Este capítulo me hizo reír tanto y, al mismo tiempo, me embarazó muchísimo... Es un capítulo dedicado enteramente a Lety y Fer (ya era hora de darle espacio a la pareja principal de esta fanfic ;) ), y es un capìtulo donde hay "acciòn"... Sì me entienden, ¿verdad? Asì que, si son pequeñas, no creo sea el caso que lo lean... En todo caso yo les avisé y se sabe que sobre aviso no hay traiciòn ;) Espero les guste :3
Emoticon w) y, como ya les había anticipado, es un capítulo donde hay “acción” (si me entienden, ¿verdad? Emoticon win
Capítulo
73
___________________
En
llamas
Cuando
comprendió que la mujer en su cama era Leticia, Fernando bajó el palo de golf y
se acercó un poco a ella:
F:
¡Lety! Mi amor, pero ¿qué haces en mi cama?
Lety
lo miró soñolienta antes de contestarle:
L:
La verdad estaba casi por dormirme, pero tú me despertaste con tu grito salvaje...
F:
No entiendo... ¿Cómo le hiciste para meterte en mi casa? ¿Acaso dejé otra vez
la ventana abierta?
Lety
lo miró interrogativa:
L:
¿Otra vez? Como sea no. Lo que pasa es que, como hoy no te vi para nada en la
empresa, fui a buscarte en tu oficina y ahí encontré un manojo de llaves,
entonces pensé que podían ser las llaves de tu casa y quise darte una
sorpresa... A proposito... ¡Sorpresa!
Fernando
soltó una carcajada al tiempo que Lety se encorporó un poco, quedando pero en
la cama
L:
Espero que no tomes mal mi gesto; sé que fue un atrevimiento meterme a tu casa
como un ladrón, pero...
Lety
bajó la mirada
F:
¿Pero?
L:
...pero no podía resistir sin verte.
F:
¿Y no habíamos quedado que yo venía por ti después de la cena?
Lety
no tomó bien esa explicación de Fernando. Si bien era cierto que habían quedado
de verse después de la cena, parecía que la sorpresa que le había hecho a su
amado lo estorbara en alguna manera. ¿Y si tenía programado de portarse a la
casa a una de las modelitos que siempre le rodaban?
Viéndola
tan pensativa, Fernando le inquirió:
F:
Lety, ¿qué pasa? ¿A qué piensas?
L:
¿Yo? Pues... en nada en especial...
F:
Lety... Te conozco, mi vida, y sé que algo te tormenta. ¿No me quieres decir
qué tienes?
Lety
suspiró hondo. Obviamente no podía contarle la predicción de Juana porque
seguro le hubiera sonado demasiado infantil a él, pero decidió compartirle
parte se su sentir
L:
Fernando... ¿Qué pasaría si una mujer bellísima empezara a piropearte?
Fernando
la miró extrañado. ¿A qué venía esa pregunta en ese momento?
F:
No entiendo, Lety. ¿A qué viene la pregunta?
L:
Tú contéstame
F:
Pues... En pasado, había muchísimas mujeres bellísimas que me piropeaban, y
también ahora suele pasar...
Lety
tragó saliva y se incorporó completamente de la cama, acercandose a la ventana
de la recámara y dándole la espalda
L:
Y... ¿Y tú que haces cuando suele pasar eso?
Fernando
sonrió y se quitó la chaqueta, empezando a aflojar el nudo de su corbata.
F:
Un tiempo me sentía halagado por eso, y no niego que terminaba pasando la noche
con la señorita de turno, si ella lo quería...
Lety
tragó saliva. Fernando percibió como su mujer empezaba a sentirse incómoda con
ese relato, así que se apresuró en añadir:
F:
...pero eso pasaba hace mucho tiempo, Lety, y luego ya no pude hacerlo...
L:
¿Porqué Doña Marcia controlaba todos tus movimientos?
F:
No, Lety. Aún estando con Marcia, me quitaba como sea mis antojos.
Lety
suspiró hondo. A ella le constaba como Fernando se quitaba sus antojos con las
modelos hasta en la oficina.
L:
Pero... ¿Acaso Doña Marcia no lograba satisfacerte en la cama? Digo, no que
quiera saber sus cosas ¿no? pero me llama la atención tu necesidad de irte con
otras mujeres cuando tu prometida cumplía con sus... “deberes conyugales”
F:
No era por eso, Lety
Lety
se volteó y finalmente lo miró en los ojos
L:
¿Entonces?
F:
No sé como explicártelo... De un lado era por probar algo nuevo; sentir el
cuerpo de otra mujer luego de estar tanto tiempo con la misma, me excitaba. Y
por otro lado, sentía que con Marcia yo no estaba completo; sentía como que me faltaba
algo, así que me puse a buscar ese algo en las otras mujeres con las que andaba
L:
Y... ¿encontraste ese algo?
F:
No; no, hasta que estuve contigo, entonces entendí...
L:
¿Qué entendiste?
F:
Que con las otras mujeres solo tenía relaciones que se limitaban al sexo,
mientras que contigo fue distinto...
Lety
empezó a sentirse nerviosa así que, con un hilo de voz, le preguntó:
L:
¿En qué sentido?
F:
Leticia, contigo yo no tuve una mera relación sexual; contigo yo hice el amor
con todas sus letras ¡y por primera vez en mi vida! Antes de conocerte, yo no
sabía qué era el amor; nunca había amado en mi vida, así que no me di cuenta al
principio...
