Capítulo
77
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Un
inesperado regreso
Una
vez regresados en la recámara, Lety y Fernando estaban verdaderamente cansados
aunque eran los seres más felices del mundo.
L:
Mi amor, me voy a dar una ducha
F:
Okey mi vida, yo te espero en la cama
Una
vez que Lety se cerró en el baño, Fernando se acostó en la cama y se puso a
pensar. Aún no podía creer que su Lety había aceptado casarse con él. Desde que
se había enamorado de ella, y que se había dado cuenta de que ella era la mujer
de su vida, siempre había tenido la secreta intención de convertirla en su
esposa y ahora, después de haberlo planeado y deseado tanto, por fin Leticia le
había contestado que sí, quería casarse con él.
F:
Ay Dios mío, ¡soy tan, pero tan feliz! Nunca podía imaginarme que Lety, mi
Lety, me iba a decir que sí... Conociéndola, pensaba que me iba a pedir tiempo
y que todo lo que había organizado hubiera resultado demasiado arriesgado y
sobretodo demasiado apresurado.. ¡Por suerte me dijo que sí! ¡Ay, no veo la
hora que sea el 12 de octubre!
Lety,
mientras tanto, estaba debajo de la lluvia de la ducha, enjabonandose el cuerpo,
cuando de repente advirtió una mano en su espalda que la hizo sobresaltar.
L:
¡Fernando!
F:
¡Presente!
L:
Ja ja, que chistoso eres...
F:
¿Qué pasa, mi vida? ¿No quieres que te ayude con la esponja?
Lety
se sonrojó de inmediato cuando se dio cuenta de que, en efecto, ella estaba
totalmente encuerada, así como él
Fernando
se dio cuenta de inmendiato de que Lety estaba incomoda. A pesar de lo que
siempre le había dicho, o sea que la veía hermosa en cada momento y en cada
situación, su Lety seguía siendo tímida. Despacio le puso las manos sobre los
hombros, sobando con delicadeza para
tranquilizarla
F:
Mi amor, relajate... Soy yo... No tienes que avergonzarte conmigo...
L:
Lo siento, mi amor... Creeme que no querría ponerme así, pero es que no logro
aceptar totalmente mi cuerpo
F:
¿Y eso para qué?
L:
Pues porque yo no soy como tus modelos o las mujeres que estás acostumbrado a
frecuentar
F:
¡Alto! Primero que todo yo ESTABA acostumbrado a frecuentar, y en segundo
lugar, es verdad que tú no eres como ellas... Porque eres mucho, pero que digo
mucho, ¡muchísimo!, como diría Luigi, mejor, Leticia.
L:
Ja, aprecio mucho que me digas eso, mi vida, pero no te preocupes... Sé como
soy... Pero te prometo que voy a perder esos malditos quilos que tengo demás
A
ese punto Fernando terminó de sobarla y la agarró firme por los hombros,
fuerzandola a mirarlo en los ojos
F:
Leticia Padilla Solís, escuchame bien: tú eres bellísima tal y como eres. ¡Ni
te atreves a cambiar de una coma tu hermoso cuerpo! ¿Me entendiste?
L:
Pero...
Fernando
le puso un dedo en los labios para callarla
F:
Pero nada. Lety, yo me enamoré de ti por como eres. Ya me desorientaron esos
cambios que hiciste; no me prives de la hermosa Leticia de la que me enamoré
Lety
sonrió y asintió con la cabeza
L:
Está bien, mi amor
Fernando
sonrió con ella y le dejó un dulce beso en los labios
F:
Entonces, mi Lety, ¿quieres o no quieres un ayudita con la esponja?
L:
Ji ji ji con mucho gusto, mi amor
Fernando
empezó a pasarle la esponja enjabonada por todo el cuerpo, empezándo por los
hombros y bajando por los brazos... Primero se dedicó a la parte trazera del
cuerpo de su amada y luego se dedicó a enjabonarle la parte delantera. Cuando
la esponja se posó sobre su pecho, Lety advirtió un escalofrío correrle de punta
a punta por todo su cuerpo. Fernando lograba ser tan delicado y al mismo tiempo
tan sensual con sus movimientos... Él mismo se dio cuenta de cuanto sus
caricias le gustaban a su mujer, por eso insistía en algunos puntos de su
cuerpo. Cuando los pechos de Lety fueron bastate enjabonados, las caricias de
Fernando se hicieron más atrevidas... Mientras acoplaba su torso a la espalda de
Leticia y la estrechaba con firmeza, suavemente hizo bajar su mano hacia la
intimidad de su mujer y empezó a acariciarla, primero con la esponja y luego,
cuando desde la boca de Lety empezaron a salir los primeros gemidos, abandonó
la esponja para darle el máximo del placer con sus dedos, mientras que con la
otra mano seguía acariciándole el pecho y con los labios le besaba el cuello.
Lety se sentía en éxtasis entre las manos de su hombre; sentía que estaba por
llegar al valle del placer y se sentía al mismo tiempo avergonzada y totalmente
apagada.
Las
manos de Fernando eran una dulce tortura, capaces de llevarla al borde del
placer. Ella era arcilla en sus manos que la modelaban a su placer. Poco a
poco, las caricias de Fernando aumentaron de intensidad; Lety ahogó un gemido
más hondo, experimentando un leve temblor, cuando Fernando presionó con
intención el interno de sus muslos. Lety no pudo más y se abandonó al placer
con un sonoro gemido que llenó toda la habitación. Fernando la envolvió en sus
brazos y le estampó un beso en los labios. Verla tan excitada lo hizo
enloquecer... Por eso la arrinconó contra la pared de la ducha y la besó con
pasión. Fue un beso casi violento por las ganas que tenía Fernando de que ella
fuera suya y, cuando sus bocas se separaron, no pudo evitar decírselo:
F:
Mi amor, no te imaginas las ganas que tengo de hacer el amor contigo...
