Capítulo
58
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¡Sorpresa!
M: ¿Cómo?
F: Me entendiste perfectamente, Marcia. Quiero hablar con tu ginecóloga
M: ¿Y eso por qué?
F: ¿¡Como que por qué!? ¡Porque quiero que me diga si es cierto que estás
embarazada!
Fernando parecía muy enojado...
M: Así que no confías en mi ¿verdad?
F: Marcia, no es eso. ¡Trata de entenderme! Me sales con que estás
embarazada cuando hace meses que tú y yo no estemos juntos; ni siquiera te
tomaste la molestia de decirme personalmente que estás esperando un supuesto
hijo mío; no me das pruebas ¿¡Y pretentes que yo te crea así nada más!?
M: ¡Pues deberías, Fernando!
F: ¿Ah sí? ¿Y para qué?
M: Porque soy tu novia; tu prometida y la futura madre de tu hijo. ¡Por
eso!
F: ¡Ay ya Marcia! ¡Tu razomanento no tiene sentido! Te digo una cosa,
querida prometida mía, si tú no me dejas hablar con tu ginecóloga, voy a pensar
que me estás mientiendo y, si es así, que Dios te agarre confesada Marcia
porque no solo no me vas a ver jamás en tu vida, si no que me voy a convertir
en tu peor pesadilla
Marcia desorbitó los ojos y se quedó pasmada. Renunciar a Fernando hubiera
sido un golpe muy duro para ella. Sin duda necesitaba calmarlo así que decidió
decirle que aconsentía para luego ver como hacer para salir de ese lío
M: Está bien, Fernando; como tú quieres...
Fernando suspiró aliviado
F: ¡Por fin! ¿Vez que no era tan difícil? ¿Cuándo podemos ir?
M: Pues... Dejame hablar con ella para tomar cita y te digo
F: ¿Cómo? ¿No tienes programada una ecografía o algo así?
M: Pues sí; tengo la segunda ecografía el 18 de octubre
Fernando se puso a pensar; esperar hasta el 18 de octubre, signficaba quedarse
con la duda para más de tres semanas... ¿Y qué con Lety? El solo pensar a
cuanto su amada hubiera sufrido sabiendo que Marcia espera un hijo de él, lo
ponía histérico. Ver a su Lety sufrir, era lo último que quería, sobretodo
ahora que ella estaba enfermiza.
Tratando de mantenerse calmado, Fernando se volteó hacia Marcia con una
mirada de hielo y le pidió de anticipar la visita con su doctora
F: No puedo esperar tanto, Marcia. Trata de conseguir una cita que sea más
próxima
M: ¿Tanto te urge, Fernando?
Fernando siguió hablando en tono muy frío
F: Sí, Marcia; me urge
Marcia tragó saliva. Nunca había visto a Fernando portarse así...
M: Está bien. Mañana llamo a mi doctora y veo que se puede hacer
F: Okey Marcia. Ahora me tengo que ir
M: ¿No te quedas a dormir con nosotros?
F: No. Esta noche no.
Marcia quería reclamarle u tratar de convencerlo pero, por miedo de que
Fernando se pusiera peor, prefirió dejarlo ir
M: Está bien. Buenas noches entonces
F: Buenas noche
Fernando se volteó y salió del departamento de Marcia sin ni siquiera
mirarla en los ojos.
Quedada a sola, Marcia tuvo que acostarse un rato en el sofá para evitar de
caerse en el piso. La platica con Fernando había sido bastante animada y
peligrosa así que se sentía muy cansada y sin fuerzas. Apenas posò la cabeza en
el almohada del sofà, las làgrimas empezaron a caer desde sus ojos cristalinos:
M: ¿Y ahora qué hago? ¿Cómo salgo de esta situación? Y todo por culpa de
esa fea que le hacía de asistente a Fernando! ¿Cómo pudo enamorarse de ella?
¿¡Qué le vio a ese monstrete!? Pero eso sì, no te vas a salir con la tuya,
Leticia. No te atrevas a acercarte a Fernando o te va a ir muy mal...
Como cada mañana, el despertador de Lety sonó a las seis y media. Lety se
desperezó un poco en su cama con los ojos todavía cerrados hasta que su mano
tocó algo raro.
L: ¿Qué es esto?
