:
ji ji ji no, Fernando. Al aeropuerto
F:
¿Segura? Mira que mi vuelo sale bastante temprano...
L:
¿Bastante temprano cuanto?
F:
A las seis y media de la mañana, así que tengo que estar en el aeropuerto a las
cinco y media a más tardar.
L:
No hay problema, mi amor. Me voy a levantar a las cinco así paso por ti y nos
vamos
F:
Uhm... ¿Y qué te parece si en vez te duermes directamente a mi casa?
L:
A... a... ¿A tu casa?
F:
Claro. No sería la primera vez que duermes ahí...
Fernando
le guiñó el ojo pícaro haciendo sonrojar a Lety
L:
Me gustaría muchísimo, Fernando, pero no creo poder escapar otra noche esta
semana... Ya mi mamá me hizo un gran favor en cubrirme la espalda ayer en la
noche, y no puedo pedirle otra vez que me ayude con mi papá...
F:
No te preocupes, Leticia, lo entiendo... Nos vamos a ver directamente en la mañana
entonces, no pasa nada.
L:
¡Es que de veras me hubiera gustado pasar la noche contigo antes de que te
vayas!
F:
Lo sé, mi vida, pero tenemos que tener paciencia. Vas a ver que en un par de
meses la situación se irá a resolver y entonces nuestra historia de amor podrá salir
a la luz del sol. ¿Te acuerdas? Tú misma dijiste que nuestro amor debe de ser
un sol que dá luz; que nos ilumina; que dá vida... Y creeme, mi Lety, que yo no
veo la hora de que todo esto sea posible y que tú te convierta en mi esposa
El
corazón de Lety perdió un latido. No era la primera vez que Fernando hablaba de
matrimonio y eso la ponía inmensamente feliz. Tanta era la felcidad y el amor
que Lety sentía para Fernando en ese momento, que no pudo evitar conmoverse
F:
No, mi amor, ¡no llores!
L:
Ay perdón, es que tú siempre logras encontrar la llave para llegar a mi corazón
F:
Es porque te amo inmensamente, Leticia.
Fernando
se acercó otra vez a ella y la besó.
F:
¿Me acompañarías en un lugar que a mi me gusta mucho? No te preocupes, está aquí
cerca y no vamos a tardarnos mucho...
L:
Llevame a donde quieras, mi principe
Fernando
sonrió y, tras acariciarle la mejilla, arrancó y partió rumbo un lugar que para
él era verdaderamente especial...
Sigue...
sigue por favor
ResponderBorrarEstà publicado el capìtulo 67 :)) Perdòn por el retraso!
BorrarEspero les guste :3
Mary <3
Sí, por favor.
ResponderBorrarEstà publicado el capìtulo 67 :)) Perdòn por el retraso!
BorrarEspero les guste :3
Mary <3