sábado, 17 de octubre de 2015

Capítulo 67

Capítulo 67
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Confío en ti

En casa de Alicia, la güera secretaria ya estaba en los brazos de Morfeo mientras que Tomás la mimaba con dulces caricias cuidando su sueño. De repente, pero, se oyó el sonido de un celular así que, tratando de no despertarla, Tomás se levantó de la cama y se fue en la cocina para contestar.

T: ¿Bueno?

D.T: ¡Hijo! Menos mal que contestes! ¿Donde estás?

T: ¡Mamá!

Dandose cuenta de que había levantado un poquito demás la voz, Tomás empezó a susurrar.

T: Mamá... Perdón por no avisarte, pero tuve un contratiempo y me retrasé por eso

D.T: ¿Y cuándo piensas regresar a casa?

T: Pues...

D.T: Tomásito, no te habrás metido en un lío ¿verdad?

T: No, mamá, ¿Como crees? Simplemente no voy a dormir en mi casa esta noche

D.T: ¿Y donde piensas pasar la noche, entonces?

T: ¿Te acuerdas de mi chica?

D.T: ¿La señorita esa que te trae redondito?

T: Esa mera...

D.T: Sí, claro que me acuerdo. ¿Qué tiene que ver ella con todo esto?

En tanto, advirtiendo la cama vacía, Alicia se había levantado para ver donde se había ido Tomás así que, oyendolo hablar por celular, se quedó escuchando

T: Es que Alicia se puso mal mientras que estaba en la oficina y, como ella vive sola, no me parecía el caso de dejarla sola en su casa, ya que aún no estaba al cien por ciento

D.T: ¿Con eso me estás diciendo que ahora estás en la casa de esa señorita?

T: Sí, mamá

D.T: ¡Tomás Mora! ¿¡Te parece el caso de hacer algo así!? ¿Qué va a pensar la gente?

Tomás, que estaba bastante nervioso por lo de Alicia, se alteró un poco con su mamá

T: ¿¡Tú crees que me importe de lo que piensa la gente, mamá!? ¡Alicia es el amor de mi vida y no voy a dejarla a sola justo en el momento en que más necesita ayuda!

D.T:  ¿Y no tenía alguna compañera que podía cuidarla?

T: No, mamá. Y en todo caso no la hubiera dejado con nadie. ¡Ella me necesita a mi!

Doña Tomasa se quedó pasmada. ¿Una mujer que necesitaba a su hijo? Esa era la primera vez que oía algo así y eso, de cierta forma, la alegraba. Su sueño siempre había sido tener nietos pero, más años pasaban, y más ese sueño se afievolía, ya que su hijo parecía no hacer mella en las mujeres. Ahora que había entendido la situación, Doña Tomasa decidió confíar en su hijo. En el fondo, ella lo había educado bien y sabía que podía confíar en el hecho de que su hijo era un buen muchacho.

D.T: Está bien, Tomásito, cuida a esa señorita para esta noche ¡pero cuidado! ¡Quiero que te portes bien y como un hijo de familia cual eres!

T: Claro mamá, no te preocupes.

D.T: Buenas noche, entonces, m’hijo

T: Buenas noches, mamá.

Antes de que Tomás colgara, Alicia corrío hacía la cama y se puso bajó el edredón, fingiendo de dormir. Cuando el Vicepresidente financiero regresó en la recámara, pero, se dio cuenta en seguida de que su amada no estaba realmente durmiendo. Viendo ese comportamiento infantil, Tomás sonrió pensando que el apellido “chica” le quedaba perfecto a su amada. Estando al juego, Tomás se acercó a la cama de la ladera donde estaba acostada Alicia y se sentó cerca de ella. Luego, dulcemente, descubrió un poco de su cabeza, que estaba casi completamente por debajo del edredón, y le dio un beso en la mejilla.

T: Sé que no estás durmiendo, Alicia.

Alicia desorbitó los ojos sorprendida. ¿Cómo hacía Tomás para saber que estaba fingiendo?

Viendo la mirada interrogativa de la mujer, Tomás le explicó:

T: Cuando duermes, tu respiración es distinta y tu cara se ve más relajada. Además duermes con la boca abierta...

A: ¿¡Qué... qué!? ¡Yo no duermo con la boca abierta!

T: Sí que lo haces, querida

A: ¡Tomás, no seas ridículo!

T: Je je je está bien, chiquita, como tú quieres; ¡No te enojes! Aunque enojada te ves mucho más hermosa...

Alicia se sonrojó

A.F: Mejor regresamos a dormir ¿Te parece? A menos que tú no te tengas que ir...

T: No tengo que ir a ningún lado, Alicia. Y aunque si fuera así, no te dejaría por nada del mundo, sobretodo hoy que no estás bien

A.F: Gracias, Tomás.

Tomás le dejó otro beso en la mejilla, antes de retomar su posición acostandose cerca de ella.

T: No hay de qué, chiquita.

Alicia volió a abrazarlo y regresó en los brazos de Morfeo.


Al mismo tiempo, Fernando y Lety habían llegado a destinación.

L: ¿Donde estamos aquí?

F: ¿Nunca habías venido a este lugar?

L: Pues a esta hora seguro no...

F: Ja ja ja claro... Estamos al Jardín de Hidalgo

L: ¿Y qué hacemos aquí?

F: Dá la casualidad, Señorita Padilla, que esto es uno de los pocos lugares, aquí en la Ciudad, donde se pueden ver las estrellas

L: Uy, nos pusimos románticos...

Fernando se le acercó y la rodeó con un brazo por la cintura

F: A esta altura deberías saber que yo soy el hombre más rómantico del planeta

L: Ji ji claro, mi amor. ¿Y cómo le hacemos para ver las estrellas?

F: Pues con los ojos, mi amor

L: Ji ji ji ¡siempre tan chistoso tú! Eso es obvio, mi amor, pero me refiero a algo como un telescopio

F: No es necesario, Lety. Desde aquí se ven las estrellas sin necesidad de utilizar telescopios

L: ¡Que bueno!

Fernando estrechó más a Lety y la invitó a entrar en el parque

F: ¿Nos vamos?

L: Sí...

Una vez encontrado un lugar bastante oscuro, los dos se sentaron en un banco y se pusieron con las narices hacia el cielo nocturno. El espectáculo era maravilloso; a pesar de que en la Ciudad de México se veían pocas estrellas por culpa de las lámparas de la calle, esa noche el cielo resplendía. Lety había quedado extasiada por el espectáculo que ofrecía esa noche su Ciudad y más extasiada estaba por el hecho que podía compartir ese espectáculo con Fernando. Esa no era la primera noche en que juntos veían las estrellas; ya había pasado eso cuando habían viajado para Cuervnavaca y se habían quedado en la carretera. Esta vez, pero, era distinto... Ahora Lety estaba abrazada a su amado y sentía el calor de su cuerpo calientarle la piel. Mientras que Fernando estaba concentrado en el cielo, Lety bajó la mirada sobre su hombre y empezó a contemplarlo. Fernando era verdaderamente un hombre maravilloso y ella era la persona más afortunada del mundo con poderlo tener a su lado.

F: ¿Qué pasa, mi amor? ¿No te gustó la sorpresita?