Lety
sonrió. Ella misma podía constatar cuanto Fernando la deseaba en ese momento
L:
Yo también tengo ganas de hacer el amor contigo
A
Fernando no le sirvió nada más. De inmediato puso las manos detrás de las
rodillas de Lety y la cargó entre sus brazos, llevándola hacia la cama y
recostandola sobre su espalda. Después sacó un condón desde el cajón de la mesa
de noche, se lo puso y se acostó sorbre ella, acomodándose entre sus piernas
sin más preámbulos. Fernando la deseaba; deseaba sentirla suya y solo suya y
para ella era lo mismo. Sus cuerpos se apegaron el uno al otro y la penetración
fue profunda. Lety estaba experimentando por la tercera vez en la noche la
felicidad de poder estar entre los brazos de un hombre que la deseaba tal y
como era y que la amaba profundamente, por eso se entregó con todo su ser: para
demostrarle cuanto ella también lo amaba. El placer llegó para los dos con sumo fervor y con pleno goce, haciendo que una
vez más sus cuerpos se convirieran en una sola alma.
En
tanto, en la Ciudad de México, Marcia estaba mirando algunas viejas fotografías,
sentada en el piso en compañía de una copa de vino blanco.
M:
Me acuerdo de esta... Fernando había regresado desde poco de Barcelona y apenas eramos novios... ¡Mira que chinos que
tenía! En esa epoca aún no tenía el vicio de peinarse con el gel...
Mano
a mano que hojeaba el álbum de fotos, sentía llegar la nostalgia.
En
el álbum estaban las fotos de sus padres, cuando aún ella y sus hermanos eran
muy chicos; más adelante estaban sus fotos de cuando apenas empezaba a trabajar
dentro de Conceptos; la que de veras era su vida. Al final del álbum estaban
las fotos con Fernando... Habían decenas y decenas de fotos con él; ellos dos
en sus viaje para Estados Unidos, hacia un par de años; ellos dos en Conceptos;
ellos dos cuando Fernando anunció su noviazgo con ella, frente de la prensa;
ellos dos en la Navidad pasada, junto a sus hermanos y a Humberto y Teresita...
Mirar todas esas fotos la puso muy melancólica. Ella sabía perfectamente que
Fernando ya no la amaba, y que desde mucho estaba enamorado de otra mujer, pero
no lograba resignarse a perderlo...
De
repente una foto salió desde el álbum. Se trataba de una foto de ella, cuando
estaba chiquita, en los brazos de su mamá. Marcia acarició la mejilla de su
madre y una lágrimá salió de sus ojos
M:
Ay mamita... Como quisiera que fueras aquí conmigo.. No tienes idea lo mucho
que me faltas... Sé que no estuvimos juntos por muchos años, pero siempre vas a
ser mi mamá... Es verdad que Terista me crió como a una hija, pero me faltas tú...
Si fueras aquí conmigo, seguro te pidiría lo que tengo que hacer con Fernando.
Aún me acuerdo lo que me decías quando estaba niña: “Nunca le entregues tu vida a un hombre; ser totalmente dependente de un
hombre no es bueno... Lo más importante por una mujer es mantener su
indipendecia. ¡Siempre!”... ¡Cuanto quisiera haberte hecho caso! Pero es
que Fernando me robó el alma y el corazón... Nunca sentí por otro hombre lo que
siento por él y, ahora que lo estoy perdiendo, no sé que hacer...
Marcia
se levantó desde el piso, se echó en la cama y se puso a llorar, abrazada a su
almohada
M:
Cuanto quisiera que este hijo existiera de verdad... Un hijo con mis ojos y la
hermosa sonrisa de Fernando. Seguro sería un bebé maravilloso; lleno de
fortaleza como su papá e inteligente como su mamá...
Marcia
se acarció dulcemente la barriga y así cayó dormida
Después
de haber hecho el amor, Fernando dormía plácidamente con la sonrisa en los
labios, abrazado a su amada. La que no lograba dormir era Lety, visto lo feliz
que estaba. Tratando de no despertar a Fernando, intentó zafarse de su brazo
que la estaba cubriendo. Al inicio no hubo manera de moverse hasta que el
propio Fernando se volteó del otro lado de la cama, liberándola de su prisión.
Una vez levantada, Lety sacó su diario de su bolsa y se fue en el vestidor para
actualizarlo:
Diario:
¿De felicidad se puede morir? Porqué si fuera así, hoy sería mi último día aquí
en esta tierra... Hoy pasó lo que nunca en mi vida podía imaginarme que me iba
a pasar... Fernando Mendiola, mi Fernando, ¡me pidió que me casara con él! Ay,
fue tan mágico lo que hizo para pedirmelo... Primero me llevó en un lugar
hermoso en Valle del Bravo, en un bosque lleno de mariposas maravillosas y ahí,
arrodillado frente de mi, sacó fuera un anillo de compromiso ¡y me pidió que me
convirtiera en su esposa! Al principio no sabía que decir; casarme con Fernando
es lo que más quiero en la vida; es un sueño que se vuelve realidad, pero ¿cómo
podía contestarle que sí, vista la situación en la que estamos con la empresa
y, sobretodo, con Doña Marcia? Fernando dice que no puede ser que ella esté
embarazada y que, si de verdad es así, ese hijo no puede ser suyo... Yo no sé
que pensar... Aún me acuerdo de como se puso Doña Marcia cuando me pidió si
Fernando tenía a una amante.. Ví en su mirada el mismo amor que yo siento por
él, por eso me parece absurdo que ella lo haya traicionado con otro... ¡Ay, no
sé que pensar! Y, si no fuera bastante, Juana me leyó los caracoles y salió
algo aún más terrible... Según los caracoles, ¡hay una mujer muy enamorada de
mi Fernando que quiere quitarmelo! Juana dice que esa mujer viene desde el
extranjero, aunque es mexicana, y dice también que me va a causar muchísimos
problemas y che me hará sufrir mucho... ¡Tengo miedo! ¡No quiero perder a
Fernando ahora que estoy a un paso de cumplir mi sueño de casarme con él!
