Capítulo
63
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Devorame
otra vez
En
casa de Carolina, la publirrelacionista estaba relajandose en la ducha. Había
pasado todo el día junto a Omar hasta que en la tarde, el mismo tuvo que irse
para encontrar a un cliente de Conceptos. Mientras se enjabonaba la piel, no
podía evitar de pensar a todas las caricias que le había regalado Omar durante
todo el día.
C:
Como me hubiera gustado que se quedara también en la noche... Quizás y
hubieramos repetido todo lo que pasó hoy je je. Ay pero ¿En qué pienso? Es que
con Omar me siento como un adolescente a su primer enamoramiento... Nunca pensé
que Omar podía ser tan dulce bajo las sabanas... Me hizo sentir amada como
nunca me había pasado en mi vida...
Carolina
no podía parar de sonreír. Por primera vez después de mucho tiempo estaba
feliz.
Mientras
tanto, Aldo estaba en su casa tratando de dibujar. Durante todo el día, había
sentido la falta de Leticia así que, a pesar de que ya era bastante tarde, había
decidido pintar un cuadro para ella ¿y cual mejor sujeto si no un caracól para
recordarle todo lo que habían vivido juntos en Acapulco?
A:
Espero que este cuadro te guste, Leticia, y que te recuerde todos los momentos mágicos
que vivimos juntos en la playa...
En
la habitación del hotel, Fernando dormía profundamente mientras que Lety no
lograba tomar sueño. Aún se sentía inquieta ya que no había podido decirle a
Fernando lo que pasó con su ginecologa. Lo que quería hacer en ese momento, era
levantarse de la cama y correr en el baño para tratar de tranquilizarse un poco
pero, cuando intentó moverse, Fernando, que la tenía abrazada, la apretó aún más
así que no pudo moverse ni de un centímetro.
Lety,
entre sí: ¿Y ahora como le hago? ¡Necesito refrescarme la cara para tener las
ideas más claras o esta noche no voy a dormir!
Delicadamente,
trató de mover el brazo de Fernando para que la dejara libre de moverse pero
obtuvo el efecto contrario: Fernando la atrajo más a sí, empezando a besarle un
hombro, y luego empezó a hablar en el sueño haciendola reír:
F:
No, no te vayas mi amor. Ahorita te alcanzo. Tú preparate que ahorita voy.
Cinco minutos namás
L:
Ji ji ji
Despacio
Fernando abrió un ojo y, cuando vio que Lety estaba acostada cerca de él
intenta a reír, abrió el otro también y la atrajo a sí para estamparle la
huella de sus labios en los de ellas.
F:
Buenos... ¿días? Mi amor
L:
No, mi vida, aún es noche. Son las dos de la mañana
F:
Ja, mira que casualidad... La otra vez también me despertaste a esta hora...
L:
Pues, lo siento mucho, Fernando, no era mi intención despertarte. Es que quería
ir al baño pero tú me aprisonaste con tu brazo y no logré liberarme
Fernando
la miró con un dejo de malicia
F:
No me digas... ¿Y qué querías hacer en el baño?
L:
Pues... Lo que se hace en el baño...
F:
¿Tienes que hacer pipí?
Si
no hubiera estado tan nerviosa, Lety hubiera regresado a reír pero los nervios
no la dejaban tranquila...
L:
¡Ay Fernando, como eres! Quería refrescarme la cara namás
F:
¡Bueno, bueno, no te enojes!
El
nuevo Vicepresidente quitó su brazo desde el abdomen de Leticia y le permitió
moverse.
L:
No me voy a demorar mucho...
F:
Bueno, aquí te espero
Cuando
Lety se levantó, pero, no se dio cuenta que estaba encuerada hasta que Fernando
no le chifló divertido. Cuando se dio cuenta, su cara se puso roja como un
tomate así que atrapó el primer trapo que encontró y, cubriendose con eso, se
encerró en el baño.
Cuando
fue segura de tener una cierta privacidad, Lety se puso a pensar:
L:
¿Cómo le hago para decirselo? Seguro la va a tomar muy mal... En efecto, fue él
mismo quién me dijo que quería viajar conmigo... ¿Y ahora? ¡Además no quiero
que viaje solo!