Lety abrió los ojos muy despacio, para acostumbrarse a la luz que filtraba
desde su ventana, y, cuando logró enfocar, se quedó boquiabierta
L: ¡No lo puedo creer!
Lety se portó ambos las manos delante de la boca y, tanta era la emoción
que se puso a llorar
L: Esta seguro es obra de él...
Lety posó sus pies en la alfombra y tomó el ramo de rosas blancas que
estaba cerca de ella en la cama. Luego de haber olfetado las rosas, se levantó
y se acercó a las rosas de color rosa que etaban por doquier en su cuarto. Se
trataba de almenos 100 rosas que alguien había situado en cada punto de su
recámara. Había rosas en el escritorio; en la librería; en la mesa de noche; en
la silla; a los lados de la puerta... Lo que más capturó su atención, fue una
almohada hecha de rosas blancas que tenía la forma de corazón en la cual estaba
colgada una tarjeta roja.
Lety tomó la tarjeta y leyó lo que ahí había estado escrito:
“Perdoname por lo que hice. Sé que bajo algunos aspectos aún soy
inmaduro pero quiero crecer a tu lado. Te necesito Leticia. Te necesito en mi
vida, aunque sea solo para pelear, porque cada vez que nos reconciliamos, es
como si reempezara a vivir; como si mi corazón reempezara a latir de nuevo...
¡Te necesito para seguir vivo, mi vida!”
Te amo
Fernando
Instintivamente, Lety se portó la tarjeta hacia su corazón y sonrió. Sin
duda, Fernando era el hombre más maravilloso del mundo.
Cuando bajó por el desayuno, Lety tenía una sonrisa de oreja a oreja
L: Muy buenos días, familia
D.E: Buenos días hija
D.J: Buenos días mi vida ¿Cómo estás hoy?
L: Muy bien mamacita; muy bien...
La mirada de Lety brillaba. Doña Julieta sonreía porque sabía lo que
Fernando había organizado para su hija y, viendo la reacción de Lety, seguro la
sorpresa le había encantado
D.E: ¡Julieta!
D.J: ¿Qué pasa mi vida?
D.E: ¿Por qué le preguntaste a la niña como está hoy? ¿Acaso no ha estado
bien en estos días?
L: Ay no papacito ¿como crees? Estoy de maravilla, ¡Mirame!
Su mamá le echó una mirada de regaño
D.J: Es que la niña ha estado un poco indispuesta últimamente...
D.E: ¿De verdad, Lety?
Lety bajó la mirada
L: Pues...
D.E: ¡Eso no me gusta para nada! ¡Quiero que te revise un médico!
L: ¡Ay no papacito; no es necesario!
D.J.: Lety, yo también estoy de acuerdo con tu papá. Es mejor que te hagas
un chequeo para ver como estás
L: ¡Pero no es nada grave, mamita!
D.E: Jovencita, tu mamá está preocupada por ti y yo también así que toma
cita con la Doctora Sanchez para un chequeo y yo te acompaño.
D.J: No es necesario, Erasmo. Acompaño yo a la niña
Lety no pudo ni siquiera rebatir ya que Erasmo había tomado la decisión.
Como sea no quería enojarse, ya que su jornada había empezado en la mejor
manera posible, así que aconsintió a hacerse un chequeo.
L: Está bien. Voy a ir al médico
D.J: ¡Perfecto! Entonces luego llamo la doctora y pido cita con ella
L: Bueno. ¿Desayunamos ahora? ¡Estoy que me muero de hambre!
D.J: Claro mi vida. Sientate que te sirvo inmediatamente
Doña Julieta había apenas terminado de hablar cuando sonó la campanilla de
la puerta.
Al oír el sonido, el corazón de Lety empezó a latir como un loco y entre sí
pensó:
L: ¿Será él? Ay no Lety, ¿como se te ocurre eso? ¡Ni modo que Fernando se
aparezca en mi casa a esta hora y cuando está mi papá en la casa!
Cuando Don Erasmo abrió la puerta, desde la misma entró Tomás así que las
ilusiones de Lety se vinieron abajo
T: ¡Muy, pero muy buenos días familia Padilla!
L: ¡Hola Tomás! ¿A qué se debe tanto buen humor?