Porque sí, acepté su propuesta de matrimonio... Aunque es una locura, no podía
decirle que no... Al principio le pedí tiempo para pensarlo, pero, en mi corazón,
ya estaba segura de la respuesta que le iba a dar en el mismo momento en que me
lo pidió... Cuando le dije que sí, apenas unas horas atrás, estabamos en la
alberca del hotel, bajo de las estrellas y de la luna llena, y estaba una canción
bellísima de Alejandro Fernández que contribuyó a crear el atmosfera más rómantica
del mundo. ¡No veo la hora de convertirme en su esposa!
Lety
sonrió risueña hasta que un pensamiento aparició en su mente
L:
¡La fecha! ¡No hablamos de la fecha!
Lety
desorbitó los ojos. ¿Cómo pudo no preguntarle nada cerca de la fecha de la
boda? Fernando parecía tan seguro cuando le propuso matrimonio, que seguro ya
había organizado todo... Lástima que ya era tarde y Fernando estaba
verdaderamente cansado u de otra forma lo habría llamado de inmediato...
Antes
de cerrar su diario, Lety añadió algo sobre la hermosa noche de amor que habían
pasado en el hotel.
Diario:
Antes de terminar el cuento de este fin de semana maravilloso, no puedo no
escribir de la maravillosa noche de amor que pasamos juntos... Cada vez
Fernando es más atrevido, pero, gracias a sus atrevimientos, me ayuda a
sentirme bella y en paz con mi cuerpo. Esta vez, por ejemplo, estaba en la
ducha cuando aparició detrás de mi y empezó a acariciar mi cuerpo desnudo... ¡Te
juro que me dio un placer que ya no sabía como contener! ¡Sus manos son una
cosa divina! Y luego me arrinconó contra la pared de la ducha y me besó con
pasión. Te juro que sentí plenamente cuanto me deseaba y su urgencia de
tenerme... No solo por su excitación, si no por como me besó; por como me tocó...
Y luego me cargó entre sus brazos como un principe y me llevó a la cama donde
hicimos el amor... Siempre lo dije: no
existe placer más grande que hacer el amor con Fernando Mendiola. ¡Me siento
tan amada cuando estoy con él! Ay no sé como voy a hacer cinco días sin él..
¡Se me va a parecer eterno!
La
mañana siguente, después del desayuno, Lety y Fernando retomaron camino hacia
México. Aunque era domingo y no tenían que trabajar, Fernando todavía tenía que
alistar su maleta para el viaje del lunes en Nueva York.
L:
Mi amor, ¿mañana te puedo acompañar al aeropuerto?
F:
No es necesario, Lety. Mañana tú tienes la visita con tu doctora y no quiero
que madrugues tan pronto para mi. Yo me voy con mi cochecito y lo voy a dejar
en el estacionamento del aeropuerto
L:
Pero me gustaría más que fuera yo la que te acompaña. No sabes cuanto lo siento
no poder venir contigo en Estados Unidos...
Fernando
sonrió
F:
Lo sé, mi vida. Pero tu salud es mucho más importante que cualquier otra cosa.
L:
¡Pero yo estoy bien!
Fernando
la miró travierso
F:
Lety... No seas terca. Ya lo hablé con tu mamá y ella también esta preocupada
por ti. Y yo mismo veo que estás más estresada en este periodo ¡y lo entiendo!
pero no quiero que desatendas a tu salud
Lety
frunciò el ceño
L:
Esta bien... Voy a hacerme todas las análisis del caso para demostrarle que no
tengo nada
F:
Leticia, te desmayaste en mis brazos, por si acaso no te acuerdas... Y sé que
esa no fue la única vez que te pasó eso...
Lety
se sorprendió. ¿Cómo le hacía Fernando a saber que se había desmayado varias
veces?
L:
¿Quién te dijo eso?
F:
No es eso lo importante. Lo que me importa es que tu estés bien, ¿entendido?
L:
Sí, jefe...
En
el D.F, mientras tanto, Marcia había decidico dar un paseo para un parque que
estaba cerca de su casa. Había pasado una noche bastante intranquila y sentía
que necesitaba un poco de aire para aclarar sus pensamientos. Mientras que
paseaba con la música que sonaba en las auriculares de su MP3, no se dio cuenta
que alguien estaba frente de ella y se chocó con un hombre.
M:
¡Ay disculpe Señor! Estaba distraída...
A:
No te preocupes, Marcia
M:
Ay Aldo... Eres tú. Disculpa si te choqué
A:
No te precupes, de veras. Entiendo que a veces estamos pensando en otra cosa y
no nos damos cuentas de donde ponemos los pies je je
M:
Sí...
Aldo
se dio cuenta de que Marcia tenía la mirada triste
A:
Marcia, ¿qué pasa?
M:
¿Qué pasa de qué?