Fernando
tomó un largo respiro
F:
Luego que estuvimos juntos, la noche de tu cumpleaños, sentí que había
encontrado ese algo que tanto buscaba y, por fin, me sentí completo como nunca
lo había estado
Los
ojos de Lety empezaron a aguarse por la emoción. Fernando empezó a acercarse a
la ventana donde estaba ella y le puso las manos en los hombros
F:
¿Ahora entiendes porque ya no necesito irme con ninguna otra mujer que no seas
tú?
L:
Sí, pero... ¿qué pasa si un día encuentras a una mujer bellisíma que te gusta y
dejes de desearme?
Fernando
sonrió. Él nunca lo hubiera admitido, pero el miedo que sentía Lety de
perderlo, lo halagaba, porque era otra demostración de cuanto ella lo amaba.
F:
Lety, no hay ninguna otra mujer que yo desee más que tú
Y
así diciendo, le puso las manos en la cintura y la arrastró a su cuerpo,
haciendo coincidir la espalda de ella con el pecho de él. Al contacto, Lety pudo
constatar como Fernando estaba feliz de verla y, tras sonrojarse, sonrió. Fernando
empezó a besarle el cuello y, con voz roca, Fernando le preguntó:
F:
¿Sientes cuanto te deseo, mi vida?
Lety
puso sus manos sobre las de él, que la abrazaban por la cintura, y cerró los
ojos. Las palabras de Fernando habían logrado tranquilizarla un poco, pero aún
sentía la predicción de Juana resonarle en los oídos. Despacio Lety se volteó
hacia su hombre y lo miró fijo en los ojos con la mirada aguada
L:
Fernando, por favor, abrazame...
Fernando
la abrazó enseguida, estrechándola fuerte a su cuerpo, pero se sentía
descolocado: primero por la preguntadera de Lety cerca de su pasado como
mujeriego, y luego por su reacción. Además, ese abrazo le sabía a despedida y
eso lo hizo escalofríar. Cuando Lety se sintió protegida en los brazos de Fernando,
se puso a llorar y, rodeándole el cuello con los brazos, se puso en punta de
pies y lo besó en la boca. Ese no era un beso dulce y tierno; era el beso
desesperado de quién busca una confirmación y Fernando tenía todas las
intenciones de reasegurar a su mujer cerca de su incondicional amor por ella.
Tomándola
en brazos, Fernando se acercó a la cama y la tendió dulcemente, sin que sus
labios perdieran contacto, y luego se tendió sobre ella. Cuando ambos
necesitaron oxígeno, el Vicepresidente se separó de sus labios para cubrirla de
besos por doquier en la cara, en las mejillas, en la sien... Lety estaba
empezando a tranquilizarse; la presencia de Fernando siempre era el mejor
calmante, así que le acarició una mejilla y le dio las gracias. En ese momento,
Fernando se paró y la miró en los ojos:
F:
¿Por qué me agradeces, Lety?
Lety
sonrió genuinamente antes de contestarle:
L:
Por ser tan maravilloso, mi amor
Dicho
eso, Lety volvió a besarlo y, haciendo leva con sus brazos, logró invertir las
posiciones, quedándose ella por encima de él. Fernando fue en dicha posición,
ya que de esa manera podía admirar a su mujer en todo su esplendor.
Leticia,
por su cuenta, le tenía una sorpresa a su hombre. El día en que había ido con
Carolina a por ropa nueva en vista del cóctel del círculo, la publirrelacionista
la había convencido a renovar también su ropa interior, haciendole comprar unos
conjuntos de lancería fina:
C: “!Imagínate como se va a poner Fernando cuando
te ve con ese nuevo sujetador de encaje! ¡Seguro se va a morir!”
L: “Ji ji ji, ¡Ay no, Carolina, que me quedo sin
novio!”
Viendo
que Fernando no atinaba a hacer nada y solo la miraba con los brazos cruzados
detrás de su nuca, Lety le inquirió:
L:
¿No vas a hacer nada?
Fenando
sonrió con un dejo de malicia
F:
¿Qué quieres que haga?
Lety
también empezó su juego de seducción, así que tomó las manos de Fernando y las
puso en sus caderas. Él entendió de inmediato lo que quería su mujer, así que
colocó sus extremidades por debajo de la camiseta de Lety y empezó a
acariciarle las caderas con sutil caricias que seguían camino desde abajo hacia
arriba, hasta que se topó con el sujetador de encaje. Fue ahí cuando Fernando
tuvo la confirmación de que su Lety había planeado todo para que pasaran una
noche maravillosa.
Despacio
empezó a desabrocharle los botones de la camiseta, al tiempo que le regalaba
una caricia por cada centímetro de piel descubierta que conquistaba. Lety se
sentía estremecer con cada toque de Fernando. Cuando el susodicho terminó con
los botones, se quedó mirándola, topándose con la grata sorpresa de que su
mujer vestía un sujetador de encaje rojo muy provocativo.
Lety
sonrió al ver la expresión de su hombre, que se había quedado embobado mirándole
el pecho, y no pudo que otorgarle la razón a su amiga.
Regresado
de su paseo en babia, Fernando se incorporó un poco y, aún con Lety a
horcajadas sobre él, le quitó suavemente la camiseta, besandole mientras los
hombros y regalándole descargas eléctricas de placer. Quedada solo con el
sujetador, Fernando le bajó juguetón una bretela del mismo y empezó a maniobrar
en su espalda, para lograr abrir la cárcel de sus senos. Viendo que no lo
lograba, Lety se puso a reír
F:
¿Y ahora de qué te ríes?