T: Es que quiero pedirle a mi chica que salga a cenar conmigo esta noche,
de modo que vea mi nuevo coche
L: Tu nuevo coche que antes era de ella...
T: Pues sí pero ahora es mi coche ji ji ji
D.J: Tomasito, ¿Quieres desayunar?
T: No, gracias Doña Julieta. Ya comí en mi casa, con mi mamá
D.E: ¡Por lo menos por una vez no nos vas a vacíar la dispensa!
T: Pensandolo bien... Le agradecería un jugo de mandarina y dos huevitos,
Doña Julieta
D.J: Ji ji ji está bien Tomasito
T: ¡Ah! Y un pambasito de los que quedaron de la cena
D.E: ¿No que habías desayunado?
T: Sí, Don Erasmo, pero el amor me mete apetito
Esa frase puso a pensar a Lety
L: ¿Será por eso que tengo tanta hambre hoy?
Lety sonrió
T: ¿Y esa sonrisita?
L: Nada, Tomás. Simplemente hoy estoy feliz
T: Lety, ¿Acaso no conoces el dicho que dice que él que se ríe solo, de sus
picardías se acuerda?
Lety le hizo una mueca y los dos se pusieron a reír como niños.
Terminado el desayuno, los dos se pusieron en marcha hacia Conceptos con el
nuevo Mercedes de Tomás
T: ¿De veras no quieres decirme porque estás tan feliz hoy?
L: Para nada, Tomás... Simplemente me desperté de buen humor
T: ¿Y Mandiola no tiene nada que ver con eso?
L: Se llama Mendiola, Tomás, y no; él no tiene nada que ver...
Mientras lo decía, Lety no podía evitar de sonreír. Sus ojos brillaban de
felicidad así que Tomás no necesitó saber más. Él había entendido...
L: ¿Y tú?
T: ¿Y yo qué?
L: Digo, ¿Cómo va con tu oxigenada? Todavía no me platicas nada sobre lo
que pasó cuando la invitaste a cenar el otro día...
T: Será porque no hay mucho que contar...
De repente Tomás entristeció asì que Lety empezó a preocuparse
L: Tomás. ¿Pasó algo entre ustedes?
T: No Lety, es que, cuando fuimos al restauante, estaba por confesarle que
la amo y que ella es la mujer de mi vida pero no pude....
L: ¿No tuviste el valor?
T: No, no es eso...
L: ¿Entonces que pasó?
T: ¡Pasó que el mesero llegó justo cuando estaba declarandome y no lo logré
por que mi chica prefirió dedicarse a la comida en vez que a lo que le quería
decir yo!
L: Ji ji ji ay pobre Tomás...
T: Sí, ríete tú... Quería verte a ti declarandote a tu querído Fernando...
L: Yo no tuve necesidad de hacer eso ya que fue él quién se declaró
T: Claro... Y apuesto que era muy sincero cuando hizo eso...
A Lety no le pareció el tono socarrón en que le hablaba Tomás
L: Mejor la dejamos así ¿sí?
T: ¿Por qué no quieres hablar conmigo de Mandiola?
L: Porque no hay nada que hablar, Tomás
T: ¡Claro que sí! Por ejemplo, ¿Cómo va ahorita entre ustedes?
L: Pues... Va
T: Lety... ¡Esa no es una respuesta!
L: ¿Y qué quieres que te diga, Tomás? Somos compañeros de trabajo. Él está
con Doña Marcia y yo... ¡Pues yo dirigo su empresa; nada más!
T: ¿Así que lo que había entre ustedes terminó?
Lety suspiró hondo pero no contestó
T: Lety, ¡Deberías darle una oportunidad a Aldo!
L: ¿Desde cuando Aldo y tú son tan amigos?
T: No es que somos amigos, pero me cayó muy bien el tipo
L: Sí, claro... Eso solo porque te ofreció el almuerzo el otro día
T: También por eso, pero se ve que es un buen tipo
L: Entonces te hará placer saber que verás a tu amiguito hoy en la mañana
ya que lo cité para la junta que quiero convocar
T: ¿Una junta? ¿Y para qué?
