martes, 23 de febrero de 2016

Capítulo 74

Capítulo 74
_______________

¿Y ahora?

Un rayo de sol que filtraba desde el ventanal, estorbó a Fernando que despacio abrió primero un ojo y luego el otro. El vicepresidente necesitó unos segundos para percatarse de que estaba acostado sobre el sofá de su solón.

Aún medio dormido, estaba por levantarse, cuando advirtió algo que no le permitía moverse. De primer momento no lo había visto, pero, cuando miró hacia su abdomen, enfocó un brazo de mujer que lo estaba estrechando y de golpe le volvió a la mente su noche de amor con Lety. Cuando posó su mirada sobre el rostro de su amada, Fernando no pudo evitar sonreír, ufanandose de la belleza de su mujer.

Tratando de no despertarla, le acarició suavemente la mejilla con las yemas de sus dedos y empezó a reflexionar en cuchicheos:

F: Que linda está mi Lety... Hasta cuando está dormida con la boca abierta y con el pelo despeinado se ve hermosa...

En ese momento, Lety, aún con los ojos cerrados, empezó a despabillarse

L: ñah ñam

F: Buenos días, mi vida

Oyéndo la voz de Fernando, Lety, que aún no se había percatado de su ubicación, abrió los ojos de golpe y lo miro como si hubiera apenas visto la aparición de la Virgen

F: ¿Qué pasa, mi vida?

Lety lo miró anonadada

L: ¿Qué hago aquí?

F: ¿No te acuerdas? Anoche te quedaste a dormir aquí, luego que hicimos...

Lety no lo dejó terminar de hablar puesto que su cara había empezado a teñirse de rojo. A pesar de que, desde que estaba con Fernando, había adquirido un poco de atrevimiento, Lety quedaba una mujer púdica y le causaba vergüenza hablar de ciertas cosas

L: ¡Sí, sí, ya me acuerdo!

F: Ja ja ja mi Lety tan avergonzosa

A la susodicha no le gustó que Fernando se burlara, así que puso un puchero infantil. Viéndola así, Fernando no pudo que adorarla. Su Lety lograba ser una mujer encantadora; pasional y ardiente en la cama pero a la vez tan dulce y tierna como una niña. Cada vez que la miraba, se convencía más que casarse con ella era lo que más quería en la vida.

Ya que Lety había volteado la cara y le daba la espada, Fernando aprovechó para desperdiciarle un rastro de besos en los hombros, que habían quedados desnudos ya que las sabanas no lograban cubrirla por enterlo, vista la posición en que estaba sentada.

Sintiendo los labios de Fernando a contacto con su piel, Lety no pudo evitar sonreír y su enojo dejó el paso a una sensación de calor que empezaba desde el pecho para irradiarse en todo su cuerpo. Ella sabía bien que eso era amor y que Fernando era el único hombre que le hacía sentir todas esas sensaciones; tan nuevas para ella, y, al mismo tiempo, tan hermosas.
Cuando los besos de Fernando llegaron hacia el oído de Leticia, la misma advirtió un agradable escalofrío correrle por la espalda. Viendo que sus besos surtían el efecto deseado, Fernando le preguntó con voz suadente:

F: ¿Me perdonas?

L: Uhm... depende..

F: ¿De qué?

Lety se volteó y lo miró fijo en los ojos

L: ¿Me amas?

Fernando se sintió descolocado por la pregunta. ¿Acaso lo que había pasado entre los dos esa noche no era una clara demostración de su amor? Como sea, el mismo decidió contestar a la pregunta y, mirandola en los ojos a su vez, le respondió:

F: Con toda mi alma, Leticia.

Lety pudo leer en los ojos de Fernando el inmenso amor que él sentía para ella y eso hizo desaparecer hasta la más minima duda que los caracoles de Juana habían insinuado en su mente.

De repente, una pregunta de Fernando la regresó a la realidad

F: ¿Por qué lloras, mi vida?

Lety se pasó las manos por debajo de sus ojos y se percató que de verdad estaban saliendo unas lágrimas

L: Ay perdón, mi amor, es que me conmoví ji ji ji

F: Ay Lety... Mi Lety hermosa...

Fernando la acurrucó a sí y le besó dulcemente la cabellera.

F: ¿Qué te parece si nos aprontamos para el desayuno? Así luego podemos salir

L: ¿Salir? ¿Y para ir adónde?