L:
Del hecho de que un mujeriego como tú no sabe desenganchar un sujetador
Fer
le respondió con una risa sarcástica
F:
Ja-ja
L:
Será porque este es un modelo nuevo que salió en el mercado apenas un mes atrás;
por eso no estás familiarizado...
F:
Te equivocas, Leticia, porque no es la primera vez que veo este modelo de
sujetador...
Lety
tragó saliva y su risa se paró en seco. Fernando siguió:
F:
...incluso tuve el honor de quitarne uno igualito, aunque de otro color, no
mucho tiempo atrás...
Sintiendo
eso, inmediatamente Lety volvió a pensar a lo que él y Carolina le habían dicho
hacia unas horas:
F: “Anoche le prometí a Carvajal que iba a cenar
con él”
C: “Anoche le prometí a Omar que ibamos a cenar
juntos, Lety”
Para
ella fue una cubetada de agua fría: no solo había tenido la confirmación de que
Fernando le había mentido, esa noche, ¡sino que el mismo acababa de confirmarle
que había estado con una mujer que tenía el mismo modelo de ropa interior!
Presa
de la cólera, Lety se levantó de inmediato de la cama, tomó su camiseta y corrió
escaleras abajo. Fernando se descolocó por completo, viéndola escapar de esa
manera, así que se levantó corrió detrás de ella. Por suerte Lety tenía que
ponerse la camiseta, antes de salir de la casa, así que Fernando tuvo el tiempo
de alcanzarla y, deteniéndola por una muñeca, le inquirió:
F:
¿Qué te pasa, Lety? ¿Por qué te escapaste así?
Lety
ni siquiera lo miraba en los ojos; no tenía valor...
L:
¡Suéltame, Fernando Mendiola! ¡Suéltame YA!
F:
No, Lety, no te voy a soltar hasta que me digas porqué reaccionaste así
Ahora
era Lety la que le respondía con una risa sarcástica
L:
Ja, ¿Y me lo pides? ¿De verdad no entiendes?
F:
No, Lety, no entiendo, y cuando no entiendo, me gusta que me expliquen.
Lety
lo miró en la cara, pensando que Fernando la estuviera vacilando, pero su
mirada era demasiado seria y eso la hizo enervar aún más
L:
¡Acabas de decirme que, hacia no mucho tiempo, quitaste un sujetador igual al mío
a una mujer!
F:
Sí, ¿y?
L:
¿¡Cómo que “y”!? ¿Con qué desfachatez me dices en la cara que quitaste un sujetador
igual al mío a otra mujer?
Por
fin a Fernando le cayó el veinte: ¡Lety había travisado completamente la
situación!
F:
¡Tiempo! ¡En ningún momento dije que quité uno de esos a otra mujer!
L:
¡Sí que lo dijiste! Y también dijiste que era de otro color...
F:
Sí; era negro el otro y tenía sus bragas en conjunto... De verdad era muy
sexy...
Mientras
decía eso, Fernando le acariciaba el hombro, otra vez cubierto por la camiseta.
Lety
se puso como fiera e intentó zafarse, pero Fernando la accorraló a sí y la besó
en la cabellera antes de añadir:
F:
...pero en ningún momento dije que se trataba de otra mujer
Lety
le lanzó una mirada de pistola
L:
¿Entonces?
Fernando
sonrió y la estrechó aún más
F:
Ay, mi Lety tan celosita...
A
Lety no le pareció el cometario, así que se separó de él dándole la espalda
F:
Estaba hablando de ti, Leticia.
En
ese momento Lety se volteó para mirarlo, manteniendo sus brazos cruzados, en
clara demostración de que no le creía para nada
F:
¿No te acuerdas? El martes lucías un conjunto igual al que llevas hoy, pero
negro ¿Me equivoco?
Lety
lo pensó un momento sintiendose una estúpida, así que solo asintió con la
cabeza al tiempo que Fernando soltaba una carcajada que la hizo enojar aún más,
de ser posible.
L:
¿Qué te causa tanta gracia, ahora?
F:
Tu cara, Lety
Lety
hizo una mueca
F:
No me malinterpretes, mi amor, pero, cuando te dije que había quitado un
conjunto igual a esto, pusiste una cara demasiado chistosa
Lety
bajó la mirada y, seria, le dijo:
L:
No pensaba que estabas hablando de mi...
F:
¿Y de quién más podía hablar, Lety?
L:
...de otra mujer.
Fernando
entendió en pleno el miedo de su mujer. Como aquella vez cuando él se ofreció
de acompañarla a su casa para convencerla que le gustaba, la noche después de
sus primer beso, y Omar se había parecido con una modelo que se le había puesto
demasiado coqueta con él, o cuando Paty Manterola se había apersonado en su
oficina, y ella casi no lo hizo hablar con ella. Esa misma noche, Lety le había
aclarado que no se sentía la mujer justa para él y que, en el fondo, sabía que
él soñaba con una mujer como Patricia Manterola, que era la mujer para él.
Con
ese pensamiento, Fernando tomó a Lety por los hombros y la acercó al sofá, haciéndola
sentar en su regazo.
Presa
por desprevenida, Lety le inquirió:
L:
¿Qué haces?