L: Quiero actualizar los ejecutivos cerca de lo que está pasando: del logro
con Don Cristian; de lo que nos pidió Alejandro Fernández y del pago de la
deuda y, como Aldo me propuso un proyecto que puede resultar muy provechoso por
la empresa, quiero que él proponga ese proyecto frente a la junta para ver que
opinan. Además tengo que hacer la nómina oficial de las secretarias y...
T: ¿Y?
L: Y otras cuantas cosas...
T: Bueno...
En tanto, en su casa, Carolina estaba desayunando. Ya que ese era su día
libre, había aprovechado para levantarse un poquito más tarde así que recién
empezaba a desayunar. Mietras comía, pensaba a lo que había pasado con Omar la
noche del evento por Victoria Alvarez
C: Ja, ¿Como pude aunque solo pensar que Omar estaba enamorado de mi? ¡Eso
es absurdo! ¿Por qué un hombre como él se enamoraría de mi? No, más bien: ¿¡Por
qué un hombre como él se enamoraría!? Aunque tengo que admitir que cuando
estuvimos junto en el parque, él fue muy dulce conmigo... De cierta manera me
confió cosas muy íntimas y para todo el día me tomó de la mano y me llevó a
conocer ese parque tan maravilloso... Además, la mañana del domingo, fue muy
lindo cuando vino a desayunar conmigo aquí...
Carolina se puso a mirar la puerta de su casa y de inmediato volvió a
pensar al beso que se dieron con Omar
C: Con ese beso me dijo tanto... No entiendo porque después se escapó
así... ¡Hasta se olvidó su saco!
Carolina lo pensó un momento...
C: ¡Su saco! ¡Claro! ¡Aún lo tengo yo y tengo que devolverselo!
Aprovechando de esa excusa para verlo, Carolina corrió en su recámara para
peinarse y maquillarse para ir a Conceptos
En su casa, Fernando recién se despertaba. Cuando miró el reloj, casi le
partió un rayo
F: ¿¡7.50!? ¿¡Qué!? ¡Maldito despertador! ¡Un día de estos de voy a lanzar
desde la ventana! ¡Y justo hoy que tengo un montón de cosas que hacer!
Levantandose a la velocidad de la luz, Fernando corrió en el baño para
preparase...
En tanto, Lety y Tomás habían llegado a Conceptos. Cuando ingresaron a
primer piso, todo el Cuartel los saludó al unísono. Lety se quedó con las
muchachas mientras que Tomás le pidió a Alicia si podía ir un momento en su
oficina
AF: ¿Para qué, Tomás?
T: Necesito hablar contigo un momento, chiquita
AF: ¡Ya te he dicho que no me gusta que me llames así!
T: Perdón, Alicia... Bueno, en cuanto puedas, pasa en mi oficina, por favor
Tomás se ritiró en la oficina de Vicepresidencia financiera
L: Paula Maria, ¿Ya llegaron los ejecutivos?
PM: Llegaron Don Omar y Doña Marcia, Lety
L: ¿Y Don Fernando?
PM: No. Él todavía no ha llegado
L: Que raro... Bueno, hazme el favor de convocar a los ejecutivos y a Luigi
Lombardi en la sala de juntas a las 10. Diles que vamos a tener una junta de
actualización
PM: Ehm Lety, te recuerdo que a las 11 tienes cita con los de Krauss
Publicidad
L: ¡Ay no! ¡Se me había olvidado! Por favor, llamalos y pideles si pueden
posponer de una hora la cita, aunque tenga que ir yo donde ellos, y luego
informame
PM: ¡Claro jefa! ¿Algo más?
L: Sí. En la junta vamos a nombras oficialmente las secretarias así que
necesito que tú estés presente para redactar el verbal
PM: No hay poblemas, Lety
L: Bueno, voy a estar en mi oficina. Mantenme informada cerca del asunto
con los de Krauss Publicidad
PM: Claro, Lety
Entanto, Fernando había quedado embotellado en el tráfico y su reloj
marcaba las 8.45
F: ¡Dios mío es tardisímo! ¡Lety seguro me va a ahorcar! ¡Mendigo
despertador que siempre me deja plantado! ¿Será el caso que le compre algo a
Lety para que me disculpe por mi retraso?
Cuando se volteó para mirar fuera de su ventanilla, Fernando se percató de
que había una pastelería así que decidió pararse un momento
F: Igual ya estoy retrasado... ¿Qué le va a hacer una mancha más en el
pellaje del tigre?