F: Esa es una sorpresa... ¿Confías en mi?

L: ¡Siempre!

F: Bueno, entonces, princesa, levántese de esta regal sofá que tenemos que preparar el desayuno y usted me va a ayudar

Lety abrió grande sus ojos haciendo gala de su asombro

L: ¿Yooooo?

F: Sí, sí, tú

L: ¡Pero yo no se cocinar ni un huevo revuelto!

F: Pues ha llegado el momento de aprender, mi vida. De otra forma, ¿como le vamos a hacer cuando nos casemos? ¡No podemos pedir comida a domicilio cada noche o nos va a costar un dineral!

L: Ji ji ji ¡Siempre pensado al dinero!

F: Ay no es cierto, mi vida, pero es la verdad; piénsalo...

L: Pues, en efecto...

F: Bueno, entonces anímate y ven conmigo en la cocina

L: Es que...

F: ¿Qué?

L: Tengo que pasar del baño, primero

Fernando bateó sus cejas de arriba hacia abajo repetidas veces, entendiendo algo evidentemente equivocado

F: ¿Quieres bañarte, primero? Si quieres te ayudo...

Lety lo miró raro

L: ¿Eh?

F: Andale, mi vida, ¿no has pensado a como sería excitante si te ayudara a pasarte la esponja enjabonada por la espalba, mientras la lluvia tibia cae sobre tu maravilloso cuerpo?

Al solo oír esa descripción, a Lety se le secó la boca, pero, no era precisamente una ducha lo que necesitaba...

L: Fernando, mi amor, me encanta tu propuesta, pero necesito hacer otra cosa en el baño...

F: ¿Prefieres entinarte?

L: Me gustaría...

F: ¿’tons?

Viendo que no entendía, Lety le habló claro

L: Fernando, necesito ir al baño para hacer otra cosa que no tiene que ver con el agua. Bueno, un poco sí, pero no en el sentido que le das tú...

Finalmente Fernando entendió y la ayudó a levantarse

L: Ji ji ji ¡Mi amor, aún no tengo cañas ni camino con el bastón! Puedo levantarme yo solita...

F: ¡Ay como eres, Lety! Es un gesto de caballería

L: Uy se me olvidaba que mi Nando es tan romántico...

F: ¿Como me llamaste?

L: Na... ¿Nando?

F: Ja ja ja ¡había una vida que no me llamaban así!

L: ¿Así que hubo alguien que te llamó Nando?

F: Sí... Creo que la última que me llamó así, fue Carla, cuando estabamos aún en Barcelona

Al sentir el nombre de una mujer, el estómago de Lety empezó a retorcerse y su cara cambió de color.

F: Lety, ¿estás bien?

L: ¿Uhm? ¡Sí, sí! ¿Me decías de Carla?

F: Nada, que ella solía llamarme así

L: Y...

Lety carraspeò para aclararse la garganta antes de continuar:

L: ¿Carla es... tu prima?

F: No, Lety, yo no tengo primas; solo tengo un primo. Con Carla fuimos compañeros en la universidad y nos frecuentamos por un período

L: ¿En qué sentido se frecuentaron?

F: Pues, en el sentido más común, mi vida...

L: ¿O sea que fueron... novios?

F: Uhm.... sí; nos frecuentamos por unos meses antes de graduarnos en la universidad

L: ¿Y luego?

F: Luego yo regresé a México para empezar a trabajar en Conceptos mientras que ella se quedó en Barcelona para seguir con sus estudios y ya sabes, las relaciones a distancia son bastante dificiles, así que decidimos de común acuerdo de quedarnos como amigos...

L: Entiendo... ¿Y la amabas mucho?

F: Pues... Como de amor amor, no sé... La quería mucho, eso sí, pero nunca sentí lo que siento estando contigo, mi vida

Lety respiró un poco más aliviada. Le hubiera gustado seguir hablando de la tal Carla, pero su vejiga exigía ser vaciada

L: Mi amor... No sé como decirtelo pero me urge ir al baño...

F: Está bien; está bien. Te dejo ir al baño ¡y solita! señorita me averguenzo de ducharme contigo

L: Ay, no seas así, mi amor. No es cuestión de vergüenza; es que tengo que hacer... pipí.

Fernando sonrió enternecido

F: Okey Lety, entonces tú vete tranquila al baño que yo, en tanto, preparo el desayuno

L: Como que te está gustando mucho esto de cocinar ¿o me equivoco?