A:
Te veo rara... Triste diría
M:
No, estoy bien
A:
No me mientas... Cuando cenamos juntos, quedamos como amigos ¿no? Y los amigos sirven también para desahogarse
cuando estamos tristes así que, si me permites, te invito a desayunar y
hablamos un poco. ¿quieres?
M:
Es que yo no querría incomodarte... Veo que estabas corriendo y no te quiero
interrumpir
A:
No te preocupes por eso; ya había terminado mi vuelta. Entonces ¿Aceptas mi
invitación?
Marcia
sonrió. En el fondo Aldo era una muy buena persona
M:
Con mucho gusto
En
el hospital de Ciudad de México, Alicia estaba lista para regresar a su casa.
Lo único que faltaba era Tomás y eso era raro ya que el horario de visitas había
empezado ya desde una media hora...
A.F:
Ay, seguro se arrepintió y no va a venir... ¿Y yo como regreso a mi
departamento?
En
tanto la enfermera había llegado a su habitación para hacerle firmar los
documentos necesarios para dejar el hospital. Mientras que Alicia estaba poniendo
su firma en las cartas, se oyó un bateo de nudillos a la puerta.
T:
¿Puedo pasar?
Cuando
Alicia oyó su voz, su mirada empezó a brillar y su corazón empezó a latir como
un loco. ¿Desde cuando Tomás le hacía ese efecto?
A.F:
Claro...
T:
Buenos días, Alicia
A.F:
Buenos días, Tomás
T:
Perdón si me tardé un poco, pero tuve un problemito con mi coche
A.F:
¿Es algo grave?
T:
No, no fue nada, no te preocupes.
A.F:
¿Seguro?
T:
Sí, chiquita, tranquila.
Alicia
sonrió al oírse llamar con ese apodo. Desde que Tomás había escuchado su
conversación con Marcia, había dejado de llamarla así...
T:
¿Desayunaron?
A.F:
En realidad todavía no...
T:
Bueno entonces ¿qué te parece si vamos a desayunar y luego te acompaño?
A.F:
Me parece una optima idea ya que tu... que mi hijo parece tener mucha hambre
hoy
T:
Je je je entonces, si estás lista, princesa, podemos irnos
Alicia
sonrió. En el fondo le seguían gustando todas las atenciones que le dedicaba su
Tomy
En
la cafeteria “Cafe de la Gran Ciudad”, Marcia y Aldo estaban hablando fente de un café
y una rebanada de pastel. La cafetería era muy bella y la panorámica increíble
ya que se veían el Palacio de las Bellas Artes y la Alameda Central.
El
aire estaba bastante caliente para ser el 3 de octubre y en la terraza de la
cafetería se estaba verdaderamente bien.
A:
Entonces, Marcia, ¿qué fue lo que no te hizo dormir anoche?
Marcia
se sorprendió. ¿Cómo le hizo Aldo para atinar que no había dormido? Ella estaba
más que segura de haber cubierto sus ojeras con el maquillaje...
A:
¿Te sorprendes que me di cuenta? Te sirve de poco cubrir tu hermoso rostro con
el maquillaje...
Marcia
bajó la mirada
M:
Es verdad... Tuve una noche un poco intranquila
A:
¿Por culpa de Fernando?
M:
No. Bueno, no es cuestión de culpa... Es que me puse a revisar algunas viejas
fotografías y me dio un poco de melancolía...
A:
¿Quién estaba en esas fotos?
M:
Mis papás... La otra vez te hablé de ellos, pero lo que no sabes, es que mis
papás se murieron en un accidente cuando mis hermanos y yo estabamos
chiquitos...
A:
Lo siento muchísimo, Marcia. No debía pedirtelo...
M:
No, no te preocupes... Hace años que acepté que ya no están. Y por eso tengo
que agradecerle sobretodos a los papás de Fernando, que nos crieron como si
fueramos hijos suyos. Pero... ver las fotos con mi mamá fue un duro golpe. A
veces me hace muchísima falta y pienso que me ayudaría muchísimo tenerla a mi
lado...
Aldo
la escuchaba con atención y más la escuchaba, más se convencía de la gran mujer
que era. Detrás de esa mujer que se mostraba fría con los demás, estaba una
mujer frágil, necesitosa de amor. ¿Cómo le hacía Fernando para no darse cuenta
de eso?
M:
Perdoname por haberte aburrido con estas cosas...
A:
¡Ni lo digas, Marcia! No tienes que pensar ni por un instante que puedes
aburrirme. Yo te escucho con gusto y, si puedo, estoy feliz de poderte ayudar,
aunque fuera solo para desahogarte
Marcia
sonrió
M:
Gracias, Aldo. Eres una persona maravillosa. Ahora entiendo porque todos te
quieren
A:
Ay no exageres, Marcia...
M:
No, ¡lo digo en serio!
A:
Ja ja ja ¿Y quién serían todos esos que me quieren?
M:
El cuartel, Carolina, Leticia... Todos te quieren...
Aldo
se quedó un poco apabullado
A:
¿Tú crees que Leticia me quiera?
M:
Pues sí. ¿Acaso no es así?
A:
No sé...
Marcia
entendió de inmediato que Aldo sentía algo fuerte para ella
M:
Estás enamorado de ella, ¿Verdad?
A:
Sí... Desde el primer momento en que la ví, ahí en Acapulco, me enamoré de
ella... ¡Es que Leticia es tan especial!
Marcia
soltó una sonrisa amarga
M:
Sí, de eso me di cuenta... Todos piensan che Lety es una mujer especial...
A:
¿Y eso te molesta?
