Capítulo
43
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Hasta
el final
A:
¡Leticia!
Aldo
corrió de inmediato hasta donde era ella y, cargandola en sus brazos, la trajo
en Presidencia y la acostó en el sillón.
Viendo
entrar a Aldo con Lety en los brazos, Tomás se alarmó
T:
¿¡Qué pasó!? ¿¡Por qué Lety está así!?
A:
No sé Tomás. Cuando yo llegué, Leticia estaba saliendo del baño y de repente me
vio y se desmayó.
Tomás
se acercó al sillón donde Aldo había recostado a su amiga
T:
¡Lety! ¡Lety reacciona por favor!
Viendo
que Lety no daba signos de querer reaccionar, Tomás fue por el alcohol.
Quedado
a solas con ella, Aldo empezó a acariciarle dulcemente la mejilla
A:
Ay Leticia, ¿A qué se deben estos desmayos? ¿No serà que estás demasiado
estresada con todo esto de Conceptos?
Por
fin Lety empezó a mover los labios hasta que de su boca salió una palabra:
L:
Fernando...
Aldo
hirvió de celos al sentirle pronunciar ese nombre que él tanto odiaba. Abandonado cualquier animo de ser cariñoso, el güero decidió que era mejor
esperar a Tomás para despertarla.
Cuando
el Licenciado Mora regresó en Presidencia, logró hacer reaccionar a Leticia acercandole
un algodón embebido de alcohol a la nariz
Finalmente
Lety reaccionó y muy despacio se incorporó
L:
¿Qué me pasó?
A:
Te desmayaste Leticia...
Lety
volteó su cabeza hasta donde oyó la voz de su amigo que mientras tanto se había
sentado en uno de los sillónes que estaban frente del escritorio
L:
Ay ¡Hola Aldo!
Aldo
estaba enfadado con ella por lo que acababa de mencionar por eso ni la miraba
en los ojos
Lety
agachó la cabeza muy avergonzada, pensando que Aldo podía haberse enojado con
ella por el desmayo. Al fin y al cabo, no era la primera vez que ella se demayaba en su presencia...
L:
¡Ay que vergüenza! ¡Me desmayé otra vez!
T:
¡Ni lo digas Lety! Más bien, ¿Como te sientes?
L:
Estoy un poco cansada... Ha de ser porque esta noche me fui a dormir un poquito
tarde y esta mañana me levanté muy temprano...
Aldo
se extrañó y, en tono socarrón, le inquirió:
A:
¡Que raro que te fuiste a dormir tarde! Yo me acuerdo perfectamente que te dejé
en tu casa, cerca de las once ¿verdad?
Lety
tragó saliva nerviosamente y trató de inventarse una excusa que no la delatase
L:
Sí... sí... Lo que pasa es que... como no lograba tomar sueño... ¡Me quedé
leyendo un libro y se me hizo bien tarde! ji ji ji
A
Aldo no le cuadraba la explicación de Leticia pero no pudo otra cosa que
creerle. Al cabo él mismo la había dejado delante la puerta de su casa y allí
se había quedado hasta que no la vio entrar en la misma.
Aprovechando
que Aldo estaba un poco distraído, Lety decidió desviar el eje de la
conversación
L:
¿Y a qué se debe el honor de tu visita, Aldo?
A:
¿No te imaginas Leticia? Me hacías falta y pensé que te podía hacer placer que
yo viniera por ti
Lety
sonrió abochornada
L:
Gracias Aldo, fue un gesto muy amable de tu parte
Sintiendose
como la tercera rueda, Tomás preferió ritirarse y dejar los dos pajaros a solas
T:
Bueno, yo los dejo.
La
alarma de Lety se activó de inmediato. No sabía bien porque, pero sentía que
quedar a solas con Aldo no era para nada una buena idea así que trató de detener
a Tomás
L:
¡No Tomás! ¡Quedate!
Viendo
que Aldo la miraba extrañado, Lety añadió algo para desviar cualquier sospecha
L:
...tenemos que terminar con el asunto de Krauss...
T:
Es que se me hizo tarde y tengo que ir al Banco de las Americas antes que
cerren. ¡No te preocupes Lety! Terminamos después... ¡Adiós Aldo!
A:
¡Adiós Tomásito!
Lety
se puso a pensar entre sí: ¡Ay no! ¿Y ahora que va a pasar con él aquí?
Salido
de Presidencia, Tomás se paró frente al escritorio de Alicia
T:
Hola Alicia.
