sábado, 29 de agosto de 2015

Capítulo 63

Capítulo 63
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Devorame otra vez


En casa de Carolina, la publirrelacionista estaba relajandose en la ducha. Había pasado todo el día junto a Omar hasta que en la tarde, el mismo tuvo que irse para encontrar a un cliente de Conceptos. Mientras se enjabonaba la piel, no podía evitar de pensar a todas las caricias que le había regalado Omar durante todo el día.

C: Como me hubiera gustado que se quedara también en la noche... Quizás y hubieramos repetido todo lo que pasó hoy je je. Ay pero ¿En qué pienso? Es que con Omar me siento como un adolescente a su primer enamoramiento... Nunca pensé que Omar podía ser tan dulce bajo las sabanas... Me hizo sentir amada como nunca me había pasado en mi vida...

Carolina no podía parar de sonreír. Por primera vez después de mucho tiempo estaba feliz.


Mientras tanto, Aldo estaba en su casa tratando de dibujar. Durante todo el día, había sentido la falta de Leticia así que, a pesar de que ya era bastante tarde, había decidido pintar un cuadro para ella ¿y cual mejor sujeto si no un caracól para recordarle todo lo que habían vivido juntos en Acapulco?

A: Espero que este cuadro te guste, Leticia, y que te recuerde todos los momentos mágicos que vivimos juntos en la playa...



En la habitación del hotel, Fernando dormía profundamente mientras que Lety no lograba tomar sueño. Aún se sentía inquieta ya que no había podido decirle a Fernando lo que pasó con su ginecologa. Lo que quería hacer en ese momento, era levantarse de la cama y correr en el baño para tratar de tranquilizarse un poco pero, cuando intentó moverse, Fernando, que la tenía abrazada, la apretó aún más así que no pudo moverse ni de un centímetro.

Lety, entre sí: ¿Y ahora como le hago? ¡Necesito refrescarme la cara para tener las ideas más claras o esta noche no voy a dormir!

Delicadamente, trató de mover el brazo de Fernando para que la dejara libre de moverse pero obtuvo el efecto contrario: Fernando la atrajo más a sí, empezando a besarle un hombro, y luego empezó a hablar en el sueño haciendola reír:

F: No, no te vayas mi amor. Ahorita te alcanzo. Tú preparate que ahorita voy. Cinco minutos namás

L: Ji ji ji

Despacio Fernando abrió un ojo y, cuando vio que Lety estaba acostada cerca de él intenta a reír, abrió el otro también y la atrajo a sí para estamparle la huella de sus labios en los de ellas.

F: Buenos... ¿días? Mi amor

L: No, mi vida, aún es noche. Son las dos de la mañana

F: Ja, mira que casualidad... La otra vez también me despertaste a esta hora...

L: Pues, lo siento mucho, Fernando, no era mi intención despertarte. Es que quería ir al baño pero tú me aprisonaste con tu brazo y no logré liberarme

Fernando la miró con un dejo de malicia

F: No me digas... ¿Y qué querías hacer en el baño?

L: Pues... Lo que se hace en el baño...

F: ¿Tienes que hacer pipí?

Si no hubiera estado tan nerviosa, Lety hubiera regresado a reír pero los nervios no la dejaban tranquila...

L: ¡Ay Fernando, como eres! Quería refrescarme la cara namás

F: ¡Bueno, bueno, no te enojes!

El nuevo Vicepresidente quitó su brazo desde el abdomen de Leticia y le permitió moverse.

L: No me voy a demorar mucho...

F: Bueno, aquí te espero

Cuando Lety se levantó, pero, no se dio cuenta que estaba encuerada hasta que Fernando no le chifló divertido. Cuando se dio cuenta, su cara se puso roja como un tomate así que atrapó el primer trapo que encontró y, cubriendose con eso, se encerró en el baño.

Cuando fue segura de tener una cierta privacidad, Lety se puso a pensar:

L: ¿Cómo le hago para decirselo? Seguro la va a tomar muy mal... En efecto, fue él mismo quién me dijo que quería viajar conmigo... ¿Y ahora? ¡Además no quiero que viaje solo!