Antes
de contestarle, Marcia tomó un largo suspiro
M:
Sí. No lo tomes a mal, Aldo, pero es que entre Leticia y yo no corre buena
sangre...
A:
¿Y eso para qué?
M:
Ja; porqué la señorita es muy atrevida...
A:
¿Qué quieres decir con eso?
M:
Que nunca es capaz de estar en su lugar. Cuando era la asistente de Fernando,
parecía casi que era ella su novia y no yo. Ella lo acompañaba en los eventos,
él la acompanaba casi cada noche a su casa, su agenda podía leerla solo
Leticia... ¡No sabes cuanto la odiaba en esa época!
Aldo
se puso pensativo. Si Marcia hablaba así de Leticia, quería decir que no sabía
nada de su historia con Fernando...
M:
Disculpame; no debería hablar así de la mujer de la que estás enamorado, pero
no logro contenerme quando se trata de ella...
A:
No te preocupes, Marcia. Puedo entender como te sientes...
M:
¿Y tú? ¿Qué piensas hacer para conquistarla?
A:
Pues... No sé. Sinceramente no creo que ella sienta para mi lo que yo siento
para ella
M:
¿Y por qué lo dices?
A:
Porqué creo que ella está enamorada de otro hombre
Al
oír eso, Marcia advirtió un escalofrío correrle por todo el cuerpo. Si Aldo
también se había dado cuenta de que Leticia estaba enamorada de otro
hombre, entonces sus sospechas estaban
confirmadas. Con el corazón que le latía como un loco, Marcia le inquirió:
M:
Y... ¿Sabes quién es ese hombre?
Aldo
lo pensó un momento. No podía decirle que se trataba de Fernando u le hubiera
destruido para siempre el corazón. Si bien no le gustaba mentir, decidió
hacerlo por el bien de Marcia
A:
No. Solo es una sensación...
M:
Entiendo... Perdoname Aldo, pero ahora querría regresar a mi casa
A:
Claro. Te acompaño con gusto
M:
No. Te lo agradezco muchísimo, pero necesito estar sola un poquito.
A:
Marcia, no me parece una buena idea. Estás nerviosa y no me gusta que vayas a
sola por la ciudad
M:
De verdad, Aldo, lo necesito...
Aldo
se resignó
A:
Está bien, como quieres, Marcia. Pero cualquier cosa necesitas, ¡prometeme que
me vas a llamar!
Marcia
le sonrió y asintió con la cabeza, después le dejó un beso en la mejilla y
abandonó la cafetería.
El
reloj marcaba la 6 de la tarde cuando Fernando y Lety regresaron en el
departamento del Vicepresidente.
L:
Ay, se nos hizo verdaderamente tarde...
F:
La verdad que sí. Pero los tamales que nos comimos en el camino estaban riquísimos
L:
Ja ja sí, es verdad. ¡Bueno ahora a la obra que tienes que alistar tu maleta!
F:
¿Me ayudas?
L:
Con mucho gusto, Don Fernando
F:
Bueno, entonces te dejo escoger los trajes que me voy a traer
L:
Está bien
Lety
abrió el armario y se dio cuenta de cuantos trajes tenía Fernando. Muchos de
esos los había usado para ir a la empresa y de muchos guardaba maravillosos
recuerdos. Estaba el traje que Fernando vestía la primera vez que lo había
visto en Conceptos; el que vestía cuando se dieron sus primer beso en aquel
antro donde cataba Montaner; el traje de sus último beso, antes de que ella partiera
para Acapulco...
F:
Lety, ¿todo bien?
L:
¿Uhm?
F:
Es que te quedaste como embobada...
L:
Ji ji ji ¡Perdón! Es que estaba mirando todos tus trajes
F:
¿Te gustan?
L:
Muchísimo. Muchos de estos te los he visto en Conceptos, aunque no todos...
F:
Sí. Guardo algunos trajes para las ocasiones especiales...
L:
Uy entiendo... Bueno, ¿cúantos de estos te vas a traer?
F:
Pues... Tengo que estar a Nueva York cinco días, así que voy a necesitar de
cuatro trajes más lo que voy a vestir mañana
L:
¿¡Cuatros!?
F:
Claro, Lety. Uno por cada día
L:
Claro, se me olvidaba que mi futuro marido es todo un vanitoso
Fernando
sonrió y se acercó a ella, abrazándola por detrás
L:
¿Qué pasa?
F:
Que me gusta muchísimo que me llames “futuro marido”
L:
Pues, eso pasa cuando uno te propone matrimonio y tú le contestas que sí
Fernando
la estrechó aún más
F:
Gracias por decirme que sí
L:
Gracias a ti por pedirme que fuera tu esposa
Lety
se volteó hacia él, sin soltarse del abrazo, y le depositó un dulce beso en los
labios.
En
la otra parte de la ciudad, Carolina se estaba alistando para salir. Esa noche
tenía un evento para una casa de moda la cual le había mandado el vestido para la
noche. Se trataba de un vestido negro que tenía la falda larga por detrás y
corta en la parte delantera y tenía varios diamantes que lucían cuando la luz
se posaba en ellos. Una vez alistado su maquillaje, Carolina se miró al espejo
y se dio cuenta de que tenía una mirada mucho más brillante de la que tenía de
costumbre. Esa luz en sus ojos se debía a Omar que, desde que había entrado en
su vida, le había hecho ver las cosas de manera diferente. A pesar de que se
había casado varias veces, Carolina tenía poca fe en los hombres y había
renunciado para siempre al amor, hasta que conoció a Omar...