En Presidencia, Lety estaba revisando los estados de cuenta bancarios
cuando alguien golpeó a su puerta
L: ¡Adelante!
C: ¿Se puede?
L: ¡Hola Carolina! ¿Cómo estás?
C: Bien, gracias amiga. ¿Y tú?
L: Pues... Más o menos
C: ¿Por qué, qué paso?
L: Nada grave; no te preocupes... Es que he estado un poquito indispuesta y
mis papás quieren que vaya a hacerme un chequeo para ver que es lo que tengo
C: Y yo estoy de acuerdo con ellos, Lety. ¡Con la salud no se bromea! ¿Y ya
sabes cuando tienes que ir?
L: Recién hablé con mi mamá y me dijo que tomó cita con mi doctora para
mañana en la mañana
C: Si quieres te acompaño...
L: ¿En serio? ¡Te lo agradecería muchísimo Carolina! La idea de ir con mis
papás no me entusiasma para nada... Sí me entiendes ¿verdad?
C: Ja ja ja claro que sí. Entonces mañana paso por ti y nos vamos
L: Gracias amiga. ¿Y ese saco? No me dirás que ahora es de moda vestir
sacos masculinos...
C: Ja ja ja ¡Claro que no, Lety! Este saco no es mío
L: ¿Y de quién es?
C: Pues... de Omar.
L: ¿De Omar Carvajal?
C: Sí...
Lety desorbitó los ojos
L: ¿Y qué haces tú con su saco?
C: Es que se lo olvidó en mi casa el otro día así que viene para
regresarselo
Lety seguía anonadada
L: ¿¡Omar estuvo en tu casa!? ¿Y para qué?
C: ¡Ay Lety, como eres! Simplemente, como somos amigos, desayunamos juntos
el domingo y, como se fue de prisa, se olvidó su saco en mi casa
L: ¿Por qué se fue de prisa?
C: ¿Me estás haciendo un interrogatorio?
L: Perdón, Carolina, ¡es que te quiero mucho y no quiero que sufras! Yo sé
como es Omar Carvajal y tú también sabes cuanto me hizo sufrir...
C: Sí, lo sé. ¡Pero creeme que Omar es otra persona ahora! Al menos creo...
L: Como sea ten cuidado, Carolina
C: No te preocupes amiga. Bueno ahora voy a traerle su saco. Con permiso
L: ¡Carolina!
C: ¿Qué?
L: En 45 minutos convoqué una junta de actualización donde también estará
Aldo para hablar de su proyecto. Me gustaría que parteciparas tú también. ¿Podría
ser?
C: Claro que sí. Para mi no hay problemas
En tanto, Fernando había llegado en la empresa con más de una hora de
retraso ya que debía estar en Conceptos a las 8 de la mañana y su reloj marcaba
las 9.15 cuando ingresó a primer piso. Cuando lo vieron, las chicas del Cuartel
lo saludaron al unísono como de costumbre
Cuartel: ¡Buenos días, don Fernando!
F: Buenos días.
Fernando se acercó al escritorio de la secretaria de Presidencia y le
inquirió:
F: Paula Maria, ¿Lety está en su oficina?
PM: Sí, Señor
F: Y... ¿Está sola?
PM: No Señor. Está con Doña Carolina
F: Bueno
Ma: Don Fernando, ¿Qué trae en la mano?
Fernando levantó la mano derecha, que tenía vacía, y se la mostró a Martha
F: Nada
Ma: ¿Y en la otra mano?
F: En la otra mano... Pues nada que le incumba, Martha
Fernando le guiñó el ojo y se dirigió hacia la oficina de Lety
En Presidencia, Carolina y Lety se estaban despidiendo
L: Bueno entonces nos vemos luego, Carolina. ¡Suerte con Omar!
Carolina sonrió y abrió la puerta para salir de la oficina. Justo en ese
momento, Fernando, que estaba por golpear, se quedó con el puño cerrado y la
mano izquierda ocultada
C: Buenos días, Fernando
Lety, que estaba sentada en el sillón detrás del escritorio, tragó saliva
al solo oír el nombre se su amado
F: Hola Caro. ¿Cómo estás?
C: Bien gracias. ¿Buscas a Lety?