De repente un pensamiento se hizo largo en la mente de la Presidenta:

L: ¿Y si Doña Marcia decide acompañarlo?

Lety desorbitó los ojos. No podía contemplar esa opción. Era cierto que Fernando le repetía todos los días que solo amaba a ella y que con Marcia no había pasado nada, después que habían estados juntos la primera noche, como sea, no se sentía tranquila sabiendo que los dos hubieran estados juntos, y seguro en la misma recámara, en Estados Unidos.

L: Si yo no puedo viajar con él, ¡por lo menos tengo que evitar que ella lo acompañe! Solo espero que Fernando me ayude a encontrar la solución...


En tanto, Fernando, no lograba quitarse una enorme sonrisa de oreja a oreja de la cara. Lo que había pasado con Lety esa noche, era algo nuevo que nunca había experimentado con ninguna otra mujer. Nunca podía imaginarse que su Lety, tan tierna y pura, hubiera aconsentido a hacer lo que habían hecho. Ese lado “perverso” de Lety le encantaba ¡y mucho! Con tan solo pensar a lo que había pasado poco tiempo antes, Fernando sintió un escalofrío correrle en la espalda.

F: ¿Cómo puede esa mujer hacerme un efecto así? ¡Nunca Dios mío, nunca me imaginé estar tan feliz con Leticia! Cada día me convence más que es la mujer de mi vida... Estoy seguro de que Dios la hizo para mí, no me cabe ni la más mínima duda. Ella es tan... tan... apasionada en lo que hace, que es imposible resistirle.

De ser posible, la sonrisa de Fernando se expandió aún más.


Mientras tanto, en el baño, Lety seguía en sus pensamientos:

L: ¡Ánimo, Lety! Date fuerza y dile a Fernando lo que pasa; él seguro va a encontrar una solución...

Cuando encontró un poco de valor, decidió cubrirse y salir para enfrentar a Fernando. Viendo la prenda que había atrapado, pero, le escapó una pequeña risa.

L: Ji ji ji ni cuenta me dí que tomé la camisa de Fernando ji ji ji Bueno, ni modo, de alguna manera tengo que cubrirme...

Con espíritu divertido, Leticia procuró abrigar su desnudez con la prenda masculina de su amado.


Fernando estaba aún en el mundo de los sueños cuando Lety regresó en la recámara.

Viendolo tan risueño, el valor de Lety se vino abajo y la misma se contagió de su sonrisa.

L: ¿Qué es que te tiene tan feliz?

Fernando se sobresaltó un poco ya que no la había visto regresar, estando acostado de lado con la cara hacia la ventana. Sin voltarse, le contestó seguro:

F: El hecho de estar aquí, con la mujer que amo, ¿te parece un motivo suficiente?

Lety lo pensó un momento antes de contestarle

L: Uhm... no

En tanto Lety hundió su rodilla en el colchón, subiéndose a la cama.

F: Bueno entonces ¿qué te parece si te digo que estoy feliz porque acabo de hacer el amor con ella de una manera que me hizo tocar el cielo con un dedo?

Lety sonrió y se acercó a él para dejarle un tierno beso en la cabellera. Finalmente Fernando se volteó y, cuando la vio abrigada con su camisa, se dejó escapar una pequeña risa

L: ¿Y ahora de qué te ríes?

F: Es que eso que traes puesto me sabe a ropa de hombre...

L: ¿Tú crees?

F: ...sí. Y te digo más; creo que sé también a quién apartenece esa camisa

L: Uhm, yo no creo...