Al
inicio no lo había ni considerado como hombre; Omar era un mujeriego y seguro
era la última persona en este mundo de quién enamorarse. Poco a poco, pero, ese
mujeriego había empezado a robarle el corazón y ahora no lograba imaginarse una
vida sin él. Desafortunadamente esa noche él no podía acompañarla así que a
Carolina le tocaba irse sola al evento. Eso la ponía un poco triste, pero, en
el fondo, ella estaba acostumbrada a irse sola por doquier.
Cuando
llevó en la sala del evento, aún estaban muy pocas personas así que la publirrelacionista
se acercó al bar y pidió un Martini.
Voz:
Uno para mi también, por favor
Al
oír esa voz, Carolina hubo un escalofrío. Ella conocía perfectamente la persona
a la que le pertenecía. En un segundo se sintió helada; no sabía que hacer,
hasta que alguien le tocó el hombro.
Voz:
Carolina Ángeles...
Carolina
se vio obligaba a voltearse y a econtrar la mirada del hombre que, por dos años,
había compartido la vida con ella
C:
Luis...
Lu:
Cuanto tiempo sin vernos...
Carolina
soltó una sonrisa amarga
C:
Sí... Quién sabe de quién es la culpa...
Lu:
¿Otra vez con esta historia?
C:
No; no te preocupes. No vamos a seguir peleandonos. Y si me permites, tengo mis
quehaceres
Lu:
¿No me vas ni siquera a dignar de una mirada? No pensabas que aún estabas tan
resentida...
A
Carolina le subieron los colores a la cara
C:
¿¡Y cómo crees que debería estar!? ¡Te recuerdo, por si acaso se te olvida, que
te encontré en la que era NUESTRA cama con la que era MI mejor amiga!
Lu:
¡Ya te dije que fue un momento de debilidad!
C:
Ja ja ja claro, un momento de debilidad... ¡Tonta yo que no lo había entendido!
Luis, hagamos una cosa, olvidate de que yo existo y déjame en paz
Lu:
No puedo... Sabes que todavía estoy enamorado de ti...
El
corazón de Carolina perdió un latido. Ella había estado enamorada de él para
mucho tiempo, después de haberlo sorprendido con su ex mejor amiga. No podía
evitarlo; Luis parecía el hombre de sus sueños y a su lado había estado verdaderamente
feliz en los dos años de matrimonio. Oírlo decir que todavía estaba enamorado
de ella, la tomó de sorpresa. Su mente le decía que él le estaba mintiendo,
pero su corazón era un traidor que se alagaba oíendolo admitir que aún la amaba.
De repente, la publirrelacionista sintió las lágrimas subirle a los ojos, por
eso se volteó y corrió hacia el baño.
Quedada
a sola en el baño de las mujeres, Carolina se puso una mano delante de la boca
y se echó a llorar. ¿Por qué tenía que reaparecer en su vida su ex marido? Y
sobretodo ¿Por qué ahora que ella estaba tan feliz con Omar?
En
casa de Fernando, en tanto, habían terminado de alistar la maleta y también habían
cenado, ya que habían ordenado una pizza a domicilio. Los dos estaban sentados
en el sofá y el reloj marcaba casi las diez de la noche: había llegado la hora
para Leticia de regresar a su casa.
L:
No quiero irme...
F:
Yo tampoco quiero que te vayas, mi amor, pero creo que tus papás se van a
preocupar si no te acompaño inmediatamente
L:
Sí, es cierto... Pero ¿Cómo le voy a hacer sin ti?
Fernando
sonrió dulcemente
F:
Mi amor, solo son cinco días. El viernes voy a estar de regreso
L:
Lo sé... Pero no va a ser lo mismo sin ti en la empresa...
F:
Ay, mi Lety... Ven aquí
Lety
se acercó a él y Fernando la abrazó, besándole tiernamente donde su frente se
perdía en su cabellera.
L:
Te amo
F:
Yo también, Lety. No tienes idea de lo grande que es mi amor para ti...
L:
¿Estás seguro de que no quieres que te acompañe mañana en el aeropuerto?
F:
Lety, ya lo discutimos. Quedate a dormir algunas horitas más así que vas a
estar descansada para ir al estudio de tu doctora
L:
Está bien, jefe, no insisto más... ¡Prométeme solo que te vas a portar bien ahí
en Nueva York!
F:
¡Claro que me voy a portar bien! Soy un hombre comprometido ahora
Fernando
le guiñó el ojo y Lety se puso a reír
L:
Ji ji ji bueno, hombre comprometido, ahora puedes acompañarme a mi casa.
F:
¡A sus ordenes, Señorita Padilla y futura Señora de Mendiola!
Una
vez llegados frente de la casa de Leticia, Fernando estacionó el coche y los
dos quedaron mirándose por algunos minutos antes de que Lety tomara la palabra.
L:
Prométeme que me vas a llamar cuando estás en el avión, cuando llegues a Nueva
York, cuando llegues en el hotel, cuando...
F:
¡Lety! Lety, mi amor, no te preocupes. Te prometo que te voy a reportar cada
movimento que hago
Lety
al principio sonrió pero luego se le vino algo a la mente...
L:
No... Bueno sí, pero solo si quieres. No quiero volverme como Doña Marcia y
controlar cada moviemento tuyo...
Fernando
sonrió
F:
Mi amor, tú no eres como ella... Y además yo también quiero saber todo lo que
haces mientras que no estoy
L:
Ji ji ji pero yo voy a estar en la empresa todo el día
F:
Eso no importa; quiero oír tu voz cada vez que sea posible, por eso te voy a
llamar a menudo
Lety
lo besó feliz
L:
Gracias, mi amor
F:
No tienes que agradecerme, mi vida.