L: Claro que me gustó, mi vida. Es que estaba contemplandote

F: Je je ¿Contemplandome? ¡Ni que fuera un dios griego!

L: Para mi eres más hermoso que un dios griego, Fernando. Eres un hombre bueno, dulce, simpático; te preocupes por mi y me amas y para eso eres mi héroe. Eres mi todo, Fernando, y te amo; ¡Te amo con toda mi alma!

Lety se acercó a él y lo besó en los labios. Luego del beso, los dos separaron sus labios pero quedaron pegados, apoyando las frentes la una en contra de la otra.

F: Ay Lety... Mi Lety... ¡Te amo! Y no solo por lo que eres, sino por lo que soy cuando estoy contigo. Tú me vuelves un hombre mejor y eso nunca dejaré de agradecertelo

Fernando empezó a hacerle cariñitos en la cara y Lety sonrió. Cuando miró el reloj, pero, Fernando entendió que había llegado la hora de que su bella princesa regresara a su castillo.

F: Creo que te tengo que dejar a tu casa, mi amor.

Lety empezó a hacer berrinches. ¡Ella no quería regresar a su casa ahora que estaba en los brazos de su hombre!

L: ¿Ya?

F: Si quieres nos quedamos otro ratito...

L: Uhm... ¿Qué horas son?

F: Una y media, mi vida

L: ¿¡Una y media!? ¡Ay no! ¡Mi papá me va a matar si se va a dar cuenta de que no estoy en mi casa a esta hora!

F: Ja ja ¡Ay ese don Erasmo! Vámonos entonces

Fernando hizo por levantarse pero Lety lo arrastró hacia sí y lo hizo sentar otra vez

F: ¿Qué pasa?

L: Nada. Es que quiero estar un minutitito más aquí contigo. Este lugar es tan romántico a esta hora de la noche...

Y así diciendo Lety se lanzó entre sus brazos y se pegó al pecho de él. Los dos lograron así robarle otros diez minutos a la noche y luego, aunque no hubieran querido, Fernando acompañó Lety a su casa. Antes de descender del coche de su amado, Lety besó una última vez a Fernando y hizo por descender cuando el mismo la paró:

F: ¡Lety!

L: Dime, mi amor

Fernando lo pensó un momento pero decidió no decirle nada por el momento así que solo le dio otro beso y la vio entrar a su casa.

Una vez quedado solo, Fernando arrancó el coche y se puso a pensar. Ese día estaba muy feliz; no solo por el negocio que había cerrado con los de Krauss y por esos momentos pasados con su Lety, sino porque en la tarde lo había llamado Eduardo dandole buenas noticias. Primero que todo, que el mismo hubiera regresado al D.F el martes siguiente, y luego que ya tenía listo todo por la sorpresa que Fernando quería hacerle a Lety.

F: Quién sabe como tomará la noticia mi Lety... Solo espero que me diga que está de acuerdo porque sino de veras me voy a morir... ¡Es que es la primera vez que hago algo así y todo tiene que salir perfecto! Ahora que lo pienso, ¡no me queda mucho tiempo para hablar con Carolina y preparar las últimas cosas! Mañana en la mañana, pase lo que pase, tengo que hablar con Caro; ella lo tiene que saber...


La mañana siguiente, el despertador sonó bastante temprano en casa de Alicia...

Tomás, medio dormido, buscó con la mano el maldito despertador en la mesa de noche pero no logró alcanzarlo ya que el mismo estaba en la mesa de noche de la ladera donde dormía Alicia. Finalmente la güera secretaria se despertó y lo apagó y, viendo la hora que era, hizo por levantarse repentinamente de la cama pero no lo logró ya que Tomás seguía abrazandola. Aún medio dormida, Alicia no se acordaba de lo que había pasado la noche anterior, así que se quedó pasmada cuando se dio cuenta de que Tomás estaba en su cama y sin camisa.

A.F: ¡Tomás Mora! ¿Se puede saber que demonio haces en mi cama medio encuerado?

T: ¿No te acuerdas, chiquita? Ayer te pusiste mal en la empresa y yo te traje a tu departamento; luego cenamos con unos taquitos, que eran deliciosos, y tú me pediste que me quedara contigo...

Alicia empezó a enfocar y se acordó de todo

A.F: Sí, claro... Ahora pero puedes irte; ya me siento mejor.

T: ¿No quieres que te acompañe a la empresa?

A.F: No, gracias Tomás. Tengo otro compromiso primero...

T: ¿Otro compromiso? ¿A esta hora de la mañana?

A.F: Sí, Tomás, a esta hora de la mañana.

Tomás estaba muy curioso y aunque bastante celoso así que le preguntó cerca de su cita

T: ¿Acaso tienes que ver a algún galán?

Alicia se enfurieció. ¡Si solo supiera Tomás donde tenía que ir ese día! En plena cólera, Alicia lo miró y le gritó en contra:

A.F: ¿Cómo se te ocurre que voy a ver a algún galán? ¿Por quién me tomaste, Tomás?

T: Perdón, Alicia, no era mi intención ofenderte...

A.F: ¡Pero lo hiciste, Tomás!

T: Perdoname chiquita... Es que se me hace raro que tienes un compromiso con aguien a esta hora de la mañana, ya que apenas son las 6 y media... ¿No me quieres decir con quién tienes tu cita?

Alicia empezaba a fastidiarse así que habló sin pensarlo

A.F: ¡Con mi doctora! ¡Con ella tengo una cita! ¿Contento?

T: ¿Doctora? Alicia, ¿te sientes mal? ¿Tienes algo grave?

Alicia tragó saliva. Ver a Tomás tan aprensivo, seguro no la ayudaba por lo que tenía que hacer. La cita con su doctora, era para abortar al hijo de Tomás y ya había sido bastante difícil para ella tomar esa decidión; el hecho de que Tomás se preocupara, volvía las cosas peor aún...

Para evitar de ponerse a llorar, Alicia decidió actuar fría. Ella ya había tomado una decidión y no quería arruinarle la vida a Tomás obligandolo a estar con ella solo por el niño. Tomás era un hombre bueno y se merecía una mujer mejor que ella.

Por primera vez, Alicia se dio cuenta de que estaba pensando a algo por el bien de otra persona que no fuera ella...

A.F: No tengo nada, Tomás. Solo en un chequeo de rutina...

T: ¿No quieres que te acompañe?

A.F: No, Tomás. ¡Y ahora vistete y vete que tengo prisa!

T: Como quieres, Alicia...

Tomás empezó a vestirse y se incaminó hacia la puerta:

T: Nos vemos más tarde en Conceptos, Alicia.

Una vez salido del departamento, Tomás estaba por cerrar la puerta cuando Alicia lo llamó

A.F: ¡Tomás!

T: ¿Qué pasa, Alicia?

Alicia corrió hacia él, lo abrazó y explotó en llanto

T: Chiquita... ¿Qué tienes?

Entre sollozos, Alicia trató de hablar

A.F: No... no quiero... ¡No quiero, Tomás!

T: ¿Qué cosa? ¿Qué cosa no quieres, Alicia?

A.F: No... no...