F: Pues sí
C: Bueno entonces los dejo que tengo una cosa que hacer. ¡Nos vemos luego
en la junta!
F: ¿Junta?
C: Sí. ¿No sabías?
F: En realidad no
C: Bueno, como sea Lety te va a explicar. Ahora me tengo que ir...
F: Hasta luego, Caro
Cuando Carolina salió de la oficina de Presidencia, Fernando se acercó al
escritorio, manteniendo siempre la mano izquierda ocultada detrás de su
espalda. Lety mantenía silencio y solo lo miraba
F: ¿Como amaneció hoy, Doña Lety?
Lety sonrió al oírse llamar así
L: Muy bien, gracias Don Fernando
Verla sonreír era una alegría para Fernando
F: ¿Puedo sentarme?
L: Claro que sí
Fernando se sentó y empezó a mirarla fijo en los ojos. Lety se sonrojó de
inmediato; Fernando la miraba de manera tan penetrante que sentía que le
abrazaba hasta el alma
F: Te traje una cosita...
Fernando reveló su mano izquierda y acercó el paquete que tenía hacia donde
estaba sentada Leticia.
La mirada de Lety se illuminó como la de una niña que recive un regalo para
la Navidad
L: ¿Es para mi?
Fernando sonrió divertido
F: Pues ni modo que sea para otro ya que te la estoy dando a ti
Lety se avergonzó
L: Sí, claro... ¿Y qué es?
F: Abrelo
Cuando Lety descartó el paquete y solevó la tapa de la caja, una sonrisa se
le dibujó en el rostro. Lo que le trajo Fernando, era un dulce de chocolate con
forma de corazón donde estaba escrito con crema la palabra “Perdoname”.
Muy despacio, Lety cerró la caja y se levantó de su sillón, acercandose a
donde estaba sentado Fernando. Él se volteó con la silla y los dos quedaron
mirandose por unos segundos hasta que Lety se le lanzó literalmente encima,
sentandose en sus rodillas y abrazandose a su cuello
L: ¡Gracias, mi amor!
Fernando sonrió y envolvió Lety en sus brazos, estrechandola fuerte y
oliéndo de su pelo para respirar su aroma.
L: ¡Gracias a ti, hoy me desperté en medio de decenas de rosas y me sentí
como una princesa!
F: Eso porque eres una princesa, mi vida
Lety se destacó del cuello y lo miró en los ojos, poniendole las manos
sobre las mejillas
L: Te amo, Fernando
F: Y yo a ti, Leticia
Lety acercó despacio sus labios a los de él y estaba por besarlo cuando
Paula Maria entró en Presidencia como remolino. Por suerte, la secretaria traía
una cesta en las manos que le ocultaba la visual, cosa que dio el tiempo a Lety
de levantarse antes que su secretaria viera lo que estaba haciendo con
Fernando.
Fernando, por su cuenta, se enojó bastante; primero por la entrada sin
tocar de Paula Maria, y luego por lo que la secretaria de su mujer traía en las
manos
F: Paula Maria, ¿Acaso pasó de moda tocar la puerta antes de entrar?
Paula Maria posó la cesta sobre el escritorio y se volteó muy avergonzada
hacia Fernando
PM: Perdón, Don Fernando. No quería interrumpirlos...
F: ¡Pero lo hizo!
L: Fe... Don Fernando, no se preocupe. Podemos retomar nuestra platica
después...
F: Claro... ¿Y esas violetas?
PM: Son para Lety
F: Eso lo veo...
PM: ¿Entonces? ¿Acaso le interesa saber quién las mandó?
F: ¡Hombre, que intuitiva es usted! ¿No serán parientes con Omar Carvajal?
PM: ¡Ay no, Don Fernando! ¿Como cree? Como sea tengo que hablar de un
asunto con Lety...
L: Don Fernando, es mejor si seguimos después...
Fernando se vio obligado a irse ya que Lety parecía bastante nerviosa por
la situación...
F: Como quiere, Doña Lety
Muy enojado, Fernando se levantó de la silla y salió de Presidecia. En vez
de irse a su oficina, pero, entró en la sala de juntas y desde ahí se quedó
escuchando
L: ¿De qué me quieres hablar, Paula Maria?