F:
Necesito explicarte una cosa que, al parecer, aún no te que da clara
L:
¿Y no me puedo sentar en el sofá en vez que sobre tus piernas?
F:
No, porque necesito sentirte cerca y necesito que me mires en los ojos mientras
te hablo
Lety
suspiró resignada
F:
Leticia, ya te lo dije una vez, pero al parecer no me creíste...
Fernando
hizo una pausa y la miró fijo en los ojos antes de proseguir
F:
Desde que tú y yo hicimos el amor la primera vez, yo no he vuelto a tocar a
Marcia ni a ninguna otra mujer que no seas tú.
Fernando
la miraba tan intensamente en los ojos mientras le decía eso, que Lety sintió
como esa mirada la penetraba y le abrazaba hasta el alma. Fernando era sincero
y ella lo sentía, pero no lograba quitarse del pensamiento que no le había
dicho la verdad cerca de su cena con Omar. Viéndola tan perpleja, Fernando le
inquirió:
F:
¿Todavía no me crees, Lety? ¿Qué tengo que hacer para demostrarte que tú eres
la única mujer que necesito?
L:
No es eso, Fernando. Yo te creo, pero...
F:
¿Pero? ¿Quieres una demostración más contundente?
Lety
no sabía que decir
L:
Yo...
F:
Esta bien, Leticia, ahí te va...
Fernando
se levantó del sofá, quedando Lety sentada, y se arrodilló frente a ella, que
lo miraba descolocada, tomándole la mano:
F:
Lety, ¿Me harías el honor de ca...
Fernando
no tuvo ni tiempo de terminar su frase, puesto que Lety se había levantado del
sofá para correr al baño. Espantado, Fernando corrió detrás de ella y la vio
inclinada sobre el lavabo intenta a vomitar. Inmediatamente fue en su ayuda,
quitandole los cabellos de la cara y acariciándole la espalda. Cuando Lety
terminó, Fernando le inquirió preocupado:
F:
Mi amor, ¿qué tienes?
L:
Creo que me cayó medio mal algo que comí en el almuerzo... Como tenía que
quedarme en la empresa, para terminar la rendición de septiembre, el Cuartel
pidió comida a “La Comidilla” y, como ya no estoy acostrumbrada a la comida de
ahí, puede que algo me cayó mal...
F:
Entiendo...
En
realidad Fernando no creía mucho a esa excusa de su mujer... La misma se sentía
muy avergonzada por el espectáculo al cual había asisitido su hombre, así que
se cubrió el rostro con las manos y muy apenada dijo:
L:
¡Ay que vergüenza!
Fernando
la abrazó para darle ánimo
F:
¡Ni lo digas, Lety! ¡No hay nada de que avergonzarse! Esas son cosas que pueden
pasar a cualquiera...
L:
Pero no delante del hombre que aman...
Fernando
sonrió y la estrechó a sí, tranquilizándola
F:
Lety, no voy a dejar de amarte por eso, no te preocupes...
Cuando
pero él intentó besarla, Lety se zafó
F:
¿Y ahora qué?
L:
Es que...
F:
¿Qué cosa? ¿No me quieres besar?
L:
No es eso... ¡Es que necesito cepillarme los dientes!
F:
Ja ja ja está bien, mi amor, como quieres. En este armario están los cepillos
de dietes nuevos. Escoge lo que más te gusta
L:
Bueno
Viendo
que Lety no atinaba a moverse de su posición, le inquirió:
F:
¿Quieres que te lo tome yo?
L:
No, Fernando, es que necesito un poco de privacidad...
F:
¿Quieres que te espere en el salón?
L:
Sí, por favor.
F:
¿Y si te sientes mal otra vez?
Lety
sonrió y le acarició una mejilla
L:
Mi amor, voy a estar regia, no te preocupes
F:
Tendría que estar muerto para dejar de preocuparme por ti, mi vida. Como sea
está bien, te voy a esperar en el salón. Pero, cualquier cosa, me llamas y voy
por ti
L:
Gracias, Fernando
El
susodicho le besó la cabellera y, antes de irse, le dijo:
F:
No hay de qué, mi vida.
Quedada
a sola en el baño, Lety se apoyó con las manos al lavabo y respiró hondo. Acababa
de decirle una mentira a su hombre y eso no le gustaba para nada. No era cierto
que algo le había caído mal en el almuerzo, simplemente porque no había comido
nada. Después de esa predicción tan terrible de Juana, su estómago se había
cerrado y lo único que logró tomar en todo el día, fue un tesito en la tarde.
Fernando,
mientras tanto, había encendido la chimenea en el salón y luego se había
dirigido en la cocina para preparar chocolate caliente. Mientras hacía
calientar el chocolate, se puso a pensar:
F:
No me gustó para nada como se puso mi Lety... ¡Seguro ni debe haber comido! Por
suerte ayer se me ocurrió intentar cocinar...
Fernando
miraba contento a su mega rosquilla de chocolate. La noche anterior, después de
haberse enojado con Marcia, decidió canalizar su rabia hacia algo que no quera dañoso
así que, topándose con el recetario que había traído Lalo desde Guatemala la
vez pasada, decidió intentar cocinar. En el libro había muchísimas recetas
dulces y saladas, pero lo que le llamó la atención fue un pastel con forma de
rosquilla hecho de chocolate y vainilla. Por suerte tenía todos los
ingredientes en la casa, ya que, desde que Lalo se había establecido en su
casa, era él el que se ocupaba de hacer compras de bienes alimentares.
