viernes, 27 de noviembre de 2015

Capítulo 69

Capítulo 69
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¡Salven a mi bebè!

Cuando llegó el ambulacia, Alicia fue cargada sobre una camilla y Tomás se fue con ella. Durante el viaje para el hospital, el enfermero empezó a hacer unas preguntas a Tomás y a Alicia para averiguar lo que había pasado.

Enfermero: ¿Qué fue lo que pasó a la señora?

T: Estabamos comiendo tranquilos cuando se puso mal; de repente se volvió blanca como la nieve y empezó a sudar frío y además empezó a tener un dolor muy fuerte en el estómago.

Alicia, en tanto, no paraba de llorar

AF: ¡Mi bebé! ¡Salven a mi bebé!

Enfermero: Señora, ¿está usted embarazada?

AF: ¡Sí, y voy a perder a mi bebé!

Tomás había empezado a llorar junto a Alicia. Él no sabía nada de su embarazo  y, a pesar de que no podía ser él el papá del niño, el solo ver sufrir a su chica lo destruía.

Enfermero: ¿Y de cuanto está?

Alicia había dejado de escuchar al enfermero. Solo estrechaba la mano de Tomás y lloraba

AF: ¡Lo voy a perder, Tomás! ¡Voy a perder a mi bebé y será solo por mi culpa!

T: ¡No, no chiquita! Verás que no le pasará nada a tu bebito

Enfermero: Señora, tiene que calmarse por favor.

Alicia, pero, no lograba estar tranquila así que el enfermero le dio una dosis de calmante

AF: No es cierto, Tomás. ¡Eso pasó por mi culpa! ¡Yo no lo quería! ¡Quería abortar, así que Dios me castigó quitándomelo!

Tomás tragó saliva. ¿De verdad Alicia hubiera tenido el valor de abortar a su hijo? Como sea, por lo menos por el momento, no podía hablar de eso con ella. Su deber, en ese momento, era tratar de hacerla estar tranquila.

T: Alicia, nadie te va a quitar a tu bebé. Te prometo que va a estar bien...

AF: ¿Me lo juras?

T: Te lo juro

Tomás empezó a dibujar pequeños círculos en la mano de Alicia y ese gesto la calmó así que, gracias también al calmante, Alicia se durmió.


Cuando llegaron al hospital, Alicia seguía dormida. Tomás, en vez, era más nervioso que nunca. ¡No solo su chica estaba mal, si no que hasta se había enterado de que Alicia estaba embarazada y no le había dicho nada! ¿Quién podría ser el papá del niño? ¿Acaso había retomado su relación con Omar Carvajal o se trataba de otro hombre? En ese momento lo único que le importaba era salvar a su chica y al niño; en el fondo se lo había prometido...

Doctor: ¿Qué tenemos?

Enfermero: Una mujer embarazada con un aparente colapso cardiocirculatorio

Doctor: ¿De cuántos meses está?

Enfermero: No sabemos. La pobre estaba en estado confusional y tuvimos que darle unos calmantes

Luego el doctor miró hacia Tomás y le inquirió:

Doctor: ¿Y usted quén es?

T: Yo... soy... Tomás Mora

Doctor: Y yo soy el Doctor Mendez. Pero me refería a quién es usted por la señora

Tomás no sabía que contestar pero, a miedo de que lo alejaran de su chica, decidió decirle al doctor que era el novio de Alicia.

T: Soy su novio.

Doctor: Bueno, entonces ¿Nos puede decir de cuántos meses está la señora?

T: En realidad no. Yo no sabía que Alicia estaba embarazada...

Doctor: ¿¡Qué clase de novio es ustes!?

T: ¡La clase de novio que quiere salvar a su mujer y a su hijo!

Doctor: ¡No grite conmigo!

T: Perdón, doctor, es que estoy muy nervioso y preocupado. Alicia me dijo que tenía dolores en el estómago y tiene miedo de que pueda pasarle algo al bebé

Doctor: No se preocupe; ahora vamos a misurar los parámetros vitales de la señora y luego llamo a mi colega que es ginecóloga y vamos a hacer una ecografía para ver como está su hijo

T: Mi... ¿Mi hijo?

Doctor: ¡Claro! Seguro no es mi hijo...

Tomás, entre sí: Ni tampoco es mío...

Obviamente no le contestó asì al doctor y solo se limitó a agradecerle

T: Gracias...

Doctor: Es mi deber.

El doctor y unos enfermeros se traeron a Alicia en otra sala y a Tomás no le quedó de otra que quedarse a esperar en la sala de espera.



En Conceptos, la jornada laboral se había desarrolado productivamente. El vídeo para Alejandro estaba casi listo y Lety ya había terminado el balance mensual para la junta. El reloj marcaba las siete de la noche cuando la Presidenta se fue a buscar a Fernando en su oficina.

L: ¿Se puede?

F: Claro que sí, mi amor.

L: ¿Cómo estás?

F: Preocupado...

L: ¿Por?

F: Es que Marcia salió de la empresa antes del almuerzo y aún no ha regresado...

L: ¿Ya intentaste hablarle por celular?

F: Sí, ¡pero no me contesta!

L: Tranquilo, Fernando; ya sabes como es ella... Seguro se hizo una de sus paranoias y se enojó contigo por eso...

F: Sí... Aunque me gustaría ir a su casa para ver como está...

Lety lo miró raro.