L:
No querría irme, pero tengo que hacerlo o me voy a echar a llorar como una
fuente
F:
No, mi amor, no es necesario. Quiero que sigas siendo feliz como los hemos
estado este fin de semana que pasamos juntos. Y acuérdate que pronto vas a ser
mi esposa y que vamos a estar juntos para siempre
Lety
tuvo que tratener las lágrimas. Fernando siempre econtraba las palabras para
hacerla estar bien. Antes de bajar del coche, Fernando le acarició la mejilla,
acercó su cara a la suya y le dejó un dulce beso en los labios. Era un beso
empapado de ternura que le quería transmitir todo el amor que sentía para ella.
F:
Te prometo que voy a regresar pronto y que voy a pensar solo a ti, mi princesa
Lety
sonrió y finalmente bajó del coche y regresó a su casa.
D.J:
¡Mi niña! ¿Cómo te fue?
L:
Bien, bien mamita
D.J:
¿Comiste algo?
L:
Sí. Nos comimos una pizza antes de regresar. ¿Y mi papá donde está?
D.J:
Tenía un poco de dolor de cabeza y se fue a dormir
L:
Pero está bien, ¿verdad?
D.J:
Sí, m’hijita, no tiene nada grave; no te preocupes.
Julieta
se acercó a ella y le pidió en voz baja:
D.J:
Lety, cuéntame, ¿Cómo te fue con Fernando?
L:
Ay mamita... ¡Fue maravilloso!
D.J:
¿Por qué; qué hizo?
L:
Me pidió que....
Lety
se paró justo a tiempo antes de soltarle la verdad a su mamá. Ella quería
decirselo, pero sentía que no era el momento adecuado. De hecho Fernando era un
hombre comprometido y no era exactamente correcto de su parte pedirle la mano a
otra mujer... Aunque su mamá le tenía mucho cariño a Fernando, ¡quién sabía
como podía tomar la noticia! Por eso prefirió ocultarselo, por lo menos por el
momento
D.J:
¿Qué te pidió?
L:
Pues... Que lo ayudara a arreglar algunas cosas en su casa
Julieta
se extrañó
D.J:
¿Y por eso estás tan feliz?
L:
Pues sí, porque eso quiere decir que le interesa mi opinión
D.J:
Ji ji ji Lety, ¡ese hombre se muere por ti! Si tú le pidirías de lanzarse en el
mar con el agua helada, él lo haría sin chistar
L:
ji ji ji ¿te parece?
D.J:
Claro, Lety. ¿Aún no te has dado cuenta de lo mucho que te ama ese hombre?
Conmigo fue muy sincero cada vez que me habló de ti. Fernando de veras daría su
vida para ti...
Lety
sonrió tiernamente
L:
Sí, lo sé mamacita. Y me siento la mujer más afortunada del mundo por tenerlo a
mi lado y en mi vida
D.J:
Sí, pero ahora, señorita, es mejor que te vayas a dormir ya que mañana te
espera la visita con la doctora
L:
Tienes razón, mamita. Me voy a poner la pijama y me voy a la cama
D.J:
Bueno m’hijita, entonces que tengas una linda noche y que Dios te bendiga
siempre
L:
Gracias, mami
Julieta
la abrazó tiernamente antes de darle su bendición y dejarle un beso en la
frente.
En
casa de Marcia, en tanto, la productora ejecutiva no lograba dormir. Había
intentado meterse a la cama, pero solo se volteaba desde un lado a otro sin
lograr tomar sueño. Después del énesimo tentativo, decidió levantarse. Estaba
tentada de beberse una copa de vino cuando volvió a pensar a las palabras de
Aldo:
A: Cualquier cosa necesitas, ¡prometeme que me vas
a llamar!
La
tentación era fuerte; en el fondo había sido el mismo Aldo a hacerle prometer
que lo habría llamado. Por eso tomó su celular y compuso el número del chef.
Aldo respondió casi en seguida
A:
¿Bueno?
M:
Hola Aldo, soy yo, Marcia...
A:
Marcia. ¿Cómo estás?
M:
Bien... Bueno, más o menos...
A:
¿Te pasó algo?
La
voz de Aldo parecía sinceramente preocupada
M:
No, no te preocupes, estoy bien. Perdoname, no debía llamarte...
A:
No, Marcia, hiciste bien. Dime que es lo que pasa
M:
Es que no logro dormir... Lo he intentado toda la noche, pero siempre me vienen
a la mente algunas imagenes que me hacen estar mal...
A:
¿Quieres que venga a tu departamento?
La
mirada de Marcia se iluminó
M:
¿Harías eso para mi?
A:
¡Claro que sí! Y te digo más... Voy a traer un chocolate que tengo, que es
peruano, así te voy a preparar un chocolate caliente que te va a hacer más que
bien, sobretodo si lo acompañamos con las galletas que hice en la tarde
Marcia
sonrió entre las lágrimas. Aldo era verdaderamente un hombre dulce y
considerado
M:
Gracias, Aldo.
A:
Gracias a ti por llamarme. En media hora voy a estar a tu casa
En
el evento, mientras tanto, Carolina había logrado tranquilizarse. La noche había
pasado bastante tranquila, sobretodo porqué la publirrelacionista no había
vuelto a encontrar a su ex mardio y había podido concentrarse en su trabajo.
Después de haber atendido a algunos huéspedes, Carolina se tomó un momento para
ella y salió en el balcón. Era una noche muy linda; en el cielo estaba la luna
llena y la buena música del evento contribuía a crear una atmosfera mágica. Apoyada
a la barandilla del balcón, estaba pensando a lo que había pasado.