F: ¿Ah no? Entonces dime tú a quién la robaste

L: Yo no la robé a nadie; simplemente esta es la camisa del hombre que amo y, como él dice de amarme, no creo que se vaya a enojar mucho sabiendo que yo la utilizo

F: Muy buena observación, señorita

Lety sonrió soberbia mirándolo en los ojos. En ese momento Fernando sintió una corriente atraversarle toda la espalda. La mirada color café de Leticia lo encantaba y lo fascinaba a la vez así que, sin pensarlo, Fernando la apapachó, acurrucándola entre sus brazos y esparciendo besos siempre más humedos en el cuello de ella. Con cada contacto de los labios de Fernando con su piel, Lety se encendía más aunque no lograba relajarse completamente ya que se sentía un peso en la conciencia.

Fernando se dio cuenta de que Lety estaba algo tensa así que le dio una idea.

F: ¿Lety?

L: Dime

F: ¿Qué te parece si te hago un masaje?

La mirada de Lety se iluminó

L: ¡Sería divino!

F: Ja ja bueno entonces vueltate y acuestate bocabajo así que pueda obrar mi magia

L: Uy eso me gusta...

Sin hacerselo repetir, Leticia hizo lo que le pidió su amado y se acostó bocabajo.

Fernando empezó su masaje en la espalda, por encima del género de la camisa. Al principio, empezó con movimientos dulces y ligeros, de modo que Lety pudiera relajarse, y después decidió pasar al matadero. Con con movimientos lentos, descendió hasta la cintura de ella, ejercitando una presión con sus pulgares a los lados de las caderas. Sentir el toco de Fernando la relajaba, así que poco a poco Lety se dejó ir a las manos de su masajeador.

En tanto, los masajes treparon de los flancos hasta los brazos, friccionando levemente la tela de la camisa azul contra la piel de ella, en tanto que el rostro de Fernando se internó entre los espacios de la cabellera de su esposa.

El tocar a Leticia de esa manera, sintiendola vibrar con cada uno de sus toques, excitó mucho a Fernando que decidió ascender la ladera del cuello de su mujer con el vértice de su nariz, hasta llegar tras la sombra de su lóbulo. Cuando llegó a su objetivo, el mismo acortó la distancia entre sus labios y el oído de Leticia que empezó a apretar con mucha pasión. Ese gesto inesperado, hizo que Leticia se dejara escapar un pequeño gemido que no escapó a los oídos de Fernando que, animado por lo que había oído, siguió apretandole la carne del cuello.

Animada por una fuerza invisible, Lety tomó las muñecas de Fernando, que aún estaban al altura de las caderas, y procuró que las varoniles manos de él ascendieran varios centímetros arriba hasta llegar al altura de sus senos, y ahí las dejó. Fernando sonrió entendiendo las intenciones de su mujer, así que relegó las manos por debajo de la camisa hasta toparse con esa parte de la anatomía de su mujer que tanto le fascinaba. Con las palmas casi dispuestas sobre el volumen de cada seno, él no tuvo mucho qué pensar y prodigó más masajes sobre la zona, causando varios escalofríos de placer a su mujer.

Gozando de ese masaje, Lety decidió enconrporarse un poco para sentir más las manos de Fernando así que, sentandose en la cama y dandole la espalda, recostó la convexidad de su cabeza  contra del pecho de él, arqueando apenas su espalda hacia él.

Fernando siguió por varios minutos su masaje hasta que decidió actuar con otra parte de su cuerpo. Con mucha delicadez, hizo voltear a Leticia y empezó a desabrochar los botones de su masculina camisa hasta que el pecho de su mujer fue otra vez desnudo delante de sus ojos. Antes de actuar, Fernando contempló esa visión por varios segundos, regocijándose de la tersa redondez que poseía su Lety, hasta que sintió la urgencia de acercarse más...

Para empezar, siguió con su lengua la linea entre su cuello y su pecho y, una vez llegado al altura de sus senos, su lengua descubrió un sabor inigualable y único y su boca empezó a apoderarse muy despacio de la tiesa punta.

Incansable, Fernando ungió con su lengua los pezones de Lety una y otra vez mientras que la misma se dejaba escapar gemidos y jadeos entre una caricia y otra a su cabellera. Cuando sintió que la excitación aumentaba, Lety entrelazó sus dedos entre los cabellos de su hombre y lo encadenó con sus piernas en un movimiento casi automático.