F:
Solo espero que no me salió una poruqería...
Lety
aún estaba en el baño. Ya se había cepillado los dientes y se había refrescado
la cara, así que se sentía un poco mejor. Como sea se quedó otro ratito ahí
para reflexionar:
L:
¿Será el estrés que me causa todos estos problemas de salud? Porque ahora sí,
me doy centa yo también de que algo no cuadra... Solo espero que no sea algo
grave...
De
repenté oyó unos nudillos tocar la puerta:
F:
Lety, mi amor, ¿estás bien?
L:
Sí; sí, mi vida, ahorita voy
F:
Apúrate porqué te preparé una sorpresita... ¡Te espero en el salón!
Leticia
se dio un último vistazo en el espejo y finalmente salió del baño. Cuando abrió
la puerta, el olor de chocolate le invadió las narices y eso hizo despertar a
su apetido, así que se apresuró en alcanzar a su hombre, que estaba sentado en
el sofá. Cuando se sentó cerca de él, Fernando se dispuso a hablar:
F:
Pensé que quizás tenías un poco de hambre o que se te antojaba algo dulce, así
que preparé chocolate caliente...
Lety
se acercó a su cara y le dio un dulce beso en los labios
L:
Gracias.
Cuando
posó la mirada en la mesa que estaba frente al sofá, pero, algo más le llamó la
atención, así que le inquirió:
L:
¿Y esto?
F:
Es una rosquilla de chocolate y vainilla
L:
Sí, eso lo veo, pero... ¿Quién la cocinó?
Fernando
se levantó del sofá y, con un gesto teatral indicó a sí mismo respondiéndole:
F:
Su servidor de cuerpo presente
Lety
se sorprendió
L:
¿¡Lo hiciste tú!? ¿Y desde cuando te dediques a los dulces?
Fernando
volvió a sentarse y le acarició una mejilla
F:
Desde que tengo una novia tan dulce como tú
Lety
se sonrojó antes de retomar la palabra
L:
Que raro, porque no me resulta haber probado ningún dulce hecho de ti...
F:
Está bien, está bien... Es la primera vez que intento cocinar un dulce, así que
espero que no nos cause diarrea o algo por el estilo
Lety
no pudo evitar la carcajada
L:
Ji ji ji
F:
Sí, ríete namás, tú... Seré curioso de ver si tienes el valor de probar mi
rosquillita...
L:
¿Me estás desafiando?
Fernando
la miró malicioso antes de contestarle:
F:
Puede ser...
Lety
recogió el desafío:
L:
Entonces prepárate a perder, novio mío querido, porque no solo voy a probarla,
sino que voy a comerme una buena rebanada, ya que me muero de habre y esa
rosquilla se ve tan rica...
Fernando
sonrió y le cortó una buena rebanada a su mujer. Antes de que Lety diera la
primera mordida, pero, él la paró.
L:
¿Y ahora qué pasa?
F:
Mejor la pruebo yo primero. No sea que te toque volver al baño...
A
Lety no le pareció el comentario, así que se apresuró a meterse en boca el
tenedor con la rosquilla. Cuando tragó, pero, desorbitó los ojos con terror. Viéndola
así, Fernando desorbitó los ojos a su vez
F:
¿¡Qué!? ¿¡Qué hice!? Por Dios, Lety, ¡habla!
Lety
lo miró seria en los ojos:
L:
Fernando... ¡Le pusiste sal en vez que azúcar!
Fernando
desblancó en la cara; su experimento había fracasado
F:
¿En serio?
L:
Así es, mi amor. Mejor tomo el chocolate mientras aún está caliente
Fernando
bajó la mirada avergonzado mientras que Lety bebía su chocolate. Cuando terminó
de beber el contenido de la taza, Lety retomó su plato con la rosquilla y volvió
a comer. Cuando Fernando se dio cuenta, la regañó:
F:
¡¡Lety!! ¿¡Qué demonio haces!?
L:
Me como mi dulce ¿por?
F:
¿¡Cómo que por!? ¡No tienes que comerlo! ¡No es bueno!
Lety
hizo caso omiso a sus palabras y seguió comiendo su dulce. Fernando la miró
boquiabierta hasta que no pudo más y le quitó el plato de las manos
L:
¿Qué haces? ¡Devuelveme mi dulce!
F:
No, Lety; no quiero que te sientas mal por mi culpa
Lety
ahora se había puesto a hacerle pucheros como una niña
L:
¡Pero yo quiero terminarlo!
Viendo
que Fernando no cedía, Lety se le abalanzó para intentar reapropiarse de su
dulce, pero no hubo caso ya que su hombre preferió acabarselo de un solo bocado
antes que permitirle terminarlo a ella. Cuando tragó el bocado, pero, Fernando
frunció el ceno y la miró serio:
F:
¿Lety?
L:
¿Sí?
F:
...yo no le siento sal a mi dulce.
Leticia,
que aún estaba a horcajadas sobre él, sonrió maliciosa
L:
¿Ah no?
F:
...no. Lo que sí veo, es que tienes una huella de chocolate en la cara
Lety
empezó a tocarse en el rostro para tratar de dar con la dichosa mancha
L:
¿Donde está?