F: En realidad no hace mucho que me dedico a la cocina; fue desde que llegó Eduardo que empecé a ariesgarme con los desayunos, y apenas ayer en la tarde con los dulces que no-tienen-sal en vez de azúcar, como alguien me dijo esta noche...

Lety sonrió pícara

L: Era una bromita pequeñita pequeñita...

F: Sí, claro, y el pobre Fernando muerto de pena por haber casi envenenado a su no... via.

Después de esa frase, siguió un minuto de silencio durante el cual los dos se miraron fijamente en los ojos. Varias emociones pasaban por sus rostros; Lety estaba sorprendida cada vez que Fernando la nombraba como su novia, mientras que Fernando, cada vez que tildaba a Lety como su novia, no sabía si hacía la cosa correcta, ya que su novia “oficial” era Marcia; por eso eran raras las veces que se ariesgaba en llamarla así. Aún se acordaba de como Lety se sintía incomoda la noche en que había ido a por ella en el “Solo para mujeres”, cuando la cachó a reflejar en voz alta sientada a la mesa del bar. Esa vez Lety lloraba porque, a pesar de ser la otra, ella no lograba renunciar a su amor por él, aunque se sentìa muy mal por hacer sufrir a Marcia...
L: “¡Yo no puedo estar contenta sabiendo que ella va a tener un dolor tan grande!”
¿Cómo iba ahora a reaccionar a su propuesta de matrimonio?

Ya que Lety seguía mirandolo sin decir palabra, Fernando decidió romper ese silencio embarazoso

F: Mejor me dedico al desayuno o se nos va a hacer mediodía...

Al oírlo, Lety pareció regresar en la tierra

L: Sí, mejor... ¿Donde puedo bañarme?

F: Si quieres, la tina del baño de mi recámara tiene hidromasaje...

Lety abrió grande la boca haciendo gala de su asombro.

L: ¿O sea que tienes un yacuzzi?

Fernando asintió con la cabeza, dejándola aún más sorprendida. Ella sabía que Fernando era rico, y que también su familia lo era, ¡pero nunca podía imaginar que hasta tenía un yacuzzi en su baño!

L: Tú... ¿tú tienes yacuzzi?

F: Sí, Lety, ya te dije. ¿Qué tiene de raro?

L: Ja, nada... Es que no me lo esperaba. Y además, cuando dormí aquí la otra noche, ni cuenta me dí...

F: Seguro porque te adentraste en la regadera y no pretaste mucha atención al resto del baño. Es muy grande mi baño, ¿sabes?

L: Sí, de eso me dí cuenta... Bueno, entonces voy a probar ese maravilloso yacuzzi

Lety se levantó del sofá y Fernando con ella. Antes que la presidenta empezara su camino hacia el primer piso, Fernando la abrazó por detrás y luego de haberle movido los cabellos de un lado, le dejó un dulce beso en el cuello

F: Después del desayuno, te hago dar una vuelta por la casa, así te aprendes todo lo que está aquí

L: No es necesario, Fernando, de veras...

F: ¡Claro que lo es! Una vez que nos casemos, esto va a ser tuyo también...

Lety tragó saliva. Aunque habían decidido no hablar de boda, por lo menos por el momento, cada vez que Fernando sacaba el tema, ¡y ese día ya lo había hecho dos veces! Leticia sentía una gran emoción en el corazón. En el fondo, casarse con Fernando era su sueño más grande.

Para suavizar la situación, y no hacerse ver tan nerviosa, Lety le habló en tono de broma:

L: ¿Y quién te dice que nos vamos a casar por bien mancomunados? Y además, para nuestra boda falta mucho...

“Namás unos días...” pensó Fernando por sus adentros.

Finalmente Lety se soltó del abrazo, le dejó un fugaz beso en los labios y subió escaleras arriba hacia el baño, dejando a Fernando pensoso. Después de lo que había dicho Leticia, ¿como iba a reaccionar en el momento en que él hubiera pedido su mano, esa misma tarde? ¿Y si le hubiera contestado que no quería casarse con él?


En tanto, en la otra parte de la ciudad, la publirrelacionista Carolina Ángeles estaba durmiendo plácida en su cama cuando un olor dulce la hizo despertar con una sonrisa de oreja a oreja

C: Eso me huele a croissant...