F: No me mires así, mi amor... Es que, cuando salimos de tu oficina, intenté hablar con ella, pero se enojó y se fue de mal manera así que me gustaría aclarar ese malentendido

L: Claro...

Lety había bajado la mirada. Ella confíaba en Fernando, pero no podía evitar ser celosa

F: ¿Lety?

L: ¿Um?

F: ¿No será que estás celosa?

L: ¿¡Yo!? ¿¡Celosa, yo!? Na...

Fernando se puso a reír

F: Ja ja ja ¡ay mi Lety tan celosita! Por eso me gustas

Fernando se acercó a ella y la envolvió en sus brazos

L: No te preocupes para mi; vete donde Marcia y trata de aclarar la situación con ella. Nosotros nos vemos mañana...

F: ¿Segura?

Lety lo besó en los labios antes de contestarle

L: Segura


En tanto, Marcia estaba con Aldo, ya que los dos habían pasado toda la tarde juntos. Aldo la había traído en un parque donde cada mañana iba a correr y Marcia había aprovechado de su presencia para desahogarse de todo lo que la tormentaba en ese último período: comenzando por las decenas de veces en que Fernando la había traicionado con otras mujeres, hasta los últimos meses donde Fernando parecía estar enamorado de otra mujer. Aldo había escuchado todo con muchísima atención; en el fondo, a él le interesaba tener informaciones cerca de su rival, pero no lo hacía solo por eso... Dentro de sí, sentía que Marcia era una mujer buena, con un corazón muy grande que necesitaba ser escuchada.

M: Gracias por todo, Aldo

A: No hay nada que agradecerme, Marcia. Para mi fue un gusto pasar este día contigo

M: Para mi también...

Marcia tragó saliva para tratar de tratener las lágrimas. Había pasado una jornada muy tranquila junto a Aldo y sentía que podía confiar al cien por ciento de él. Aldo era un buen escuchador y, más allá de eso, era también un hombre guapo, gentil y con un corazón enorme y, ahora que la jornada había terminado, no quería regresar a su casa donde, lo único que la esperaba, era la soledad.

A: ¿Qué pasa ahora, Marcia?

M: ¡Nada!

A: ¿Nada? ¿Entonces por qué esa carita triste?

M: Es que... No quiero regresar a mi casa.

A: ¿Quieres que nos quedamos otro rato aquí? Aunque de noche empieza a hacer frío...

M: No, no Aldo, no te preocupes... En el fondo ya perdiste bastante tiempo a escuchar mis lamentos hoy.

A: Marcia, ¡ya te dije que no me costó nada estar contigo! Y te digo más; me siento honrado de poder tener el privilegio de escuchar tu hermosisíma voz

La mirada de Marcia se iluminó

M: ¿En serio?

A: ¡Claro! Eres una mujer hermosa, Marcia, ¡no te menosprecies!

Marcia se sonrojó. Había muchísimo tiempo que un hombre no le hacía cumplidos

M: Gracias.

A: Te propongo algo... ¿Quieres venir a mi casa?

Marcia lo miró raro

A: ¡No! ¡No me malinterpretes! Es que, como soy chef, me gustaría cocinar algo especial para ti, para tratar de levantarle el ánimo

M: ¿Harías eso para mi?

A: ¡Claro! ¿Entonces, aceptas?

M: Sí, acepto.

A: Bueno. Vamonos, entonces, que de verdad empezó a hacer frío


En el hospital, los médicos habían terminado de chequear a Alicia y la ginecóloga había apenas terminado la ecografía

T: ¿Entonces?

G: Señor, lamento decirle que la señora Ferreyra tuvo un problema que le causó un semi- destacamento de la placenta...

Tomás se sintió helar la sangre

T: Qué... ¿Qué quiere decir eso?

G: Quiere decir que hay una percentual muy alta de que la señora pierda el bebé

Tomás sintió las últimas tres palabras como en eco

Pierda el bebé... pierda el bebé...

T: ¡¡No!! ¡Doctora, eso no puede pasar!

G: Señor, no depende de nosotros. Todo depende de como reacciona su esposa esta noche. Si la señora se queda tranquila y no hace esfuerzos, hay buenas posibilidades de que el bebé logre sobrevivir. De lo contrario, si se agita y le llega a pasar otra vez lo que le pasó hoy, no habrá nada que hacer.

T: Pero... ¿Cómo puede pasar eso? ¿Qué fue lo que tuvo Alicia hoy?

D: Su esposa, según lo que dice el registro médico, tuvo un colapso cardiocirculatorio

T: ¿Y qué quiere decir eso? ¿Acaso su corazón dejó de latir?

D: No, Señor, nada de eso. Lo que pasó, fue que la señora tuvo una disminución de la presión arterial y al mismo tiempo un aumento de los latidos del corazón. Su cuerpo, ya debilitado por el embarazo, no reaccionó bien, y fue por eso que empezó a sudar frío y le bajó la vista

T: ¿Por eso empezó a dolerle el estómago?

D: No creo... Es más probable que el dolor al estómago llegó antes y que fue eso a causar el ataque de pánico que la llevó al colapso. Puede que la señora tuvo miedo que le pasara algo a su hijo, y por eso entró en pánico.

T: Entiendo... ¿Y qué puedo hacer yo para ayudarla?

G: Tiene que tenerla tranquila, por lo menos hasta que lleve a las 12 semanas de embarazo

T: ¿Y a qué semana está por ahora?

G: Más o menos a la décima semana. Tiene que estar tranquila estas dos semanas y, si lo logra, el bebé sará salvo

T: Voy a tratar de hacer todo lo posible. ¿Puedo verla ahora?