Alicia no lograba hablar. Estaba desesperada entre lágrimas y sollozos y apenas lograbas respirar. Cuando todo su cuerpo empezó a temblar, pero, Tomás entendió que se trataba de un ataque de pánico. Sin necesidad de pensarlo, Tomás cargó Alicia entre sus brazos y la recostó en la cama. Luego tomó un vaso con agua y la hizo beber mientras seguía mimándola. Después de diez minutos, Alicia pareció estar mejor así que Tomás regresó a respirar.

T: Alicia...

A.F: No, no digas nada, por favor. Siento mucho haberme puso así...

T: ¿¡Qué dices, Alicia!? ¡Tuviste un ataque de pánico; no fue tu culpa! Más bien me gustaría entender porque te pasó eso...

Alicia tragó saliva. Ya Tomás la había visto en sus condiciones peores y ella no quería repetir el “espectáculo”, así que le pidió que se fuera y que la dejara a sola.

T: ¿Cómo quieres que me vaya dejándote así, Alicia? ¡Olvidalo!

A.F: Tomás, te lo ruego, ¡dejame sola!

Por primera vez, Tomás se impuntó. Generalmente él era súcubo de todos pero, esta vez, no tenía intención de ceder. Alicia era la mujer de su vida y por nada del mundo podía permitir que le pasase algo.

Alicia estaba por retomar a llorar así que Tomás trató de tranquilizarla.

T: Alicia, si tienes que ir a la cita con tu doctora, yo te acompaño. Si no quieres que entre contigo, o no quieres que nos vean juntos, yo te espero en el coche, no hay problemas; pero no puedo dejarte ir sola, ¡entiendeme! ¡Me muero si te llega a pasar algo!

Esas palabras halagaban a Alicia pero, al mismo tiempo, la hacían sentir peor. Con cada palabra de Tomás, Alicia se convencía de que no se merecía a un hombre como él...

A.F: Está bien, Tomás, como quieres... Dejame el tiempo de prepararme y nos vamos.

T: Bueno...

A.F: ¿Tomás?

T: ¿Sí?

A.F: No vuelvas a repetir jamás que me da vergüenza hacerme ver contigo ¿claro?

Tomás sonrió.

T: Claro.


En tanto, la jornada laboral en Conceptos había empezado. Desde que Lety había sido elegida Presidenta, las muchachas del Cuartel hacían el posible para apoyarla y, en primer lugar, empezaron con llegar puntuales a trabajar.

Cuando ingresaron a primer piso, lo primero que hicieron fue correr en Presidencia donde Lety, ya que habían visto que la misma ya había llegado en la empresa.

Cuartel: Buenos días, Lety

L: Buenos días, muchachas. ¡Qué bueno que llegaron puntuales!

Lo: Ay Lety, nosotras siempre llegamos puntuales a la empresa

S: La que no llega puntual es la Oxi que, a proposito, aún no ha llegado...

Ma: Ay Sara, sabes perfectamente bien que aún es temprano para la Oxi; apenas son las ocho y diez de la mañana...

Todas se pusieron a reír

PM: Cambiando de tema... ¿Cómo le fue anoche, querida Presidenta?

L: ¿Anoche?

PM: Pues sí. Con Aldo, me refiero...

L: ¿Y tú como sabes de Aldo?

PM: Ay no te enojes, Lety, es que el mismo me llamó ayer para confirmar la cena contigo... Aldo quería saber si estaba confirmada o tenías algun imprevisto, ya que tenía que reservar en un restaurante...

S: Uy....

L: Ah, sí...

S: ¿Entonces? ¿Cómo te fue, Lety?

L: Pues, bien...

Ma: Ay manita, ¡no seas injusta! ¡Cuéntanos el chisme!

I: Sí, mi Lety. Aldo se ve un buen muchacho. Además es un hombre de buen corazón por lo que vimos...

L: Así es, Irmita. Aldo es un buen hombre y un buen amigo, pero nada más que eso.

PM: ¿¡Cómo que nada más que eso!? ¡Lety! ¡Aldo es un bombón! ¡Está guapísimo, culto y es chef!

L: Por lo que veo, ustedes saben muchas cosas de él...

J: Es que él mismo, cuando viene en Conceptos, se queda a hablar con nosotras así que nos contó que es chef y que trabaja en Acapulco

Ma: Sí, Lety, porque, si fuera por ti, ¡no sabríamos nada de él!

L: No se enojen, muchachas. Es que en estos días tenemos mucho trabajo en la empresa y no me queda mucho tiempo para chismear o contarle mucho de mi vida...

El radar de Paula Maria para los amoríos se activó

PM: Lety, ¿Acaso hay novedades sabrosas en tu vida?

Lety enrojeció

Ma: ¡A-ha! ¡Te pusiste roja como chile chipotle, Lety! ¡Suelta la sopa!

Lo: ¿Tienes un galán, Lety? Digo, ahora que te ves...

Lola no quería parecer grosera así que Juana se fue en ayuda

J: ...distinta

Lo: Sí, distinta... ¡Ahora seguro no vas a tener problemas con los hombres!

PM: Seguro tienes algo con Aldo...

L: ¡Ay, claro que no Paula Maria! ¿Cómo se te ocurre?

Paula Maria le contestó en tono socarrón:

PM: Ja, ¿cómo me puede ocurrir que puedas tener algo con el güerito acapulqueño? De hecho es un hombre feo y sin gracia alguna...

S: ¡No seas tonta, Lety! ¡Hombres como Aldo no se encuentran todos los días! ¡No te lo dejes escapar!

L: Es que Aldo no es mi tipo... ¡Y además ya les dije que solo es un amigo!

PM: ¿No será que hay otro hombre en tu vida?

Lo: ¡Lety! ¿Regresaste con Tomás?

L: ¿¡Qué!? ¡Claro que no, Lola!

PM: ¿Entonces qué pasa?

Lety no sabía que hacer. De un lado, se moría de las ganas de contarle a sus amigas de su historia de amor con Fernando, pero del otro sabía que no era posibile, ya que el mismo aún seguía siendo el novio de Marcia.

L: Pasa que es tarde y tengo que hablar con Luigi

Ma: ¡Ay no manigüis! ¡No nos puedes dejar picadas así!

L: Marta, les prometo que, en cuanto pueda, les voy a contar todo. Por el momento, pero, vayanse a trabajar muchachas que tenemos muchos que hacer en estos días

I: ¿Oyeron muchachas? Ayudamos a Lety y regresamos a trabajar, ¡Ándale!

Todo el Cuartel abandonó la ofinina, menos Paula Maria.

L: ¿Me tienes que decir algo, Paula?

PM: Lety... Tú sabes que, antes que ser tu secretaria, soy tu amiga ¿verdad?

L: Claro que sí

PM: ¡Entonces ándale, confíate conmigo! ¿Quién es ese hombre que te tiene así?

L: ¿Así cómo?

PM: ¿No te das cuenta, Lety? En estos últimos días has estado risueña, feliz y en las nubes como hacia tiempo no estabas... ¡Estás como cuando estabas con Tomás!

L: ¿Qué quieres decir con eso?

PM: Me refiero a cuando me contaste que habías hecho el amor con Tomás y que él te había dicho que te amaba, Lety.

¡Ahora sí la cara de Lety se puso del mismo color del fuego!

PM: ¡Ja ja le atiné! Estás enamorada, Lety ¿no es así?