Fernando
aprovechó de la posición en que los dos estaban para acercar sus labios al
rostro de su amada y posarlos a la esquina de su boca. En ese momento el tiempo
se paró. Fernando se mantuvo firme con los labios pegados al rostro de Lety, la
cual empezó a advertir una sensación de calor radiarse por todo su cuerpo a
partir del punto donde estaban los labios de su hombre. Cuando Fernando se
separó de su rostro, los dos se miraron en los ojos y la magia empezó a fluir.
Ya
que Lety traía los cabellos atados en una coleta, Fernando puso su mano derecha
detrás de la nuca de ella y se deslizó de la banda, de modo que sus cabellos se
derramaran por sus hombros. A él le gustaba cuando Lety tenía su cabello suelto
para poder jugar con sus mechones. Lety movió lentamente la cabeza a izquiera y
derecha para arreglarse un poco la cabellera y luego emepezó a desabrocharse la
camiseta con mucha sensualidad. Si era verdad que estaba por aparecer en la
vida de Fernando una mujer bellisíma que quería quitárselo, ella tenía toda la
intención de demostrarle a su hombre que él no iba a necesitar más que ella y,
por la reacción de Fernando, supo que iba en buen camino.
Fernando,
por su cuenta, estaba ipnotizado mirándola y necesitó de varios segundos antes
que pudiera retomar el don de habla:
F:
Lety, eres... eres...
Fernando
tragó saliva nervioso
L:
¿Como soy?
F:
Eres que no tengo palabras para decirtelo... Te diría hermosa, pero esa palabra
no le hace justicia a tu figura
Lety
se sonrijó por completo
L:
¡Ay, no exageres!
F:
No exagero, mi vida. ¿Qué tengo que hacer para hacerte entender que tú eres la única
mujer con la que quiero estar por el resto de mis días?
Lety
lo miró intensamente en los ojos antes de contestarle:
L:
Haz el amor conmigo
Y
luego fue un momento...
Fernando
movió sus manos desde los muslos de Lety donde estaban, para seguir camino en
el cuerpo de ella, empezando a sobarle las caderas que otra vez estaban libres
de la prisón de la camiseta, gracias al juego de seducción que había empezado
la misma Leticia. En el fondo a Fernando le gustaba ¡y mucho! ver a su Lety un
poco más atrevida y, esa especie de streap tease que la misma había improvisado
para él, había contribuido a hacerlos entrar en el climax de la noche.
Fernando
le rozó la piel de las caderas tan suavemente, que parecía el toque de una
pluma. Despacio trazó con sus dedos un camino hacia arriba, hasta llegar a las
laderas de los pechos de ella, y ahí empezó a acariciarlos por encima del
sostén. Lety, en tanto, gozaba con cada caricia que le propiciaba su hombre. Viéndola
tan presa de sus toques, Fernando decidió que había llegado el momento de
deshacerse del estorbo representado por el sostén, por eso posicionó sus manos
sobre los hombros de su mujer, hasta dar con las bretelas. Lentamente empezó a
hacer resbalar las mismas por los hombros de Lety, al tiempo que le rozaba la
piel con los dedos, haciéndola estremecer.
Si
Lety quería jugar al juego de la seducción, entonces Fernando estaba más que
dispuesto a jugar.
Cuando
pero el mismo hizo por llevar sus manos en la espalda de ella, para poder desenganchar
el sujetador, Lety lo paró, dejándolo descolocado, hasta que la misma aclaró:
L:
Quiero intentar hacer una cosa, ¡pero prometeme que no te vas a reír!
Ya
que Lety tenía las manos de él enredadas con las suyas, Fernando las acercó a
su boca y le dejó un dulce beso en ambos los dorsos
F:
Te lo prometo
Lety
se quedó viendolo encantada. Su mirada era verdaderamente ipnotica
L:
...okey
Recobrando
un poco de valor, Lety se atrevió a hacer algo que nunca había soñado hacer en
su vida. Y justo de atrevimiento se trató cuando la misma trasladó sus manos en
su espalda y desenganchó su sujetador, sosteniendo las copas con su antebrazo,
mientras lo miraba en los ojos con atrevida insinuación.
Fernando
se quedó viéndola mientras la misma desnudaba lentamente su busto delante de
sus ojos con movimientos tan provocativos, que Fernando se preguntó cual fuerza
le permitía resistir sin abalanzarsele en ese mismo instante.
La
luz producta por las llamas que ardían en la chimenea, contribuyó a dibujar en
el busto de Lety graciosas sombras que se movían y cambiaban según como se movían
las llamas. Fernando empezó a seguir con su dedo el contorno de las sombras en
el cuerpo de su amada, sintiendo como su piel se estremecía con cada toque.
Cuando sintió que ya no podía resistir, le puso las manos en la espalda y la
atrajo a sí, haciendo coincidir sus pechos. Fue en ese momento que Lety sintió
como el corazón de Fernando latía tanto cuanto el suyo y se emocionó, hasta que
se le empañaron los ojos. Para evitar que él la viera llorar, Lety se abrazó más
al cuerpo de su hombre, el cual empezó a mecerla como si fuera una niña sin
defenzas y, en cierto sentido, era así que la veía él; Lety era una mujer que
dentro de sí tenía la fuerza de un huracán pero, al mismo tiempo, era una chica
fragil que necesitaba ser protegida. En su vida, Leticia había subido cosas
horribles, algunas de las cuales ocasionadas por él mismo, y ahora Fernando se
sentía como un superheroe cuya única misión en la vida, era proteger a su amada
de todos los males del mundo. Con ese pensamiento, Fernando acercó sus labios
al oído de Lety y empezó a cantarle una canción que un día había escuchado en
la radio:
F:
Siente, mi pecho está latiendo fuerte; mi alma te ha extrañado y nunca he
dejado de quererte... Abrazame de nuevo y siente, de que manera me estremeces, quiero
pasar mi vida entera junto a ti, solo espero que tu sepas lo que sientes...