G: No. En este momento le están haciendo otras análisis para averiguar que no hayan otros problemas. Por lo menos tiene que esperar una hora antes de verla. Escuche mi consejo; aproveche de este tiempo para ir a su casa a descansar.

T: ¿¡Cómo quiere que me vaya sabiendo que mi chica está en ese estado!?

G: Señor, confíe en mi. Es mejor que vaya a su casa para juntar algunas cosas limpias para su esposa, ya que tiene que quedarse aquí por lo menos dos días.

T: Está bien... Voy y regreso. Cualquier problema, le dejo mi tarjeta donde está el número de mi celular. Por favor, cualquier cosa pase, aviseme

D: No se preocupe...

Tranquilizado por la doctora, Tomás salió del hospital rumbo el departamento de Alicia. Cuando se trajeron a Alicia por los controles, Tomás se había quedado con su bolsa así que tenía la llave del departamento de su chica.

Una vez llegado, empezó a abrir todos los armarios para buscar algo adecuado para el hospital, pero no logró encontrar nada así que decidió pasar por el centro comercial para comprarle algo. Una vez llegado al mismo centro comercial donde habían estados esa misma tarde, Tomás entró en la primera tienda de ropa que encontró y, ayudado por la empleada, logró comprar un par de pijamas y algunos pantalones cómodos para su chica. ¡Por suerte Tomás conocía sus medidas de memoria! Cuando terminó sus compras, estaba por regresar a su coche cuando se dio cuenta de que estaba delante al negocio de juegos...


En tanto, en casa de Aldo, él y Marcia discutían amablemente mientras que el chef estaba intento a cocinar algo que olía delicioso.

M: ¿Qué estas preparando?

A: Es una sorpresa...

M: Como sea huele riquísimo

A: Je je espero que también sepa riquísimo

M: Estoy segura que sí. Después de todo eres un chef muy famoso ¿no?

A: ¿Quién te dijo eso?

M: El cuartel no hace que hablar de ti, y en la oficina las voces corren...

A: Así que te enteraste por eso...

M: Ah ah... Así que espero que las voces sean certeras

A: ¡Lo espero yo también!

Los dos se echaron a reír

A: Bueno, mientras que mi pavito se coce en el horno, cuéntame más de ti...

M: ¿Qué quieres saber?

A: No sé... Cuéntame algo de cuando estabas niña. ¿Cúales eran tus sueños?

M: ¿Mi sueños? Buena pregunta... Creo que desde siempre mi deseo ha sido lo de trabajar en Conceptos... Sabes, esa empresa fue fondada por mis padres junto a los padres de Fernando y, desde que era chiquita, mi papá siempre me ha llevado a trabajar con él. Me recuerdo que siempre me han dicho que parece que nací para trabajar en la empresa... Según Humberto soy la persona que más ama a Conceptos...

A: ¿Y es así?

M: Sí... Conceptos es como mi segunda casa. En la empresa puedo hacer lo que más amo, y me llevo bien con todos mis empleados. Bueno, con casi todos...

A: ¿Tienes problemas con alguien?

M: S... No.

A: ¡Ándale Marcia! Conmigo puedes ser sincera...

M: Digamos que no me llevo bien con una persona que, para mi parer personal, es muy atrevida

A: Atrevida. Así que se trata de una mujer...

M: Sí. Pero no te voy a decir más así que, por favor, no me preguntes.

A: Está bien...

M: Hablamos de ti, ahora. Para todo el día no he hecho que hablar yo mientras que de ti no sé nada...

A: ¿Qué quieres saber de mi?

M: No sé... Por ejemplo, ¿Cómo nació tu pasión por la cocina? ¿Te la trasmitió tu papá?

A: No... Mi papá y yo no nos llevamos bien y hace mucho tiempo que no nos hablamos...

M: ¿Cómo es posible?

A: Es una larga historia...

Marcia se avergonzó y se disculpó

M: Perdón... No quería meterme en tus cosas...

A: No, no hay problemas, Marcia. Si quieres te cuento...

M: No querría ser metiche...

A: No, no te preocupes. A lo mejor me hará bien hablar de eso con alguien

M: Okey, te escucho...


En tanto, Fernando había llegado al departamento de Marcia y había usado su copia de la llave para entrar. Cuando dio una vuelta por la casa, pero, se dio cuenta de que Marcia no estaba así que intentó llamarla al celular que pero resultaba sin cobertura

F: ¿Donde te habrás metito esta vez, Marcia?


En el hospital, Alicia por fin había abierto los ojos. Cuando miró a su alrededor, pero, no reconoció el lugar donde estaba así que empezó a agitarse. Por suerte Tomás había llegado justo a tiempo y, para evitar que se agitara otra vez, corrió hacia la cama dejando caer lo que tenía en las manos en el piso.

T: ¡Alicia! ¡Chiquita, no te agites! ¡Estoy aquí contigo!

AF: ¿Donde estoy, Tomás?

T: En el hospital

AF: ¿¡Hospital!? ¿Qué me pasó?

T: Te pusiste un poco mal mientras que estabamos al restaurante, así que te traje aquí

De repente Alicia empezó a recordar y súbito se tocó la barriga

AF: ¡Mi bebé! ¿Cómo está mi bebé?

T: Alicia...

AF: Lo perdí ¿verdad?