La
secretaria de pelo rubio lo fulminó con la mirada con solo verlo parado frente
a ella
T:
Mira, yo sé que no te agrada en demasía la idea de ser mi secretaria pero ni modo...
AF:
Tienes razón Tomás. ¡Me molesta sobremanera trabajar para ti! Pero te digo
algo... Cuanto antes, Marcia va a pedir a tu amiga garnacha que yo sea su
secretaria así que te conviene empezar a buscarte a otra que te aguante tus
caprichos...
T:
¿Mis caprichos?
AF:
¡Ay ya Tomás! ¡Conmigo no te hagas! ¡Tu aparteneches a esa clase de hombres que
se aprovechan de las mujeres engañándolas y ¡encima! sin dar nada a cambio!
Tomás
entristeció. Era obvio que Alicia no le había perdonado esa noche, previa a la
junta del comité, que los dos habían pasado juntos...
T:
Está bien Alicia, como quieres... Sin embargo, ¿Te puedo pedir algo? ¡Ay, me
salió un verso sin esfuerzo! Ji ji ji
Alicia
resopló
AF:
¿Y ahora qué quieres?
T:
¿ Aceptarías una invitación
para venir a cenar conmigo esta noche?
La
Oxigenada lo miró de malo modo hasta que Tomás añadió algo:
T:
¡Obviamente te voy a traer al “Le noir”! ¿Que te parece?
A
Alicia no le gustaba nadita la idea de irse a comer con Tomás pero era demasiado
tiempo que no comía como Dios mandaba y, frente a una invitación al “Le noir”,
no podía refiutarse
AF:
Está bien Tomás
Tomás
brincó de alegria al sentir la respuesta positiva por parte de su chiquita
T:
¡Bueno entonces nos vemos esta noche chiquita! ¡Muak!
AF:
¡Grr! ¡No me llames así!
T:
Ji ji ji ¡Perdón Alicia!
Mientras
tanto, en el departamento de la productora ejecutiva, la misma estaba
desayunando, a pesar que el reloj marcaba la diez y media. Marcia habia pasado
una noche infernal, tras oír su novio envocar el nombre que ella tanto odiaba y
que pertenecía a su amante, entonces esa mañana aprovechó que no tenía que ir a
trabajar para quedarse en la cama más de lo normal, retrasando el desayuno. Habia justo empezado a beber su café cuando el sonar de su telefono se hizo oír
M:
¿Bueno?
Dr:
¡Hola Marcia! ¿Como estás?
Marcia
reconoció de inmediato la voz de su doctora
M:
¡Buenos días Doctora! Estoy bien, gracias.
Dr:
Me alegro... Mira te llamaba para decirte que por fin llegaron los resultados
de tus análisis y que las tengo en mis manos
Marcia
hubo un escalofrío. Ella esperaba ese momento desde muchos días y ahora, por
fin, parecía junto el momento de la verdad.
M:
Y... ¿Qué salió de las análisis?
Dr:
Mira Marcia, yo preferiría que vinieras personalmente a mi consultorio para
hablar de eso. ¿Puede ser hoy mismo?
M:
Sí, claro. Me pongo mi abrigo y voy por usted
Dr:
Bueno, aquí te espero.
En
media hora la productora ejecutiva estaba sentada en el consultorio de su
doctora. Marcia era muy agitada y no veía la hora de saber si estaba embarazada
u no.
M:
Bueno Doctora, al grano. ¿Usted vio los resultados?
Dr:
Sí...
M:
¿Y?
Dr:
Y... Es mejor que antes que yo te diga algo, tu veas los resultados de las análisis
con tus propios ojos...
A
Marcia le temblaban las manos por los nervios. Si el test resultaba negativo,
todo su mundo se le derrumbaba. Marcia abrió muy despacio el sobre blanco que contenía
el resultado y se puso a leer. De repente su mirada se aguó y las lágrimas
empezaron a caer de sus ojos.
Dr:
Lo siento mucho Marcia, pero las análisis dieron resultados negativos. No estás
embarazada.
Marcia
se echó a llorar con plena angustia; las lágrimas le quemaban mientras le
recorrían mejillas abajo. El mundo finalmente le cayó encima, haciendose añicos.
Viendola
tan deprimida, la doctora la abrazó y, tratando de tranquilizarla, le dijo algo
que puso Marcia todavía peor:
Dr:
¡No te preocupes Marcia! ¡Verás que no irán a faltar ocasiones para volver a
intentarlo! Como sea te vas a casar pronto ¿no?