Fernando percibió eso como la señal de que su mujer estaba lista para recibirlo otra vez así que abandonó la deliciosa tarea de amar a los senos de Lety para regresar goloso en su boca. Su lengas se encontraron famélicas mientras la manos de Fernando seguian acariciandole las piernas.

Lety le moridió suavemente un hombro a Fernando para evitar que un gemido demasiado fuerte saliera de su boca cuando lo sintió entrar otra vez en ella.

Fernando la poseyó y la hizo porpia una vez más; dulcemente, con pasión, con todo el amor que sentía por ella...


El reloj marcaba las tres de la mañana cuando Omar aparcó su coche frente del departamento de Carolina Ángeles.

O: ¿Qué hago aquí a esta hora? ¡Seguro le va a dar un susto si sueno su campanilla a esta hora de la madrugada! Pero no puedo evitarlo... Intenté dormirme en mi cama, pero, cada vez que cerraba los ojos, me aparecía ella en toda su belleza y, aunque me cueste admitirlo conmigo mismo, Caro me falta...

Dandose valor, Omar se acercó a la puerta y puso un dedo sobre el botón de la campanilla. Sin embargo no tuvo el valor de apretar ese botón.

O: No, Omar, esa no es una buena idea... ¿Qué hago cuando me abre la puerta? Le digo “Hola Caro ¿qué tal? Si no es mucha molestia, ¿me puedo quedar a dormir aquí contigo esta noche?” ¡Seguro me va a tomar por un loco y me va a encerrar en un psiquiátrico! Mejor regreso mañana...

Omar estaba por irse desconsolado pero, antes de subirse a su coche, miró hacia la ventana de la recámara de Carolina y se dio cuenta de que la luz estaba encendida

O: ¿Qué sea aún despierta a esta hora?

Armado de nuevo valor, Omar se acercó otra vez a la puerta y esta vez sonó la campanilla

Cuando Carolina sintió el sonido de la campanilla, se sobresaltó

C: ¿Quién demonio puede ser a esta hora de la noche?

Despacio se abrigó con su bata y empezó a descender los escalones hasta llegar en la planta baja. Antes de contestar, Carolina se asomó por la ventana pero, ya que la calle no estaba iluminada, no logró ver quién era. Resignada decidió abrir la puerta y cuando vio a Omar, su mirada regresó a iluminarse

C: ¡Omar! ¿Qué haces aquí a esta hora de la madrugada?

O: Perdón por la molestia, Caro, es que no logro dormir y, por lo que veo, tú tampoco así que...

C: ¿Así que?

Omar se sonrojó un poco. Era la primera vez que una mujer lo hacía sentir avergonzado

O: Pues... Pensaba que nos podíamos tener compañía por un rato pero, si no me quieres aquí, me voy y nos vemos mañana u otro día...

Carolina sonrió antes de quitarse de la puerta para hacerlo pasar

O: ¿Eso quiere decir que puedo pasar?

C: ¡Claro que sí, Omar! Atravesaste media Ciudad para verme; el mínimo que puedo hacer es hacerte pasar ¿No crees?

Omar le sonrió a su vez antes de acomodarse en la cocina.

C: ¿Qué te parece si preparo un chocolate?

O: Me parece perfecto...

Carolina le dio la espalda y empezó a buscar en su cocina los ingredientes para preparar la bebida. Cuando encontró todo, se puso delante de la estufa para empezar la preparación hasta que Omar se le acercó y la abrazó por detrás. Acercando sus labios al oído de ella, le susurró:

O: ¿Sabes que dicen que el chocolate es afrodisiaco?

Carolina sonrió maliciosa

C: No me digas...

O: ¿No sabías?

C: Pues sí. Todo mundo sabe eso, Omar

O: Ah... ¿Y no será que eso de tomarnos el chocolate es como una señal para decirme algo?

C: ¿Algo como qué?

O: Pues... Por ejemplo que quieres repitir lo que pasó en la tarde...