Los ojos de Alicia empezaron a empañarse

T: ¡No! ¡No, chquita! Tu bebé está bien. Solo tienes que quedarte tranquila hasta que lleges a la duodécima semana

AF: Tomás, dime la verdad... ¿Qué le pasó a mi bebé?

T: Nada, chiquita.

AF: Tomás...

T: Está bien. Tuviste un semi-destacamento de la placenta y eso puede ser un problema para tu bebé; ¡Pero la ginecóloga me dijo que no hay nada que preocuparse si te cuides!

AF: ¿Cuidarme? ¿Y cómo?

T: Para empezar, tienes que quedarte tranquila y no hacer esfuerzos por las próximas dos semanas y, si te portas bien, tu bebito nacerá sano y fuerte

AF: Mi bebito...

Las lágrimas finalmente abandonaron los ojos de Alicia. Esta vez su llanto no era histérico como en el ambulancia; al contrario, se trataba de un llanto de felicidad. A pesar de que Alicia había decidido abortar, la noticia de que su bebé aún seguía dentro de ella, la hizo sentir la más feliz de las mujeres.

Tomás, viendola sonreír, le sonrió a su vez

AF: Gracias... Gracias Tomás

T: No hay motivo de agradecerme, chiquita. Ya te dije que por ti haría hasta lo imposible

Ya que Tomás tenía su mano enlazada con la suya, Alicia la acercó a su barriga y la posó sobre la misma. Al contacto con esa parte del cuerpo de su chica, Tomás advirtió un escalofrío correrle por toda la espalda. Era como si fuera una especie de conexión cósmica... El contacto con la barriga de Alicia, le había hecho un raro efecto...

Cuando la mente de Tomás regresó al planeta Tierra, el muchacho se levantó de la cama y recuperó el bolso con la ropa que había comprado para ella y la otra cosa que le había traído.

T: Te traje un poco de ropa cómoda ya que la doctora me dijo que tienes que estar dos días aquí

AF: ¿¡Dos días!?

T: Sí, chiquita. Tienen que tenerte bajo control para asegurarse que tu bebito y tú estaréis bien

AF: Entiendo...

La mirada de Alicia se entristeció.

T: No te preocupes, chiquita, yo me voy a quedar contigo

AF: ¿Enserio?

T: ¡Claro que sí! Y no vamos a estar a solas...

AF: Ja, claro, vamos a estar rodeados de médicos...

T: No me refiero a eso...

Tomás tomó el otro bolso que había traído y se lo pasó a Alicia

AF: ¿Y esto qué es?

T: Es una cosa para ustedes...

AF: ¿Ustedes?

T: Sí. Para ti y para tu bebito...

Alicia tragó saliva. A pesar de haberse enterado que ella estaba embarazada, y sin saber quién era el padre, Tomás seguía portandose como un principe con ella y con el bebé. Ella, en lo contrario, se sentía pésima. ¡No solo no le había dicho nada a Tomás de su embarazo, si no que ni siquiera había tenido el valor de confiarle que era él el padre del bebé!

AF: Tomás, yo tengo que decirte algo...

T: No; no chiquita. Cualquier cosa sea, se puede esperar hasta mañana

AF: Pero...

T: ¡Nada de pero! Esta noche tienes que estar tranquila. Ya mañana habrá tiempo de hablar. Te prometo que no voy a dejarte sola ni un momento

AF: Gracias Tomás...

T: Gracias a ti, mi amor... Ándale, ahora abre el bolso y dime se te gustan las cosas que escogí para ti

AF: ¿?

T: Es que fui a tu casa para traerte algunas cosas limpias pero no encontré nada cómodo así que te compré dos pijamas y unos pantalones con sudaderas, de modo que puedas estar cómoda estos días

AF: Gracias...

T: Espero que la medida sea correcta...

Alicia miró el contenuto del bolso y sonrió. Había años que no vestía con pantalones...

AF: ¿Puedo habrir este otro bolso?

T: ¡Claro que sí!

Cundo Alicia descartó el regalo de Tomás, se puso a reír

T: ¿No te gusta? Pensé que podía ser un regalo útil para el niño y para la mamá...

AF: Es hermoso, Tomy...

Tomás le había comprado el oso gigante de peluche que habían visto juntos en la tienda de juegos esa misma tarde. Ya que a Alicia le gustaba mucho, Tomás decidió regalarselo ¡y más ahora que se había enterado de que ella estaba eperando un hijo! Quizás podía ser de buen augurio por el bebé...

AF: Creo que lo voy a llamar Tomy

T: Je je je aunque creo que él está más guapo que yo

AF: Tomás... Acercate, por favor

Tomás se sentó en la cama, cerca de ella, así que Alicia lo arrastró hacia sí y le dejó un dulce beso en los labios

AF: Los dos están guapísimos.


En casa de Aldo, en tanto, el chef le había contado a Marcia todo lo que había pasado con su papá y con su esposa.

M: ¡Es horrible lo que pasó! Lo siento muchísimo, Aldo... Me imagino que ha de ser horrible perder al amor de su vida...

A: Sí... Fue lo más horrible que me haya pasado... Con la muerte de Leonora, perdí a mi mujer y a mi mejor amigo, así que me quedé completamente solo...

Aldo tragó saliva para tratener las lágrimas. Hablar de ese episodio de su vida, lo hacía estar muy mal.

Marcia lo miró tiernamente. A pesar de que parecía un hombre fuerte, en el fondo Aldo también era una persona que necesitaba ser amada como todas y que había pasado cosas horribles. Sin casi darse cuenta, Marcia se acercó a él, le acarició una mejilla y posó sus labios sobre los de él...