Fue
en ese momento que Lety, aún con las lágrimas en los ojos, le acarició la
mejilla y le dio un dulce beso. Ella sabía bien lo que senía por él. A pesar de
que fuera un beso casto y a flor de labios, Fernando juró que le había abrazado
hasta el alma.
Ese
beso había encendido nuevamente el fuego de la pasión, así que Fernando empezó
a recorrer los labios de Lety con la punta de su lengua, deslizandola después
dentro de su boca para darle un beso largo y profundo. Cuando ambos advirtieron
la necesidad de tomar oxígeno, Fernando abandonó sus labios para acariciar con
su boca la parte más sensible del cuello de su mujer y luego empezar a
mordisquearla. El sentido de Lety estaba casi completamente nublado pero,
cuando sintió los labios de Fernando seguir camino hacia sus pechos y oyó su
lengua jugar con su pezón, mientras que, con las yemas de sus dedos, le
dibujaba suavemente el contorno de los pechos, perdió completamente su lucidez
y se dejó llevar por la pasión ardiente de su hombre.
El
susodicho la cubrió de besos en la parte de la anatomía de su mujer que tanto
amaba, hasta llegar al vientre. Fue en ese momento que Lety volvió a pararlo;
por una vez, quería ser ella la que se dedicaba a su satisfación, así que empezó
a jugar con el cuello desprendido de la camisa de él, depositando luego un
rastro de besos al tiempo que le desabrochaba cada botón de la camisa. Quedado
sin camisa, Lety le acarició el pecho, deslizando un rastro de besos que
siguieron camino abajo, hasta dar con el cinturón de sus pantalones. Cuando sus
manos empezaron a desabrochar la cintura, Fernando la paró:
F:
Lety, no es necesario. Yo...
Pero
Lety no lo dejó terminar, callándolo con un dedo en los labios
L:
Quiero hacerte feliz, mi amor
F:
Tú me haces ya el hombre más feliz del mundo, mi vida
L:
Entonces déjame demostrarte lo mucho que te amo
Antes
de que Fernando pudiera replicarle algo, Lety había logrado aflojarle la
cintura del pantalón y ahora buscaba con su tacto la cremallera del mismo.
Cuando logró su cometido, empezó a bajarle los pantalones hasta que el mismo se
quedó con sus boxer. El corazón de Fernando latió como un loco cuando percibió
las manos de Lety acariciarle su hombría por encima de la prenda masculina. Con
el último dejo de cordura, trató de disuadirla, pero ella nuevamente lo calló y
liquidó la cosa con un “relajate y disfrutalo”.
Fernando,
entonces, entendió que, en ese momento, era una marioneta en sus manos, así que
decidió seguir el consejo de su mujer y trató de relajarse cerrando los ojos.
Viéndolo
finalmente relajado, Leticia tomó un largo respiro y se arrodilló en la
alfombra, presta a quitarle esa última prenda que cubría la parte más intima de
su hombre. Sus manos temblaban ligermanete mientras los boxer resbalaban
piernas abajo hasta dar con el piso. Cuando se topó con la hombría desnuda de
Fernando, Lety no supo que hacer. Era la primera vez que se encontraba en una
situación así y, lo poco que sabía del sexo, lo había aprendido gracias al
mismo Fernando o a una cuantas platicas escuchadas de las compañeras de la
universidad, así que realmente no sabía como actuar.
Percibiendo
su vergüenza, Fernando fue en su ayuda; primero le tomó la mano y la beso, y
luego la hizo resbalar desde su pecho hacia abajo. Cuando fue al punto de
llegar a esa parte de su cuerpo, le
dedicó una mirada con la cual le preguntó tácitamente si estaba segura y,
cuando ella le respondió con una sonrisa, Fernando posó la mano de su amada
sobre su hombría y acompañó la misma en un sensual mansaje.
A
principio, Lety se volvió roja como un jitomate; ¡esa situación era verdamente
embarazosa! pero, tras ver como Fernando se excitaba más con cada movimiento de
su mano, que ahora envolvía solita el miembro de su hombre, Lety se dejó ir y
disfrutó plenamente de la excitación que le regalaba a su hombre.
Fernando,
por su cuenta, se sentía en el mismísimo paraíso: sentir como la mano de Lety
excitaba sus ganas, propiciándole lentas caricias, lo mandaba en éxtasis.
Cuando sintió que no podía resistir ni un minuto más, le bloqueó la muñeca con
su mano, haciendo que Lety se quedara viéndolo interrogativa
L:
¿Acaso hice algo indebido?
Fernando
negó con la cabeza, regalándole una sonrisa. Todavía tenía que regularizar su
latido antes de poder hablar. Su sonrisa, pero, no tranquilizó a Lety que, aún
convencida de haber actuado mal, le inquirió apenada:
L:
¿Te hice mal?
Fernando
desorbitó los ojos
F:
¿Cómo crees, mi vida? Lo que me hiciste fue todo lo contrario al mal...