Con un dejo de malicia, Omar empezó a pasear los dedos de su mano derecha por el hombro de Carolina mientras que con la zurda la tenía abrazada por sobra de su abdomen

C: ¿Quieres que sea sincera?

O: Sí, claro

C: Lo que pasó hoy entre nosotros fue maravilloso pero...

Carolina se interrumpió por un momento; momento que a Omar le pareció eterno y que lo hizo caer en un precipicio. Omar tenía miedo de que Caro lo rechazara, a pesar de que le había dicho de estar enamorada de él. A lo mejor no le había gustado hacer el amor con él...

Antes de que seguiera en sus elucubraciones, pero, Carolina retomó la palabra

C: ...pero tengo miedo, Omar

O: ¿Miedo? ¿Y de qué?

C: ¡Tengo miedo de que tú sigas siendo el mujeriego de siempre y de que me dejes por correr detrás de las otras faldas!

Omar se relajó y se puso a reír así que Carolina se volteó y le dedicó una mirada de pistola

O: ¿Eso es lo que te preocupa?

C: ¡Claro que eso es lo que me preocupa! Seamos honestos, Omar, tú siempre has ido detrás de cada falda te pasa por delante...

O: Eso era antes de enamorarme de ti...

El corazón de Carolina perdió un latido

C: ¿Qué... qué diciste?

O: Que me enamoré de ti, Carolina Ángeles. No sé como pasó, pero siento que no puedo pasar un  minuto más de mi vida sin tenerte a mi lado

Por la emoción, los ojos de Carolina se empañaron y las lágrimas empezaron a caer sigilosamente en sus mejillas

O: ¡No, mi amor, no llores!

Omar le secó las lágrimas con sus pulgares mientras le regaló un dulce beso en la nariz

C: Perdón es que no me esperaba una declaración así por tu parte...

O: Pero me crees, ¿verdad?

La publirrelacionista lo miró en los ojos y por primera vez, vio que la mirada de Omar era distinta; más luminosa, más llena de una emoción que ella conocía muy bien: amor.

Sin pensarlo dos veces, Carolina le lanzó los brazos al cuello y lo besó con pasión, olvidandose de todos sus miedos. Omar fue feliz de eso y, instintivamente, sonrió sobre los labios de ella. Después de unos segundos, pero, se separó.

C: ¿No te gustó el beso?

O: ¡Claro que me gustó, mi amor!

C: ¿Entonces?

Omar alzó un brazo y lo acercó a la estufa, apagando la llama. Luego se volteó hacia Carolina y le guiñó el ojo:

O: Se nos quema el chocolate

C: Ja ja ja ¡ay como te amo, Omar!

O: Y yo a ti, Carolina.

Los dos retomaron los besos hasta que Omar la envolvió entre sus brazos y la cargó hasta el primer piso donde los esperaba una linda noche de amor...


En el hotel, mientras tanto, Fernando y Lety estaban abrazados apapachandose y regalandose tiernos besos.

F: Fue mágico, Lety...

Leticia sonrió, recordando que esa era exactamente la misma palabra que había usado para explicarle su noche de amor con “Tomás” a su amiga Paula María.

L: Sí, mi amor, fue mágico

Lety se incorporó un poco y le estampó la huella de sus labios en los labios de él antes de descender en el cuello.

Fernando sonrió: esa noche su Lety estaba mucho más picarona que la primera vez...

F: ¿No me digas que quieres hacerlo otra vez?

Le inquirió risueño

L: Ji ji me gustaría, Fernando, pero tengo que hablarte de algo...

Fernando se puso serio

F: ¿De qué se trata?

Lety se miró por un momento las manos, que ahora tenía entrelazada sobre sus muslos, antes de mirarlo en los ojos

L: Es que hoy te dije una pequeña mentira...

Fernando sintió su sangre congelarse. ¿Sobre qué le había mentido Leticia? ¿Y si se trataba de algo con respeto al fritanguero?

De repente Fernando fue asaltado por una sensación de náusea...



Sigue...

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