De
repente un pensamiento se hizo largo en la mente de la Presidenta:
L:
¿Y si Doña Marcia decide acompañarlo?
Lety
desorbitó los ojos. No podía contemplar esa opción. Era cierto que Fernando le
repetía todos los días que solo amaba a ella y que con Marcia no había pasado
nada, después que habían estados juntos la primera noche, como sea, no se sentía
tranquila sabiendo que los dos hubieran estados juntos, y seguro en la misma recámara,
en Estados Unidos.
L:
Si yo no puedo viajar con él, ¡por lo menos tengo que evitar que ella lo acompañe!
Solo espero que Fernando me ayude a encontrar la solución...
En
tanto, Fernando, no lograba quitarse una enorme sonrisa de oreja a oreja de la
cara. Lo que había pasado con Lety esa noche, era algo nuevo que nunca había experimentado
con ninguna otra mujer. Nunca podía imaginarse que su Lety, tan tierna y pura,
hubiera aconsentido a hacer lo que habían hecho. Ese lado “perverso” de Lety le
encantaba ¡y mucho! Con tan solo pensar a lo que había pasado poco tiempo
antes, Fernando sintió un escalofrío correrle en la espalda.
F:
¿Cómo puede esa mujer hacerme un efecto así? ¡Nunca Dios mío, nunca me imaginé
estar tan feliz con Leticia! Cada día me convence más que es la mujer de mi
vida... Estoy seguro de que Dios la hizo para mí, no me cabe ni la más mínima
duda. Ella es tan... tan... apasionada en lo que hace, que es imposible
resistirle.
De
ser posible, la sonrisa de Fernando se expandió aún más.
Mientras
tanto, en el baño, Lety seguía en sus pensamientos:
L:
¡Ánimo, Lety! Date fuerza y dile a Fernando lo que pasa; él seguro va a
encontrar una solución...
Cuando
encontró un poco de valor, decidió cubrirse y salir para enfrentar a Fernando.
Viendo la prenda que había atrapado, pero, le escapó una pequeña risa.
L:
Ji ji ji ni cuenta me dí que tomé la camisa de Fernando ji ji ji Bueno, ni
modo, de alguna manera tengo que cubrirme...
Con
espíritu divertido, Leticia procuró abrigar su desnudez con la prenda masculina
de su amado.
Fernando
estaba aún en el mundo de los sueños cuando Lety regresó en la recámara.
Viendolo
tan risueño, el valor de Lety se vino abajo y la misma se contagió de su
sonrisa.
L:
¿Qué es que te tiene tan feliz?
Fernando
se sobresaltó un poco ya que no la había visto regresar, estando acostado de
lado con la cara hacia la ventana. Sin voltarse, le contestó seguro:
F:
El hecho de estar aquí, con la mujer que amo, ¿te parece un motivo suficiente?
Lety
lo pensó un momento antes de contestarle
L:
Uhm... no
En
tanto Lety hundió su rodilla en el colchón, subiéndose a la cama.
F:
Bueno entonces ¿qué te parece si te digo que estoy feliz porque acabo de hacer
el amor con ella de una manera que me hizo tocar el cielo con un dedo?
Lety
sonrió y se acercó a él para dejarle un tierno beso en la cabellera. Finalmente
Fernando se volteó y, cuando la vio abrigada con su camisa, se dejó escapar una
pequeña risa
L:
¿Y ahora de qué te ríes?
F:
Es que eso que traes puesto me sabe a ropa de hombre...
L:
¿Tú crees?
F:
...sí. Y te digo más; creo que sé también a quién apartenece esa camisa
L:
Uhm, yo no creo...
F:
¿Ah no? Entonces dime tú a quién la robaste
L:
Yo no la robé a nadie; simplemente esta es la camisa del hombre que amo y, como
él dice de amarme, no creo que se vaya a enojar mucho sabiendo que yo la
utilizo
F:
Muy buena observación, señorita
Lety
sonrió soberbia mirándolo en los ojos. En ese momento Fernando sintió una
corriente atraversarle toda la espalda. La mirada color café de Leticia lo
encantaba y lo fascinaba a la vez así que, sin pensarlo, Fernando la apapachó,
acurrucándola entre sus brazos y esparciendo besos siempre más humedos en el
cuello de ella. Con cada contacto de los labios de Fernando con su piel, Lety
se encendía más aunque no lograba relajarse completamente ya que se sentía un
peso en la conciencia.