Y
así diciéndole, la tomó otra vez por la muñeca y la hizo levantar de la
alfombra para hacerla sentar cerca de él en el sofá. Una vez sentada, la abrazó
y la estrechó fuerte a su pecho
F:
Gracias
L:
¿Por qué me agradeces?
F:
Por todo, Lety: por haber entrado en mi vida; por permitirme conocerte; por
haberme apoyado siempre, sin pedir nada a cambio; por haber confíado en mi
cuando nadie lo hacía; por haberme abierto tu corazón, permitiéndome de amarte...
Por esas y por muchísimas cosas más
Lety
se conmovió al oír esas palabras que le confirmaban una vez más como Fernando
era el hombre de su vida. Viéndola llorar, Fernando se apresuró a secarle las lágrimas
con sus besos; él no quería verla llorar, aunque fuera por la emoción. Cuando
Lety se tranquilizó, la miró en los ojos y no pudo evitar de pensar que su Lety
era la mujer más bella del mundo con su pómulos aún enrojecidos y la mirada
brillante.
Casi
como si fuera una imás, Fernando envolvió la boca de su mujer con la propia, mordiéndole
los labios con los dientes hasta que la misma respondió y, presa por el frenesí,
empezó a arañarle la espalda, agarrándose a esa con las uñas cuando sintió la
lengua de Fernando descender por su cuello. El hecho de que Lety tuviera aún
puesta su falda, volvía dificultosos los movimientos así que la misma empezó a
bajarse la cremallera, sientiendo inmediatamente los dedos de su hombre
completar la tarea. Cuando la falda alcanzó las otras prendas en el piso, la mano
de Fernando se deslizó hasta las nalgas de Leticia y la apretó contra su
cuerpo, haciéndole sentir plenamente cuanto deseaba hacerla suya. Luego, la
mano de Fernando se dirigió lentamente hacia el punto de únion entre los muslos
de ella y ahí empezó a acariciarla suavemente. Un gemido escapó de la boca de
Lety cuando percibió los dedos de su hombre jugar con su intimidad y no pudo
evitar de cerrar las piernas, aprisionando la mano de Fernando, presa como
estaba del éxtasis.
Ese
gesto de Lety, le hizo entender que su mujer gustaba de esas íntimas caricias, así
que siguió dándole placer. Cuando Leticia estaba por llegar a la cumbre del
placer, pero, Fernando se paró y, antes de que ella pudiera protestar, apoyó
una rodilla en la alfombra y se bajó del sofá, atrayendola en el piso. Cuando
los dos fueron ahí, Fernando tendió a Lety en la blanca alfombra y la cubrió
con su cuerpo. Durante esos movimientos, sus ojos se mantuvieron en contacto,
memorizando cada instante de esa magica noche.
Una
vez sobre ella, las manos de Fernando viajaron hasta su cintura y se deshaceron
de una vez de las bragas de encaje, para luego abrirle suavemente los muslos y
penetrar dulcemente en ella. Una vez más, la feminilidad de Lety le dio la más
gustosas de las bienvenidad mietras la boca de él buscaba camino hacia la de
ella para luego besarla con una voluptuosidad que la sedujo por completo.
Fernando
oyó la respiración de Lety entrecortada cuando empezó a moverse suavemnte en
ella, así que intentó retirarse, peró, las piernas de Lety que le rodearon las
caderas y sus dedos clavados en su espalda, le hicieron comprender como su
mujer gozaba tanto cuanto él, así que Fernando se hundió otra vez en ella que
siguió gustosa su ritmo.
Cada
vez que estaba dentro de ella, Fernando tocaba el cielo. Lety, por su cuenta,
no lograba creer a lo que pasaba; por fin estaba donde quería estar: en los
brazos de su hombre haciendo el amor. Fernando seguía besandola mientras
marcaba el ritmo con exquisitas embestidas al tiempo que jugaba con sus pezones.
Sintiendolo tan apasionado, Lety se arqueó y cerró los ojos, enredando los
dedos en el pelo de él al tiempo que Fernando se adentraba en ella y se
retiraba con mucho ardor. En ese momento, los únicos sonidos que se sentían en
la habitación, eran los gemidos de dos amantes enamorados.
El
cuerpo de Lety era fuego y ella quería arder.
Fernando
seguía amandola con todo su ser, rozándole la sien con sus labios sin dejar de
acariciarla. Lety experimentó una vez más esa poderosa sensación que la arrastró
a la cima del goce e hizo que perdiera el control, acompañada en aquel camino
por su hombre que la estrechó más a su cuerpo cuando sintió que estaba por
alcanzar la cumbre del placer.
Las
manos de ambos vagaban por sus cuerpos y los respiros se volvían más irregulares
a cada momento, dejándose ir a al frenesí y volviéndose una cosa sola, amandose
como solo ellos sabían hacer: con el cuerpo, con el corazón y con el alma.
Cuando
Fernando entrelazó sus dedos con los de ella, la pasión llegó a su cumbre y los
dos terminaron sus acto de amor con un sonoro gemido ahogado en sus bocas.
Sus
almas volvieron a tocarse y a unirse para que fueran un único ser, y de nuevo
Lety entendió porque había nacido.
Sigue...
Cuando subes el otro capitulo
ResponderBorrarYa està :) Apenas publicado ;)
BorrarEra isso que deveria ter acontecido na novela, e não aquela palhaçada da indecisão da tonta da Lety.
ResponderBorrar