Sigue...


domingo, 15 de noviembre de 2015

Capítulo 68

Capítulo 68
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Un día libre

No habían pasado ni diez minutos cuando Tomás vio a Alicia de regreso a su coche.

T: ¿Ya terminaste?

AF: No...

T: ¿Entonces qué pasó?

AF: Es que...

Alicia tragó saliva e intentó buscar una excusa

AF: ...como llegué tarde, mi doctora ya se había ido así que tengo que regresar mañana

T: Je je je siempre la misma mi chica.

AF: je je sí...

Lo que en realidad había pasado, era que la doctora de Alicia, viendola tan nerviosa, le había aconsejado pensar bien a la decisón de abortar. La doctora Peña era una experta de esas situaciones y se había dado cuenta de inmediato de que Alicia no estaba convencida al cien por ciento de abortar.

T: Bueno entonces ¿Qué quieres hacer ahora?

AF: Lo que tenemos que hacer, Tomás: ir a trabajar.

T: O podemos tomarnos un día franco así te llevo adonde quieras...

La mirada de Alicia se iluminó de inmediato. Quizás alienar un poco la mente era lo que más necesitaba para luego poder pensar con calma a la decisión justa de tomar.

AF: ¿De verdad podemos hacer eso?

T: ¡Claro que sí, chiquita! ¿Acaso te olvidas que soy el Vicepresidente financiero de Conceptos?

AF: Claro que no... Pero a mi Lety jamás me dará un día franco... ¡Ella me odia!

T: ¿Por qué dices eso, Alicia?

AF: Porque, cuando aún no era presidenta de la empresa, entre ella y yo digamos que no corría buena sangre...

T: No creo que Lety te odie, Alicia. Ella es una buena muchacha y de buen corazón y seguro, si se lo pido yo, no tendrá nada en contrario a que tú y yo nos tomamos un día franco

AF: ¿De veras harías eso para mi?

Tomás se acercó a ella y le tomó las manos, mirandola en los ojos

T: Por ti haría cualquier cosa, Alicia

Alicia sonrió y aceptó la propuesta de Tomás así que el Vicepresidente llamó de inmediato a su amiga al celular

L: ¿Bueno?

T: ¡Hola Lety!

L: Buenos días, Tomás. Te busqué en tu oficina pero no estabas...

T: Ah, sí...

L: Tomás, ¿Donde estás?

T: Es que tuve que acompañar a mi chica en un lugar, por eso no estoy en Conceptos.

L: Claro, tu chica... ¿Y cuando piensan llegar?

T: Justo por eso te llamo, Lety, para pedirte un favor

L: ¿De qué se trata?

T: Como hoy mi chica no se siente muy bien, me gustaría quedarme con ella para cuidarla así que necesitaríamos los dos de un día de vacacciones...

L: ¿Y qué tiene de tanto grave “tu chica”?

T: Esos son asuntos suyos, Lety.

L: Tiene alergia al trabajo, eso es...

T: ¡Ya Lety, deja de hablar así! ¿Podemos o no podemos tener un día libre hoy?

L: Sí, claro Tomás. Solo... ten cuidado.

T: No te preocupes, Lety, soy bastante grandecito me parece...

L: Bueno. Nos vemos mañana entonces

T: Sí. Hasta mañana Lety ¡y gracias!

L: No hay de qué.

Finalizada la llamada, Tomás miró sonriente a Alicia para confirmarle que tenían todo el día libre. Alicia, como agradecimiento, le dejó un beso en la mejilla que hizo sonrojar al pobre Tomás.

T: ¿Entonces? ¿Donde te gustaría ir?

Alicia lo pensó un momento...

AF: En realidad me gustaría ir a la playa, pero, como no se puede... ¡Pues sorpréndeme!

T: Je je je está bien, entonces nos vamos a divertir como niños hoy, te lo prometo.


En tanto, en Conceptos, había gran fermento por el vídeo de Alejandro Fernández. No solo en el área de Luigi, si no que en toda la empresa había movimiento. En el área secretarial, Marta y Paula Maria se estaban ocupando de las bailarinas que se necesitaban por el vídeo mientras que Lola estaba recojendo algunos documentos que servían a Tomás por calcular los costos de la producción. Todo parecía ir bien, así que Lety estaba bastante tranquila mientras seguía trabajando con su computadora.

Mientras se estaba ocupando del balance mensual, un mail entrante requirió su atención. El mail tenía como remitente Aldo Domenzaín y como objecto “Expo-Feria” así que Lety se puso a leer:

Queridísima Leticia,
Te escribo este mail para comunicarte que hablé con mi amigo Guillermo Andreu y el mismo está disponible a discutir del proyecto de la Expo-Feria en Conceptos el próximo martes en la mañana, si para ti no hay problemas. Mientras tanto, te invió unos documentos con algunas informaciones más cerca del proyecto. Espero que sirvan para hacerte una idea.
Te mando un beso
Aldo Domenzaín

Lety empezó a leer las informaciones que le había mandado Aldo y así que se hizo una primera impresión. La Expo-Feria, era una feria que se hacía cada año en México donde se presentaban los platos típicos de la tradicción Méxicana y era una ocasión para atraer clientes extranjeros para difundir la cocina Méxicana en todo el mundo. Ese proyecto parecía bastante tentador ya que se podía aprovechar de la feria también para atraer nuevos clientes para Conceptos. En el fondo, si Conceptos se ocupaba de la difusión de la campaña publicitaria, y el proyecto salía un exíto, era todo de ganar.