Omar se acercó a ella con una bandeja donde estaban dos tazas de café, dos croissantes, dos vasos de jugo de naranja y un vaso con dos tulipanos blancos y, después de haberle dado un beso en los labios, le deseó el buen día

Carolina fue sorprendida. Había mucho que un hombre no le traía desayuno en la cama

C: ¡Uy, hasta flores me traíste!

O: Sí; cuando ví estos agapantos no pude evitar pensar en ti...

A pesar de esa frase romántica, Carolina no pudo evitar soltar una carcajada

C: Ja ja ja Omar; ¡De verdad eres muy chistoso!

En la cara de Omar aparició un enorme signo de interrogación

¡El problema era que él no le encontraba el chiste! ¿Acaso había escogido las tazas equivocadas por el café?

Viendolo tan perplejo, Caro le aclaró el error

C: Las flores, Omar.

O: ¿Qué tienen las flores? ¿Acaso no te gustan? ¿Tienes alergia?

C: No, no tengo alergia. Y las flores son hermosas

O: ¿Entonces? ¿Qué tienen de raro mis margaritas?

Carolina, de ser posible, se extrañó aún más

C: Es que estos no son agapantos, y ni siquiera margaritas...

O: ¡Ah! Sí, claro... Lo sabía, solo que quería hacerte una bromita. Sé perfectamente que son... son... ¿azucenas?

Ahora Carolina lo miraba boquiabierta. ¿De verdad Omar no conocía los nombres de las flores?

C: Tulipanes, Omar; son tulipanes

Omar se batió una mano en la frente

O: ¡Claro! ¡Tulipanes! ¿Cómo se me olvidó, si hasta se los regalé a la gargolety por su Santo?

C: ¿A quién los regalaste?

O: A la gargo... A Leticia, por su Santo

Carolina no entendía ese regalo de parte de Omar por Lety hasta que le cayó el veinte. Seguro esas flores no habían llegado a Lety precisamente de su parte...

C: ¿Te ocupabas tú de los regalos que Fernndo le hacía a Lety?

Omar bajó la mirada. A pesar de que antes no sentía remordimiento, desde que estaba con Carolina había empezado a comprender que lo que habían hecho a Leticia era una canallada.

C: Omar, me gustaría conocer la historia desde tu punto de vista. ¿Te gustaría contarme como fue que Fernando se enanoró de Lety?

O: Si te importa mucho saberlo, te cuento... Aunque puede que la historia no resulte tan agradable...

C: No importa; me gustaría saber

O: Está bien...


En casa de Fernando, Lety estaba relajandose en el yacuzzi mientras que su novio estaba experimentando los pancakes, otra receta del libro de Eduardo. Había apenas terminado de preparar la masa, cuando alguien sonó a la campanilla de su casa. De principo se extrañó, ya que Lalo le había dicho que hubiera pasado todo el fin de semana en compañía de unos amigos, pero luego pensó que quizás se había olvidado algo en la casa y que no tenía una copia de las llaves...

F: En efecto tendría que hacer una copia también para Lety...

Cuando abrió la puerta, pero, Fernando se quedó pasmado. La figura que estaba en su frente no era Eduardo y ni siquiera tenía pinta de hombre.

F: Ma... ¿¡Marcia!?

M: Sí, mi amor. ¿Esperabas alguien más?

F: ¿Yo? Pues... no, no esperaba ninguno...

Marcia veía a Fernando un tantito nervioso. Obviamente no se esperaba de verla, eso estaba claro, así que le inquirió:

M: Fernando, ¿estás bien?

F: ¡Regio! ¿Por?

M: No sé; te veo raro...

F: Es que no te esperaba. Digo, como generalmente usas tu copia de las llaves, no pensaba que pudieras ser tú a la puerta

M: ¿Y qué? ¿Acaso te molesta mi presencia aquí o quizás tenía que avisar antes de presentarme en casa de mi futuro marido?

F: ¡Ay Marcia; no seas ridícula! Simplemente me sorprendiste, todo aquí...

M: Bueno ¿y puedo pasar o me dejas en la puerta todo el día?

F: Claro, pasa...

Mientras que Marcia ingresaba en la casa, Fernando rogaba por sus adentros que Lety no apariciera. ¡Si Marcia se hubiera dado cuenta de la presencia de Leticia en la casa, de sábado y a esa hora de la mañana, hubiera sido un verdadero lío!

Marcia se había acomodado en el sofá del salón donde, por suerte, ya no estaban las sabanas, ya que Lety se había arropado con esas para subir a primer piso.