Fernando
se dio cuenta de que Lety estaba algo tensa así que le dio una idea.
F:
¿Lety?
L:
Dime
F:
¿Qué te parece si te hago un masaje?
La
mirada de Lety se iluminó
L:
¡Sería divino!
F:
Ja ja bueno entonces vueltate y acuestate bocabajo así que pueda obrar mi magia
L:
Uy eso me gusta...
Sin
hacerselo repetir, Leticia hizo lo que le pidió su amado y se acostó bocabajo.
Fernando
empezó su masaje en la espalda, por encima del género de la camisa. Al
principio, empezó con movimientos dulces y ligeros, de modo que Lety pudiera
relajarse, y después decidió pasar al matadero. Con con movimientos lentos,
descendió hasta la cintura de ella, ejercitando una presión con sus pulgares a
los lados de las caderas. Sentir el toco de Fernando la relajaba, así que poco
a poco Lety se dejó ir a las manos de su masajeador.
En
tanto, los masajes treparon de los flancos hasta los brazos, friccionando
levemente la tela de la camisa azul contra la piel de ella, en tanto que el
rostro de Fernando se internó entre los espacios de la cabellera de su esposa.
El
tocar a Leticia de esa manera, sintiendola vibrar con cada uno de sus toques,
excitó mucho a Fernando que decidió ascender la ladera del cuello de su mujer
con el vértice de su nariz, hasta llegar tras la sombra de su lóbulo. Cuando
llegó a su objetivo, el mismo acortó la distancia entre sus labios y el oído de
Leticia que empezó a apretar con mucha pasión. Ese gesto inesperado, hizo que
Leticia se dejara escapar un pequeño gemido que no escapó a los oídos de
Fernando que, animado por lo que había oído, siguió apretandole la carne del
cuello.
Animada
por una fuerza invisible, Lety tomó las muñecas de Fernando, que aún estaban al
altura de las caderas, y procuró que las varoniles manos de él ascendieran
varios centímetros arriba hasta llegar al altura de sus senos, y ahí las dejó.
Fernando sonrió entendiendo las intenciones de su mujer, así que relegó las
manos por debajo de la camisa hasta toparse con esa parte de la anatomía de su
mujer que tanto le fascinaba. Con las palmas casi dispuestas sobre el volumen
de cada seno, él no tuvo mucho qué pensar y prodigó más masajes sobre la zona,
causando varios escalofríos de placer a su mujer.
Gozando
de ese masaje, Lety decidió enconrporarse un poco para sentir más las manos de
Fernando así que, sentandose en la cama y dandole la espalda, recostó la
convexidad de su cabeza contra del pecho
de él, arqueando apenas su espalda hacia él.
Fernando
siguió por varios minutos su masaje hasta que decidió actuar con otra parte de
su cuerpo. Con mucha delicadez, hizo voltear a Leticia y empezó a desabrochar
los botones de su masculina camisa hasta que el pecho de su mujer fue otra vez
desnudo delante de sus ojos. Antes de actuar, Fernando contempló esa visión por
varios segundos, regocijándose de la tersa redondez que poseía su Lety, hasta
que sintió la urgencia de acercarse más...
Para
empezar, siguió con su lengua la linea entre su cuello y su pecho y, una vez
llegado al altura de sus senos, su lengua descubrió un sabor inigualable y
único y su boca empezó a apoderarse muy despacio de la tiesa punta.
Incansable,
Fernando ungió con su lengua los pezones de Lety una y otra vez mientras que la
misma se dejaba escapar gemidos y jadeos entre una caricia y otra a su
cabellera. Cuando sintió que la excitación aumentaba, Lety entrelazó sus dedos
entre los cabellos de su hombre y lo encadenó con sus piernas en un movimiento
casi automático.