Lety asintió con la cabeza

PM: ¿De Tomás?

L: ¡Ay no Paula Maria! Tomás y yo somos buenos amigos, no estamos enamorados.

PM: ¿Y se esfumó todo así? ¿De repente un día te levantaste y te diste cuenta de que ya no amabas a Tomás?

Lety no contestaba

PM: Pues que raro, porque me parecía que estabas muy enamorada cuando me contaste de tu noche con él..

Lety decidió desahogarse con su amiga. En el fondo Paula Maria se había demostrado una buena amiga en antaño, así que le confió parte de la verdad

L: Paula Maria, sentamonos un momento en el sofá...

Tomado asiento, Lety empezó a contarle algunas cosas...

L: Me tengo que desahogar con alguien y quiero confiar en ti porque sé que puedo hacerlo y que eres una buena amiga...

PM: Claro que sí, Lety. Sabes que lo que cuentes a mi, se queda entre las dos

L: Bueno... Lo que pasa es que sí, estoy enamorada, y del mismo hombre con quién te conté que hice el amor...

PM: Momento; estoy confundida... ¿No era Tomás ese?

L: No. Dije que era Tomás porque no les podía revelar la identidad del hombre con quién estaba

PM: ¿Y eso por qué? ¿Acaso está casado?

L: ¡Ay claro que no, Paula! ¿Cómo se te ocurre que pueda meterme con un hombre casado? ¡Yo no soy así!

PM: ¡Perdón, Lety! Es que es bastante raro lo que me estás contando...

L: Sí, me doy cuenta...

PM: ¿Y que pasó con ese misterioso hombre?

L: Pasó que fuimos muchos felices juntos hasta que... Digamos que nos peleamos y nos separamos por un tiempo...

PM: ¿Fue por eso que te fuiste a Acapulco?

L: Sí, también fue por eso.

PM: ¿Y ahora hicieron la paz?

L: Sí, Paula Maria, ahora nos reconciliamos y estamos muy felices juntos, por eso me ven así

Paula Maria sonrió. Ella estaba sinceramente feliz por su amiga pero no podía evitar de pensar a la conversación que había tenido con las muchachas del Cuartel en el baño; según el Cuartel, Lety podría tener una relación con alguien que trabaja en la empresa...

PM: Lety... Te tengo que hacer una pregunta...

L: Dime

PM: ¿Se trata de alguien que trabaja aquí en la empresa?

Lety tragó saliva y bajó la mirada sin decir nada. Para Paula Maria eso fue suficiente. Ella había entendido...

PM: No es necesario que añades algo más, Lety. Tu secreto queda entre tú y yo, te lo prometo.

Lety sintió su corazón más ligero así que se levantó y abrazó a su amiga

L: Gracias, Paula Maria

PM: No hay de qué, amiga


El reloj marcaba las nueve y diez cuando Alicia y Tomás llegaron al consultorio de la doctora de Alicia. A pesar de que Alicia tenía programada la cita con su doctora a las ocho, la misma hizo lo posible para retrasarse mientras se alistaba. Si bien había decidido que quería abortar, los últimos acontecimientos la hicieron dudar bastante...

T: ¿Quieres que te acompañe adentro?

A.F: No, gracias Tomás, pero es algo que tengo que hacer yo sola.

T: Está bien... Aquí te espero entonces.

Antes de dirigirse hacia el estudio de su médico, Alicia se volteó hacia Tomás y le dejó un beso en los labios. Luego se volteó e ingresó en el consultorio mientras una lágrima le corría mejilla abajo...


Sigue...






miércoles, 7 de octubre de 2015

Capítulo 66

Capítulo 66
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Una rara sensación en el pecho

Oyendo a Tomás que la llamaba, Alicia se paró. En realidad no tenía el valor de mirarlo en los ojos pero, ya que él seguía llamando su nombre, decidió averiguar qué quería. Cuando se volteó hacia él, pero, el mareo se hizo más fuerte y a eso se sumó una fuerte sensación de náusea así que Alicia empezó a ver todo negro hasta que las fuerzas la abandonaron y se desmayó.

Por suerte Tomás estaba bastante cerca de ella así que logró tomarla en sus brazos antes de que la pobre Alicia se cayera al piso.

T: ¡Alicia! Mi amor, ¿Qué tienes?

Tomás intentaba hacerla despertar como podía pero Alicia no reaccionaba. Desesperado, el Vicepresidente financiero de Conceptos tendió Alicia en uno de los sofá del área secretarial y se dirigió en Presidencia para pedirle ayuda a Lety.

T: ¡Lety! ¡Lety, ayudame por favor!

L: ¡Tomás! ¿¡Qué pasó!? ¿Te sientes mal?

T: No se trata de mi; ¡se trata de mi chica!

L: ¿Alicia? ¿Qué le pasó?

T: No sé; ¡Se puso mal y de repente se desmayó y no logro hacerla reaccionar!

Tomás estaba visiblemente preocupado...

L: Calmate, Tomás. ¿Donde está ahora Alicia?

T: En uno de los sofá del área secretarial

L: Bueno entonces tú regresa donde ella y yo voy a por los sales

T: Gracias, Lety

L: No hay de que.


Mientras que Lety estaba busca de los sales, Tomás no le quitaba los ojos de encima a su chica. El Vicepresidente financiero, había quedado cerca de ella tomandole la mano pero Alicia no daba señal de quererse despertar.

T: Mi amor... Mi amor, ¿Qué tienes? ¿Qué te pasó?

Con la mano libre, Tomás se secó las lágrimas que empezaron a correr desde sus ojos.

T: ¡Fue mi culpa! ¡Todo esto pasó por mi culpa! ¡Tenía que hacerte comer aunque a fuerza! Seguro te faltaron las fuerzas y te desmayaste por eso...

Por la rabia, Tomás empezó a golpearse la cabeza hasta que advirtió un movimiento de la mano de Alicia

AF: To...Tomás...

T: ¡Sí! ¡Sí, Alicia, soy yo! ¿Cómo estás?

AF: Como si me hubiera pasado encima un camión... ¿Qué me pasó?

T: ¿No te acuerdas? Te desmayaste hacia un rato...

AF: ¿¡Me desmayé!?

Alicia hizo por levantarse pero sintió que otra vez le salía un mareo así que regresó a sentarse.

T: Alicia, es mejor que no hagas movimientos abruptos...

AF: Yo sé lo que es mejor para mi, Tomás

T: ¡Ay no seas terca, Alicia! ¡Tú no te mueves de ahí! Quedade quieta que voy a por un vaso de agua y azucar y luego de traigo a tu casa.

AF: No es necesario, Tomás.

T: Sí que lo es, Alicia.

AF: Ja... ¿Ahora te preocupes por nos... por mi?

T: Yo siempre me he preocupado por ti, Alicia. Eres tú la que no me quiere a su lado...

AF: “Como te equivocas, Tomás...” Pensó Alicia entre sí.

T: Bueno, voy y regreso así le aviso a Lety que no necesitamos más de los sales. Quedate ahí mientras tanto...

Tomás se levantó del piso donde estaba sentado y se dirigió hasta la cafetería de Conceptos.