M: Mi amor, ¿Te puedo hacer una pregunta?

F: Depende... ¿Es una pregunta normal o de esas con trampa?

Marcia se enervó por la observación de su novio...

M: ¡Mis preguntas no tienen trampas! Es una simple pregunta la que te quiero hacer

F: ¡Tus preguntas nunca son simples! Como sea, pide...

Marcia resopló frustrada. Ese día Fernando tenía seguramente algo raro, empezando por su atuendo

M: ¿Qué haces con ese delantal puesto?

Fernando se señaló con el dedo

F: ¿¡Yo!?

M: ¡Sí, Fernando! ¿Quién más está aquí?

Fernando empezó a sudar frío. Esa contatación de Marcia era bastante filosa...

F: ¡Nadie! ¿Quién tendría que estar? Estamos namás mi sombra y yo. Y, en cuanto al delantal, estoy preparando los pancakes para el desayuno, por eso lo traigo puesto. Recién terminé con la masa

M: ¡Uy, que rico! ¿Y desde cuándo sabes hacer desayunos, si antes ni sabías hervir un huevo?

Fernando hizo una mueca

F: Lalo me ensenó

M: Bueno, entonces te acompaño en la cocina, así puedo ver al maestro a la obra

F: Sí, sí, burlate tú...

Por suerte Lety, junto a las sabanas, se había traído toda su ropa en el baño, así que en el salón no quedaba nada... o así parecía...

Mientras se dirigían en la cocina, Fernando le inquirió:

F: ¿Y a qué se debe el honor de tu visita?

M: Al hecho que me hacías falta, mi vida, y como ayer no te paraste para nada en la oficina para resolver quién sabe que cosa, pensé de darte una sorpresita. Además necesito de un vestido que está en el vestidor de tu recámara, así que aprovecho para tomarlo.

F: ¿¡En mi recámara!? ¿Segura que no está en tu casa?

M ¡Claro que estoy segura, Fernando! Voy a tomarlo antes que se me olvide...

Marcia se estaba dirigiendo escaleras arriba cuando a Fernando le vino a la mente que en su recámara estaba Lety bañandose. Con la agilidad de un felino, logró correrle por detrás para bloquearla, atrapandola por una muñeca

Marcia se volteó hacía él bastante enojada; ese día Fernando traía algo...

M: Fernando, ¿¡Qué demonio te pasa ahora!?

F: Nada, mi amor. Es que primero quería que desayunabas conmigo. ¿No tienes hambre?

Marcia lo miró en los ojos para tratar de adivinar que era lo que su novio le estaba ocultando, así que Fernando le hizo su mejor sonrisa y la convenció a venirse en la cocina. Cuando fueron ahí, pero, Marcia notó algo raro. Ella era como una detectiva y nada podía escapar a su radar.

M: ¿Fernando?

F: ¿Uhm?

M: ¿Por qué están dos tazas en la mesa?

F: Pues...

“Ay Fernandito, ¿y ahoras como te sales de esto? ¡Ya sé!”

F: ¡Porqué estaba esperando a Lalito para desayunar juntos!

M: ¿A Eduardo? ¿No que había regresado a Guatemala o Dios solo sabe donde?

F: Sí, peró regresó porque tenía cosas pendientes en México

M: Sí, me imagino... ¿Y donde está ahora?

F: Eh.... ¡Salió a correr! pero no ha de tardar ya que me pidió que lo acompañara...

M: ¿Adónde?

F: A hacer unas cosas

M: ¿Y no se puede saber qué cosas?

F: ¡Ay Marcia, no empieces otra vez con tu gestapo! No hay nada malo, no te preocupes. Simplemete quiere organizar una reunión con los compañeros de la primaria, ya que no nos vemos desde años, y me pidió que lo ayudara

Marcia no parecía muy convencida pero no pudo otra cosa que creerle

M: Que amable de su parte... Y me imagino que va a estás también Omar...

F: Sí, claro que va a estar.

M: ¿Y también Mauricia, Florencia y Claudia?

F: Cre... creo que sí, ¿por qué?

M: Ja, ¡me imagino que serás muy feliz de volver a ver a las que un tiempo fueron tus amantes!