Presa del entuasiasmo, Lety empezó a anotar algunas ideas...

En tanto, Tomás y Alicia habían llegado en el lugar donde quería traerla el Vicepresidente financiero:

AF: ¿Donde estamos aquí, Tomás?

T: Esto es un parque donde siempre venía de chiquito. También están los caballos y, si quieres, podemos darnos un paseo

AF: Un... ¿un paseo a caballo?

T: Sí. Como sé que te gustan mucho...

AF: ¿Quién te digo que me gustan los caballos?

T: Es que te vi con Relámpago, el caballo ese de Don Fernando

AF: ¿¡Qué!?

T: Sí... No te enojes, chiquita, pero es que cuando estaban grabando el comercial en el club de Don Fernando, yo estaba ahí y te iba persiguiendo...

AF: ¿O sea que eras tú el famoso stalker?

Tomás asintió avergonzado

AF: Ja ja ja ay Tomás...

T: Es que siempre me has gustado y tú eres como un magnet para mi; no puedo estar lejos de ti

Alicia sonrió.

AF: Ay tan tierno mi Tomy

T: ¿Entonces? ¿Nos damos ese paseo?

AF: Me gustaría mucho, Tomás, pero no puedo...

T: ¿Por qué?

AF: Pues... ¡Porque estoy abrigada con una falda y no se puede montar a caballo con falda!

T: Je je je claro. ¿Entonces nos damos un paseo de pie?

AF: Con mucho gusto...


Un par de horas después, en Conceptos, Fernando ingresó en Presidencia, como siempre sin tocar, para hablar con Lety cerca del desarrollo del vídeo

F: Hola, mi amor

Lety levantó la cabeza desde el escritorio donde estaba escribiendo y sonrió a Fernando

L: Hola mi amor. ¿Como estás?

F: Muy bien, ahora que te veo

Lety se sonrojó un poco

F: ¿Y tú?

L: Muy bien y llena de ideas

F: Uy eso me alegra... ¿Ideas como cuales?

L: Es que Aldo me invió algunas informaciones cerca de la Expo-Feria así que estaba pensando a una estrategia para publicizar el proyecto que puede ser muy provechosa también para Conceptos...

F: Claro, San Aldo de Acapulco...

Lety se levantó del sillón y se acercó a Fernando, rodeándolo con los brazos.

L: Ji ji ji mi Fernando tan celoso

F: Sabes que no puedo evitarlo...

L: Lo sé, no te preocupes...

Los dos quedaron abrazados algunos segundos y luego Lety le preguntó cerca del vídeo

F: Todo está marchando bien, mi vida. ¡No sabes que bonita es la historia que quiere contar Luigi por medio del vídeo! Cuando se mete, la mariposita saca ideas geniales

L: ¡Que bueno que todo está saliendo bien! ¿Y el Señor Fernández se quedó contento?

F: Sí, él quedó muy satisfecho de la historia y de los actores que Luigi escogió

L: ¿Y está aún aquí en la empresa?

F: No, Lety, se fue hacia media hora porque tenía una cita en una radio, por lo que entendí.

L: Bueno...

F: Y dime, hablando del proyecto de tu amiguito chefito... ¿De qué se trata?

L: Sientate y si quieres te explico

Fernando se sentó en uno de los sillones frente al escritorio y, cuando Lety estaba por retomar su posición en el sillón presidencial, Fernando la arrastró por una muñeca y la hizo sentar sobre sus piernas

L: Ji ji ji Fernando, dejame sentar en mi lugar

F: ¿Acaso no es esto tu lugar?

L: ¿Sobre tus piernas?

F: ¡Claro! ¿No estás cómoda?

L: No es eso, mi vida...

F: ¿Y qué es?

L: Es que podría entrar alguien de un momento a otro y no quiero que nos cachen así en mi oficina

F: Tienes razón; te dejó levantar...

Lety había logrado levantarse de las piernas de Fernando cuando el mismo empezó a hacerle cosquillitas. Como Lety no soportaba que le hacían cosquillas, había empezado a reír como una loca cuando el rumor de la puerta que se abría la hizo sobresaltar

M: ¿Disturbo?

F: ¡Marcia!

L: Bue.. buenos días, Doña Marcia

M: Buenos días, Leticia. ¿Qué tanto reían?

Lety empezó a sudar frío. ¿Y si Marcia se había dado cuenta de lo que acababa de ocurrir?

F: Es que le conté un chiste a Lety así que estabamos riendo por eso

M: ¿Y puedo saberlo yo también?

F: Si quieres luego te cuento... En tanto, ya que estás aquí, ¿por qué no te sientas así Lety nos cuenta sus ideas para la Expo-Feria?

M: Con mucho gusto...

Los tres se sentaron así que Lety empezó a contarle del proyecto...


En tanto, Alicia y Tomás habían cambiado de lugar. Con su poder de convencimiento, la güera secretaria había logrado convencer a Tomás a llevarla en un centro comercial y, luego de entrar y salir de decenas de tiendas, por fin Tomás había logrado arrastrarla frente a una tienda de juegos para niños.

AF: Tomás, ¿Qué hacemos aquí?

T: Es que pasado mañana es el cumpleaños de Marisol, la nieta de Doña Ines, y quiero comprarle un regalito, pero, como no soy bueno para eso, ¿Me ayudas a escoger algo?