Quedada a sola, Alicia volvió a pensar a cuanto no se merecía a un hombre como Tomás. A pesar de que lo estaba tratando con la punta de los pies desde esa dichosa noche, Tomás seguía preocupandose por ella y no le guardaba el más mínimo rencor.


En tanto, Aldo había llegado a Conceptos y, una vez ingresado a primer piso, se dio cuenta de que Alicia estaba acostada en el sofá así que se acercó a ella.

A: Alicia, ¿te sientes bien?

AF: Sí, Aldo, tuve un mareo y me desmayé pero no fue nada...

A: ¿¡Como que no fue nada!? Si te desmayaste quiere decir que no estás bien. ¿Por qué no te haces revisar de un doctor?

AF: Porque de veras no fue nada, Aldo, no te preocupes...

A: Está bien, ¡pero trata de cuidarte! ¿Necesites que te acompañe a tu casa? Si quieres, tengo mi coche aquí abajo... Le aviso un momento a Leticia y te acompaño...

En ese momento, estaba regresando Tomás que, oyendo la conversación y seguro de que Alicia hubiera preferido la compañía de Aldo a la suya, hizo por alejarse pero Alicia, que lo había visto llegar, le dijo a Aldo que no era necesario que la acompañara:

AF: Te agradezco mucho, Aldo, pero Tomás se ofreció acompañarme y prefiero irme con él.

Aldo se volteó hacia Tomás y fue a abrazarlo para saludarlo

A: ¡Tomásito! ¿Cómo estás?

T: Bien, bien gracias, Aldo.

A: Me imagino que ese vaso de agua es por Alicia...

T: Así es.

A: Bueno, los dejo entonces. Seguro Leticia ya me está esperando...

T: Sí. Está en el baño de Presidencia para refrescarse un momento...

A: Bueno entonces la espero en su oficina. Buenas noches, muchachos

AF: Adiós Aldo

Cuando Aldo se encerró en Presidencia, Tomás le acercó el agua a Alicia que la tomó agradeciendole

T: Así que quieres que sea yo a acompañarte a tu casa...

AF: Si no es un problema, te lo agradecería mucho, Tomás. No te lo pidiría en otro momento, pero, en estas condiciones, no me quedo tranquila en regresar a mi casa en microbús...

T: No te preocupes, Alicia, yo te acompaño

AF: Gracias, Tomás

T: No tienes nada que agradecerme, Alicia. ¿Nos vamos?

AF: Sí...

Tomás la tomó de la mano y despacio salieron de la empresa.


En Presidencia, Lety había logrado arreglarse un poco y, una vez salida desde el baño, se dio cuenta de que Aldo la esperaba sentado en uno de los sillones.

L: Hola Aldo

A: Buenas tardes, Leticia. ¿Estás lista?  

L: Sí. Perdón si me retrasé un poco, pero tuvimos un problemito con Alicia...

A: Sí, me di cuenta mientras llegaba. Por suerte no fue nada grave, según Alicia.

L: Sí...

A: ¿Nos vamos?

Lety miró por última vez la pantalla de su computadora para ver si quizás Fernando se había comunicado con ella por mail, pero no estaba ningún mensaje así que apagó la máquina y salió de Presidencia junto a su amigo Aldo.

L: ¿Adónde vamos?

A: En el restaurante de mi amigo Pablo. Es un lugar muy bonito que estoy seguro te va a encantar

L: Bueno...


Mientras tanto, Fernando había salido de Krauss Publicidad y, como siempre, se había quedado sin pila en su celular.

F: ¡Méndigo infeliz! ¡Siempre me abandonas cuando más me sirves!

Mirando su reloj, Fernando se dio cuenta que ya era bastante tarde y que seguro Lety ya había salido con el fritanguero...

F: Solo espero que tenga las manos a sus puestos o se la va a ver conmigo el güerito ese...

Ya que Krauss Publicidad estaba cerca del departamento de Marcia, Fernando decidió aprovechar para ir donde su “novia oficial” para terminar la platica del mediodía...


En tanto, Alicia y Tomás habían llegado bajo el departamento de la rubia...

AF: Gracias por todo, Tomás, ahora me voy a mi casa.

T: Alicia... No lo tomes como un gesto de atrevimiento, pero me gustaría acompañarte hacia el piso de tu departamento.

Alicia tragó saliva. No quería que Tomás se diera cuenta de las condiciones de su casa. Como ya había pasado en antaño, Alicia se había quedado otra vez con el refrigerador vacío y con la luz cortada.

AF: Tomás, yo...

T: Alicia, ¡te lo ruego! Te juro que no te voy a tocar ni con un dedo. Me quedó muy claro que no quieres tener nada que ver conmigo; pero me quedaría más tranquilo al saberte dentro de tu departamento al seguro

Alicia sonrió.

AF: No me va a pasar nada en las escaleras, Tomás

T: ¿Y que tal si te da otro mareo y te caes? ¡No puedo permitir que pase, Alicia!

AF: Está bien, Tomás, acompañame hasta mi departamento, si quieres.

Ahora Tomás también sonreía. ¡Esta batalla la había ganado él!

Mientras subían las escaleras, Alicia le advirtió a Tomás cerca de las condiciones de su casa...

AF: Tomás...

T: Dime, Alicia

AF: Antes de que abra la puerta, tienes que saber una cosa...

T: ¿Qué cosa?

Alicia bajó la mirada avergonzada antes de contestarle

AF: Es que me quedé otra vez sin luz...

Tomás se mordió el labio. Él hubiera querido ayudar a su chica. Lo único que le importaba, era que Alicia estuviera bien y hubiera hecho cualquier cosa para ella.

T: ¿Por qué me lo estás diciendo?

Alicia levantó la mirada y lo miró en los ojos.

AF: Porque es una cosa que me avergüenza mucho...

T: Alicia, conmigo no tienes que avergonzarte de nada, creeme... ¿Ahora abres la puerta así entramos?

AF: Sí, claro...

Despacio, Alicia abrió la puerta y le dio paso a Tomás

T: Antes la dama...

Alicia entró y encendió unas velas que tenía en la cocina mientras que Tomás se sentaba en el sofá.

T: Me imagino que, siendo sin luz, no tienes nada en el refrigerador...

AF: Así es...

Alicia bajó otra vez la mirada. A pesar de lo que le había dicho Tomás, ella seguía avergonzada por su situación.

T: Te propongo algo: ya que yo tampoco he cenado, ¿Qué te parece si pedimos comida?

La mirada de Alicia se iluminó. En el fondo ella no había comido nada en todo el día y estaba que se moría de hambre ya que ahora eran dos los que tenían que comer...

AF: ¡Me parece perfecto, Tomy!

Al sentirse llamar con ese apodo, Tomás sonrió. Había mucho que su chica no lo llamaba así...

T: ¿Qué te gustaría comer? ¿Chino? ¿Tailandés?

AF: Pues... En realidad me gustarían unos taquitos...

Tomás quedó boquiabierta. Por lo que había podido comprobar, a Alica le gustaba la cocina fina y refinada; ¡jamás hubiera imaginado que se le antojaran unos tacos!

T: ¿¡En serio!?

Alicia asintió con la cabeza.

T: Bueno, esos los puedo tomar en la esquina aquí abajo... ¿Se te antoja algo más?

Alicia le contestó sin ni pensarlo

AF: ¡Papas fritas! Ah y unos churritos...