PM: ¡Es que hablé con el Señor Luciano de Krauss Publicidad y se enojó
muchísimo cuando le pedí si se podía posponer la cita!
L: ¡Ay no! ¿Y qué dijo?
PM: Pues dijo que no tenía toda la mañana a disposición de Conceptos y que,
si quieres hablar con él, que vayas tú en la tarde donde ellos
L: Me lo imaginaba... Bueno, eso quiere decir que vamos a ir nosotros a su
empresa.
PM: ¿Nosotros?
L: Sí, Paula Maria
PM: Tú ¿y?
L: Y.... Mejor me dices quién me mandó esas violetas ¿Te parece?
PM: ¡Eso es lo que yo también quiero saber! Las trajo el muchacho de la
florería y me dijo que eran para ti. Nada más.
L: Entiendo...
PM: Pero ahí hay una tarjeta, ¡mira!
Lety tomó la tarjeta y la leyó entre sí
“Leticia, con solo verte las flores se ponen moradas de envidia, porque
quisieran toditas parecerse a ti que eres la flor más bella del universo.
Espero te gusten estas violetas
Te quiero
Aldo”
En tanto, Carolina y Omar estaban hablando en la oficina de Vicepresidencia
O: ¡Caro! ¡Caro, hermosa! ¿A qué se debe el enorme placer de tenerte aquí?
Carolina no quería decirle que estaba ahí solo para verlo así que usó como
excusa la junta que había convocado Lety
C: Es que Lety me pidió que asistiera a la junta así que aproveché para
regresarte tu saco...
O: ¿Mi saco?
C: Sí. Te lo olvidaste en mi casa cuando te escapaste la otra noche...
Omar volvió a pensar al beso y se sonrojó
O: Claro... La noche de sábado... Pues muchas gracias, Caro, ¡aunque no
tenías que molestarte! Hubiera pasado yo de tu casa para tomarmela...
Caro se quedó perpleja. ¿Por qué Omar quería pasar de su casa si ya tenía
una amiguita?
C: No fue ninguna molestia, creeme. Y fue mejor que te la traje yo aquí
O: ¿Por qué dices eso?
C: Pues... No sé si tu novia está celosa, pero, por si acaso, prefiero
evitarte líos con ella
Omar se quedó boquiabierta
O: ¿¡Mi novia!?
C: Sí, la güerita que te besó en el desfile, la otra noche
O: ¿La Yuyi?
C: No sé como se llama, pero estoy segura de que me entediste
perfectamente...
O: Caro, ¡Aquí hubo un error! Mira, la Yuyi no es mi novia; ella es...
C: ¡Omar! Omar... No es necesario que me explique. Ya entendí...
O: Pero...
C: No. De veras, no tiene caso. Ahora permiteme pero se me está haciendo
tarde para la junta.
O: Caro, yo también voy...
C: Sí, pero yo tengo que hablar con Lety primero así que nos vemos en la
sala de juntas
O: Okey...
En Presidencia, Lety seguía con Paula Maria que la estaba actualizando
cerca algunos asuntos
PM: ¿De veras no quieres decirme quién te mandó esas flores?
L: Paula Maria, no seas metiche. ¡Te dije que me las mandó un amigo!
Fernando, entre sí: Sí, claro, un amigo... Sé yo quién le mandó esas
florecitas...
PM: ¿Y no se puede saber el nombre?
L: No lo conoces...
PM: Bueno, bueno, entendí... No quieres decirmelo.
L: No es eso...
PM: ¿Entonces?
L: Entonces... Deberías prepararte para la junta ya que en diez minutos
empezamos
PM: Está bien, jefa. Voy en la sala de juntas
Fernando se alejó inmediatamente de la puerta y tomó asiento en una de las
sillas. En seguida la puerta que conectaba la Presidencia con la sala de juntas
se abrió y desde la misma ingresó Lety.
F: Así que te mandó flores...
L: ¿Quién?
F: ¡Ay Lety, no te hagas! ¡Los dos sabemos perfectamente quién te mandó
esas florecitas!
L: Fernando, esto no es el momento para hablar de eso. Luego lo discutimos
a solas ¿Te parece?
F: ¡Claro! ¡Como usted ordena, Presidenta!