AF: Sí, claro. ¿Tienes algunas ideas?

T: No sé... Entramos y veamos que tienen

AF: Está bien...

Casi como si fuera una señal del destino, Tomás la llevó derechito en el departamento donde estaban los juegos para los bebés recién nacidos. Alicia se sentía un poco incómoda pero sabía que tenía que ayudar a Tomás. En el fondo él había estado con ella cuando más lo necesitaba así que, lo mínimo que podía hacer por él, era ayudarlo.

T: ¡Mira que lindo este peluchito!

AF: Tomás, ¿Cuantos años cumple la beba?

T: Creo que 12

AF: ¿Doce? ¿Y no crees que es un poquito grande para los peluchitos con patos?

T: ¿Tú crees?

AF: Yo creo que sería mejor una muñeca...

T: Sí, tienes razón... Vamos a buscar muñecas, entonces...

Estaban por dejar el departamento cuando la mirada de Alicia fue atraída por un peluche gigante con forma de oso

AF: ¡Tomás, mira! ¿No es maravilloso?

T: Je je je es casi más grande que tú

AF: ¿Y no es chulo?

Alicia parecía una niña con ese peluche en los brazos y tenía una sonrisa tan genuina, que Tomás hasta le propuso de regalarselo, pero Alicia no aceptó

AF: ¿Acaso me tomaste por una niña? ¡No necesito ositos de peluche!

T: ¡Ay perdón, Alicia!

AF: No pasa nada...

De repente Alicia fue atraída por una melodía muy dulce...

AF: Tomás... ¿Sientes esta música?

T: Sí... Es muy dulce

AF: Parece como el canto de un ángel... ¿De donde viene?

T: Creo que desde este carillón que está aquí

AF: ¡Ay mira que bonita caja! Sería perfecta para contener todas mis joyas!

T: ¿Por lo meno esta te la puedo regalar?

Alicia sonrió.

AF: Sí, esto sería un regalo más que apreciado

T: Bueno... Ahora vamos por la muñeca ¿Te parece?


En tanto, en Presidencia, Lety había terminado de contarle los detalles de la Expo-Feria a Marcia y a Fernando:

M: El proyecto me parece interesante... ¿Y cuales serían tus ideas?

L: Pues, primero que todo, ya que es un proyecto hecho por atraer la clientela de los países del extranjero, sería bueno publicizar la campaña en Estados Undos y en los otros países latinos

F: ¡Esa me parece una idea genial!

Marica miró feo a Fernando

L: Y luego, ya que se trata de publicizar la comida méxicana, sería bueno que a presentar los platos sería gente méxicana...

M: ¿O sea actores de aquí?

L: No exactamente... Me refiero más bien a que sea gente del populo a presentar los platos. Gente común que prepara la comida todos los días

M: Ja ja ja eso me parece un poco ridículo, Leticia

F: ¿Y por qué? ¡Para mi es una idea genial! Claro, hay que hablarlo con la mariposita, pero es una idea interesante

M: ¿Interesante? Ja, ¿Para ti usar gente del pueblo para publicizar una campaña que puede resultar millonaria es una idea interesante?

F: Sí, exacto Marcia. ¿Para ti no?

M: ¡Porsupuesto que no! ¡Fernando, hay muchísimos actores y actrices que son pagados por hacer eso!

L: Permitame decir algo, Doña Marcia. Es verdad que hay un montón de gente pagada por actuar, pero ¿Usted cree que alguien de esos actores saben hacer, por ejemplo, el mole poblano? ¿O las tostadas de tinga?

Al oír eso, Fernando sonrió. Las tostadas le recordaban la primera noche que había hecho el amor con Leticia...

M: No sé, pero seguro saben actuar

L: Es que aquí no se trata de actuar; se trata de cocina poblana, por eso necesitamos de gente del pueblo

M: ¡No estoy de acuerdo!

Viendo que la situación se estaba calientando demasiado, Fernando decidió intervenr

F: Señoras, yo creo que primero hay que hablar de todo esto con Aldo Domenzaín y con su amigo, y luego tomar una decisión...

L: Don Fernando tiene razón, Doña Marcia. y, a proposito de eso, el martes en la mañana habrá una junta con mi amigo Aldo y el Señor Guillermo Andreu, que es el que se ocupa del proyecto de Turismo Gastronomico.

F: ¿El martes?

L: Así es, Don Fernando. Siento mucho que usted no pueda presenciar a la junta, pero es por una buena causa

F: Sí, claro...

A Fernando no le gustaba para nada que Lety viera a Aldo cuando él no estaba presente así que se hizo ocurrir una idea para controlar a Lety aunque no estando en el DF...

M: Bueno, entonces nos actualizaremos el martes por lo que concierne este proyecto. ¿Fernando?

F: ¿Sí?

M: ¿Comemos juntos?

F: Marcia yo...

M: No, dejalo... Ja, ¿Cómo pude tan solo imaginar que me ibas a decir que sí?

Marcia se levantó de la silla y salió de presidencia azotando la puerta.

F: ¡Marcia!

Fernando se volteó hacia Lety que le hizo señal de seguir a Marcia. En el fondo había que mantenerla tranquila hasta el pago de la dichosa deuda.

Fernando le dejó un beso volador a su amada y se fue detrás de Marcia. Una vez alcanzada, Fernando la arrastró por una muñeca y los dos se fueron en la oficina de la ejecutiva

F: ¿Se puede saber qué te pasa, Marcia?