Ese
último alegato de su doctora fue mortal. Si bien era verdad que ella se casaría
con Fernando entro de poco tiempo, también era verdad que ahora la situación
era distinta. Hacia unos días, Fernando parecía muy convencido de quererse
casar con ella. Claro, ¡cuando Lety todavía estaba lejos! Ahora que Lety había
regresado, y que Marcia sabía ser la mujer que había robado el corazón de
Fernando, su boda con él parecía más incierta que nunca. Además, Marcia sabía
muy bien que Fernando no quería hacer el amor con ella y menos ahora que su
amante había regresado en Conceptos. Leticia representaba un problema muy
grande para su tranquilidad y la de Fernando y como tal, debía ser quitado del
medio lo más pronto posible.
Marcia
hervía de los nervios. Se sentía muy mal por el resultado de las análisis y todavía
peor por la presencia de esa mujer en su empresa y, sobretodo, en la vida de su
novio. ¿Su novio? Marcia se preguntaba si todavía ese enlace entre ellos permanecía...
Mientras
tanto, en su casa, Fernando se sentía mejor y, ya que la fiebre parecía haber
abandonado su cuerpo, decidió ducharse y peinarse. Cuando fue listo, miró hacia
su cama, que estaba todavía revuelta, y regresó con la mente a la noche que habían
pasado juntos con su Lety. Era innegable que Leticia empezaba a faltarle demasiado
y Fernando bien sabía que no podía aguantar hasta la noche para volver a ver a
su amada así que decidió vestirse y salir de su casa para alcanzar el paradero
de su mujer. Duarante el camino para la empresa, Fernando vio una floristería y
decidió orillar su coche para escoger un ramo de flores. En la floristería
estaban muchos flores de las más variadas especies pero, curiosamente, la atención
de Fernando fue capturada otra vez por la flor más sensilla; la que
representaba todo lo que Lety le inspiraba...
En
Presidencia, Aldo y Leticia seguían platicando. El enojo del chef había pasado
y ahora, lo que más le importaba, era poner en acción su plan de conquistar a
Leticia. Ya que declararle su amor no había hecho mella en el corazón de la
ahora Presidenta, Aldo decidió conquistarse su corazón tratando de ayudarla a
salvar Conceptos.
A
pesar de que Lety estaba visiblemente enamorada de Mendiola, el chef no se dio
por vencido y empezó a hablarle de un proyecto en el cual estaba involucrado.
A:
Se trata de una Campaña de Turismo gastronomico cuyo objetivo es atraer al
turista enamorandolo de la cocina mexicana invocando en el hecho que los
ingredientes expresan la cultura de todos los pueblos.
L:
¿Y en todo eso como podía ser útil Conceptos?
A:
Es que esa Campaña va a ser patrocinada de un evento muy importante o sea una
Expo-Feria. Conceptos podría hacerse cargo de los comerciales y de difundir esa
campaña a nivel internacional, extendiéndola en los extranjeros...
L:
Eso sería muy bueno por la empresa pero...
Frente
a la incertitumbre de Leticia, Aldo se molestó:
A:
¿Pero qué Leticia? ¿A caso no necesitan trabajo?
Sin
duda Aldo tenía razón; Conceptos necesitaba trabajar para juntar el dinero suficiente
a pagar la cuota del mes de octubre. Sin embargo ese proyecto, por jugoso que parecía,
era idea de Aldo y Lety bien sabía que su amigo chef le caía de patada a su
ahora ¿Novio? ¿Amante? ¡Otra vez la misma situación! Lety desvió sus pensamientos
a la relación que acababa de retomar con Fernando. Ahora que ella le iba a dar
otra oportunidad, ¿Qué eran ellos?
Aldo
vio Leticia un tanto abstraída y la regresó a la realidad con una pregunta que
dejó Lety completamente descolocada. Como si pudiera leerle el pensamiento,
Aldo le inquirió:
A:
¿Qué es lo que te preocupa? ¿La manera en que va a reaccionar tu querido
Fernando cuando se entere que fui yo él que te propuse este proyecto?
Lety
se molestó con el decir de su amigo chef
L:
¡Ya Aldo! ¡Deja de llamarlo así!
Aldo
corrigió su actitud. Por nada del mundo quería caerle mal a Leticia porque eso quería
decir entregarla en los brazos de su rival ¡y eso jamás debía pasar!
A:
Perdoname... Como sea Leticia, piensalo. Ese negocio podría ser muy provechoso
por Conceptos...