Mientras decía eso, detrás de Marcia aparició Leticia en bata de baño mientras se estaba secando los cabellos con una toalla. Cuando la vio, Fernando desorbitó los ojos y desblancó en la cara. Lety, trayendo la toalla cerca de la cara, no se había dado cuenta de nada, así que estaba por hablar cuando oyó claramente el grito de Marcia:

M: ¡Ah! ¡Entonces es cierto!

Lety también desorbitó los ojos y se apresuró en desaparecer de la cocina antes de ser descubierta. Fernando había visto a Lety alejarse y dirigirse escaleras arriba y por eso le regresó un poco de color en la cara.

F: ¿Que... qué cosa es cierto, Marcia?

M: Fernando, ¿acaso me estás tomando por idiota?

F: Nunca lo haría, mi amor.

M: ¡Entonces contéstame! ¿Fueron o no tus amantes?

F: ¡Claro que no, Marcia! ¿Cómo se te ocurre algo así? Hace años que no veo a mís compañeras de la primaria y, si tanto te importa saberlo, fue Omar el que tuvo una relación con Claudia por un tiempo.

Esa confesión de Fernando, junto al hecho que se lo dijo mirandola en los ojos, pareció calmala, haciéndola respirar más aliviada. Cuando su mirada cayó en su reloj, pero, la productora ejecutiva empezó otra vez a agitarse.

F: ¿Y ahora qué pasa, Marcia? ¿Acaso no me crees?

M: No, mi amor, no es eso; es que tengo prisa porque tengo que ir al hospital

F: ¿Al hospital? ¿Te sientes mal?

M: No, yo estoy bien; es Alicia la que está hospitalizada

F: ¿Lichita está en el hospital?

M: Sí. ¿No te has dado cuenta que no ha aparecido en la oficina, ayer?

F: Es que no estuve mucho en Conceptos ayer...

M: Ah, claro... Se me olvidaba que el señorito se fue de paseo el viernes... Bueno, tengo que recuperar mi vestido y salir, antes que termine el horario de visitas

Marcia se levantó de la silla y hizo para tomar camino escaleras arriba cuando Fernando la atrapó otra vez por la muñeca

M: ¡Pero Fernando! ¿Por qué no quieres que suba las escaleras? ¿Acaso ocultas a algunas de tu amantes arriba?

F: Ay, no seas ridícula, Marcia. Ya te dije que no está nadie

Marcia se puso a pensar. Desde que había llegado a la casa de Fernando, había algo que no le cuadraba... Como que había algo frente de la casa que normalmente no estaba, pero ¿qué cosa?

Después de pensarlo unos minutos, finalmente le cayó el veinte

M: ¡Claro! ¿Cómo no le hice caso? Si hasta está un coche medio raro estacionado cerca de tu casa... ¿¡Quién está arriba!? Es ella, ¿verdad?

F: ¿De qué hablas, Marcia?

M: Fernando, ¡no lo niegues! ¡Alguien está en tu casa y quiero saber quién!

F: ¡Nadie está en mi casa, Marcia! Estamos tú y yo y nadie más

M: ¿Entonces a quién le pertenece el coche que está aquí afuera?

F: ¿Cual coche?

M: El coche rojo estacionado muy cerca de tu casa

F: ¡Pues yo que voy a saber! Será de uno de los vicinos...

M: ¿Y por qué estacionaron hasta delante de tu casa?

F: No sé, Marcia, ¿Por qué no me lo dices tú ya que estás tan segura?

M: Ja, ¡esto es el colmo! ¡Quiero subir arriba!

Fernando no sabía que hacer. Si le impedía otra vez de subir las escaleras, Marcia no hubiera dejado de suspechar, así que no pudo otra cosa que dejarle la muñeca

F: Subate.

Marcia subió los primeros escalones cuando Fernando añadió:

F: Es que no quería que te fatigabas... Sabes, por el niño...

Marcia tragó saliva. Cada vez que Fernando hablaba del bebito, sentía como una puñalada en el pecho por el remordimiento.

M: Te agradezco mucho, Fernando, pero no te preocupes; no le van a hacer daño un par de escalones

F: Como quieras. ¿Puedo subir contigo o vas a pensar quién sabe qué?

M: Ven


En tanto, Lety estaba escondida en la recámara maldiciendo a su mala suerte...

L: ¿Cómo puede ser que siempre me pasan esas cosas cuando estoy aquí? Primero Pilar con sus apariciones ¡y ahora Doña Marcia! ¡Y esta no es la primera vez que me cacha aquí! Bueno, cacharme no, ¡pero es peligrosisímo que estemos las dos en la misma casa! Y más para mi que soy... la otra.