Ver
a Luis la había turbado mucho... No se veían desde más de un año, ya que él se
había ido a vivir a Cancún, y para todo ese tiempo no había sabido nada de él,
por lo menos hasta esa noche...
En
un momento se levantó el viento y Carolina empezó a advirtir el aire fría sobre
su espalda desnuda; aún así no quiso regresar adentro. Necesitaba de otros
minutos para aclararse las ideas.
De
repente Carolina advirtió algo que la cubría. Se trataba de un saco de hombre,
visto el perfume que emanaba. Por la segunda vez en la noche, el cuerpo de
Carolina fue atraversado por un escalofrío. Ese perfume ella lo conocía
perfectamente bien, ya que la misma lo había regalado a Luis para sus
aniversario.
Lu:
Pensaba que tenías frío y me pareció lo mejor ofrecerte mi saco
Carolina
tragó saliva. No tenía el valor de mirarlo en la cara, así que se quedó en la
misma posición en la que estaba, mirándo el panorama
C:
Gracias...
Lu:
Caro, quiero que sepas que no estoy aquí para estorbarte. Es que quería
verte tú no me contestabas a las llamadas...
Por eso estoy aquí esta noche
C:
¿Y te sorprende que no te conteste a las llamadas?
Lu:
No. Me imagino que aún me tienes que odiar...
Carolina
suspiró hondo
C:
No te odio... Pero tampoco puedes pretender que haga como si nada hubiera
pasado...
Lu:
Claro. Pero quiero que me escuches de una vez.
C:
Está bien. Habla
Lu:
Me gustaría que al menos me miraras en la cara...
Carolina
se mordió el labio nerviosa antes de hacerse fuerza y voltearse hacia él
C:
Te escucho
Lu:
Gracias. Sé que lo que hice no tiene justificación, y tampoco te pido que hagas
como si nada hubiera pasado... Solo te quiero decir que de verdad no era mi
intención causarte daño. Tú eres una mujer maravillosa que solo se merece lo mejor
de la vida. Lo que hice, lo hice porqué estaba en un momento particular de mi
vida. En esa época, mi trabajo no andaba bien, y tú lo sabías. Además la
situación con mi familia estaba bastante precaria; mi papá nunca me va a
perdonar el haberlo traicionado para trabajar por la competencia...
C:
¡Eso no justifica lo que hiciste!
Lu:
No, claro que no...
C:
Luis, ¿Por qué me traicionaste justo con Margarita?
Lu:
No sé... ¡Te juro que no fue algo premeditado! Esa noche ella había venido a la
casa para hablar contigo, pero tú no estabas entonces nos pusimos a hablar
mientras que te esperabamos. Yo estaba muy mal; me había peleado por enésima
vez con mi papá y también con mi jefe y ella se ofreció escucharme para hacerme
desahogar. Nos pusimos a hablar y le conté todo... El contarle eso a alguien me
ayudó a sentirme mejor pero también me hizo poner muy mal... Ella se dio cuenta
de que estaba al punto de llorar y me acarició la mejilla, dejándome luego un
beso en los labios. A ese punto ya no entendí nada y, no sé como, pero
terminamos en la cama... ¡Pero te juro que no sentí nada acostándome con ella!
Eso no fue hacer el amor; solo fue un error que me costó mi felicidad junto a
ti...
C:
Ja, ¿Y de qué me sirve saberlo ahora? Ya arruinaste mi vida en el mismo instante
en que te acostaste con ella. No me interesa saber si fue la noche más hermosa
de tu vida u si no sentiste nada... Solo una cosa te quiero pedir: ¿Por qué no
me contaste a mi todas esas cosas que te hacían estar tan mal?
Lu:
Porqué tú nunca tenías tiempo... Siempre estabas sobrecargada de trabajo y tenías
poco tiempo para las otras cosas.
C:
¡Esa no es una justificación! ¡Sabes que hubiera dado mi vida por ti y, si me
hubieras dicho que estabas tan mal, hubiera dejado todo para estarte más cerca!
Carolina
bajó la mirada para evitar que Luis se diera cuenta de las lágrimas que estaban
por salir de sus ojos
C:
Tú eras toda mi vida, Luis. Yo te amaba más de mi vida. Desde el primer momento
en que te ví, supe que eras el hombre de mi vida. ¡Yo planeaba mi vida entera
contigo! Planeaba tener hijos tuyos, planeaba una casa nuestra donde vivir... ¡Y
tú destruiste todo en una noche!
Ahora
las lágrimas corrían por las mejillas de Carolina sin frenos
Luis
la miraba en los ojos, y más la miraba, más se sentía un miserable. Él de veras
no quería herirla...
Lu:
Caro, sé que no sirve de mucho, pero dime como puedo expiar mi culpa... ¡Te
juro que no logro vivir con este peso en el corazón!
C:
Ahora ya es tarde... Tenías que pensarlo antes de acostarte con ella en nuestra
cama...
Carolina
se secó las lágrimas antes de mirarlo en los ojos
C:
Ahora déjame regresar adentro que quiero regresar a mi casa
Carolina
se quitó el saco y se lo dio a Luis. Luego intentó superarlo para regresar en
el salón, pero él no se lo permitió, bloqueándola por los hombros
C:
¡Suéltame!
Lu:
No puedo, Carolina... Perdoname pero no puedo dejárte ir...
Y
así diciendo, Luis la acercó a su cuerpo y unió sus labios en los de ella en un
dulce beso
Sigue...