L:
Lo voy a hacer... Ahora cuentame, ¿Como es que tu estás involucrado en todo
esto? Digo, sé que eres chef pero... ¿Es solo por eso o hay algo más?
A:
En efecto sí, hay algo más... Hace tiempo estaba escribiendo un libro con mis recetas...
Lo que pasa es que había abandonado ese proyecto desde hace mucho y ahora, por
fin, logré terminar lo que había empezado unos años atrás. ¡Y todo eso fue
gracias a tí!
Lety
se apabulló
L:
¿¡Gracias a mi!?
A:
Sí Leticia. Desde que te conocí, mi vida tomó un brío nuevo que me dio la
fuerza de reprender todo lo que había echado por la borda cuando murió
Leonora... ¡Fuiste tu que me diste la fuerza para retomar las riendas de mi
vida! Y te lo voy a agradecer mientras que esté con vida...
L:
¡Ay no Aldo! Tampoco exageres... ¡Yo no hice nada!
A:
¡Claro que sí Leticia! ¡Desde que apareciste en mi vida, es como si hubiera
reaparecido el sol en mis días grises!
A
Lety no le hacían mella todos esos cumplidos; al contrario, ella se sentía muy
incomoda con el actitud de Aldo...
Seguro
del efecto de sus elogios hacia ella, Aldo decidió que era el momento adecuado
para actuar. De repente el chef se acercó hacia donde estaba sentada Leticia y
se inclinó peligrosamente hacia su rostro. Lety intuió lo que estaba por
suceder ¡pero no sabía que hacer para evitarlo!
En
tanto, Fernando había llegado en la empresa con el ramo de flores en la mano y,
tras saludar al Cuartel, que lo miró muy extrañado, se adentró en Presidencia
sin ni siquiera golpear la puerta, como era su costumbre. Cuando entró en
aquella que hacia unos meses era su oficina, el escenario que se presentó
delante de sus ojos no le gustó nadita...
Al
frente del escritorio estaba un hombre de pelo rubio, inclinado hacia el sillón
que estaba detrás del mismo, y en el sillón estaba sentada una mujer que él
bien sabía ser su Lety. Fernando no tuvo que pensarlo dos veces y de inmediató tiró
el ramo de flores en el piso y se lanzó como fiera al escritorio, arrastrando
para atrás al güero infeliz.
A:
¿¡Pero que te pasa!? ¿Te volviste loco o qué?
F:
Puede ser, ¡Pero aquí las preguntas las hago yo!
Lety
se descolocó por completo al ver a Fernando en la empresa.
L:
Fer... ¡Don Fernando! ¿Que hace usted aquí? ¡Debería haberse quedado en la
cama!
Fernando
casi no le presto atención puesto que estaba rojo de coraje. En lo contrario,
Aldo recibió ese regaño de ella hacia el moreno como un cubetazo de agua fría
que lo llevó a preguntarse que había pasado la tarde anterior en la oficina de
Mendiola, cuando ella se había quedado a solas con él.
¿Como
sabía Leticia que Fernando tenía que observar descanso en la cama?
Sin
embargo Aldo no perdió demasiado tiempo con sus pensamientos y preferió abocarse
al enfrentamiento con lo que se había convertido en su peor enemigo en la lucha
para el corazón de Leticia.
Cono
tono socarrón, Aldo le inquirió:
A:
Uh, no me digas que no te sientes bien...
F:
¡Eso a ti no te encumbe! ¿Qué hacías aquí con Lety?
A:
Lo que yo hago con Leticia, en “su” oficina, no es asunto tuyo. Por cierto, ¿A
ti quién te otorga el derecho de entrar en esta oficina sin ni siquiera tocar
la puerta?
F:
Te recuerdo, por si a caso se te olvida, que esta es “mi” empresa ¡y eso me
otorga derecho a hacer lo que se me da la regalada gana!
A:
¡Pero que bueno! El Señor Fernando Mendiola se cree en derecho de pasar por
encima de todos solo por ser el dueño de esta empresa... Bueno, ni tanto
porque, hasta donde yo sé, la verdadera dueña de Conceptos es Leticia...
Ese
alegato de Aldo, dejó descolocado a Fernando. ¿Como podía el güerito estar al
tanto de todo eso?
A:
Ya solo por eso deberías demostrar respeto para la dama aquí presente que además
es la Presidenta de “tu” empresa... ¿Pero de qué me sorprendo? Un tipo como tu
ni siquiera debe de saber que es el respeto...
Fernando
sentía que su paciencia estaba llegando al limite pero no quería armar un
escandalo frente a Leticia así que trató de controlarse lo más que pudo.