T: Je je je bueno entonces voy y regreso

Tomás estaba por salir cuando Alicia lo llamó

AF: ¡Tomás!

T: Dime

AF: ...gracias.

Tomás sonrió. El solo ver la cara de su chica era suficiente para tenerlo risueño todo el día.

T: No hay de qué...


Mientras tanto, Fernando había llegado al departamento de Marcia y, ya que tenía la llave, ni siquiera se tomó la molestia de sonar la campanilla así que entró y se fue en busca de Marcia. No oyendo ningún sonido en la cocina, Fernando se dirigió hacia la recámara pero ahí tampoco estaba Marcia. Estaba casi por irse cuando oyó un sonido venir desde el baño así que se acercó. Cuando abrió la puerta, se topó con Marcia que se estaba quitando la bata para vestirse, ya que recién había salido desde la ducha. Esa visión de Marcia encuerada lo tomó de sorpresa tanto que Fernando se puso rojo en la cara y tuvo que cubrirse sus partes masculinas con su portafolio para evitar una mala impresión. Por suerte Marcia no lo oyó ni lo vio así que Fernando pudo salir del baño sin ser descubierto.

Una vez afuera del baño, Fernando se sentó en la cama y trató de tomar aire.

F: ¿Qué pasó carnalito brother? ¿Te bastó ver a una mujer encuerada para ponerte así? ¡Mira que te voy a cortar si eso pasa otra vez! Ay si lo supiera mi Lety...

En ese momento, Marcia salió del baño y se dio cuenta de la presencia de su novio.

M: ¡Fernando! ¿Qué haces aquí?

F: Hola Marcia. Es que tuve una cita con los de Krauss Publicidad y, ya que estaba cerca, decidí pasar aquí. ¿Acaso te molesto?

M: Tú nunca me molestas, mi amor.

Marcia se sentó cerca de él y lo abrazó. Los dos quedaron así unos minutos hasta que Fernando decidió que había llegado la hora de aclarar el asunto de la visita ginecológica.

F: Marcia, ya que estoy aquí, me gustaría terminar la platica que tuvimos hoy en la empresa...

M: Fernando, ya te dije lo que tenía que decirte: ¡mi ginecóloga me anticipó la visita al próximo martes y ya no puedo cambiar la fecha!

F: ¡Es que el próximo martes yo estaré a Estados Unidos!

M: ¿¡Y yo qué culpa tengo!? ¡Podías decirmelo antes de que fijara la fecha!

F: ¡Es que yo supe eso del viaje apenas ayer!

M: ¿Fernando?

F: ¿Qué?

M: ¿Por qué estamos gritando?

F: No sé... Debe ser que estoy un poco cansado; hoy ha sido un día bastante pesado...

M: ¿Y por qué no te quedes a dormir aquí conmigo? Hace mucho que no dormimos juntos...

F: No, Marcia. Tengo que ir a mi casa y buscar unos documentos que me sirven para el viaje

M: ¿A esta hora?

F: A esta hora. Como en los próximos días tenemos mucho que hacer en la empresa, entre el video de Fernández y lo de Castro, y el lunes salgo de viaje muy temprano, no me queda mucho tiempo para organizarme.

M: Como quieres... ¿Y por lo de la ginecóloga?

F: Te voy a acompañar en la visita del próximo mes; no me queda de otra...

M: Bueno...

F: Me voy ahora, Marcia. ¿Necesitas algo antes de que me vaya?

M: No, Fernando, estoy bien así. De todos modos, gracias por preocuparte

Fernando se acercó a ella y le dejó un picoreto en los labios

F: De hecho soy tu prometido, así que es normal que me preocupe por ti

Luego Fernando le guiñó el ojo y salió del departamento.


En tanto, Aldo y Lety habían empezado a cenar. Durante la cena, Aldo había aprovechado para explicarle los progresos del proyecto de Turismo Gastronómico y Lety había quedado encantada.

A: ¿Así que Conceptos siempre puede ocuparse de eso?

L: ¡Claro que sí, Aldo! Para nosotros sería un honor poder cooperar en ese proyecto

A: Bueno, entonces tenemos que hacer una reunión con mi amigo Guillermo Andreu, que es el que se ocupa del proyecto, y ponernos de acuerdo para los detalles del negocio

L: Okey. ¿Y más o menos ya tienes una idea del día en que hacer esa reunión? Te lo digo porque tengo que organizarme un poco ya que en estos días estamos llenos de trabajo entre los videos de Alejandro Fernández y Cristian Castro y los comerciales que estamos produciendo

A: Pues... Yo diría que podría ser a principio de la próxima semana. ¿Qué te parece?

L: No hay problemas. Lo importante es que no sea de lunes

Aldo se puso sospechoso

A: ¿Ya tienes un compromiso para ese día?

L: Es que tengo una cita con mi doctora para un chequeo y no puedo posponerla

A: Leticia, ¿te pasó algo grave?

L: No, Aldo, nada grave. Solo es un chequeo para revisar que todo esté en orden

A: ¿Quieres que te acompañe?

L: ¿Donde mi doctora? No, no es necesario. Voy con Carolina. De todos modos, gracias por pedirme

A: No day de qué. Pero, cualquier cosa necesitas, sepas que yo siempre estoy aquí

L: Gracias, Aldo

Lety acercó su mano a la de Aldo, que estaba sobre la mesa, y la apretó como agradecimiento. En toda respuesta, Aldo tomó la mano de Lety y le dejó un beso en los nudillos.



En casa de Alicia, ella y Tomás estaban comiendo los tacos y la atmósfera parecía bastante relajada. Por primera vez, Tomás había visto a Alicia arropada con una especie de juego de gimnasia y eso lo había dejado bastante sorprendido. Cuando le preguntó a Alicia, la misma le respondió que necesitaba estar más cómoda y que siempre se arropaba así cuando estaba sola en su casa.

Cuando habían terminado de comer, Tomás hizo por levantarse para ir a lavar los platos cuando Alicia lo bloqueó con una pregunta:

AF: ¿Por qué haces todo esto por mi, Tomás?

T: Porque te amo, Alicia.

Alicia se quedó boquiabierta y sintió su corazón empezar a latir como un loco. Esa era la primera vez que Tomás le decía que la amaba y, al oír esas dos palabras, Alicia sintió un escalofrío correrle por toda la espalda.

AF: ¿Me... me amas?

T: Sí, Alicia. Y no te lo estoy diciendo porque quiero que tú me digas lo mismo, porque es claro que no es así. Pero no te preocupes; yo me doy por bien servido con solo poderte ver todos los días en la empresa. Eso es mucho más de lo que me podía imaginar ¿sabes?

Alicia lo escuchaba con atención

T: Mira, Alicia... Desde la primera vez que vi tu foto en la revista, no he hecho otra cosa que no sea pensar en ti. Me enamoré de ti en ese momento y sigo todavía amandote. Sé que aún estás enojada por lo que pasó esa dichosa noche anterior a la junta del comité, ¡pero creeme que no era mi intención engañarte! Sé que no fui el mejor de los hombres cuando “me aproveché” de ti, pero estar contigo era lo que más quería en la vida y no solo porque eres una mujer bellisíma, si no porqué estoy enamorado como un loco de ti y poder sentir el olor y la suavidad de tu piel, era un sueño hecho realidad. Por eso no logro pentirme completamente por lo que pasó esa noche porque, a pesar de todo, esa fue la noche más maravillosa de mi vida.