De repente sintió el sonido de pasos que se acercaban y se fue en pánico

L: ¡Ay no! ¡Viene por aquí! ¿Y ahora qué hago? ¿Donde me escondo?

Lety dio un rápido vistazo a la habitación; no había muchos lugares para esconderse: el baño, el vestidor o...


Cuando Marcia abrió la puerta de la recámara, lo hizo con una tal vehemencia que parecía un huracán

F: ¡Cuidado, Marcia! ¡Me vas a romper la puerta!

M: Perdón...

Cuando entró en la habitación, Marcia empezó a ojear todas las esquinas mientras Fernando sudaba frío. El pobre esperaba con todo su corazón que Leticia hubiera escogido otra habitación para esconderse

Cuando Marcia se acercó a la cama para buscar evidencias, Fernando hubo un escalofrío. No quería que Marcia se demorara en su recámara, así que se apresuró en inquirirle:

F: ¿No que tu vestido estaba en el vestidor?

M: ¿Tienes prisa de quitarme del medio?

F: No, mi amor, claro que no. Te puedes quedar todo el día, si quieres. Pero me pereció que dijiste que tu amiga oxigenada está en el hospital y, conociendo a la Lichita, seguro necesitará algo, sobretodo si está ahí solita...

Marcia interrumpió su busqueda de evidencias y le dirigió la atención a Fernando

M: No está sola

F: ¿No? ¿Y con quién está?

M: Con Tomás

Fernando se fingió surprendido

F: ¿Con Tomás? ¿En serio? ¿Y qué hace ahí con él?

M: Bueno, parece que tienen noviazgo o algo así. Como sea, para ella es muy importante que Tomás esté a su lado...

Lety, en tanto, estaba escuchando todo desde su escondrijo

F: Claro, como tu amiga siempre tiene problemas de dinero, va a necesitar de la billetera de Mora

M: No es solo para eso...

F: ¿Hay algo más?

Viendo que Marcia no contestaba, Fernando insistió; en el fondo estaba curioso por saber cual relación unía la oxigenada a su antiguo enemigo

M: ¿No que Tomás Mora no te gustaba? ¡Hasta se molieron a golpes por lo que me acuerdo!

F: Sí, pero esa es historia antigua. Ahora me cae requetebien. Hasta te diría que es como un compañero

Lety, por su cuenta, casi no podía aguantar la risa. Hasta poco más de un mes, Fernando odiaba a Tomás al punto de dejarlo más muerto que vivo, ¡y ahora hasta lo consideraba un compañero!

M: Quién sabe porqué...

F: Bueno, ahora que aclaramos mis sentimientos hacia nuestro vicepresidente financiero, ¿me cuentas?

M: ¡Ay Fernando! ¡A veces eres más chusma que una mujer! Dejáme atrapar a mi vestido que ya se me hizo tardísimo

Cuando abrió el closet para agarrar el vestido, Marcia tuvo que quitar unos sacos de Fernando hasta que, de uno de esos, cayó el recibo de una tienda. Curiosa como estaba, Marcia lo tomó y leyó que la tienda que había emitido ese recibo era una joyería

M: ¿Desde cuando compras joyas tan costosas?

Por segunda vez en el día, Fernando se sentía faltar la tierra bajo los pies.

¡Eso era el recibo del anillo que él había comprado para hacerle la propuesta de matrimonio a Leticia!

El Vicepresidente necesitaba de una idea ¡y rápido! Pero, ¿qué podía inventarse? Del otro lado, Lety estaba entre curiosa, celosa y espantada. ¿Qué había comprado Fernando en una joyería? Y sobretodo ¿para quién? Y lo más importante: ¿cómo se iba a zafar de esa situación frente a Doña Marcia?

Fernando intentó zafarse con una de las suyas:

F: ¡Ay Maaaaarcia! ¿No sabes que la curiosidad mata al gato?

Marcia se había vuelto una fiera. ¡Ella necesitaba saber!

M: ¡Aquí el único que va a morir si no me explicas, eres tú!

Viéndola tan agitada, Fernando fue tentado de decirle la verdad. Después de mentir por tanto tiempo, se había cansado de seguir así.

Con ese nuevo ánimo, empezó a hablar:

F: Okey... No quería que lo descubrieras así, pero, visto como fueron las cosas, lo confieso...

Sigue...