M: Nada.

F: ¿Nada? ¿Y tú te portaste así frente a Leticia por nada?

M: Ah, ¿¡Ahora la defiendes aunque cuando no está presente!?

F: ¿Qué dices?

M: ¿Qué digo? ¡Digo que siempre te ha importado más de ella que de mi!

F: ¡Ay, basta Marcia! Otra vez con tus paranoias...

M: No son paranoias, Fernando. Es que últimamente me dedicas muy pocas atenciones y eso me hace estar mal...

Fernando se acercó a ella y la envolvió en sus brazos, besandole la sien

F: Lo siento mucho, Marcia. Es que con todo lo que pasó, y con todo lo que tenemos que hacer, estoy un poco preocupado y además me queda muy poco tiempo libre...

Marcia, al oírlo hablar así, de separó de él y lo fulminó con la mirada

M: ¿Eso soy para ti? ¿Una manera de llenar tu tiempo libre?

F: Yo no dije eso, Marcia pero...

M: ¡Pero nada! ¡Vete al demonio, Fernando!

Y así diciendo, Marcia salió de su oficina y se encerró en el elevador. Una vez llegada en el jardín de la empresa, rompió en un llanto desesperado.

Adentro la empresa, Fernando había quedado petrificado. De verdad no sabía que hacer...


En tanto, Aldo Domenzaín había llegado a Conceptos y estaba casi por entrar en la empresa cuando oyó aguien sollozar de manera tan triste, que no pudo hacer otra cosa que averiguar quién estaba tan desesperado. Cuando alcanzó el lugar de donde venía el llanto, se quedó sorprendido al ver que la desesperada era Marcia.

A: Marcia... ¿Qué pasa?

Marcia levantó la mirada y vio a Aldo así que intentó secarse las lágrimas para contestarle pero no lo logró. Lo único de que fue capaz, fue levantarse y echárle los brazos al cuello, ponendose a llorar aún más.

Aldo, por su cuenta, la abrazó y trató de tranquilizarla. Cuando Marcia lloró todas sus lágrimas, se separó de él.

M: Perdoname, Aldo; no debía atreverme a hacer eso...

A: No tienes que pedir perdón, Marcia; no hiciste nada malo y no fuiste atrevida

Aldo acercó su mano a la cara de Marcia y le secó una lágrima con el pulgar.

A: ¿Me quieres contar por qué llorabas?

M: Es que tuve un problema con mi novio...

A: ¿Con Fernando? ¿Qué te hizo?

M: Nada, eso es el punto. Hace un buen tiempo que él me ignora. Parece que, desde unos meses, yo dejé de existir para él...

A: ¿Y tienes una idea del porque pasó eso?

M: Creo que está enamorado de otra mujer...

Aldo se quedó boquiabierta. Él sabía perfectamente que Fernando estaba enamorado de Leticia, pero no pensaba que Marcia también sabía que él amaba a otra mujer...

A: ¿Y sabes quién es esa otra?

M: No... Aunque tengo mis ideas... Pero esos son asuntos míos y no quiero aburrirte con eso. Gracias por todo, Aldo.

A: No hay de qué, Marcia...

Marcia estaba por irse cuando Aldo la llamó

A: ¿Marcia?

M: ¿Sí?

A: Sé que a lo mejor no está bien, pero... ¿Te gustaría venir a comer conmigo?

M: ¿Enserio?

A: Tienes razón; fui muy atrevido y a lo mejor tú no...

M: Sí.

A: ¿Sí?

M: Sí, acepto. ¡Vamos a comer algo que me muero de hambre!

Marcia le sonrió y Aldo sonrió de remando así que los dos se fueron juntos de la empresa.


En tanto, Alicia y Tomás estaban en un restaurante japonese. Alicia había instistido tanto por comer sushi y Tomás no había podido hacer otra cosa que contentarla, aunque él odiaba el pescado crudo. Durante la comida, Alicia parecía feliz. Ese día con Tomás estaba siguiendo de la mejor manera; él se portaba tan lindo con ella contentandola en todo lo que ella le pedía. ¡Hasta logró hacerse regalar un vestido muy caro de una tienda muy renomada!

Casi a final de la comida, pero, algo empezó a ir como no debía...

Primero Alicia empezó a sentir un dolor en el estomago y de repente desblancó en la cara y empezó a temblar.

T: ¡Alicia! ¡Mi amor, ¿qué te pasa?!

AF: Tomás... Tomás no me siento bien...

T: ¿Quieres que te traiga al hospital?

AF: No... quiero ir a mi casa

T: Claro... Ven, te ayudo...

AF: No es necesario; pudo hacerlo yo sola

Alicia se levantó de la silla pero, cuando fue de pie, empezó a ver todo blanco y a oír los sonidos amortiguados. Además empezó a sudar frío y sus labos tenían el color de la nieve así que volvió a sentarse y empezó a llorar.

Tenía miedo, Alicia... No solo porque casi no veía nada, sino porque el dolor al estomago se había hecho más fuerte.

T: ¡Alicia! ¡Mesero, rápido! ¡Llame a una ambulancia! ¿Qué pasa, chiquita?

Alicia no contestaba. Se había abrazado el estomago y solo lloraba

T: No llores, chiquita. Ahora te llevo al hospital

AF: ¡Mi bebé! ¡Le pasó algo a mi bebé! ¡Tomás, no puedo perderlo!

Al oír eso, Tomás se paró de golpe

T: ¿Bebé?


Sigue...