Aldo,
viendo el actitud de su adversario, hizo cuanto en su poder para sacarlo de
quicio y menospreciarlo frente a los ojos de Leticia. El güero bien sabía que
Fernando llevaba la ventaja de ser amado por Leticia, sin embargo, también sabía
que Leticia dificilmente lo iba a perdonar después de todo lo que él le había
hecho y eso lo tenía, de cierta manera, seguro de que ella no le iba a brindar
otra oportunidad.
F:
Me imagino que tu “sí” sabes lo que es respecto ¿verdad?
A:
Por supuesto que sí
F:
Y a ver, según tu, ¿Es respectoso meterse con la mujer de otro?
El
alarma le Lety se activó de inmediato cuando se percató que el tono socarrón de
Fernando iba en crescendo. Ella sabía perfectamente donde quería ir a parar
Fernando y, antes que él hablase más de la cuenta, decidió poner un hasta aquí
a la conversación.
L:
Señores... Yo creo que es mejor terminarla aquí ¿Sí?
A:
Estoy completamente de acuerdo Leticia. ¿Oíste? La Licenciada aquí presente te está
pidiendo que te vayas
F:
A mi no me pareció sentirle decir algo ni siquiera parecido a eso...
A:
Pues como sea, es mejor que te vayas
F:
¿Y por qué debería?
A:
Porque tu presencia aquí nos estorba
F:
¿Ah sí? ¿Lety, a caso mi presencia la estorba?
Leticia
no sabía que contestar. Sentía que por los nervios, su corazón latía más ligero que lo normal. Esa situación era
bastante peligrosa... Por un lado, Fernando tenía razón en reclamarle a Aldo su
presencia en la empresa, sobretodo visto como los había encontrado en su
oficina, pero del otro, ella no podía confesarle a Aldo que había retomado su relación
con Fernando. Su indecisión ante la duda que le nacía de las ventajas y
desventajas de responder a la pregunta de Fernando, provocó que Lety titubeara
L:
Yo... sí... no...
Ante
esa actitud de Leticia, Aldo se enfureció aún más hasta que le gritó en cara a
Fernando:
A:
¡Es a mi que me estorba!
F:
Ah entiendo... ¿Y quién demonio te crees para decirme lo que tengo que hacer en
mi propia empresa?
A:
Fernando, a mi el hecho que esta sea “tu empresa” me tiene muy sin cuidado. Lo
que me importa, es que dejes en paz a Leticia
Fernando
desconocía qué fuerza le amparaba para no llenarle la cara de golpes. ¿Quién
demonio se creía ese güerito para atribuirse derechos sobre su mujer?
F:
Lo siento güerito pero eso no es posible...
Lety
empezó a temblar por la tensión, prestando la máxima atención a cada palabra
que salía de la boca de Fernando
A:
A ver, ¿Por qué no sería posible?
F:
Porque yo soy su nov...
En
ese momento Lety lo calló
L:
¡Don Fernando! ¿Que le parece si hablamos después? Ahorita tengo muchas cosas
que hacer...
Aldo
hizo una sonrisa socarrona, seguro de ser el ganador de la batalla
Fernando
estaba desbordado de celos. ¿Como podía Lety preferir la compañía de ese güero
insulso a la suya, después de lo que había pasado entre ellos esa noche?
Fernando estaba decidido a reclamarselo en la cara hasta que la misma Lety alegó
algo:
L:
Aldo, eso vale para ti también. Perdonamame si parezco grosera, pero necesito
areglar este asunto de Krauss de una vez...
A:
¡Ni lo digas Leticia! Paso por ti después
F:
¿¡Qué!?
L:
Fer... Don Fernando, por favor...
Lety
lo miró en los ojos, suplicandolo tácitamente que no alegara nada más así que
Fernando se vio obligado a irse para no incomodarla más. Antes de salir de la oficina,
pero, el ex-Presidente le lanzó una mirada de desafío al chef. Si aquel quería
la guerra, entonces Fernando estaba dispuesto a batallar, con tal de que él no
se acercara a su Lety. Por fin Fernando recuperó el ramo de flores que había
quedado en el piso y salió de su otrora oficina, secundado por el güero. Los
dos ni siquiera se miraron, tomando direcciones opuestas, hasta que el güero entró
en el elevador y Fernando se paró frente la puerta de Vicepresidencia. En ese
momento los dos se miraron como pistoleros y, con la sola mirada, se juraron
que la guerra sería hasta el final.
Sigue...
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