Fernando
percibió eso como la señal de que su mujer estaba lista para recibirlo otra vez
así que abandonó la deliciosa tarea de amar a los senos de Lety para regresar
goloso en su boca. Su lengas se encontraron famélicas mientras la manos de
Fernando seguian acariciandole las piernas.
Lety
le moridió suavemente un hombro a Fernando para evitar que un gemido demasiado
fuerte saliera de su boca cuando lo sintió entrar otra vez en ella.
Fernando
la poseyó y la hizo porpia una vez más; dulcemente, con pasión, con todo el
amor que sentía por ella...
El
reloj marcaba las tres de la mañana cuando Omar aparcó su coche frente del
departamento de Carolina Ángeles.
O:
¿Qué hago aquí a esta hora? ¡Seguro le va a dar un susto si sueno su campanilla
a esta hora de la madrugada! Pero no puedo evitarlo... Intenté dormirme en mi
cama, pero, cada vez que cerraba los ojos, me aparecía ella en toda su belleza
y, aunque me cueste admitirlo conmigo mismo, Caro me falta...
Dandose
valor, Omar se acercó a la puerta y puso un dedo sobre el botón de la
campanilla. Sin embargo no tuvo el valor de apretar ese botón.
O:
No, Omar, esa no es una buena idea... ¿Qué hago cuando me abre la puerta? Le
digo “Hola Caro ¿qué tal? Si no es mucha molestia, ¿me puedo quedar a dormir
aquí contigo esta noche?” ¡Seguro me va a tomar por un loco y me va a encerrar
en un psiquiátrico! Mejor regreso mañana...
Omar
estaba por irse desconsolado pero, antes de subirse a su coche, miró hacia la
ventana de la recámara de Carolina y se dio cuenta de que la luz estaba
encendida
O:
¿Qué sea aún despierta a esta hora?
Armado
de nuevo valor, Omar se acercó otra vez a la puerta y esta vez sonó la
campanilla
Cuando
Carolina sintió el sonido de la campanilla, se sobresaltó
C:
¿Quién demonio puede ser a esta hora de la noche?
Despacio
se abrigó con su bata y empezó a descender los escalones hasta llegar en la
planta baja. Antes de contestar, Carolina se asomó por la ventana pero, ya que
la calle no estaba iluminada, no logró ver quién era. Resignada decidió abrir
la puerta y cuando vio a Omar, su mirada regresó a iluminarse
C:
¡Omar! ¿Qué haces aquí a esta hora de la madrugada?
O:
Perdón por la molestia, Caro, es que no logro dormir y, por lo que veo, tú
tampoco así que...
C:
¿Así que?
Omar
se sonrojó un poco. Era la primera vez que una mujer lo hacía sentir
avergonzado
O:
Pues... Pensaba que nos podíamos tener compañía por un rato pero, si no me
quieres aquí, me voy y nos vemos mañana u otro día...
Carolina
sonrió antes de quitarse de la puerta para hacerlo pasar
O:
¿Eso quiere decir que puedo pasar?
C:
¡Claro que sí, Omar! Atravesaste media Ciudad para verme; el mínimo que puedo
hacer es hacerte pasar ¿No crees?
Omar
le sonrió a su vez antes de acomodarse en la cocina.
C:
¿Qué te parece si preparo un chocolate?
O:
Me parece perfecto...
Carolina
le dio la espalda y empezó a buscar en su cocina los ingredientes para preparar
la bebida. Cuando encontró todo, se puso delante de la estufa para empezar la
preparación hasta que Omar se le acercó y la abrazó por detrás. Acercando sus
labios al oído de ella, le susurró:
O:
¿Sabes que dicen que el chocolate es afrodisiaco?
Carolina
sonrió maliciosa
C:
No me digas...
O:
¿No sabías?
C:
Pues sí. Todo mundo sabe eso, Omar
O:
Ah... ¿Y no será que eso de tomarnos el chocolate es como una señal para
decirme algo?
C:
¿Algo como qué?
O:
Pues... Por ejemplo que quieres repitir lo que pasó en la tarde...