Las lágrimas empezaron a correr mejillas abajo en la cara de Alicia que, no logrando tratenerse, se escapó en el baño y ahí se encerró.

AF: No lo puedo creer... ¡Tomás me ama! Ya sabía que le gustaba; siempre me lo ha demostrado, ¡pero no me imaginaba que estaba enamorado de mi! ¿Cómo puede un hombre como él, enamorarse de alguien como yo? Tomás es un hombre bueno; simpático; dulce; ¡honesto! ¿Por qué tuvo que enamorarse de una mujer como yo? Sé perfectamente que no me merezco su amor pero...

Alicia suspiró y, apoyando su espalda contra la puerta del baño, se dejó caer sentada en el piso.

AF: Ay dios mío, no sé que me pasa, ¡pero de repente siento algo hacia Tomás! No sé si es amor, pero es una sensación rara que tengo en el pecho cuando él se porta lindo conmigo... Y hacia un rato, cuando me dijo que me ama, no sé... Sentí tan bonito aquí en mi corazón...

Alicia aún estaba risueña y perdida en sus pensamientos cuando oyó unos golpes en la puerta

T: ¡Alicia! ¡Alicia, por favor, abre la puerta! ¡Necesito saber que estás bien!

Alicia se incorporó y, tras secarse las lágrimas, le abrió la puerta a Tomás y lo abrazó, estrechandolo fuerte.

Tomás se quedó anonadado con ese gesto y al principio no fue capaz de corresponderla. Cuando Alicia vio que Tomás no la abrazaba a su vez, se separó de él.

AF: Perdoname, Tomás, no debía portarme así...

T: ¡No! ¡No, Alicia! Es que no me esperaba ese gesto de tu parte, por eso me quedé un poco asombrado... Ven aquí...

Tomás abrió sus brazos y Alicia se volvió a abrazarlo. Los dos se quedaron varios minutos así hasta que Tomás, viendo la hora, entendió que había llegado el momento de regresar a su casa. Sin gana alguna, se separó de Alicia y la miró en los ojos.

T: Alicia, se hizo tarde y creo que es mejor que yo regrese a mi departamento. Tú estarás cansada y necesitas descansar, así que te ayudo a acostarte y luego me voy, así puedes relajarte en paz.

Alicia tragó saliva y asintió con la cabeza.

Una vez acostada debajo de la colcha, Tomás le dejó un beso en la mejilla y una caricia pero, cuando hizo por irse, Alicia lo detuvo por una muñeca.

AF: Tomás...

T: ¿Qué pasa, chiquita? Ops, perdón; se me había olvidado que no quieres que te llame así...

Alicia sonrió

AF: No, está bien...

Tomás sonrió también

T: ¿Qué necesitas?

AF: Es que... Te quería pedir un pequeño favorcito...

T: ¿De qué se trata?

Alicia se mordió la uña del indice antes de hablar, signo de que estaba bastante nerviosa

Viendola así, Tomás entendió el nerviosismo de su amada y decidió facilitarle las cosas

T: Alicia, ya te dije que conmigo no tienes que avergonzarte de nada. Sabes perfectamente que puedes pedirme lo que quieres. ¡Por ti bajaría hasta la luna si pudiera!

Alicia advirtió otra vez esa sensación rara en el pecho...

AF: Está bien...

Tomando un largo respiro, por fin Alicia se decidió a hablar

AF: Tomás, ¿Te quedarías a dormir aquí conmigo?

¡Tomás casi se atraganta con su propia saliva!

AF: No me malinterpretes, pero me sentiría más tranquila si esta noche te quedes conmigo. Es que aún no me siento al cien por ciento y tengo un poco de miedo en quedarme a sola...

¿Era realmente por eso que Alicia quería que Tomás se quedara, o de veras empezaba a sentir algo por él? 

T: Pero... ¿Estás segura de que quieres que me quede aquí, Alicia?

AF: Sí, Tomás. ¡Siempre que para ti no sea un problema!

T: ¡Ningún problema, chiquita! Y, por ser sincero, me quedo más tranquilo yo también al no saberte sola en tu departamento.

AF: Gracias, Tomás.

T: No hay de qué.

Tomás le besó la frente y hizo por dirigirse hasta el sofá del salón cuando Alicia lo llamó.

AF: Tomás, ¿A donde vas?

T: Pues... En el sofá ¿no?

AF: No tiene sentido que te acuestes en el sofá que es muy incómodo; métete aquí conmigo, en mi cama.

En realidad, Alicia estaba muy nerviosa por lo que hubiera pasado el día siguiente. Ella se sentía culpable hacia Tomás por no haberle dicho del niño, pero no quería obligarlo a estar con ella por eso. Si bien Tomás le había dicho que la amaba, Alicia sabía que ella no era la mujer que él se merecía, por eso había tomado ella sola la decisión cerca del niño que esperaba. Esa noche, pero, solo por una noche, quería sentirse amada y protegida y quería dormir abrazada al único hombre que la había hecho sentir amada sin querer nada a cambio.

T: ¿¡Qué!? No, Alicia, no creo que sea una buena idea...

AF: ¡Andale, Tomás! ¡No seas malo! Ya te dije que necesito sentirme tranquila esta noche, y me sentiría definitivamente más tranquila contigo a mi lado

Tomás tragó saliva mientras que su cara enrojesía cada segundo más.

T: Es... est... está bien, Alicia, como tú quieres...

Despacio Tomás se quitó su saco y los zapatos. Luego se desabrochó el cinturón y, tras quitarselo, se tendió en la cama cerca de su amada. Una vez acostado, Alicia se acercó a él y, encontrada la posición más cómoda en su pecho, lo abrazó y se durmió abrazada a él con el sonido de su corazón que le hacía de canción de cuna.

Tomás le besó la coronilla y, antes de apagar la luz de la lámpara, le deseó las buenas noches:

T: Buenas noches, mi amor...



Una vez llegado a su casa, lo primero que hizo Fernando fue poner bajo carga su celular y, cuando por fin el dispositivo se encendió, compuso el número de Lety y apretó el botón de llamada aunque se quedó desconcertado cuando oyó la voz de la contestadora.

F: ¿Será que Lety apagó el celular para estar más tranquila? Ay no, Fernando, ¿qué vas pensando? Seguro se le falló la pila como me pasó a mi...

Luego Fernando miró el reloj que estaba arriba de la chiminea y, percatandose de que ya había pasado la medianoche, se puso en alerta.

F: ¿Cómo es que aún no ha rencasado? ¿Y si el güerito risueño la trajo en otro lugar?

De repente Fernando desorbitó los ojos

F: ¿¡Y si la trajo a un hotel!?

El pobre Vicepresidente había empezado a pensar a las peor cosas, así que decidió que era mejor averiguar si Lety había regresado a su casa. Obviamente, vista la hora, no podía llamar a su casa con el riesgo de despertar a los papás de Leticia, así que, sin pensarlo, subió en su coche y se arrancó rumbo Calle de mimosa.