En ese momento, la puerta de la sala de juntas se abrió y desde la misma
ingresó Marcia
M: Fernando, ¿Por qué estás gritando?
F: ¡Porque estoy muy nervioso, Marcia!
M: ¿Pero por qué?
F: ¡Por algo que a ti no te incumbe!
Las dos mujeres se quedaron pasmadas mirandolo. ¡Fernando estaba
verdaderamente furioso! Si ya reaccionaba así por las flores, ¿Como iba a tomar
la presencia de Aldo en la junta?
M: No es el caso que me contestes así...
F: Perdón; es que estoy un poco nervioso...
Cuando Marcia se volteó para mirar a Lety, se quedó boquiabierta
M: Le... ¿Leticia?
L: Sí, Doña Marcia soy yo
M: Pero... ¿Qué hiciste?
L: Cambié un poco mi aparencia...
Marcia la miraba con odio. Ahora Lety ya no era la asistente fea de
Fernando, si no una mujer guapa ¡y además la Presidenta de su empresa!
Con tono socarrón, Marcia le inquirió:
M: ¿Y quién obró semejante milagro?
En ese instante, Carolina hizo su aparición en la sala de juntas
C: Yo, Marcia
M: Hola Carolina. ¿Como estás?
C: Bien gracias. Y volviendo a lo de Lety, no se trató de ningún milagro.
Lety siempre ha sido guapa, namás que tenía ocultada su belleza...
Carolina miró hacia Fernando y le guiñó el ojo así que él logro relajarse
un poco
En tanto, los otros ejecutivos ingresaban en la sala de juntas.
RL: Buenos días, Licenciada Padilla
L: Buenos días, Lopez
RL: ¿Necesita algo? ¿Quiere que le haga traer un café? ¿Un dulce? ¿Algo?
L: No, gracias Lopez, no es necesario. Ya tengo mi dulce...
Al oírla, Fernando sonrió. Lety, obviamente, se refería al dulce con forma
de corazón que le había traído él en la mañana.
LL: ¡Hellow, ya llegué! ¡Llegó la luz; la armonía; la belleza! Por cierto,
hablando de belleza, ¿Donde está nuestra “bellisíma” Presidenta?
L: Aquí estoy, Luigi
Cuando el estilista se volteó hacia ella, ¡casi le da el mimoso!
LL: Tú... t...t...
Fernando le golpeó la espalda para quitarle el shock
LL: ¿Pero tú eres la ornitorrinco?
F: ¡Luigi!
LL: ¿Qué?
F: ¡No quiero que la llames así!
Marcia lo miró de malo modo
LL: ¿Y a ti porque te importa tanto de como yo la llamo?
F: Pues... ¡Porque es la Presidenta y merece respeto!
LL: Ay sí, claro. ¿Como se me había olvidado que ahora quién dirige la
empresa es la ornitorrinco?
F: Luigi, no me provoques...
LL: ¿Por qué? ¿Si no me vas a golpear?
Para tratar de enfriar la situación, Lety los invitó a sentarse
L: Señores, ¿Por qué no toman asiento?
F: Sí, mejor...
LL: Pero ¿Qué te pasó orny?
L: Nada, Luigi. Cambié un poco mi aparencia
LL: ¿Un poco? Ja... ¡Quiero nombre y apellido de tu cirujano!
C: No fue ningún cirujano, Luigi, y además estoy de acuerdo con Fernando:
¡Lety merece respeto!
LL: Ay no Caro; no me digas que tú tienes algo que ver con todo esto...
C: Sí, Luigi. Fui yo la que animó Lety a cambiar su aparencia. De esta
manera, ahora Lety luce bella exteriormente así como lo es en el corazón
Lety sonrió y sus ojos empezaron a aguarse por las hermosas palabras de su
amiga Carolina
Cuando casi todos se habían sentado, Marcia pidió a Lety si no era el caso
de empezar con la junta ya que ya daban las 10.15
L: Tenemos que esperar unos minutos, Doña Marcia. Todavía no han llegado
todos...
F: ¿Ah no? ¿Y quién falta?
L: Falta...
Lety respiró hondo para darse un poco de valor. Ella sabía perfectamente
que Fernando no iba a tomar nada bien la presencia de Aldo en la junta...
L: Aldo Domenzaín
F: ¿¡Qué!?
Sigue...