Con
un dejo de malicia, Omar empezó a pasear los dedos de su mano derecha por el
hombro de Carolina mientras que con la zurda la tenía abrazada por sobra de su
abdomen
C:
¿Quieres que sea sincera?
O:
Sí, claro
C:
Lo que pasó hoy entre nosotros fue maravilloso pero...
Carolina
se interrumpió por un momento; momento que a Omar le pareció eterno y que lo
hizo caer en un precipicio. Omar tenía miedo de que Caro lo rechazara, a pesar
de que le había dicho de estar enamorada de él. A lo mejor no le había gustado
hacer el amor con él...
Antes
de que seguiera en sus elucubraciones, pero, Carolina retomó la palabra
C:
...pero tengo miedo, Omar
O:
¿Miedo? ¿Y de qué?
C:
¡Tengo miedo de que tú sigas siendo el mujeriego de siempre y de que me dejes
por correr detrás de las otras faldas!
Omar
se relajó y se puso a reír así que Carolina se volteó y le dedicó una mirada de
pistola
O:
¿Eso es lo que te preocupa?
C:
¡Claro que eso es lo que me preocupa! Seamos honestos, Omar, tú siempre has ido
detrás de cada falda te pasa por delante...
O:
Eso era antes de enamorarme de ti...
El
corazón de Carolina perdió un latido
C:
¿Qué... qué diciste?
O:
Que me enamoré de ti, Carolina Ángeles. No sé como pasó, pero siento que no
puedo pasar un minuto más de mi vida sin
tenerte a mi lado
Por
la emoción, los ojos de Carolina se empañaron y las lágrimas empezaron a caer sigilosamente
en sus mejillas
O:
¡No, mi amor, no llores!
Omar
le secó las lágrimas con sus pulgares mientras le regaló un dulce beso en la
nariz
C:
Perdón es que no me esperaba una declaración así por tu parte...
O:
Pero me crees, ¿verdad?
La
publirrelacionista lo miró en los ojos y por primera vez, vio que la mirada de
Omar era distinta; más luminosa, más llena de una emoción que ella conocía muy
bien: amor.
Sin
pensarlo dos veces, Carolina le lanzó los brazos al cuello y lo besó con pasión,
olvidandose de todos sus miedos. Omar fue feliz de eso y, instintivamente,
sonrió sobre los labios de ella. Después de unos segundos, pero, se separó.
C:
¿No te gustó el beso?
O:
¡Claro que me gustó, mi amor!
C:
¿Entonces?
Omar
alzó un brazo y lo acercó a la estufa, apagando la llama. Luego se volteó hacia
Carolina y le guiñó el ojo:
O:
Se nos quema el chocolate
C:
Ja ja ja ¡ay como te amo, Omar!
O:
Y yo a ti, Carolina.
Los
dos retomaron los besos hasta que Omar la envolvió entre sus brazos y la cargó
hasta el primer piso donde los esperaba una linda noche de amor...
En
el hotel, mientras tanto, Fernando y Lety estaban abrazados apapachandose y
regalandose tiernos besos.
F:
Fue mágico, Lety...
Leticia
sonrió, recordando que esa era exactamente la misma palabra que había usado
para explicarle su noche de amor con “Tomás” a su amiga Paula María.
L:
Sí, mi amor, fue mágico
Lety
se incorporó un poco y le estampó la huella de sus labios en los labios de él
antes de descender en el cuello.
Fernando
sonrió: esa noche su Lety estaba mucho más picarona que la primera vez...
F:
¿No me digas que quieres hacerlo otra vez?
Le
inquirió risueño
L:
Ji ji me gustaría, Fernando, pero tengo que hablarte de algo...
Fernando
se puso serio
F:
¿De qué se trata?
Lety
se miró por un momento las manos, que ahora tenía entrelazada sobre sus muslos,
antes de mirarlo en los ojos
L:
Es que hoy te dije una pequeña mentira...
Fernando
sintió su sangre congelarse. ¿Sobre qué le había mentido Leticia? ¿Y si se
trataba de algo con respeto al fritanguero?
De
repente Fernando fue asaltado por una sensación de náusea...
Sigue...
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