Mientras tanto, Lety estaba llgando a su casa. Luego de la cena, ella y Aldo se habían tardado porque Aldo quería aprovechar de la compañía de Leticia para dar una vuelta por la ciudad de noche. En particular, Aldo deseaba ver la famosa “Plaza Garibaldi”, la plaza donde estaban los mariachi, y, viendo cuanto realmente deseaba darse una vuelta, Lety aconsintió. Los dos pasearon por largo rato en la plaza pero, cuando hizo por ver la hora, Lety se dio cuenta que daban las 23.30 así que le pidió a Aldo que la acompañara a su casa.

A: ¿No te quieres quedar un ratito más? ¡Está tan bonito este lugar!

L: Sí, es muy bonito, Aldo, pero mañana tengo que trabajar y se hizo tarde.

A: Claro... Te acompaño a tu casa, entonces.

Una vez delante de la puerta de Lety, la Presidenta bajó del coche y, ya que se había dado cuenta que la pila de su celular había hecho caput, tenía prisa de meterse en su casa para poner el celular bajo carga, así que saludó rápidamente a Aldo con un beso en la mejilla y, sin que el pobre pudiera decir una palabra, se retiró en su casa.

Una vez adentro, Lety corrió escaleras arriba y se metió en su cuarto para buscar el cargador. Cuando su celular se encendió, Lety se dio cuenta de que tenía 5 llamadas perdidas por parte de Fernando.

L: Ay... ¡Seguro Fernando se puso como feria viendo que no le contestaba! Quién sabe que estará pensando en este momento... Mejor lo llamo

El celular no sonó ni dos veces que ya Fernando había contestado

F: ¡Lety! Mi amor, ¿donde estás?

L: Apenas llegué a mi casa, mi amor.

F: ¿Y por qué no me contestabas?

L: Porque se me falló la pila del celular y apenas ahora logro encenderlo.

F: Entiendo... A mi me pasó lo mismo con el mío

L: Ji ji ji parece que nuestros celulares se pusieron de acuerdo

F: Ja ja asì parece

L: Bueno pero cuentame... ¿Cómo te fue con el Señor Luciano?

Mientras hablaba, Lety había empezado a quitarse el abrigo para ponerse cómoda

F: Pues, te diría bien, pero te cuento mejor en cuanto te veo

L: ¿O sea que me vas a dejar picada hasta mañana?

F: ¿Quién habló de mañana?

L: Fernando... No entiendo...

F: Es que estoy casi en tu colonia

L: ¿¡Qué!? ¿Y eso por qué?

F: Pues, porque mi novia no me contestaba así que me preocupé y preferí venir a ver de persona que pasó

L: Ji ji ji siempre eres el mismo, mi celosito

F: ¿Te estás burlando de mi?

L: ¡Claro que no, Fernando! Sabes que me encanta ese aspecto de ti...

F: Y a mi me encantas tú, Leticia

Lety se empezó a sentir calor a pesar de que hacía bastante frío esa noche. ¿Quién necesitaba de calentador cuando Fernando lograba incendiarla con tan solo unas palabras?

L: ¿Te falta mucho para llegar?

F: Digamos que ya llegué. Si te asomas a la ventana puedes verme.

Leticia se asomó a su ventana y, efectivamente, vio el coche de Fernando mientras estaba estacionando.

F: ¿Bajas tú o tengo que escalar hacia tu ventana como un escalador de montañas?

L: Ji ji ji ahorita bajo yo

F: Te espero...

Una vez afuera, Lety se precipitó hacia el coche de Fernando y se metió en el mismo. Sin darle tiempo de hablar, se colgó al cuello de su amado y lo besó con pasión. Como ya había pasado en antaño, Lety no se dio cuenta y picó el botón que servía para abrir el techo del coche, así que los dos se quedaron al aire abierta y bajo la lluvia, ya que había empezado a llover.

F: Mi amor, nos vamos a mojar como pollitos así ja ja ja

L: Ops, perdón, no me dí cuenta...

F: No pasa nada

Con un gesto Fernando cerró el techo y volvió a besar a su amada. Luego de muchos besos, los dos se separaron para tomar aire y Lety aprovechó para pedirle de la cita con los de Krauss

L: ¿Como te fue con el Señor Luciano?

F: Bien. Parece que no voy a viajar solo

L: ¿Ah sí? ¿Y quién te va a acompañar?

F: Uno de sus empleados que tiene que hablar con Mr Hutcherson. También me dio los documentos de viaje y todo el material del negocio. Mañana en la empresa hablamos mejor de eso

L: Sí, claro... ¿Y siempre vas a regresar el viernes?

F: Así es, mi amor. El viernes tengo el vuelo de regreso a las 18.00

L: Entonces, si quieres, vengo por ti en el aeropuerto

F: ¡Claro que quiero, Lety! ¡Hasta la duda ofende!

Lety sonrió.

L: ¿Te puedo también acompañar el lunes?

F: ¿A Estados Unidos?

L: ji ji ji no, Fernando. Al aeropuerto

F: ¿Segura? Mira que mi vuelo sale bastante temprano...

L: ¿Bastante temprano cuanto?

F: A las seis y media de la mañana, así que tengo que estar en el aeropuerto a las cinco y media a más tardar.

L: No hay problema, mi amor. Me voy a levantar a las cinco así paso por ti y nos vamos

F: Uhm... ¿Y qué te parece si en vez te duermes directamente a mi casa?

L: A... a... ¿A tu casa?

F: Claro. No sería la primera vez que duermes ahí...

Fernando le guiñó el ojo pícaro haciendo sonrojar a Lety

L: Me gustaría muchísimo, Fernando, pero no creo poder escapar otra noche esta semana... Ya mi mamá me hizo un gran favor en cubrirme la espalda ayer en la noche, y no puedo pedirle otra vez que me ayude con mi papá...

F: No te preocupes, Leticia, lo entiendo... Nos vamos a ver directamente en la mañana entonces, no pasa nada.

L: ¡Es que de veras me hubiera gustado pasar la noche contigo antes de que te vayas!

F: Lo sé, mi vida, pero tenemos que tener paciencia. Vas a ver que en un par de meses la situación se irá a resolver y entonces nuestra historia de amor podrá salir a la luz del sol. ¿Te acuerdas? Tú misma dijiste que nuestro amor debe de ser un sol que dá luz; que nos ilumina; que dá vida... Y creeme, mi Lety, que yo no veo la hora de que todo esto sea posible y que tú te convierta en mi esposa

El corazón de Lety perdió un latido. No era la primera vez que Fernando hablaba de matrimonio y eso la ponía inmensamente feliz. Tanta era la felcidad y el amor que Lety sentía para Fernando en ese momento, que no pudo evitar conmoverse

F: No, mi amor, ¡no llores!

L: Ay perdón, es que tú siempre logras encontrar la llave para llegar a mi corazón

F: Es porque te amo inmensamente, Leticia.

Fernando se acercó otra vez a ella y la besó.

F: ¿Me acompañarías en un lugar que a mi me gusta mucho? No te preocupes, está aquí cerca y no vamos a tardarnos mucho...

L: Llevame a donde quieras, mi principe

Fernando sonrió y, tras acariciarle la mejilla, arrancó y partió rumbo un lugar que para él era verdaderamente especial...



Sigue...